Partida Rol por web

Salieron del pueblo mientras la noche estaba cayendo sobre ellos. Irena los llevó por los mejores senderos, aún así el viaje se fue haciendo duro, Galahad creyó que la noche les ampararía y evitarían encuentros indeseados con los furtivos de la zona.
Varias veces, mandó callar a alguno de sus compañeros, el silencio era su mejor aliado en esos momentos.
El camino subía muchas veces y el ir pertrechado con tanta armadura, hacían que el ascenso fuese más duro para el Juramentado.

Hubiera sido buena idea el descansar.- pensó mientras callado mantenía el ritmo de la marcha.

Tras llegar a lo que parecía el acceso a la mina, un silencio incómodo se hizo entre sus compañeros, la luz de la luna iluminaba los alrededores.
Agazapado y saliendo de la espesura, apareció¿un gato salvaje gigante?- el paladín nunca había visto uno, pero por su posición, parecía dispuesto a atacarles.

Tomó el escudo y desenvainó la espada con suavidad, no quería ser él quién incitara a un combate, pero tampoco iba a permitir que le pillaran por sorpresa.

Shhh..despacio, tal vez entienda que no puede pelear contra todos nosotros y se vaya. No me gustaría derramar la sangre de un animal salvaje si no es necesario...- murmuró a sus compañeros, adelántandose, poniéndose entre el lince y el grupo.

Miraba al animal, era grande y ágil, sus fríos ojos negros hacían que se le helara la sangre...no va a ser fácil, ojalá dé media vuelta y se vaya.- pensó Galahad mientras levantaba el escudo y se cubría con él, los músculos en tensión, la espada preparada para atacar.

El enano estaba pasando las de Caín por el camino. No paraba de jadear y sudar como un cerdo. 

- Ufff... Ufff... ¡Maldición¡ Ufff... ¿Cuándo termina la maldita... Ufff... cuesta? No debí beberme la última cerveza. ¡¡¡Ufff!!!... - se quejó secándose el sudor de la frente con la mano.

Tenía los gemelos al rojo vivo y el hacha comenzaba a pesarle como si llevara una vaca a cuestas. Y había sido sólo una cuestecita de veintitantos metros. Tengo que bajar ésta barriga. Llegaron a un llano con restos de fogatas. El enano miró con tristeza la nueva cuesta que lo esperaba.

-Esperad... Ufff... Necesito refrescarme.

Sacó una de las cervezas y se la bebió de un trago (no me preguntéis dónde lleva escondidas siete cervezas, es la magia del rol). Una vez bebida y con renovadas energías siguieron subiendo. En éste punto sudaba copiosamente. Alcohol puro. Si alguien hubiera encendido una cerilla Thalgrog se habría deflagrado como una antorcha. Y también sentía mareo. Tal vez por el alcohol, tal vez por las curvas del camino. O ambos.

El camino lo conformaban piedras que, a la oscuridad de la noche, no dudaba en tropezar con ellas. Arbustos que se mecían con la suave brisa y le hacían creer que había alguien -o algo- oculto tras ellos. Piedras y más arbustos.

-Shhhh... Cuidado. He visto moverse esa piedra - dijo señalando esa piedra - Creo que nos está espiando. 

Tras comprobar que no pasaba nada siguió subiendo, mirando de vez en cuando para atrás a esa piedra.

De pronto la luz de luna iluminó unos ojos y una forma blanca salió de entre las sombras.

-¡Un gatito! hip ¿Te has perdido, minino? Supongo hip que no tendrás hambre, te veo crecido hip. De todos modos no llevo comida encima, sólo cerveza hip. ¿Los gatos beben cerveza? - preguntó a los demás.

Vio que el paladín se acercaba con el escudo para jugar con el gato. Así que él sacó el cencerro de Neb y sujetándolo con la puntita de sus dedos regordetes lo agitó glong glong glong.

