Aprovechando la "distracción" de Miguel con Ryu, Mikhail decidió emplearse a fondo.
Los ataques de la Hydra volaban a velocidades subsónicas mientras el caballero del Dragón hacía lo posible por detenerlos. Cosa que en realidad apenas lograba.
Si se mantenía con vida era gracias a la poderosa resistencia de la armadura del Dragón. El hecho de que una armadura de Atenea estuviera a las ordenes de Hades era algo que corroía a sus caballeros.
Pero cuando Mikhail iba a dar el golpe final para rematar a su antiguo amigo de la infancia le miró a los ojos...y no pudo hacerlo. La patada destrozó el suelo justo al lado de la cabeza de Miguel, pero él permaneció intacto.
Motivo: Defensa 2
Tirada: 1d100
Dificultad: 214+
Resultado: 84(+106)=190 (Fracaso)
Motivo: Defensa 3
Tirada: 1d100
Dificultad: 202+
Resultado: 57(+86)=143 (Fracaso)
Motivo: Defensa 4
Tirada: 1d100
Dificultad: 191+
Resultado: 79(+66)=145 (Fracaso)
Motivo: Nuevo turno
Tirada: 1d100
Resultado: 18(+128)=146
1er- ataque, nada.
2º ataque, 20% (13 daño)
3er ataque, 10% (7 daño)
Total. 20 puntos más de daño a sumar a los 140 de la anterior. Pues creo que sí que se ha salvado por la pífia, la verdad. Y por su armadura, claro está.
Nuevo turno. 146
Motivo: Turno
Tirada: 1d100
Dificultad: 146+
Resultado: 23(+110)=133 (Fracaso)
No le gano ni en turno.
Cansancio actual = 2
PV= 93/178
No quiero hacerle daño... mi movimiento lo demuestra. Sin embargo, al ver cómo cruza miradas...
No puedo creer que os hayáis dejado seducir... lo siento, hermano.
Dicho esto, le lanzo golpes... pero no hay mucha emoción, no hay rabia, no hay pasión... sencillamente me siento decepcionado con su elección e impotente por no poder salvarlo.
Espero que puedas ver la piedad de Atenea en el otro lado.
Le digo mientras lanzo el primer golpe. Pero no me detengo... Sigo, sólo quiero que pare, que pare de dañar a mis compañeros. Aprieto los dientes.
Mordisco... de la... ¡Hydra!
Siento cómo su presencia me envuelve... es por culpa de los débiles que ella está muerta, por culpa de que yo no la pude proteger, del mismo modo que no he podido proteger a mi hermano.
Es por ello que mi patada en su pecho busca noquearlo.
Motivo: Turno
Tirada: 1d100
Dificultad: 146+
Resultado: 67(+85)=152 (Exito)
Motivo: Ataque1 (-15)
Tirada: 1d100
Resultado: 66(+150)=216
Motivo: Ataque2 (-15)
Tirada: 1d100
Resultado: 72(+150)=222
Motivo: AtaqueMordisco (-15)
Tirada: 1d100
Resultado: 59(+150)=209
Motivo: AtaquePatada (-45)
Tirada: 1d100
Resultado: 29(+120)=149
Vida: 176/320
Ki: 40/51
Cansancio: 5/11
Mikhail ya había tenido suficiente. No quería acabar con el caballero del Dragón. Le había dado la oportunidad de rendirse, varias de hecho. Pero no había aceptado. Estaba cegado ante su dios oscuro.
Así que con todo el dolor de su corazón no pudo si no acabar con su antiguo hermano de la manera más rápida que supo.
El embite de golpes atravesó incluso la poderosa armadura del dragón. Miguel no pudo hacer nada, pues sus heridas eran mayores de lo que quería aparentar, y tan solo se mantenía en pie por pura fuerza de voluntad.
El dragón cayó al suelo y en ésta ocasión no se levantó. Y toda la sala quedó en silencio, salvo algún que otro ruido de cemento y armazón de techos y paredes que se desprendía de su sitio. Pues tal había sido la violencia del combate que todo el lugar había sufrido.
Los caballeros de Atenea se miraron fijamente. Habían ganado, su diosa estaba a salvo. Pero no se sentían muy victoriosos. Pues sabían que habían perdido a un hermano.
Un sollozo les hizo volverse, la joven que habían venido a buscar, la encarnación de la Diosa Atenea, estaba llorando.
