PRÓLOGO
MANUSCRITOS A LA LUZ DE LAS VELAS
6 de septiembre de 1999 d.C. – Atenas. Librería Pitágoras.
Las velas se estaban apagando en la Biblioteca. Panagos rebuscó en la estantería, hasta dar con lo último que necesitaba. Era un pequeño libro, de Lord Byron. Contenía el poema de Prometeo. Como otras veces había explicado en la kyklos, ese poema significaba mucho para él.
Casi podía recitarlo de memoria. El poema detallaba a grandes rasgos a Prometeo, el titán que robó los secretos del fuego a Zeus para dárselos al ser humano. Un ser encadenado que no puede morir y está condenado al sufrimiento eterno en algún lugar perdido de la mano de Dios. Para él, era una cruzada personal. En ocultismo, Lord Byron y su Prometeo Encadenado era lo que al resto de la sociedad cainita John Milton y su Paraíso Perdido. Tras mirarlo un buen rato, murmuró.
- Si algo falla, consúltalo en fuente originales.
Sonrió, y dejó sobre la mesa un papiro manuscrito.
- Hermanos, mi última adquisición. Un original de los Prolegómenos, del Muqaddimah de Ibn Jaldún. Me llevaré varias noches el libro de Lord Byron, quiero examinarlo bien. Creo que el libro manuscrito de Ibn Jaldún servirá como buen pago, ¿no es así? Al fin y al cabo, el otro no es más que un libro de tercera edición...
Nadie sabía de dónde conseguía esas antigüedades, pero lo hacía. No era de extrañar que esa Biblioteca al kyklos de Mnemosyne tuviera un extraño benefactor, tan famoso como excéntrico. Beckett. Beckett respaldaba a Panagos y él regentaba ahora la biblioteca del culto, que no era sino una sección no abierta al público de la biblioteca de ocultismo de una librería regentada por el Gengeroi, llamada 'Pitágoras'.
Las luces de las velas comenzaban a chisporrotear y a apagarse, y un ghoul las encendió de nuevo a los cinco vástagos que estaban reunidos aquella noche.
Me relajé con la luz de las velas, había despertado a un mundo diferente, todo era nuevo. Aún perdía de manera continua la mirada en todo lo nuevo, y por dicha o por desdicha, Todo era nuevo.
Observé las ventanas, era maravilloso todo lo que había sido capaz de construir la sociedad en estos siglos. Sin embargo, algo había pervertido la sociedad, parece que los humanos se habían empapado de la forma de ser de los vástagos. Todos eran egoístas o al menos eso percibí por las "noticias". Aunque pasaba las noches perdido en los libros de la biblioteca, la mayoría conocimientos manidos para la mayoría, pero todo era nuevo para mi.
Observé con mal disimulado interés al benefactor de la biblioteca. La gente estaba impresionada por su capacidad para obtener auténticas maravillas.
Ni si quiera tenía claro como actuar en este nuevo tiempo, hacia poco que había despertado y por ahora era un invitado de sus descubridores. Pero aun tenía muchas preguntas, y pocas respuestas.
Me acerqué con sumo cuidado, aunque Ibn Jaldún había sido un contemporáneo para mi, era consciente de los siglos que había pasado dormido, y me podía imaginar el valor que tendría para esta sociedad.
- Interesante, desde luego es obra de Ibn Jaldún, un gran hombre. Intentó analizar de manera objetiva la historia, cuando eso siempre ha parecido vedado a los humanos -
Dejo vagar mis pensamientos hacia un tiempo más sencillo, un mundo que puedo reconocer más fácilmente. Con leves susurros mis pensamientos se pierden en años más felices.
- Acuérdate de mantener en los momentos difíciles
un espíritu sereno,
e igualmente en los felices,
preservado de la insolente alegría, oh mortal Delio,
sea que hayas vivido triste en todo momento,
sea que hayas vivido feliz
recostado en una lejana pradera los días de fiesta
con la clase más selecta de tu Falerno.
¿Con qué fin el enorme pino y el blanco chopo
gustan de unir la hospitalaria sombra de sus ramas?
¿Por qué la fugaz agua se afana en brincar
por el tortuoso río?
Manda traer aquí vinos y perfumes y rosas,
flores demasiado efímeras,
mientras que tu situación y tu edad
y el hilo funesto de las tres Parcas lo permiten.
Dejarás los bosques comprados, y la casa,
y la granja que el amarillento Tíber baña;
dejarás, y las poseerá tu heredero,
las riquezas acumuladas.
Si rico, descendiente del antiguo Inaco,
o pobre y nacido de ínfima condición, a la intemperie,
nada importa;
morirás, víctima del Orco que de nada se apiada.
Todos estamos constreñidos a lo mismo:
se agita la suerte de cada uno
que, tarde o temprano, saldrá de la urna
y nos colocará en la barca hacia el eterno exilio. -
- Perdón, caballeros, aún ando necesitado de ejercitar mi mente y a veces me juega malas pasadas. -
Con cuidada tranquilidad, vuelvo a fijar la vista en el señor Panagos.
