PRÓLOGO
AULLIDOS EN LA NOCHE
6 de septiembre de 1999 d.C. – Eleusis. Telesterion.
Karsten Tavalas se adentró de un salto al recinto. Por lo que había averiguado como clímax en las ceremonias de Eleusis, los iniciados entraban al Telesterion, se les mostraban las sagradas reliquias de Deméter y las sacerdotisas revelaban las visiones obtenidas durante la "noche santa" (probablemente un fuego que representaba la posibilidad de la vida después de la muerte). Esta era la parte más secreta de los Misterios y aquellos que habían sido iniciados tenían prohibido hablar nunca de los hechos que tenían lugar en el Telesterion.
Fue destruido por los persas y reconstruido posteriormente por Pericles. Cualquier pardillo puede encontrar eso por internet.
Situado en Grecia, a unos 20 km de Atenas, fue uno de los más grandiosos ejemplos de sala hipóstila helénica. En su última fase se configuró como un edificio cuadrangular de unos 51,20 x 52,55 m, o esos eran los datos que recordaba Karsten. Constaba de 42 columnas distribuidas en hileras. Su techumbre nos es desconocida, pero es muy probable que fuera una estructura de armadura en madera, con una torre linterna que permitía la entrada de luz al interior del edificio. Estaba rodeado de gradas que daban cabida a los iniciados. Se estima que en el siglo V a. C. podía acoger a 3.000 personas en sus gradas.
Ahora, el nosferatu deambulaba por el suelo sagrado y el mármol semiderruido. Allí donde otrora conectara las cámaras y descubriera… No sabía exactamente el qué. Pero creía que no le gustaría ni un pelo descubrirlo.
Entonces lo vio.
En la roca de una columna caída, un arañazo de una zarpa desproporcionadamente grande. Si hubiera sido humano, el corazón le habría dado un vuelco. Y cuando una voz habló detrás de él, hubiera sufrido un ataque al corazón.
- Eso confirma los rumores.
Karsten se giró bruscamente. Era otro ser tan monstruoso como él. Otro maldito hijo de Absimiliard. Éste, en concreto, se llamaba Vassilis y era jodidamente feo, hasta para estándares normales en un nosferatu. E importante, el primogénito de los Kallikantzaroi o Nosophoroi, como se les llamaba en el lenguaje heleno, nada más y nada menos. Y al parecer ambos estaban sorprendidos de la presencia del otro.
-Vassilis -hizo una ligera inclinación de cabeza, a modo de saludo y reverencia, tratando de controlar los nervios de tan inesperada aparición. Ignoraba la edad del primogénito, sin embargo estaba claro que su capacidad para pasar inadvertido era muy superior a la suya. Observó los alrededores con un rápido vistazo, por si había más detalles que se le hubieran pasado por alto, aparte de la presencia del otro Nosophoroi
-¿Rumores...? -acertó a preguntar, al hilo de sus palabras. No se negaría a compartir con él la información que poseía, pero sentía que, de algún modo, estaba muy por delante de él. Probablemente supiera más de tan extraños misterios, incluso con la tecnología de su parte. Así que optó por aguardar y dejar hablar a Vassilis, no ser que revelara algo que no debía. Además estaba aquella extraña marca en una columna caída, algo que ningún vástago que conociera era capaz de realizar ni en broma. Su mente divagó hacia extrañas formas de los Gangrel o los Tzimisce, capaces de algo así, o incluso de sus archienemigos los lupinos. También se preguntó si Vassilis era lo bastante antiguo como para haber conocido otras épocas de esplendor de aquellas ruinas
- Me envía Pisístrato. Ven, ayúdame.
El Nosophoroi comenzó a remover las piedras cercanas, sin dar más información ni hacer preguntas. Durante unos minutos, el silencio incómodo se tornó cómodo y se relajó el ambiente, y al final el antiguo Vassilis habló:
- Aquí se reúne un kyklos, el cual desconocemos por completo. Pero no nos gusta ni un pelo. Lo estoy investigando, llegado el momento el Príncipe podría convocar un asalto. Están protegidos espiritual y mágicamente, y sólo los invitados pueden acceder. Estamos hablando de un asunto bastante peligroso, más sobrenatural de lo que nos gustaría. Mira los zarpazos en aquella columna. No sabemos a lo que nos enfrentamos.
Continuó removiendo piedras de las ruinas.