Motivo: DEfensa 1
Tirada: 1d100
Dificultad: 216+
Resultado: 66(+136)=202 (Fracaso)
Motivo: DEfensa 2
Tirada: 1d100
Dificultad: 222+
Resultado: 33(+106)=139 (Fracaso)
Motivo: DEfensa 3
Tirada: 1d100
Dificultad: 209+
Resultado: 18(+86)=104 (Fracaso)
Motivo: DEfensa 4
Tirada: 1d100
Dificultad: 149+
Resultado: 5(+66)=71 (Fracaso)
Vaaale. Pues habéis acabado con él. Abusones. Tres contra uno. Así ya podréis. XDDDD
Una vez caído el dragón me acerco rápidamente al cuerpo de Athan y concentrando el cosmos en mis manos, intento sanar sus heridas.
-Ve con ella- Le digo a Mikhail - En cuanto estabilice a Athan, nos pondremos en marcha. Este lugar no es seguro.-
Uso curación por cosmos (ki).
Las lágrimas recorren mi mejilla con la caída de quien fue mi hermano.
Le he golpeado... esta vez no me he contenido. No ha sido mi mejor momento, pero ha sido suficiente.
Descansa en paz.
Rezo en voz baja, pero la voz de mi compañero me impera ir por nuestra diosa, quien también llora. Rápidamente seco mis lágrimas con el dorso de mi mano y me acerco hacia quien es la encarnación de Atenea y le sonrío suavemente.
No hemos tenido elección. ¿Vienes?
Le sonrío con amabilidad, pese a la sangre manchando mi cuerpo.
Motivo: Persuasión
Tirada: 1d100
Dificultad: 60+
Resultado: 79(-25)=54 (Fracaso)
Ryu se acerca a Athan, y aunque él tampoco estaba en la mejor de las condiciones al menos podía moverse. Agarrando a su compañero se acercó a la salida mientras Mikhail convencia a la joven para que les acompañara. Que tampoco es que hiciera mucha falta para ello.
Sí. Iré con vosotros. No sé por qué, ni tampoco entiendo todo lo que ha pasado, pero algo me dice que tengo que acompañaros. Que mi destino es estar con vosotros.
Que raro ¿verdad?
La sonrisa de la joven hizo que el caballero dela Hydra se olvidara por un momento de su cansancio y sus heridas. Y los tres jovenes caballeros y la chica salieron del edificio justo a tiempo de ver como éste se derrumbaba en su mayor parte.
Fuera había toda una muchedumbre mirando entre asustada y entusiasmada por lo sucedido, y algunos incluso se acercaban a los héroes para preguntarles.
Pero fue en ese momento cuando la joven volvió a exibir un cosmos superior y se cantó de nuevo.
No había duda que la voz de la joven estaba más allá de los mortales. Y estos, embriagados de la canción, empezaron a despejar la plaza dejando nuevamente solos a nuestros protagonistas. La canción afectó también a los jovenes caballeros, quienes pudieron notar como su cansancio y heridas se desvanecían en parte.
Finalmente se quedaron solos a la luz de la luna y las estrellas, pues se había hecho de noche durante el combate, y al mirar a los cielos pudieron ver varias constelaciones brillando.
¿Cómo...cómo he hecho eso? ¿Cómo logro hacer esas cosas? ¿Qué me pasa?
La voz de la joven temblaban ahora, y era evidente que estaba asustada.
¿Quienes sois?
Ale, todos mitad de vida (si es que estabáis a menos) y mitad de cansancio.
Sí, realmente raro.
Concedo a la chica. Pero es que pocas cosas eran normales con nosotros, o con cualquier caballero. Más aún con una Guerra Santa rondando las cabezas de los presentes. Una media sonrisa antes de seguir caminando..
Y entonces ella canta. Desde luego que eso de pasar desapercibida se le da AÚN mejor que a mí. ¡JA! Y una leve carcajada.
Somos Caballeros de Atenea e intentamos que el mundo siga girando un poco más. Es una versión muy simplificada, pero... -me encojo de hombros con cierta resignación- Es cierto. Más o menos.
Dicho esto le miro a los ojos y finalmente suspiro, exhalando el aire despacio y pesado desde mis pulmones. No merezco esta armadura. Acabo de matar a un hermano.
