Salieron de la residencia. Hernán iba con ellos, ataviado con una capa y algunas armas en su interior, las cuales habíase colgado en su habitación antes de partir. Parecía bien preparado. No os internásteis directamente en Lara de los Infantes, sino que dísteis un rodeo (más bien era un atajo) por los campos verdes que servían de siembra y pastoreos. Buenas ovejas y de blanca lana había por aquella zona.
La casa de don Nuño estaba ahora bastante alejada, y, aunque se divisada desde la lejanía (habría unos dos mil metros de distancia al bosque), el camino por el que íbais era muy definido. No tenía pérdida.
El camino se alejaba y alejaba y el bosque comenzaba a aparecer. Primero unos retameres y troncos secos. Luego os internásteis, saliendo de la vereda principal.
Señores, si lo que buscáis son buenas piezas, éste es el lugar -dijo Hernán mientras contemplaba los bonitos árboles- Tiempo ha, antes de pasar a la servidumbre de don Nuño, que maté un jabalí con mi padre, que en paz descanse, que era más grande casi que yo.
Estaba ensimismado con la belleza del lugar, el verdor de los campos. Todo aquello le daba paz y tranquilidad. Mientras Diego y Hernán conversaban yo miraba a mi alrededor engullendo todo lo que mis ojos podían abarcar. Se sentía realmente entusiasmado, no podía dar crédito a todo los hermosos regalos que la vida me deparaba.
Entonces llegamos al bosque y me tomé mi arco con mi mano izquierda, era territorio peligroso. Me sentía como pez en el agua y estaba deseando dar muestras de mi valía como cazador. Esperaba no flaquear cuando llegara el momento. Su hombría debía quedar latente en esa excursión. Entonces Hernán pronunció la palabra jabalí
- Jabalí- nunca he cazado un jabalí sólo ciervos, conejos y algún a otro ave -¿Hay jabalís por estos bosques?
Sorry, creí que había posteado, esperaba una entrada nueva en "novedades". Siento el despiste.
Diego salió junto a Rodrigo y Hernán, una ballesta y una aljaba colgadas al hombro y un cuchillo asomando claramente de su cinto. La maza, que portaba junto a su silla en el camino, había quedado en los aposentos, ya que no era un arma para cazar.
Buenas tierras las que tiene tu Señor aquí, Hernán. dijo a su guía mientras caminaba y apreciaba la belleza de las tierras, pese a ser un hombre más de ciudad y de camino.
Escuchó entonces a Rodrigo preguntar. ¿Nunca has visto uno, muchacho? Son como cerdos pero más oscuros y colmillos como este cuchillo. dijo palmeándose la cintura mientras sonreía y le guiñaba un ojo a Hernán, haciéndole partícipe de la chanza para con el muchacho. Pero nuestro Señor, Hernán, nos ha dicho que hay rumores de que hay alguna bestia más salvaje por estos lares. ¿Algún lobo o un oso bajado de las montañas, quizá?
Mientras continuábais andando por el bosque e inspeccionando todo de arriba a abajo, el Guardia habló.
Pues es posible don Diego -le contestó-. Aunque en estas tierras hubo antaño repoblación de animales de caza para los grandes nobles y los salvajes son los menos, ciertamente. Pero todo es posible si miramos bien.
Luego se dirigió a Rodrigo.
¿Jabalíes? -respondió sorprendiéndose Hernán. ¡Claro! Incluso don Nuño, en alguna tarde de batida, se ha aventurado con unos pocos hombres para dar placer al estómago por la noche con tales piezas... Claro que, y permitidme esta indiscreción: no ha cazado muchos... El caso es que cuando venía con sus flechas y arc...
En esos momentos Hernán interrumpió su ponencia. Se quedó clavado en el sitio y sus ojos se abrieron enormemente. Parecía que delante de sí había visto algo. Lo mismo vísteis vosotros.
Delante de vosotros, a unos diez metros de distancia, encontrásteis un pequeño claro en el bosque. En el suelo se podía apreciar un gran círculo hecho con pequeñas piedrecillas, pero realizado con una exactitud sorprendente. En el interior del círculo se encontraba también realizada con dichos materiales una estrella de cinco puntas en cuyo centro había dibujado un pentágono. Justo en el medio de tales figuras se encontraba un pequeño manantial... ¿de agua? No. Parecía que el líquido que brotaba de forma lenta y casi sin fuerza era de otra naturaleza.
