Partida Rol por web

Las advertencias de Moxie y Valentina son escuchadas por todos... Exceptuando al intrépido, explorador y valiente halfling. Entonces, el intacto silencio se rompe violentamente. Un estrépito de choques y golpes resuena de todas partes, más violento que la peor de las ventiscas. La fuerza de los impactos se aproxima en dirección al grupo, hasta acumularse justo sobre sus cabezas. Habiéndose mantenido distantes, los apercibidos aventureros disponen de los reflejos y el tiempo justo para apartarse del grave peligro. En centésimas de segundo, el techo se vence y una lluvia de rocas y escombros desmorona la bóveda de la mina.

El pobre Zancada, confiado antes en el favor de su diosa Mishakal, prefiere ahora confiar en la resistencia de su escudo. El clérigo esconde la maza para tomar su protección con ambas manos: alzando los brazos y agachándose al unísono, siente la avalancha a punto de lloverle sobre el cráneo. Afortunadamente para él, sus amigos consiguen agarrarlo justo un instante antes de ser sepultado, sobreviviendo con no pocos chichones, magulladuras y un escudo abollado.

Una sucesión de enormes pedruscos comienza a amontonarse y cada desprendimiento recorre el túnel con una vibrante sacudida. Complicando aún más el precario equilibrio se alza una cegadora nube de polvo y tierra, proveniente de todas direcciones e imposible de esquivar. Los ecos del granito convulsionan todos los pasajes de la mina y los aventureros temen acabar enterrados vivos.

Con el mismo ímpetu explosivo con que empieza, el seísmo cesa. Una serie de pequeños cascotes ruedan y rebotan inocentemente. La suciedad queda suspendida en el aire, dispersándose con abrumadora lentitud. El túnel queda bloqueado y el grupo se mira entre sí, aún no creyendo del todo haber sobrevivido de una pieza a lo que acaba de ocurrir. 

Galahad siguió a Zancada,su devoción por su diosa era algo envidiable, la luz de la antorcha proyectaba una gran sombra del pequeño hafling, igual de grande que su corazón aventurero.

Cuando escuchó las piedras caer al suelo, aceleró hasta donde estaba Zancada y lo sacó de aquel derrumbe.
Por los pelos, no fue sepultado por aquellas rocas.

No confundas valentía con temeridad.- le reprendió el paladín.

Pones al grupo en peligro yendo tú solo.- señaló una parte de su guantelete de hierro abollado por las piedras.
Apostaría lo que fuera a que Mishakal tiene grandes planes para ti, pero no por ello, has de exponerte a los peligros.
Los cementerios están llenos de "valientes" como tú...- refunfuñó el paladín.

Miró a sus compañeros, empezaba a odiar estar en la mina; a oscuras, sin comer, sin saber a que peligro se enfrentaban y encima en túneles tan angostos donde, a duras penas, gozaba de espacio para pelear con la espada sin dañar a sus compañeros o chocar su arma contra las paredes.

Lanzó un soplido e indicó el camino hacia la intersección, debían tomar el otro camino.

Al parecer Thalgrog también estaba de acuerdo con regresar por donde habían llegado, a lo mejor no sería la mejor idea adelantarse a explorar, y ante la negativa de Moxie decidió dejarlo estar al menos por ahora, -Bien, pues retrocedamos-, Valentina parecía ¿aliviada? ante esas palabras. Aunque al parecer Zancada tenía una opinión muy diferente al resto, levantando maza y escudo se dispuso a seguir avanzando.

Mientras Zancada daba sus pasos hacia un nuevo mundo de descubrimientos se empezaron a oír unos golpes a la distancia, poco después llegaría la fuente de ellos, el techo de la mina estaba colapsando, Lynx como al final decidió quedarse quieta tuvo tiempo suficiente para evitar ser aplastada al igual que Valentina. Realmente el único que resultó herido fue zancada, pero gracias a los cielos Galahad consiguió sacarlo de un peligro mayor, solo podía esperar que si no podían avanzar por el otro camino al menos pudiesen salir de la mina, morir encerrada y de hambre no era muy atractivo.

-Quedándonos quietos no ganamos nada, deberíamos revisar el otro camino-, aunque no lo expresara con palabras estaba bastante aliviada de no haber avanzado para explorar,-Y esperemos que al menos la salida siga en condiciones-. Por su lado Valentina solo podía esperar que al final esta asociación le trajera más alegrías que situaciones cercanas a la muerte.

Elaxidor se acerca a su compañero Zancada, visiblemente preocupado, cosa que en el no suele pasar.

Rodeándolo con un brazo sobre sus hombros lo achucha y e dice: Ay amigo mio no vuelvas a hacer eso, éste grupo no sería lo mismo sin tí. Buscando en su bolsa, saca una poción y se la entrega a Zancada: Si te sientes muy mal tómatela ahora, si crees que puedes esperar y economizarla adelante, y si necesitas más, no dudes en pedirme otra.

