Partida Rol por web

Gundar se había acercado a Sildar mientras los demás registraban a los goblins y terminaban con ellos. No le importaba lo más mínimo lo que les pasase a unos seres que habían intentado matarle. Si se hubieran rendido habría sido otra cosa. Pero así.

Encogiendose de hombros examinó a su empleador a ver si podía reanimarlo. Se ocupó de las heridas que tenía visibles, las curó lo mejor que pudo y finalmente le echó un poco de agua con cuidado en la cara para ver si se despertaba.

Venga jefe. Es hora de despertar. Tiene muchas cosas que contarnos.

A pesar de que los cuidados de Gundar son excelentes, sin descanso o curación mágica Sildar no volvería a la consciencia.

Kwame rebana el pescuezo a los dos goblins que no opondrían ninguna resistencia al estar profundamente dormidos.

Vuestras opciones ahora pasaban por descansar en este lugar o buscar un refugio fuera de las cavernas.

Kwame propuso a sus compañeros hacer un descanso aquí, o en otra de las estancias de la guarida que sólo tuviesen un acceso. Por supuesto, haciendo guardias, para prevenir alguna amenaza inesperada. Él se ofrecería a hacer la primera.

Al guerrero no le agradaba permanecer en las cavernas, pero en su opinión, era mejor estratégicamente descansar en un lugar con un sólo lugar de entrada que en campo abierto, donde podían llegar los ataques desde cualquier punto.

Una vez expresado su punto de vista, tampoco tenía la intención de discutir este tema, por lo que aceptaría otras opciones propuestas. Lo importante era poder reponer fuerzas cuanto antes y continuar con la misión.

- Estoy de acuerdo. Aunque apeste a goblin muerto, creo que no podremos encontrar lugar más seguro para descansar- digo mientras me siento en el suelo dispuesta a empezar cuanto antes mi merecido descanso.

Señores, no nos olvidemos de que tenemos un trabajo que hacer. - dijo el elfo con serenidad. Uno de sus patrones estaba allí, a salvo, y el otro estaba en paradero desconocido. - Creo que lo más adecuado en esta situación sería volver donde está el carro. Sé que todos estamos cansados, pero se nos contrató para llevar sano y salvo el contenido de ese carro a Phandelver. Me preocupa que en este tiempo que hemos estado fuera hemos dejado el carro escondido y desprotegido alguien haya podido encontrarlo y hacer suyo lo que es del Señor Rockseeker. - explicó. - Si aun así deciden que lo adecuado es descansar aquí sepan que no me opondré y que, aunque mis necesidades de sueño son menores que las de las otras razas, debo dedicar un tiempo al estudio de la magia. Aún así no tengo inconveniente ninguno en realizar la guardia que me toque. - terminó. 

-Pues no se hable más--sentencia Gustav de manera autoritaria--Descansamos... pa... para recuperar a Sildar... y cuando oigamos lo que nos tiene que decir tomamos la decisión más oportuna.

A pesar de la incomodidad de estar en una madriguera goblin, decidís acomodaros para recuperar un poco el aliento. No escatimáis en cuidados a Sildar que, a pesar de no ser asistido con curación mágica, va recuperando la consciencia poco a poco.

¿Qu... Qué...? - recobra la consciencia sobresaltado mirando a su alrededor - ¿Están todos muertos? - señala a los cadáveres de los goblins.

Gracias amigos, no se cuál habría sido mi destino sin vosotros. Os estaré eternamente agradecido.

El veterano guerrero se pone en pie con cuidado y con alguna dificultad.

¿Habéis dado cuenta de Klang? Era un osgo terrible.

Sildar parecía algo inquieto, queriendo recuperar el control de la situación. Aunque también parecía orgulloso de vuestras acciones en el escondrijo.

Gundar no sólo revisó a Sildar, si no a todos los que habían sido heridos. Pese a no tener curación mágica limpió heridas y las vendó para que no se infectaran o algo peor. No sería la primera vez que alguien perdía un miembro por gangrena al no curar bien una herida. Sobretodo con aquellas armas goblins que a buen seguro se meaban en ellas para hacerlas más fétidas y mortales.
Luego tocó descansar en aquellas cuevas, lo cual no era ningún problema para el enano. Había nacido bajo tierra y estaba acostumbrado. Los demás seguramente lo llevarían peor, apostaría en concreto por el elfo.

Cuando su patrón despertó llegó la hora de tratar de conseguir algunas respuestas.

No os preocupéis por eso ahora Sildar. Estáis a salvo. Pero aunque hemos logrado rescataros no hay rastro de Gundrem Rockseeker. ¿Sabéis donde se lo han llevado?

Satisfecho de que Sildar se encuentre más o menos bien, dentro de lo que cabe, Gustav asiente a las palabras del sacerdote enano:

-Sí, los pieles verdes apuntaron a que nuestro patrón había sido enviado a un sujeto que denominaron "la Araña". ¿Sabéis vos algo al respecto? Mucho me temo que su vida corre un grave peligro. 

