“Que lo que allí se vivió nunca sea olvidado”
Así que… ¿habéis venido a que os cuente una historia? Ya os conocéis todo mi repertorio, cada cuento sobre poderosos dragones, malignos hechiceros, grandes aventureros, tesoros ocultos y dimensiones desconocidas. ¿Qué más os podría interesar? A no ser…
…Si, ¿Por qué no? Tal vez estéis ya preparados ¿Para qué, me preguntáis? Para dejar atrás los cuentos y leyendas y escuchar por fin LA historia, una que si ocurrió de verdad y no porque esté escrita en un antiguo pergamino o grabada en el mural de algún templo. Esta es una historia que yo viví en primera persona.
Ahora prestad atención, pues en ocasiones, las historias de verdad pueden ser más increíbles que las que se cuentan en festividades y tabernas, pero también nos enseñan el coraje de las razas, el corazón de los aventureros y la inmensidad del mundo. ¿Aun queréis escucharla? Bien, bien.
Como toda buena historia, comienza con un misterio y con el descubrimiento de un lugar que se convertiría en un punto de inflexión para todos los que la vivimos. Imaginad que un día os acostais en vuestra cama, pero cuando abrís los ojos al nuevo día, el cielo azul os saluda y las olas del mar besan vuestros cuerpos. Esto fue lo primero que sentimos las cincuenta almas que allí estábamos.
Cincuenta personas de distinta raza, condición y clase que sin saber como habíamos sido arrancados de la seguridad de nuestros hogares para despertar en medio de una misteriosa playa ¿Quiénes eran los demás? ¿Cómo habíamos llegado allí? Y lo más importante ¿Dónde estábamos?
Las respuestas a esas preguntas escondían la mayor aventura que han podido contemplar mis ojos, una, que nunca olvidaré…