Al llegar al descanso aún estaba en forma, su armadura no era la más pesada y estaba acostumbrada a andar de pueblo en pueblo. Aunque el enano parecía bastante cansado y que andase bebiendo en la opinión de Lynx no iba a hacer las cosas mejor, seguramente acabaría pasando lo contrario. Durante el segundo tramo fue cuando ya empezó a notar sus energías agotarse pero el camino tampoco le resultó demasiado complicado, después de tantos años ya estaba más que acostumbrada a moverse en medio de la naturaleza y a ser acechada por depredadores.

Al ver al animal Lynx se sorprendió, -Un lince…, ¿Blanco?-, mientras pensaba en ello Galahad se coloco entre el animal y el grupo listo para responder, Thalgrog estaba haciendo cosas de borracho. No tenía problemas en cazar y matar animales, pero bueno el ser se sentía único y también un poco innecesario matarlo en este momento, -Deberías largarte por mucha hambre que tengas atacar a un grupo de nuestro tamaño es simplemente estúpido-, mientras dice esto saca sus espadas, tomando una postura amenazante para dejarle claro al animal que no le tiene ningún miedo, -Aunque tengo una idea, en la mina están sucediendo algo malo, quien sabe primero el pueblo luego el bosque podrías venir de caza con nosotros-, y hay estaba sus verdaderas intenciones, simplemente no podía dejar que esa monada asesina se escapase.

Elaxidor al ver a ese gatito acerca lentamente la mano al puño de la daga, en voz baja: sabía que esto se iba a poner interesante, pero no esperaba que fuera tan pronto. 

Iba bien pertrechado pero no tenia ningunas ganas de gastar fuerzas ni conjuros con ése minino.

Dándose cuenta de haber sido detectado, el animal salta y cambia de posición. Además de ser ágil, demuestra una gran inteligencia: brinco tras brinco se refugia en las sombras donde se camufla a la perfección. Rápido como una flecha alcanza un túmulo cercano, desde donde el terreno le otorga plena ventaja ante un posible enfrentamiento.

A esta distancia se aprecia mejor su aspecto: es mucho más grande de lo que aparenta de lejos y se distingue de otros felinos por los característicos penachos de pelo en orejas y mejillas, así como por su corta cola que agita constantemente y un pelaje blanco y moteado, muy poco común. Posee un cuerpo compacto y musculoso, con recias piernas y grandes garras. A pesar de esto, comparando su tamaño casi gigante puede observarse una preocupante delgadez en sus costillas.

Ante la postura de Galahad y Elaxidor, el lince se enerva y eriza, pero no acomete. Su excepcional oído le había sugerido que el grupo podría ser una presa fácil para calmar su hambre, pero comprende que no es así. El campaneo del cencerro de Thalgrog le extraña y distrae, pero ello no relaja su tensión. [ ~ Lynx - Influir animal +1: Éxito.]  Son las sugerentes palabras de la guardabosques las que, de algún modo, forman una conexión empática con él y logran amansarlo.

A punto de olvidar su propósito y darse a la fuga, se siente incapaz de ignorar el vínculo que acaba de crear con la semielfa. Movido por la curiosidad innata a su especie inicia una tímida aproximación, metro a metro, hasta encontrarse casi frente a ella. Cuando alcanza una respetuosa distancia en torno al humano y al elfo, sus ojos brillantes en la oscuridad quedan fijos en los de Lynx. En un mero instante es como si se hubieran conocido durante toda una vida y estuvieran dispuestos a darla el uno por el otro.

La gnoma no se alegraba demasiado de su nueva "invitada". Algo le decía que la búsqueda de ese tal Wilhem, ¡o cómo se llame! no iba a servir para otra cosa más que retrasarles en su misión. Pero de momento prefirió quedarse callada. Ya había sacado una buena tajada con todo el oro que había podido conseguir y de momento se mantendría menos quejona que de costumbre, de momento. Por lo que caminaba atrás del grupo con sus cortas piernitas, sin hacer mucho caso a todo lo demás tan solo tratando de mantener el ritmo durante todo el camino. Ella era ágil, pero a su vez todo tenía una escala mayor. Menos mal que al menos ella no era una enana...