Tras algo de tiempo y paciencia, los aventureros superan la polvareda y el silbido en los oídos que dejó atrás el sonoro derrumbamiento. Veloces y entre toses intermitentes acuden a comprobar que su clérigo sigue con vida y entero. Todos se alegran de ver que esto es así: las heridas son superficiales y el halfling podrá continuar adelante sin ningún problema.

Con el regaño de Galahad y los cuidados de Elaxidor, Zancada termina de recuperarse del susto mientras Lynx y Valentina toman el camino de vuelta - ahora el único posible - para asegurarse de que todavía tienen el paso abierto. Esto es así tanto para regresar como para avanzar, lo que tranquiliza visiblemente a la guardabosques.

Asomándose con precaución, Lynx nota que el túnel del oeste tiene extraordinaria similitud con su contrario al este pero, esta vez, su seguidora lince no muestra ningún reparo a la hora de avanzar, lo que la hace creer que el túnel es seguro - al menos, por ahora...

Cuando el techo se derrumbó solo tuvo tiempo para taparse la cabeza con las manos. Llovían pedruscos como melones y temió que el mediano fuera aplastado y tuvieran que despegarlo del suelo con una espátula. Pero el paladín fue rápido y lo apartó a tiempo. Se formó una intensa polvareda y a la luz de la antorcha solo alcanzaba a distinguir las siluetas anaranjadas de los demás. El peligro había pasado, de momento, y todos parecían estar bien. Soltó una carcajada.

- Hahaha tienes unos huevos que no te caben en los pantalones - le dijo a Zancada. Tal vez él también buscara conseguir un aro de maestría. ¿Pero dónde se lo iba a poner si no tenía barba? ¿Se la dejaría crecer? Se imaginó al pequeño con barba, rezándole a su diosa. Le quedaría bien.

Volvieron sobre sus pasos y llegaron al otro túnel. Era similar al anterior salvo que no parecía haber riesgo alguno.

- Iré yo delante. Si no hay peligro piaré dos veces como grajo y una como cuervo. Y si hay peligro chillaré.

Dicho esto avanzó por el túnel, perdiéndose en la oscuridad.

La diosa no avisó al pobre Zancada que a punto estuvo de ser sepultado por las rocas que se desprendieron, pero gracias al intrépido Paladín y sus reflejos lo salvó y le regañó. Zancada escuchó la regañina mientras se preguntaba porqué la diosa no le había avisado. Se movió entonces con dolor de culo debido a los arañazos de la roca por la parte de atrás. 

Zancada respondió con una sonrisa a los aprecios del mago, rechazó no obstante con la mano el vial de salud y se puso recto. Demostrándole que solo habían sido unos rasguños, hizo gestos al mago de quitarse el polvo de la armadura y así le comunicaba que solo fueron arañazos superficiales.

Luego le hizo gracia los comentarios de Thaglrog que parecía sentirse como en casa, y estaba más dicharachero que nunca. El bueno de Zancada siguió al enano adentrándose por detrás de él viendo como los hombros del robusto enano empequeñecían la figura del hafling. Por un momento creyó que todo el grupo estaba bien dispuesto para el combate... Lynk con su lince blanco, y Moxie con sus dagas. 

Elaxidor, aunque no lo demostraba mucho, se había llevado un buen susto con aquel derrumbe. Tenía claro que aquello sólo era un aviso de lo que venía, y aunque el Hafling fuera valiente y se hubiera sobrepuesto al susto, había estado en un peligro muy serio.

Sus preocupaciones se disiparon por un momento al oir hablar al Enano, le ayudó a afrontar el camino hacia el peligro con otra perspectiva. Mañana quizá estaría muerto, pero ahora estaba viviendo un momento divertido.

Elaxidor sume sus pensamientos en profundas reflexiones y Zancada, casi tan meditabundo como el elfo, se debate mentalmente sobre si las deidades son capaces de enlazar sus energías con piedras y otros seres inanimados - de no ser así, ello podría explicar por qué la piadosa Mishakal había abandonado a su suerte a su fiel servidor. Las siempre oportunas y apreciadas palabras de Thalgrog disipan toda tensión del momento previo y, con su ingenioso plan en mente, se dispone a recorrer el nuevo camino.

Con paso firme, el enano pronto adivina el entramado que sigue: el túnel contrario imita el recorrido del anterior pero en sentido inverso. A una distancia prácticamente idéntica inicia su familiar curva, se encara al sur y procede conforme el mismo diseño. Aún algo conmocionados, el mago y el clérigo lo siguen a cierta distancia y se aseguran doblemente de no escuchar ningún ruido ni rastro sospechoso. Confirmado esto, proceden con paso cauteloso y voluntad de hierro.

