Un sonido mecánico precedido por la abertura de las puertas os muestra el interior de un pequeño ascensor de madera y metal, con una palanca en su interior.
Irina Krilov es una persona que conoce a las personas. Muchas veces se ha movido por la vida tomando decisiones basadas en su intuición, y aunque los asiáticos siempre ocultan muy bien sus emociones, una corazonada le revela que Han se siente entre frustrado y desconcertado. Su expresión evidencia que no quería que nadie le descubriera, pero una vez ha ocurrido, se siente sumiso y sin saber muy bien cómo salir de esta situación que le incomoda.
Esto es lo que logras averiguar con Evaluar sinceridad, Irina.
- Sí, algo así. - Dice Han, estirando las palabras resignado. Conocedor que más tarde o más temprano, lo acabarán averiguando.
El Sr. Han mira de soslayo a la Srta. Godden, como si dudase en hablar o no. Finalmente, desliza algunas palabras.
- Mi amo, el Sr. Bright, se mató él mismo, pero todavía no estoy seguro por qué. - Entonces, observa la cabina del ascensor y prosigue. - Quizá abajo encuentren pistas que les conduzcan a la verdad.
El improvisado cacheo de la enfermera no arroja ningún resultado peligroso. El Sr. Han no porta otra arma ni otro objeto de interés.
El ascensor comienza un descenso acompañado del sonido de un mecanismo de poleas mezclado con un zumbido eléctrico.
- Mi patrón tuvo un comportamiento extraño los días previos a mi marcha a la conferencia en Philadelphia. Parecía distraído, ausente, como si una amenaza invisible lo acechara en todo momento. El hecho de que me enviara a mí a la conferencia de la Srta. Sanger en lugar de ir él mismo me hace pensar que, de alguna manera, quiso buscar el momento apropiado de poner fin a dicha amenaza. La estatua, el mecanismo al que la conectó... Es como su hubiera orquestado con precisión quirúrgica una trampa para atrapar al origen de sus preocupaciones. Aunque... ya sabemos el desafortunado desenlace. No acabo de comprender cómo pudo caer él en su propia trampa.
El escaso minuto que dura la explicación del oriental es lo que tarda el ascensor en llegar al final de su recorrido. Las puertas se abren y frente a vosotros se muestra una fría cámara de doce metros de largo por unos seis de ancho. Las paredes de roca desnuda están oscurecidas por mapas colgantes, la mayoría de ellos de Nueva York y sus alrededores. Una rejilla metálica muestra el origen del lugar, separando la sala en la que os encontráis de un viejo tunel de metro, que está lleno de arriba a abajo de rocas aplastadas. El centro de la habitación está ocupado por hileras de armarios metálicos para archivos. Hay estanterías que contienen una colección de libros de referencia, desde tomos sobre criminología hasta el tipo de directorios que los investigadores usan rutinariamente en los casos.
Hay extraños trofeos que penden del techo con cables, y que decoran la parte superior de las estanterías. Incluyen una cobra disecada, una réplica en pasta del diamante Hope, una máquina de la fortuna con el muñeco articulado de un swami, y todo un arsenal de armamento exótico confiscado.
Los armarios metálicos están ennegrecidos y retorcidos. Las estanterías y trofeos presentan daños por humo. Han se toma la libertad, a pesar de estar permanentemente apuntado por su propia arma, de acercarse al más próximo y abrirlo, para comprobar que todo su contenido ha sido incinerado.
En un lado hay un guardarropa independiente, asegurado con una cerradura de combinación.