Se detuvo entonces cuando lo hicieron los demás, viendo al animal que había junto a la entrada de la mina. Con rapidez tomó su pequeña ballesta lista para abrir fuego, aunque decidió esperar a que alguno de sus valientes compañeros lo enfadara antes para no llevarse sus ataques. ¡Moxie era toda una estratega! 

Pero cuando vio como la semielfa hablaba con ella... apretó los labios ladeándolos un poco, volviendo a guardar el arma una vez esta se presentó dócil ante ella. ¿Era un nuevo compañero? ¡Este sin duda le gustaba más que la mujer que el caballero se quería triscar! Porque solo la ayudaba por eso, estaba más que claro.

—El pelaje blanco no es común, ¿verdad? —pregunta mientras la examina sin acercarse demasiado, usando su único ojo bueno mientras su mente empezaba a maquinar—. ¿Creéis que una piel así se vendería cara?

Y tras ello miró al enano y frunció el ceño llevándose las manos a la cintura.

—¡Y tú, enano! ¿No has bebido ya suficiente por el camino? ¡Cuando encendamos una antorcha en la mina vamos a salir volando como llevemos a este barril andante! —dijo alzando la voz, aunque le miró y sonrió con cierta malicia.

-¡Magnífico! hip Un gran truco Lynx.

Gracias a las habilidades de la guardabosques tenían nuevo compañero. Se le veía fuerte, un gran aliado para la batalla. Y además era grande, muy grande.

- Yo no vendería su piel hip. Si le pones montura hip podría llevarte de romería - contestó a la gnoma.

Ésta le reprochó ir bebido. No lo entendía, sólo habían sido un par de cervecitas. ¡Pero qué cervezas! Eran de lo más fuerte que había probado. Si alguna vez veía a Rander le iba a preguntar dónde las conseguía.

-¿Qué quieres? Soy un enano hip. Los enanos beben cerveza. ¿Me estás pidiendo hip que abandone una costumbre ancestral? -por algún motivo no le gustó la sonrisa de la gnoma. ¿Sería capaz de prenderle fuego?- Aahhrg... De acuerdo. Ya no beberé más hip. Hasta que me dé sed.

Tras comprobar como el grupo se había desenvuelto frente a la amenaza del lince, Irena terminó de convencerse. Aquellos variopintos aventureros tenían más posibilidades de victoria que las que nadie en todo Montes Lejanos había tenido nunca, incluso con su pícara gnoma y su achispado enano. ¿Quién sabía si lo que otros consideraban debilidades eran, en realidad, sus puntos fuertes? ¿Quién era ella para juzgar su genialidad?

— Ya casi hemos llegado. Seguidme. — Se limitó a decir, acelerando el paso y orando en silencio por la vida de Wilhelm.

En medio de la montaña natural y verde, la entrada a la mina de carbón se abría como una herida terrible. Aparecía como unas fauces malignas que hincaban sus colmillos en la tierra inocente; una morbosa demostración del cuasi ilimitado potencial humano, a veces maravilloso; a veces desastroso.

La construcción rebasa y aplasta la hierba muerta. Peldaño tras peldaño se configura una escalera de piedra pulida y bien mantenida. A pesar de su reciente descuido, la suciedad no alcanza apariencia notoria. Desde el exterior nadie puede advertir que haya ocurrido nada extraño y el descenso parece simple y sin complicación alguna.

El paladín en primera línea Máster.

Si sobrevive, es que Torm está con él.

El vínculo se sentía extraño, había hablado con unos cuantos animales tanto depredadores como no depredadores pero simplemente fueron pequeñas conversaciones, una o dos palabras, me dejas en paz y yo te dejo en paz. Esto se sintió diferente como si fuesen almas gemelas -Que poético, ¿eh?-, -Valentina, ¿te gusta?, creo que te pegaría, no voy a estar llamándote lince todo el rato-.

