Partida Rol por web

Sería una para cabalgar y otra para embestir, como en el turno anterior.

Diego volvió a espolear al caballo, alejándolo de la refriega y consiguió darle la vuelta para tratar de embestir a la criatura pero parecía que el equino notaba el edor de lo diabólico y antinatural porque se desviaba en cuanto se acercaba.

¡Maldito caballo! rugió Diego, sabedor que no tenía otra alternativa.

Turno de Manuel Lobo (ya sabés, dos acciones ^^)

 No dejándome amilanar por nuestro horrible adversario, me dispongo a continuar con mi bravo ataque, dispuesto a devolverlo de vuelta al infierno...

PNJOTIZADO

Ataco y ataco. Me lanzo contra la criatura hasta en dos ocasiones, con la daga.

Hernán observó el embiste de Delojo y de nuevo tomó su espada para acuchillar al ente con la hoja: ataca y ataca.

Resumen asalto 3:

En primer lugar, Francisc de Boltaña agudiza su oido, pues un sonido profundo y gutural inunda la escena. Luego intenta atacar hasta en dos ocasiones al ente, pero no logra acertar. Acto seguido, Rodrigo intenta apuntar bien justo después de cargar. ¡Acierta y de pleno!, la saeta va directa a la pierna izquierda, igual que antes pero esta vez parece haberse incrustado excepcionalmente bien ¡¡Menuda saeta!!:

Daño: 15 (entre 2 por pierna): 7 (- 3 protección Piel escamosa): 4 puntos de daño.

Ahora la criatura pareció cojear, y por un momento pareció que iba a desplomarse ¡Y amen que casi lo hizo! Sin embargo aguantó a los combatientes. La joven Margarita aprovechó para aplicarse ella misma un bálsamo curativo y recuperar parte de su salud, tras haber sido mordida un instante antes.

Luego Alonso volvió a azuzar al caballo, golpeando su cuerpo de nuevo contra la dura corteza de piel de la bestia... Sin embargo, pese a que la cabalgada fue buena, no logró acertarle. En esos momentos un rebuzno casi oculta el sonido del cuerno que a lo lejos se aproximaba, pues el animal había quedado incrustado (y ahora inerte) en las escamas de la bestia... La montura era ahora inservible... Lo único que pudo hacer Diego fue bajarse del cadáver del animal sangrante...

Acto seguido, Manuel Lobo azota con su espada a la criatura, haciendo gala de su honor. El golpe impacta en el abdomen del mismo:

Daño: 6 (- 3 protección Piel escamosa): 3 puntos de daño.

Luego, sacando su daga, el bufón Delojo se abalanza hasta dos veces con su daga, pero sin éxito. Fue entonces cuando Hernán le acompaña con su espada, golpeando al ente en el pecho:

Daño: 9 (- 3 protección Piel escamosa): 6 puntos de daño.

Vida de la criatura: 0/20. Habéis derrotado a la criatura.

¡¡¡AAARRGHGH!!!

La criatura emitió un chillido espeluznante cuando el último golpe le fue dado, el de Hernán. Su cuello se estiró y sus extremidades parecían perder fuerza, hasta que se desestabilizó y cayó desplomada al suelo, hacia delante. Alguno de vosotros incluso tuvo que apartarse para no caer bajo su peso.

Ahora, el cadáver de la criatura tapaba la fuente que había emanado sangre y por un momento tuvísteis la sensación de que reinaba la paz, la calma, que por un instante teníais la certeza de que esa no sería vuestra hora, sino que sería un momento de gran reconforte.

Después de revisar un rato el cuerpo de la criatura y reponeros, descansar y tomar aire pertinentemente, escuchásteis de nuevo un cuerno a lo lejos, aunque ahora algo más cerca, más próximo. Casi diez minutos despues vísteis a una comitiva de hombre llegar, algunos montados en caballos portando lanzas y otros simple infantería ataviados con pequeñas rodelas y espadas. Todos ellos llevaban en algún pendón, insignia o marca de la ropa el escudo de la Casa de Lara o el de la Ciudad de Lara de los Infantes.

En el claro se reunieron todos, rodeando a la criatura. De uno de los caballos bajó don Nuño de Lara, como sorprendido. Cuando él se bajó, se acercaron a su persona un par de soldados. Luego caminó unos pasos hasta ponerse delante de Manuel Lobo.

¡Don Manuel! -dijo boquiabierto mirando a la vez al ente que yacía a sus pies y luego a su amigo- ¡Oímos rugidos! ¡Como de fieras! ¡Y en mi palacio nos dijeron que partísteis hacia aquí! ¿No oísteis nuestro cuerno? ¡¡Pero qué es esto!! -el hombre parecía abrumado; una cosa era conspirar contra el Rey, tal y como lo habían hecho días anteriores, y otra muy distinta era asimilar lo que sus ojos estaban viendo. ¿Estáis bien? ¡¡Cuéntanos presto!! -insistió mirando también y de uno en uno a los hombres de Lobo.

La muchacha suspiro aliviada cuando el ultimo aliento de la criatura fue exhalada. Con aquella criatura muerta, ¿Podia relagarje? Eso pensaba ella.

Pero pronto los cuernos que resonaban en la lejanía le alarmaron de nuevo y no perdió un segundo mas en curar a Rodrigo.
-Quedaos quieto os aplicare esto donde sangráis y sanara antes.-Le confeso al cazador mientras analizaba la herida de su pierna, y tras un pequeño salmo ungió la herida con el ungüento.

Poco después llego El señor de las tierras con su ejercito personal, eran ellos quien tronaban los cielos con un cuerno de guerra y dio gracias a Dios una vez mas porque el no le viera curar a su compañero.

 Observo a mi amigo y le respondo, señalando al cuerpo caído:

 - Este es el ser del que el mal llamado sacerdote hablaba, nos ha costado lo suyo, pero gracias a nuestro valor, determinación y la ayuda de Dios nuestro señor, logramos vencerlo...

 Respiraba entrecortadamente, tanto como por el esfuerzo físico como emocional por haber hecho frente a ese engendro del infierno.

Mientras Margarita aplicaba los bálsamos curativos a alguno de sus compañeros*, don Nuño mandó a cinco hombres talar un árbol para hacer una pira. Pronto y delante de todos vosotros una enorme hoguera se levantó en aquel claro, lo suficientemente amplia como para destruir el cuerpo de aquel ser que, previamente amarrado con cuerdas y puesto en la misma, fue quemado hasta reducirlo a cenizas. Sin duda el fuego purificador del Altísimo acabaría hasta con los más horribles recuerdos de ese encuentro...

Es hora de volver a mi casa, señores -les dijo a los presentes. Aún hemos de hacer justicia. Andando.

Os repartístesis montando a caballo junto con algunos de los jinetes y partísteis ipso facto al palacio del anfitrión, dejando atrás el bosque.

Escena cerrada.