Kwame se incorporó de nuevo, estiró los músculos y examinó los vendajes. Se sentía recuperado y listo para la acción. Entonces se percató de que Sildar había recuperado la consciencia y estaba conversando con sus compañeros. Le alegró que el diestro espadachín continuara con vida.

El guerrero se acercó y se mantuvo callado, escuchando cualquier respuesta o nueva información que pudiera darles sobre lo que les había ocurrido a él y a Gundren.

Sildar torna el rostro serio al oír la pregunta de Gundar.

Klarg*, el osgo que lideraba esta banda de goblins, tenía órdenes de interceptar a Gundren - aclara el veterano -. He oído decir a estos asquerosos goblins que un ser llamado la "Araña Negra" había ordenado que le llevaran al enano.

Relajando el rostro, se vuelve hacia Gustav.

Así es amigo, no tengo ni idea de qué o quién es la "Araña Negra". Pero sí puedo deciros una cosa que puede tener relación: Gundren tenía un mapa que indicaba la ubicación secreta de la Cueva del Oleaje y los goblins se lo extrajeron cuando nos capturaron - Sildar niega con la cabeza como si se avergonzara de lo ocurrido -. Si no habéis encontrado rastro de ese mapa en la cueva de Klarg, probablemente el osgo habrá enviado tanto a Gundren como a su mapa al líder de los Bocapeñasco que se encuentra en un Castillo denominado de la misma forma - el veterano vuelve a negar con la cabeza, soltando un suspiro de impotencia -. No tengo ni idea de la ubicación del Castillo pero... quizá alguien en Phandalin nos pueda ayudar - concluye pensativo -. No estamos muy lejos de allí.

-¡Mil veces malditos!-exclamó Kwame tras lo relatado por Sildar-. Tiene mi palabra de que haré todo lo posible para encontrar a Gundren y hacer pagar a esos monstruos por su afrenta. Cuando estéis listos, podemos partir hacia Phandalin.

Después de escuchar a Sildar y a Kwame, Gustav asintió convencido:

-Sí, salgamos de esta hedionda madriguera, concluyamos nuestro encargo en Phandalin y rescatemos al patrón secuestrado desbaratando al mismo tiempo los planes de estos inmundos malhechores. ¡Suena fenomenal!

Luego,mientras se preparaba y ayudaba a sus compañeros a pertrecharse, el heredero de los Corlinn dejó caer una pregunta como si nada, pero obviamente con toda la intención del mundo:

-Sildar, decidnos: ¿qué diantres es esa Cueva del Oleaje que habéis mencionado anteriormente?

Sildar esboza una media sonrisa, en parte por la perspicacia de Gustav y en parte porque se le ve algo ansioso por alcanzar Phandalin lo antes posible.

Bien Gustav, os contaré esa historia mientras salimos de las cavernas.

Os apresuráis a salir de allí, con la fortuna de no encontrar a ninguno de los enemigos huidos, tan solo los cadáveres de los diversos goblins que ya habíais abatido.

Hace más de cien años, clanes de enanos y gnomos llegaron a un acuerdo conocido como el Pacto de Phandelver, gracias al cuál compartirían una valiosa mina en una maravillosa caverna conocida como la Cueva del Oleaje. Además de su valor mineral, la mina albergaba grandes poderes mágicos. Lanzadores de conjuros humanos se aliaron con enanos y gnomos para canalizar y concentrar la energía en el interior de una gran forja llamada la Forja de los Conjuros, donde podían crearse objetos mágicos. Los tiempos fueron buenos, y la cercana ciudad humana llamada Phandalin prosperó también. Pero entonces les golpeó la desgracia cuando los orcos llegaron a través del norte y convirtieron en yermos las tierras que se cruzaron en su camino.

Una poderosa fuerza de orcos apoyados por malévolos magos mercenarios atacó la Cueva del Oleaje para hacerse con sus riquezas y tesoros mágicos. Los magos humanos lucharon junto a sus aliados enanos y gnomos para defender la Forja de los Conjuros, y la consecuente batalla mágica destrozó la mayor parte de la caverna. Pocos sobrevivieron en el interior de la gruta por los temblores y derrumbes, y la ubicación original de la Cuava del Oleaje se perdió.

Durante siglos, los rumores de riquezas enterradas atrajeron a buscadores de tesoros y oportunistas a los alrededores de Phandalin, pero ninguno ha tenido éxito a la hora de localizar la mina perdida. En los últimos tiempos, la gente ha vuelto a repoblar la zona instalándose en Phandalin y olvidando en gran medida la grandeza que una vez caracterizaba la zona.

Los tres hermanos Rockseeker; Gundren, Thandren y Nundro; encontraron recientemente una entrada a la hace tiempo perdida Cueva del Oleaje, lugar de las minas del Pacto de Phandelver.

Sildar concluye su historia pensativo, quizá evocando tiempos pretéritos.