Partida Rol por web

La cerveza de Rander era fuerte y se subía pronto a la cabeza. Y también provocaba gases. Al entrar en aquella sala gobernada por aquel olor fétido aprovechó la ocasión para tirarse un pedo. Uno de esos silenciosos y que si aprietas demasiado vienen acompañados de regalo. El olor de la sala enmascararía su fechoría. ¿O tal vez no?

- Aaarrhg... Aquí huele que apesta - dijo el muy cínico tapándose la nariz.- Voy a echar el desayuno de hace dos días. Busquemos rápido y salgamos de aquí. 

Comenzó a rebuscar entre la basura.

Lynx, Galahad, Elaxidor y Zancada toman posiciones vigilantes y observan con simultánea admiración y preocupación a la gnoma y al enano. Asumiendo que avanzar el grupo entero a una habitación tal es un riesgo innecesario, todos se miran entre sí, preparados para intervenir si la necesidad llamase. 

Por fortuna, habiendo hecho muy bien en cubrirse y contando con las señas de antemano, Moxie logra encontrar los mentados objetos realmente rápido: en lo que podría llamarse la cara norte de esta sala, restos de palas rotas yacen a medio enterrar bajo montones de rocas y cristales quebrados: aunque numerosos, son de pequeño tamaño y retirarlos es más tarea de tiempo que de esfuerzo. En este punto, los fornidos brazos de Thalgrog son de una ayuda inestimable, aunque el trabajo le ha hecho respirar más toxinas de las que nadie desearía.

Una vez apartadas las piedras más grandes y molestas, quedan desenterradas dos botellas enfundadas en resistentes forros de cuero. Extrayéndolas con meticuloso tiento, muestran estar prácticamente vacías, excepto en su base: una minúscula cantidad de líquido amarillento burbujea suspensa en su interior, en cuyo fondo comienza a depositarse un sedimento viscoso y concentrado. El mero aspecto de la amalgama inspira respeto y peligro, haciendo el manejarla con cuidado altamente recomendable.

El asqueroso hedor a ponzoña se torna cada segundo más insoportable: bien puede esta sala haber sido utilizada tanto para excavar carbón como para experimentar la más virulenta alquimia. Thalgrog. después de perder toda sensibilidad en la nariz, cree ser víctima de la peor resaca de su vida y Moxie, aún tapada y protegida, comienza a sentirse mareada. Ambos se observan agotados y solo con la castigada mirada se dan a entender lo mucho que desean abandonar el lugar.

Y el camino de la izquierda fue el que tomaron, el enano seguía tan ruidoso como antes llamando la atención de todas las almas en la mina. Al llegar a la habitación un olor tóxico invade el aire, Lynx se tapa la nariz casi automáticamente. Estaba totalmente de acuerdo con Moxie no le apetecía estar más de lo necesario en esta habitación, en realidad el olor le resultaba tan desagradable que decidió quedarse fuera vigilando y Valentina tampoco fue una excepción no se la miraba con ganas de adentrarse en la habitación. Después de un rato consiguieron las botellas de ácido, aunque esos dos no tenían la mejor cara sobre todo Thalgrog que había entrado sin ningún tipo de protección, -Deberíamos irnos este aire no puede ser bueno para la salud-.

En el momento en que salen de la habitación el Enano y la Gnoma, Elaxidor ve de lejos que en el suelo, a parte de cascotes y runa, hay unas cuantas botellas vacias, seguramente ya habrían acabado el ácido que habia dentro de ellas.

Se tapa la nariz y la boca con el borde de su armilla y entra acelerando el paso todo lo que puede yendo directo a su objetivo. A la que llega, toma un par de botellas, que sumadas a las dos que tienen les permitirán llenarlas de agua e ir añadiendo ácido poco a poco tal y como les habia recomendado el Bardo. además así, dos integrantes del grupo podrian llevar una botella de preparado y usarla sin tener que depender de otro.

Thalgrog se hincó de rodillas y se afanó en buscar aquellos frascos. Retiraba piedras y cristales rotos con esmero y rapidez. Quería salir cuanto antes de allí. Moxie también hacía un buen trabajo con sus habilidosas manos apartando escombros.