Sobre tí... no tenemos confirmación, sólo debíamos buscarte. Pero según lo que dijo... Miguel -palabra que me duele pronunciar- y según lo visto... podrías ser la reencarnación de Atenea en la Tierra. Enhorabuena: se avecina una guerra y tú eres clave.
Una sonrisa resignada. Desde luego dar malas noticias no era mi fuerte.
Pero te protegeremos, pase lo que pase.
En mi caso no recupero nada. ^^U
-Ahora te llevaremos a un lugar donde te explicarán la situación mejor de lo que nosotros podemos. ¿Tienes algún familiar aquí o alguien importante para ti? No quiero que intenten usarlos de rehenes, prefiero llevar un grupo de personas, aunque sea más complicado.
-De momento alejemonos de aquí.
¿Yo? ¿La reencarnación de quién?. Te equivocas yo no...
Justo en ese momento las estrellas parecieron brilar mucho más de lo normal, y la joven se las quedó mirando un buen rato. Ninguno de los caballeros osaron decirle nada.
Pareció pasar una eternidad, aunque fueron sólo unos segundos. Pero cuando se giró nuevamente hacia ellos, su mirada había cambiado. Seguía siendo una joven de no más de dieciocho años, pero sus ojos parecían contener una sabiduría de miles.
Sí. Es cierto. Soy Atenea. Nuevamente he despertado en éste ciclo sin fin luchando contra mí tio. ¿Alguna vez logrará acabar? ¿Alguna vez podrá haber paz y así los humanos podrán vivir sin la desgracia de nuestras guerras?
Suspiró cansada.
En fin. Sólo el tiempo lo dirá. Ahora necesito vuestra ayuda valientes caballeros. He de regresar al Santuario. ¿Me haríais el enorme favor de escoltarme hasta allí? Seguro que con vosotros llegaré sana y salva.
Sonrió y su sonrisa era contagiosa.
Indudablemente el viaje de vuelta fue mucho más tranquilo y sencillo que el de ida. No quiere decir que estuviese exento de peligros. Pero los soldados de Hades que se encontraron por el camino no tenían nada que hacer contra los tres Caballeros de Atenea.
La joven parecía haber perdido totalmente su personalidad fragil y temerosa, e incluso su porte era algo regio. Aún así no evitó en ningún momento ninguna de las tareas propias para ayudar en los campamentos, pese a la insistencia de los jovenes.
Así. En menos de un mes. Los cuatro llegaron al Santuario. A pesar de que lograron atravesar el pueblo sin incidentes, fueron interceptados a las puertas por el mismo Patriarcar y los caballeros de Oro restantes. De hecho la totalidad del Santuario estaba en la explanada de entrada. Y en cuanto la Diosa atravesó las puertas todos se arrodillaron como uno solo.
No fue tras mucho insistir que la joven hizo que se levantasen todos ellos. Y fueron conducidos a la camara principal del templo de Atenea. Aunque tan solo pudieron entrar el Patriarca y los Caballeros de Oro. El resto de la gente volvió a sus quehaceres en el Santuario, pues aún estaban en guerra. Pero en sus caras había algo que no vieron la última vez que estuvieron allí. Esperanza. Fe. Confianza en que ganarían la guerra ahora que su Diosa estaba con ellos.
Un caballero de Oro, el Caballero de Libra el cual no había entrado con los demás, se acercó a ellos.
No os preocupéis por no entrar. Lo que va a pasar ahora es bastante aburrido. Pero más tarde os llamaran para daros las gracias formalmente. Habéis hecho un gran trabajo. Estamos en deuda con vosotros.
Hizo una solemne reverencia hacía los tres jovenes.
Gracias. Muchas gracias.
Ahora seguramente vuestros compañeros querrán saber qué habéis hecho y donde. Y seguro que estarán muy enfadados por no haber podido acompañaros.
Efectivamente. Justo cuando acabó de hablar los restantes "hijos" de El Guardian se acercaban con una mezcla de admiración, envidía y temor a vosotros. Pero en cuanto se unieron empezaron a avasallaros a preguntas de ¿qué habíais hecho? ¿Donde estabáis? Y si era cierto que habían acompañado a Atenea al Santuario.
Bueno. Pues podéis poner un post final explicando qué contáis y cómo os sentis junto a vuestros coleguis, y luego pondré el post final donde os agradecen todos el haber traido a Atenea. :)
Ryu estaba contento de reunirse de nuevo con sus hermanos tras completar con éxito la misión. Aunque el recuerdo de Miguel agriaba un poco la alegría del momento.
