[Elaxidor lanza Identificar - Éxito]
Mientras los demás se abandonan al merecido reposo, Elaxidor observa con detenimiento el anillo que le ha dado Lynx: lo sostiene entre sus finos dedos y lo examina desde múltiples ángulos repitiendo, en su cabeza, las sílabas que componen un simple, pero útil, hechizo de adivinación. Mientras las recita, limpia con suaves caricias el objeto mágico que sostiene, asegurándose así de que ni una mota de polvo interfiere con el sortilegio.
Pronto, el conjuro revelador comienza a hacer efecto y una débil barrera se materializa alrededor del anillo, tratando de repelerlo. El elfo presiona mentalmente su hechizo y la barrera queda disipada; Elaxidor sonríe... - ¿Cómo podía haberlo pasado por alto? - Los anillos contienen un simple encantamiento anti-magia y, aunque no es muy poderoso, puede constituir una defensa adicional muy bienvenida en una situación desesperada.
Satisfecho, el mago se entregó al descanso. Mientras trataba de conciliar el sueño, reflexionó sobre el artefacto que había identificado. Comprendía perfectamente la mecánica de su magia y el entramado arcano que tejía su débil poder: sin duda, aquello parecía la obra de un aficionado y pensó que, si él pudiera tener acceso a materiales de calidad y un laboratorio en condiciones, podría replicar un artefacto igual o, incluso, superior. Meditando sobre las aleaciones y las runas que podría necesitar para la tarea, terminó quedándose dormido.
Motivo: Anillo (Resistencia mágica)
Tirada: 1d100
Dificultad: 20-
Resultado: 71 (Fracaso) [71]
Anillos de resistencia mágica menor x 2 (Ajustan resistencia mágica del portador al 20%)
La gnoma cogió el anillo cuando Lynx se lo cedió y ella respondió con una sonrisa antes de mirarlo fijamente. La magia no era lo suyo, pero aquel anillo al menos debía ser caro... ¿quién sabe lo que podría ocultar? Aunque de momento, sin conocer lo que hacía, prefirió guardarlo en uno de sus cada vez más llenos bolsillos. Pero entonces notó aquel olor y cuando levantó la cabeza se fijó en el horrible escenario que había delante de ellos. Tragó saliva fijándose en los cuerpos, en la sangre.
—Esto no me gusta... —musitó para sí misma, algo acongojada imaginando lo que podía haber pasado allí.
Pero sin querer detenerse más en aquel lugar siguió caminando con sus compañeros sin echar la vista atrás dos veces.
Había llegado el momento de descansar y tomar un merecido respiro. Moxie había vivido gran parte de su vida bajo tierra, pero aún así aquel lugar no se sentía de la misma forma. En silencio decidió tomar asiento, algo apartada de los demás, sin hacer mucho caso como la elfa regañaba al enano por lo que había dicho. En parte no podía culparle pues era normal desear estar fuera de allí, en un lugar seguro, pero tampoco culpaba a la elfa de sus palabras. Ahora sus vidas dependían las unas de las otras.
Recordó entonces el joyero aún cerrado que llevaba consigo y empezó a buscar en sus bolsillos hasta dar con él. Lo miró con una sonrisa y se mordió el labio suavemente mientras volvía a sacar sus herramientas de ladrona.
Motivo: Abrir cerradura
Tirada: 1d100
Dificultad: 75-
Resultado: 50 (Exito) [50]
[Moxie - Abrir cerraduras: éxito]
Antes de unirse al descanso del grupo, Moxie prefiere entretenerse con el estuche que encontró en el emporio de Rander... - ¿Qué mejor forma había para distraer una mente inquieta? - Con la misma técnica que venció a la arqueta, también el cierre del joyero es derrotado: para regocijo de la mañosa ladrona, el pequeño contenedor desliza su cubierta, revelando dos pequeñas y agradables gemas.
La primera tiene una forma cuadrada, con algunas irregularidades en sus bordes; es de color verde oscuro aunque, conforme se aproxima a la luz de una antorcha, se altera hacia un rosado pálido con rayas blancas. La segunda es una pieza casi perfectamente redonda y transparente, de tonos que varían sutilmente entre el naranja, el dorado y algunos trazos de marrón muy claro.
Moxie se alegraba y, por un momento, olvidaba la incomodidad de las rocas que iban a ser su cama. Con toda probabilidad, la primera de las joyas era alejandrita y la segunda debía ser ámbar. No eran los minerales más valiosos pero, tasándolos generosamente, creía poder sacar por lo menos cien monedas de oro por cada uno de ellos. Igual que su compañero élfico, la gnoma terminó rindiéndose al sueño, mientras se deleitaba imaginando qué haría con sus nuevas riquezas.
Alejandrita x 1
Ámbar x 1
Zancada tomó la espada y los restos de ella y la guardó en su mochila, también guardó en su bolsillo el anillo. Pronunció unas palabras para sí mismo, mientras le cerraba los ojos colocándole una moneda en cada ojo, cerrando sus brazos hacia el pecho y poniendo el cuerpo mirando hacia arriba y con las piernas juntas. A continuación tomó un sorbo de su apreciada y escasa agua de cantimplora, y se curó de sus heridas utilizando la magia de curación que le había otorgado su diosa. Descansó pues se encontraba bastante agotado de tantas subidas, estrecheces y falta de oxígeno.
Motivo: Curar heridas ligeras
Tirada: 1d8
Resultado: 8 [8]
Odre: 2/4
Utiliza el conjuro de curar heridas ligeras.