- Tienen que estar por aquí... Es lo que dijo Lucan.

Aquellos gases nocivos entraron en su boca y comenzó a picarle la garganta y lagrimearle los ojos. Tuvo un reflujo gástrico, notó el sabor ácido. Se estaba mareando y cuando miró a la gnoma no había una, ¡habían dos Moxies! Y no tenían buena cara... Por fortuna tenía en sus manos dos frascos casi vacíos pero menos daba una piedra.

- ¡Qué bien! Vámonos ya.

Se incorporó con cierta dificultad y tambaleándose llegó a la puerta dónde el resto de compañeros vigilaban.

- No entraré jamás en ésta sala. ¡Antes me corto las barbas!

Moxie buscaba con sus pequeñas manos entre los restos, mientras su cuerpo daba algún que otro botecito al soltar pequeñas toses intentado respirar lo mínimo. ¡Hasta que al final, voilá!, ¡ahí estaban como el extraño cantarín les había dicho! Las tomó y con un gesto le dijo al enano que se marchasen de ahí cuanto antes. Este no tenía buena cara, imaginó que por el esfuerzo, así que ella tomó la delantera para indicarle el camino y volver así junto con sus compañeros. 

En cuanto se reunió con los demás se quitó el pañuelo de la cara e inspiró profundamente, llenando sus pulmones por completo para mantener el aire dentro unos segundos.

—Coff —tosió la pequeña una vez—, coff coff —continuó tosiendo, notando como sus ojos le lagrimeaban —. ¡Maldita sea! 

Con total descaro y muy poca feminidad, cogió toda la saliva y escupió a un lado de aquel camino que habían seguido para volver hasta allí. Incorporándose después mientras se pasaba la mano por los labios para limpiarse.

—Espero que al menos haya merecido la pena —dijo a sus compañeros y tras hacerlo volvió a escupir de forma poco fina —. V-vámonos de aquí...

Y sin echar más cuenta a los frascos de cristal empezó a caminar para alejarse de la sala, ya habría tiempo de hacer la mezcla en otro lado, lejos de ese tóxico olor.

Zancada no entró en la sala no le apetecía respirar aquel ambiente nocivo y tampoco veía bien utilizar aquel componente como ácido. Algo no encajaba bien, como un bardo había averiguado aquello, ¿qué buscaría entre montones de rocas? Pero ya era tarde el grupo dio el visto bueno sobre el argumento del hombre.

Cuando sus compañeros fueron saliendo... Zancada le hizo una señal con su maza para que avanzaran siguiendo el camino recto sin desviaciones.

Alejándose de aquel lugar condenado, todos se alegran de ver regresar a la gnoma, al enano y al elfo conscientes y de una pieza. Sin tiempo para explicaciones y teniendo todo lo que necesitan, el grupo rehace sus pasos hasta regresar al cruce de origen. Allí, mientras Thalgrog y Moxie acaban de reponerse, Elaxidor se ocupa en examinar los frascos hallados: primero se asegura de que la sustancia es lo que creen que es y, confirmado esto, procede con el experimento.

En su paso por la sala anterior, el elfo toma tantas botellas como puede, de las cuales la mayoría tiene que descartar, por verse agrietadas o resquebrajadas. Por seguridad, el trasvase del ácido no permite ni la menor imperfección, así que el elfo acaba seleccionando los dos contenedores más indemnes y aptos para la tarea. Preparada el agua en pequeña cantidad, tomadas las precauciones oportunas y teniendo claro el proceso a seguir, el resultado solo puede ser exitoso.

Las primeras gotas de ácido no parecen tener efecto alguno pero, en cuanto el poso del frasco inicia su goteo, la reacción se aviva. Con el mayor cuidado, Elaxidor repite el movimiento hasta lograr una intensidad equilibrada: ni demasiado débil, ni demasiado pungente. De esta suerte, espera que el arma ungida tenga suficiente tiempo para conservarse e impactar a la vez que harta potencia para acabar con el rival. Una vez satisfecho con la mezcla, repite su ensayo con el segundo frasco, logrando un segundo producto idéntico.