Tal cual se adivinaba, la curva del túnel se corrige y vuelve a cambiar de rumbo hacia el este, como trazando una borrosa circunferencia. Habiéndose preparado para lo peor, muchos ahora sienten genuino alivio: no muy a lo lejos se divisa una pendiente - era la probable bajada a la siguiente planta. 

Más allá de este declive el camino se reanuda, aunque la intuición dicta que les conducirá de vuelta a la entrada de este nivel - de no ser por el desprendimiento que ahora bloqueaba el retorno. Confirmando no haber amenaza presente, Thalgrog cumple con la seña prometida y, logrando un parecido asombroso, pía dos veces como grajo y una como cuervo.

El enano avanzó por el túnel seguido por Zancada. Iba preparado para cualquier cosa. Se fijaba en cualquier sombra, cualquier cavidad y saliente de la pared. En cualquier lugar podía haber un enemigo oculto o un pasadizo secreto que llevara a la guarida de un dragón. Los enanos odiaban a los dragones. Éstos los expulsaban de sus minas para hacer de ellas su hogar y acumular tesoros. 

-¿Qué harás cuando terminemos la misión? Suponiendo que vivamos para contarlo. Que yo creo que sí. ¿Cogerás el oro de Rander? Menudo chichón te está saliendo en la frente ... Si coges algún lingote que no te vea el paladín o te saldrá otro haha. Yo tengo pensado volver a Montañas Nebulosas y si los dioses son benévolos me darán el aro de Maestría. Y después viajaré. Veré mundo.

Se imaginó una vida de aventuras y descubriendo maravillas del mundo. Le habían hablado de los imponentes centinelas de Umsgrad; del enorme puente tallado en piedra de Farkan, que salvaba el abismo del mismo nombre y cuyo fondo se perdía en la oscuridad; del majestuoso salón del Rey de Thelas y su trono de piedra. Decían que el rey no paraba de removerse debido a la incomodidad del asiento. Las malas lenguas lo achacaban a las almorranas. Se le hizo la boca agua. Se paró en seco y aprovechando que no estaba Moxie sacó una cerveza y se la bebió con tantas ganas que no tardaron en aparecer los efectos. Le ofreció una al mediano.

- ¿Quieres una? No se lo cuentes a la gnoma hip o me regañará. Tú ya me entiendes - dijo guiñando un ojo. 

Siguieron avanzando y llegaron hasta el final, donde había una bajada al siguiente nivel.

- ¿Crees que ésta enfermedad ha sido provocada? Hip ¿Qué dice tu diosa? Yo opino que si. Quizá alguien de la competencia hip que quiere acaparar todo el negocio del carbón. Sea lo que sea tengo que averiguarlo. No puedo regresar con las manos vacías hip.Por cierto... - le echó el aliento -¿Huele a alcohol? 

Zancada empezó a aprender de su camarada enano, así que olisqueó el ambiente y estuvo observando posibles trampas... Aquella vida de confianza en su diosa estaba cambiando al salir con el grupo y ver que utilizaban otras habilidades. El enano que parecía haberle cogido un aprecio especial al hafling le preguntó qué harían una vez acabados. El enano se sentía muy optimista... El hafling aunque lo escuchaba hacía como si estuviera mirando el entorno, pero cuando dijo que seguiría viajando Zancada lo miro y le indicó con un gesto de su mano que quería ir con él, con Thalgrog, la verdad que el hafling no se sentía bien en ningún sitio ya que su impedimenta le obligaba a estar siempre viajando. Pero viajar con un compañero como Thalgror era todo un honor. Después de indicarle que le gustaría viajar con él mediante gestos de su mano le hizo una reverencia, mirando el super escudo que ahora llevaba gracias al enano, y que le había evitado que tuviera más chichones sobre su cuerpo a causa del desprendimiento.

El enano le ofreció a Zancada una cerveza, y el hafling se negó amistosamente con una sonrisa indicándole con la mano que ya tendrían tiempo de festejarlo más tarde. - Se imaginaba al paladín olisqueando el olor de cerveza de su boca, y criticando al clérigo por su impropia actitud, y más estando trabajando pues aquella misión era como un trabajo el cual tendrían su recompensa si salían vivos. 

Se pararon enfrente de las escaleras de bajada mientras el enano esta vez se le acercaba apestando a alcohol y diciéndole encima si olía. Zancada le dijo con el espacio entre sus dedos indicándole que solo un poco, después con una sonrisa curiosa y dando una palmada al hombro del enano se aventuró escaleras abajo, pero esta vez con precaución mirando y observando el camino que se le abría delante de sus pies.