El instinto tomó rienda de las acciones de Diego, alejándose un par de pasos de sus compañeros mientras cargaba un virote en la ballesta con calma, tratando de hacer el menor ruido posible. Su mirada iba de sus compañeros a la bizarra escena y de ahí a los árboles y arbustos que circundaban el claro, tratando de averiguar si quien hizo eso se encontraba aún en los alrededores.
Sabía que Hernán tendría que estar acostumbrados a lides de esa índole, aunque quizá tenía más porte que experiencia, pero temía por el muchacho, Rodrigo, quien quizá entrase en pánico ante un posible diabolista. Le hizo un gesto con la mano para que se moviera en la dirección contraria.
Rodrigo quedó ensimismado por la descripción que le hacía Diego. Un cerdo con largos colmillos. Entonces la mención de la criatura salvaje le hizo volver a la realidad y pensar que no estaban de excursión sino en una misión en la que tenía un papel secundario pero aún así debía de estar a la altura de las circunstancias.
De repente Hernán hizo un gesto enigmático y se quedó clavado mirando algo en el suelo. Rodrigo había quedado algo rezagado y se apresuró para ir al lugar que llamaba la atención del guardia. Entonces Diego le hizo un gesto para que se detuviese.
- ¿Qué ocurre? ¿Qué es eso? -señalé el claro
Entonces Diego fue tajante, me hizo un gesto para que retrocediera. Di unos pasos atrás en contra de mi voluntad, pero si personas de experiencia le ordenaban tal cosa sería por alguna razón. Entonces recordó el asunto de la brujería y un escalofrío le recorrió el cuerpo.
Ambos podéis hacer tiradas de Otear (PER) o Rastrear (PER), para intentar ver algo o para saber si hay huellas cerca.
¿Una u otra o las dos?
Motivo: Otear
Tirada: 1d100
Dificultad: 15-
Resultado: 24 (Fracaso)
Motivo: Rastrear
Tirada: 1d100
Dificultad: 15-
Resultado: 62 (Fracaso)
No tengo ninguna de las dos, así que tiro por percepción ¿no?
Y va a ser que nada...
Motivo: Rastrear
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 7 (Exito)
7 de 60. Buena tirada, aunque un 6 hubiera sido mejor.
El gran cazador hizo mérito de su nombre. Comprobaste la zona: no había rastros ni huellas cerca. Lo revistaste bien y nada: allí no había pasado nadie últimamente.
Poco a poco nos decidimos a acercarnos y observamos aquel pentáculo hecho de piedras. Mientras que Diego y Hernán quedaban estupefactos observando el pentagrama y el manantial, comencé a rastrear la zona en busca de algún indicio o alguna pista.
- Si permitís mi humilde opinión de rastreador, hace días que nadie pasa por aquí - anuncié tras comprobar la zona con gran cuidado - No hay ni huellas y ningún tipo de rastro
Aún no muy alejados pese a que os habíais salido del trazado para investigar los alrededores, el guardia Hernán os avisó.
¡Señores! -gritó. ¡Mirad esto!
Él se había quedado cerca del círculo de piedras y del pequeño manantial. Lo señaló con el dedo: del manantial parecía salir líquido rojizo brotando a lentos borbotones... ¡PARDIEZ! ¡Que parecía sangre!
Diego se santiguó. No era excesivamente creyente pero tenía claro que, de existir, prefería no caer embrujado en las garras de una bruja o un demonio.
Rápidamente, volvió a agarrar firmemente la ballesta y corrió junto a Hernán. Mi padre hablaba de tintes que eran capaces de colorear una armadura, quizá sea algo parecido. dijo para sí mismo en voz alta. Aunque... buscó a su alrededor una rama que introducir en el manantial.
Rodrigo todavía permanecía todavía agachado inspeccionando el terreno abarcando el anillo más externo del claro. En cuanto escucha a Hernán llamar, inmediatamente se incorpora para acercarse a sus compañeros. Sus ojos se abrieron de par en par cuando el manantial cláramente parecía...(¿sangre?) ser de color carmesí.
- ¡Por todos los dem... - se interumpe con los ojos como platos - ¿Qué clase de magia demoniaca es esta?
¡¡ P S H H H H H H H !!!
¡En esos momentos la tierra comenzó a temblar! ¡¡ CASI OS CAÉIS AL SUELO !! Justo en ese preciso momento una bocanada de SANGRE comenzó a brotar del manantial, inundando el círculo de piedras (pero no sobresalía más allá de dicho círculo). La sangre, acto seguido, comenzó a arder sobre sí: y un espantoso rugido parecía provenir de dichas llamas, ¡¡¡justo delante de vuestros ojos!!!