Pasó un buen rato explicándoles como habían luchado contra los soldados de Hades mientras salvaban a cuantos inocentes podían. También les contó cuando luchó contra su versión oscura y finalmente el terrible encuentro con el Caballero del Dragón. Este último combate lo explico con más detalle y como la muchacha que habíamos ido a buscar resulto ser la encarnación de Atenea. Todo esto mientras Athas y Mikhail contaban su parte de la historia.
Fue un momento increíble, como cuando El Guardián les contaba historias de valerosos caballeros de Atenea. Fue entonces cuando Ryu se dio cuenta de que ya era un auténtico Caballero de Atenea y que su tarea no había hecho más que empezar.
Finalmente habíamos regresado. Y la Diosa con nosotros.
Verla ganar confianza en sí misma me hizo sentir un poco mejor. Estaba haciendo lo que se esperaba de mí. Incluso un caballero de oro nos felicitó... entonces: ¿por qué diablos me sentía tan endiabladamente mal? ¿acaso no era correcto luchar contra mis hermanos por la diosa? ¿acaso no había alguna salida más pacífica para hacer que se replanteasen la unión con nosotros?
Tan abstraído por mis pensamientos que apenas me doy cuenta de que mis compañeros nos han rodeado. Les sonrío amablemente. Si ellos supieran el peso y el sacrificio seguro que muchos preferirían haberse quedado en casa. No obstante me aseguré de que todos supiesen el valor que Ryu y Athan habían demostrado, pues su cosmos marcaría el camino para futuras generaciones, aunque ellos no lo creyesen. Era algo que el caballero de la Hydra sabía perfectamente.
Pero eso ya son otras historias, amigos míos.
Sí. Los caballeros de bronce habían regresado. Habían superado con creces la importantísima misión que les habían encomendado. El traer ni más ni menos que la encarnación de la Diosa Atenea.
Ahora el Santuario sí que tendría una oportunidad en la guerra que estaban librando.
Los hijos del “Guardián” pasaron el resto del día juntos. Casi todos ellos se sintieron traicionados cuando escucharon que Miguel se había unido a Hades y sus huestes oscuras. Y sintieron tanto pesar como alivio cuando les hablaron de su derrota.
El resto de compañeros no habían estado lo que se dice ociosos. Pues habían participado en la guerra, pero nada importante. Y mucho menos tan importante como la de ellos tres.
Finalmente llegó la noche, y con ella el merecido descanso de todos ellos. La Diosa no les había mandado llamar, así que tendrían que seguir esperando.
No obstante bien entrada la noche, Athan, Mikhail y Ryu fueron llamados al templo de Atenea. Allí les esperaba otra sorpresa más.
Sentada en su trono estaba la joven a la que habían escoltado hasta el Santuario, embutida en una armadura ligera de oro y platino, les miraba con firmeza. A su lado estaba el Patriarca, y en un pasillo hasta llegar a ella los caballeros de Oro restantes. No estaban todos, sabían que alguno había caído, y esperaban que los demás que no se encontraban estuvieran en alguna misión. En total había ocho. Libra, Tauro, Cáncer, Aries, Leo, Virgo, Escorpio y Géminis. Todos se pusieron firmes cuando entraron.
Atenea les indicó que se acercaran a ella y se levantó a recibirlos, lo cual pareció hacer sentir incomodo al Patriarca.
Mis caballeros. Lamento no haber podido daros las gracias como merecéis hasta ahora, mucho era lo que tenía que hablarse, y mucho queda. Pero sabed que habéis hecho un gran servicio al Santuario y éste no será olvidado. Por la presente le ordeno a todos los Caballeros de Oro que os otorguen un favor en el momento y situación que vosotros requiráis. Y mientras no amenacen su seguridad o la mía, estarán obligados a concedéroslo.
Por mi parte os debo mucho más que eso, y os otorgo mi bendición personal, la cual os guiará y ayudará en los momentos de necesidad que a buen seguro nos deparará el destino.
Y ahora. A pesar de lo mucho que habéis hecho, he de pediros aún más. Pues la guerra continua, y la humanidad tiene que ser defendida de mi cruel tío Hades.
Por el Santuario. Por la Victoria.
Todos a una, todos los caballeros de Oro y el Patriarca gritaron.
Por Atenea.