Off: Doy por hecho que es la letra de él, si no, dímelo que lo corrijo.
Una cosa, la primera imagen no se puede ver, sale un mensaje de error.
¿Y debo postear ya o falta que alguien se dirija a mí? Lo digo porque no se cual es mi relación con Paganos...
NARRADOR: La que tú quieras tener. Es un gangrel, y seguramente te mirará con muchísimo recelo (y más después de todos lo ocurrido con el Vástago de la India. No olvides que hay un odio ancestral entre Gangrel y Ravnos porque consideran sagrados a los Rom (gitanos), que los Ravnos evidentemente incumplen. Eso y que los últimos sucesos del levantamiento del Antediluviano Ravnos explicaría su teoría). Pero ante todo, es un fanático del Kyklos de Mnemosyne. Recuerda que todo el mundo lleva sin ver la caravana de los Ravnos algún tiempo, y que si apareces tendrás explicar qué ha ocurrido. La kyklos de Mnemosyne es seguramente el culto más seguro para desaparecer a plena luz.
Verás, yo creía que sabía algo de vampiro, pero es que realmente no tengo ni idea del kyklos mnemosine. Buscando información por internet, me sale en páginas inglesas que es una secta malkavian que investiga el pasado y que practican cierta forma de diablerie.
Ppero es que realmente estoy descolocado ante el post y no se muy bien como reaccionar, lo siento.
NARRADOR: No te preocupes. Tienes que verlo como tipos raros, frikis y griegos que pretenden sobre todo el coleccionar conocimientos. No parecen muy organizados aunque hay un ambiente muy sectario de velas, esoterismo y esas cosas. Ellos han accedido a darte cobijo, y realmente no sabes ni porqué, ya que nunca te han explicado nada. Intuyes que hay algo detrás de todo eso.
Konstantinos Dalka dejó a su vista pasear por el local. Desde luego, esta... secta... ponía un énfasis desmedido en las apariencias. Un simple almacén seco y con luces led haría el mismo servicio y expondría menos a los libros que unas velas. Pero bueno, posiblemente el fuera el único de los presentes con menos de una década, así que deberían tener el cerebro embotado con todas esas chorradas místicas sobre la condición de ser un chupasangres y la futura Gehenna.
Meses más tarde de todo lo que les había pasado a los Ravnos, una cosa había quedado clara. Las nucleares pueden contra cualquier bicho que se atreviese a asomar la cabeza proclamándose Dios. Aunque claro, Konstantinos podía sentirse tranquilo al haber sobrevivido a su ración pertinente del apocalipsis. Ahora les tocaba a los demás y toda noche podía ser la última.
Con eso en mente, se acerco al friki de Prometeo con un aire de seria circunspección, como si él también comprendiese la belleza de los poemas de ese sátiro ingés fetichista.
-Ciertamente, nada como la fuente original; sin embargo ¿Me permite preguntarle que espera encontrar aquí que pueda haberse perdido en la traducción?-
Sabía que el susodicho Panagos era un Gangrel, y según los estereotipos poco mejor que un escupitajo en el ojo era lo que le podría sacar. Pero al fin y al cabo era también un ratón de biblioteca, y parecía que le gustaba oír su propia voz, así que tal vez consiguiese algo de información interesante.
Leonidas escuchó al gangrel sin demasiado interés en la obra que pretendía tomar prestada. Desconocía la mayor parte de la obra literaria del británico y lo poco que recordaba había sido para él un mero vehículo para aprender el idioma de la pérfida Albión.
A pesar de que por lo general lo más llamativo de Byron era su vida licenciosa, lo que había captado su atención era como el poeta se involucró en la lucha por la independencia de Grecia, hasta el punto de enrolarse para comandar un ejército junto al príncipe Alejandro Mavrocordatos.
Al igual que en las tragedias clásicas, el héroe había tenido una suerte funesta antes de realizar su sueño, acabando sus días agonizando por la mala praxis de unos médicos, si podía llamárseles así.
Parece ser que tras lo que fue un ataque epiléptico el Lord cayó gravemente enfermo y de acuerdo a los rudimentarios conocimientos de medicina se le aplicaron sangrías, utilizando sanguijuelas en el proceso y desangrando al paciente hasta la muerte.
Sanguijuelas, pensó Leonidas. Era un término despectivo que usaban para denominar a la progenie de Caín. La mente fértil de un escritor de novelas pulp podría dar a luz una historia de vampiros acabando con la vida del poeta romántico o mejor aún, abrazándolo en la eternidad de las noches.
Desechó esos pensamientos estériles de su cabeza y se concentró en los otros invitados a la biblioteca.
De momento lo dejo solo para el director a la espera de tu visto bueno