Sin prestar demasiada atención a estos sucesos, el intrépido halfling vuelve a adelantarse, fiel a su afán explorador. Seguido por Lynx y Valentina, los tres no tardan en descubrir lo poco que queda desconocido en este nivel. Serpenteando ligeramente al este durante un minuto, el túnel finaliza su recorrido en un nuevo descenso. La escalera está mal balanceada y ofrece una bajada traicionera. Este cambio de nivel se halla sumido en la oscuridad y, muy especialmente para Galahad. Se hace imposible adivinar qué pueda haber al otro lado. El silencio es tan sepulcral que tensa los nervios de los más tranquilos. Algunos aventureros comienzan a sentir verdaderas tentaciones de dar media vuelta y volverse por donde han venido.

Elaxidor entró rápidamente en la sala, al parecer en busca de frascos vacíos para poder hacer mejor la mezcla y repartirla con el grupo, aunque realmente las únicas que tenía armas a distancia eran ella misma y Moxie. Sin perder más tiempo el grupo se alejó de la habitación volviendo al pasillo principal.

Al llegar al cruce la gnoma y el enano paran para recuperar sus fuerzas mientras Elaxidor se pone con la mezcla, no sin antes elegir los frascos en mejor estado, a nadie le apetecía tener un accidente con el ácido. Después de jugar con las cantidades agua/ácido el elfo consigue la mejor mezcla posible, poco después ya tiene dos frascos preparados.

Pero mientras lo anterior tiene lugar Lynx decide seguir a Zancada, -Vente Valentina-, suficientes personas se quedaban atrás por ello no hacía falta que el lince se quedase también, además no iba a dejar que el halfling se metiese en algún problema solo. Poco después el trío llega al final de este piso, podría decirse que Lynx estaba decepcionada por ahora había poco para explorar y descubrir, sin perder tiempo Lynx coge su antorcha y la enciende usando la yesca y pedernal, aunque ella puede ver en estas condiciones era obvio que Galahad iba a empezar a tener problemas, -Supongo que podemos esperar aquí a que lleguen los demás-, no veía razón para volver después de todo este piso no debería tener ningún peligro.

El enano asistió con nervios a la preparación de la mezcla. Mientras el elfo jugaba con los frascos moviendo líquido de aquí para allá él apretaba los dientes hasta que le dolieron. Tenía miedo de alguna explosión o algo por el estilo, no sabía muy bien el qué. Como aquella vez que tuvieron que abrir un paso en la mina. A Ulfrug se le fue la mano con la mezcla de dinamita y lo que en un principio iba a ser un pequeño boquete acabó siendo una detonación tan potente que casi derrumba la mina entera.

- ¿Seguro que sabes lo que haces? - No paraba de retorcerse las manos nervioso. Cuando la reacción se avivó y aparecieron las primeras burbujas le dió un vuelco el corazón - ¡¡ Al suelo!! - Se lanzó de bruces cuan largo era (que no era mucho).

Pero no hubo detonación alguna. Cuando abrió los ojos el mundo seguía girando. Abochornado se levantó y se sacudió el polvo.

- Ni una palabra de ésto a los bardos.

Con el ácido listo gracias a las habilidades de Elaxidor el grupo decidió avanzar hacia el próximo nivel.

El bardo decía la verdad...¿tendrá razón también en que están envenenando al pueblo?- se preguntaba el seguidor de Torm.

Unas escaleras iniciaban el descenso, la oscuridad ahora sí, empezaba a rodearles completamente.

- No puedo ver nada, esperad.- dijo mientras rebuscaba en sus pertenencias.

Antes de empezar a descender Galahad tomó una de las antorchas que recibió del halfling.
Con ayuda del pedernal y un poco de yesca encendió la antorcha.
Gracias a ello pudo iniciar el descenso junto a sus compañeros.

Cada vez el aire estaba más viciado, ruidos y una calma tensa que dominaba aquellas paredes, la sensación de que avanzaban hacia un peligro eminente hizo que el Juramentado andara en silencio, atento a los alrededores, en el centro del grupo con la antorcha en la mano.