- Chiquillo, sé que pusiste cámaras. Eres un tío espabilado. Ojalá hubieran grabado algo.
Eso te confundió bastante más. Las cámaras sí habían grabado. Pero Vassilis parecía creer lo contrario.
Al principio no supo qué hacer. Vassilis parecía muy interesado en encontrar algo entre aquellas viejas piedras, y ya que ignoraba qué era no podía buscar con corrección. Así que tras apartar un par de cascotes, algo atontado aún por la inesperada aparición de su primogénito, avanzó hacia la columna con la extraña marca. Arrugó el entrecejo, pensativo, lo cual afeaba aún más sus ya de por sí horrorosas facciones. Rozó ligeramente con los dedos el zarpazo, preguntándose qué habría hecho aquello... y si aún rondaba los alrededores
Y las últimas palabras de Vassilis cercenaron sus oídos. 'Ojalá hubieran grabado algo'. Se giró y observó al Nosferatu en silencio. Analizó la inflexión de su voz, cualquier cambio sutil en sus gestos, y a su vez preguntó: -¿Sabías que puse cámaras aquí? -lo que tardara Vassilis en responder podría darle tiempo a sopesar si trataba de cazarlo mintiéndole o es que en verdad no sabía nada. No era su intención engañar al primogénito, simplemente quería averiguar si era posible hasta qué punto confiaba en su sinceridad
Se agachó a su lado, y apartó unas cuantas piedras más, tratando de facilitar la tarea de Vassilis. Sea lo que sea lo que anduviera buscando...
Motivo: Zarpazo
Dificultad: 6
Tirada (5 dados): 4, 4, 2, 4, 9
Éxitos: 1
Motivo: Detectar engaño
Dificultad: 7
Tirada (6 dados): 1, 9, 7, 5, 7, 9
Éxitos: 3
El antiguo Nosophoroi respondió sin levantar la vista del suelo.
- Sé que pusiste cámaras, chiquillo. Y sé que estaban desarticuladas, que sea lo que sea que ocurra aquí te impidió grabar.
Después de remover un montón de piedras, debió de ver algo. Rebuscó en sus bolsillos y extrajo una pequeña linterna. La encendió y apuntó al lugar que acababa de desvelar. Tres o cuatro grandes serpientes comenzaron a reptar y a huir de allí, cegadas por la luz.
- ¡Serpientes!
Vassilis se quedó pensativo. No sabía lo que podía significar. Parecía que desde luego no era lo que estaba buscando.
Mientras tanto, Karsten vigila las palabras de su antiguo. No parece estar mintiendo en absoluto. Tampoco lo había visto mentir nunca.
Karsten se revolvió inquieto en sus oscuros ropajes. No percibía ningún atisbo de engaño en el primogénito del Clan, y ciertamente nunca antes había recurrido a la mentira con los de su propia estirpe. Lo que las cámaras sí habían grabado eran extrañas alegorías, palabras sin sentido por ahora, y probablemente información clave para los cultistas. Más aún si Vassilis mismo estaba allí esa noche, acrecentando sus temores. Su menté divagó preguntándose qué hacer... ¿Arriesgarse a contárselo todo y que sacara sus propias conclusiones, u ocultar la verdad? Ninguna de las opciones lo satisfacía
Como Nosferatu, comprendía muy bien cuál era su lugar. Sabía que en un mundo de traiciones y engaños, los suyos formaban una unión como pocos otros Clanes conocían. Y no es que Karsten fuera un ejemplo modélico, ya que tendía a aislarse aún más incluso que sus consanguíneos. Sus investigaciones, y su inherente creencia en la existencia de criaturas más abominables de lo que su imaginación concebía, lo apartaban de los demás. La confianza era el primer paso hacia la Muerte Absoluta. Por otro lado, ¿por qué estaba allí Vassilis, si no era exactamente por lo mismo que él?
Chasqueó la lengua, observando con desagrado las huidizas serpientes
-En cuanto a las cámaras... -comenzó, haciendo una pausa para preguntar -¿Por qué estás aquí, qué estás buscando exactamente?
De haber sido mortal, un sudor frío habría recorrido su cuerpo. La constante paranoia ante las innumerables opciones de morir del modo más atroz posible aceleraba sus pensamientos. De no estar muerto, sus sienes retumbarían como tambores de batalla. Sus dedos, casi subconscientemente, se movieron como lívidas y huesudas patas de araña