Al principio no puedo evitar toser el polvo parecía decidido a invadir todo su sistema, a medida que el aire se calmó pudo volver a respirar con normalidad. A Lynx le resultó un poco exagerada la preocupación del elfo, zancada no parecía haberse llevado ningún golpe grave, además que apenas se conocían, pero quien sabe cada persona es un plano de existencia. Sin perder mucho más tiempo en esos pensamientos tomó el camino de vuelta junto valentina, pero sin llegar a separarse mucho del grupo, simplemente tomó la iniciativa mientras el elfo y paladín se preocupaban por Zancada. Para alivio del dúo tanto la subida como el otro camino están despejados y al parecer Valentina pensaba que sería seguro avanzar.

Cuando el enano llega a donde estaban Valentina y Lynx, se dejan adelantar y retoman su posición habitual en el centro del grupo. Al final resultó que los dos caminos estaban conectados, no sabía del todo si alegrarse o no porque con esto se dejaba claro que avanzar por el otro era completamente innecesario pero no lo comentaría en voz alta, no quería ponerse a discutir, además ella misma en un principio pensó en explorarlo. Cuando Thalgrog no vio amenaza alguna cumplió con sus palabra y pio, la verdad es que con un parecido sorprendente, Lynx solo podía estar impresionada, -No, si aun tendré que pedir que me enseñe-, pensó bastante divertida por la idea. Al llegar a las escaleras bajaron sin perder el tiempo.

Observó los gestos del mediano y comprendió lo que quería decirle. Era asombroso cómo sin decir ni una sola palabra podía hacerse entender, incluso con alguien tan cortito como el enano. Aquel mediano era una caja de sorpresas.

- ¡¿Quieres venir conmigo?! - se asombró. Nunca imaginó que haría un amigo tan lejos de la mina. - ¡Pues claro! hip Vente conmigo a la mina de Ogrett, allí es donde vivo. Te enseñaré la mina y los enanos estarán encantados de recibirte. ¡Y después hip viajaremos!

El problema de la comunicación no le preocupaba. Aprendería el lenguaje de signos del halfing y él, a cambio, le enseñaría a beber sin perder la consciencia y a recitar los primeros versos del poema de Tumyr¹ eructando.

- No me des las gracias por el escudo. Cuando hip lleguemos a Ogrett le pediré al herrero que quite esas abolladuras y le engarce unas piedras preciosas. ¡Dicen que son mágicas!

Thalgrog se sentía animado y el mediano encabezó de nuevo la marcha. Aquel simpático e intrépido mediano... ¡Tenía mucho que aprender de él²!

Después de aquel derrumbamiento que casi aplasta al halfling, Moxie prefirió guardar las distancias con aquellos que tomaban el camino de primera mano. Aguardó en la retaguardia en silencio, hasta que finalmente escuchó aquellos sonidos producidos por el enano. Con el ceño fruncido y su pequeña ballesta en la mano reanudó el camino con los demás. Empezó a recorrer aquel pasadizo con facilidad, pues su altura y su tamaño poco le importaban para moverse por allí. Hasta que finalmente se juntó con el resto del grupo.

Olfateó el ambiente nada más llegar, haciendo que su naricita respingona se agitase en cada una de las profundas respiraciones y entonces miró al enano escudriñando en él la mirada.

—Espero que tu escudo sea tan duro como tu mollera, enano —increpó la pequeña, apoyándose la ballesta en la espalda y cruzándose de brazos—. O que al menos te infunda el valor suficiente como para que el enemigo salte a tu cara en primer lugar en vez de a la mía.

Sonrió suavemente y luego se acercó al túnel que parecía comunicar con el derrumbe. Estaba oscuro, ella podía ver, pero aún así la curva impedía la visión. Tampoco le dio más importancia. Se acercó a las escaleras y con curiosidad miró hacia abajo viendo a donde llevaban.

—Como siga así lo van a acabar matando o, peor aún, matándose él solo. Yo no pienso arrastrar el cuerpo de nadie fuera de la mina, eso que quede claro —dijo cuando vio que Zancada ya había de nuevo cogido la marcha, sin haber aprendido nada después de casi morir aplastado—. Será mejor que le sigamos, antes de que alguna roca lo aplaste.

Y tras decir aquello también comenzó a bajar con cuidado por aquellos peldaños.

El enano recibió la reprimenda de la gnoma. Otra vez. Y tan sólo bajó la mirada, sin decir nada. ¿Qué le pasaba?¿Por qué no se enfrentaba a la gnoma? Ya era mayor de edad, podía hacer lo que quisiera. ¿Sería por el ojo? Si... Era ese ojo... Ese ojo blancuzco que todo lo escudriñaba. ¡Ese ojo de pesadilla le ponía los pelos de punta!

- Lo siento...  hip- balbuceó - No volverá a ocurrir.

Si la gnoma se enterase de que había ofrecido hacer botellona al halfing... No quería ni pensarlo.