-No vamos a vender el pelaje a nadie-, Lynx respondió de forma simple y directa al comentario de Moxie sobre el extraño pelaje de su nueva compañera. La propuesta de la montura no le pareció tan mal, a lo mejor Lynx no podría pero alguien más pequeño podría sembrar la muerte a lomos de Valentina.

Cuando el tema del depredador al acecho concluyo Irena retomó el camino, Lynx comenzó a andar con el animal a su lado. A ratos desviaba su mirada hacia el animal, -Una bestia asesina y adorable, no hay duda-, estos pensamientos iban rondando su mente.

Al llegar a la mina se detuvo para dirigirse a Irena, -Ya estamos en la mina, puedes volver con tus hijos-.

La mujer los guía y Zancada sigue al grupo bien pertrechado... siguen un camino hacia arriba de unos veintitantos metros, Zancada soporta bien la trayectoria gracias a su férrea constitución. Además está bien pertrechado y anda con confianza, no obstante con el escudo sacado. La subida cada vez más sinuosa e inclinada hace que Zancada sude resople y se encuentre en un grave aprieto y tiene que detenerse para respirar profundamente y beber agua. Está fatigado a causa del esfuerzo, pero debido a la gran guia consiguen alcanzar la cima antes de desfallecer. Allí arriba ven a un animal, un lince al acecho... Está escuálido, y gracias a Lynx consigue apaciguarlo para que no suponga un problema. El lince se hace mascota de Lynx y Zancada le da una parte de una ración al lince para que así pudiera coger fuerzas, igual también le pone un cazo con algo de agua.

Viendo como el lince se repone... siguen el camino... Es cuando escuchó a la guia decir que ya casi habían llegado entonces sacó su maza, ya que iban a adentrarse en la mina.

Gracias a Irena llegan a la entrada de la mina, la mujer les ha ayudado de una forma magnífica. Zancada se despide de ella con un saludo de mano y se pone en segundo lugar tras Galahad.

El momento por fin había llegado, aunque sabía que ahí dentro no había nada bueno, esa entrada tan tranquila le parecía que le llamaba. Le gustaba dejar las cosas solucionadas así que se dijo a si mismo:

A por lo que sea que haya ahí dentro.
 

Miró al enano entrecerrando los ojos, pensando que al menos en ese estado y viendo la poca forma que había tenido para subir aquella cuesta... no sería fácil correr más que él si los peligros les sobrepasaban. Al menos tendrían un rato para entretenerse antes de que siguieran a los demás. ¿Aun que... qué era lo que había ahí dentro? Por un momento se quedó pensativa mirando hacia la mina, mientras los demás se despedían de la mujer que les había guiado hasta la entrada.

Se agachó y empezó a revisar que todo su equipo estuviera en orden. Puede que no fuera la mejor peleando, ¡pero era diestra en otro tipo de situaciones! No todo era la fuerza bruta y para eso estaba ella.

Finalmente se reunió con los demás y decidió que iría en la retaguardia, con su pequeña ballesta a mano, dejando que fueran los mejor equipados los que tomaran la primera línea para recibir el golpe inicial.

—¿Todos listos? —preguntó preocupada, pues ahora había llegado el momento de la verdad.

Viendo a Elaxidor y Moxie resolverse decididos, Irena interviene.

— Aquí se separan nuestros caminos. — Asiente ante Lynx, después de imitar a Zancada y añadir algo de agua y comida para Valentina. — Yo volveré con los míos. Después de todo... Alguien tiene que quedarse protegiendo a los sacerdotes. — Guiña un ojo y se da la vuelta, dispuesta a marcharse.

— Confío en vosotros. Sé que podéis conseguirlo. — Dice al grupo y a sí misma. — Tened cuidado, y... Gracias... — Son sus últimas palabras. Luego comienza el descenso ladera abajo y en meros segundos la guerrera se pierde en la oscuridad de la noche.