Partida Rol por web

Mientras mis compañeros hablaban yo había seguido trasteando con el mecanismo de la estatua, y cuando al fin me incorporé quedó claro que lo que averiguaba no me gustaba.

- Es curioso. - Dije mientras me colocaba el oanupañ del pelo como un intento de reconfortarme. - Muy curioso. Está claro que el mecanismo está preparado para quedar inútil tras ser usado... Pero este parece haber sido reparado para usarse una segunda vez. Y si se usó una primera... Creo que deberíamos averiguar de dónde salió está figura. Reconozco el mecanismo. Sé quien lo fabricó. Podría ser un buen punto de partida. Respecto a lo del suicidio... No lo creo. Coincido con el profesor. ¿Acaso dejó nota? Todo apunta a una trampa, o tal vez... A un intento muy desesperado de Addison por llamar nuestra atención... Pero de ser así, ¿sobre qué?

Pues si sabe quién lo fabricó, ya tenemos el siguiente paso lógico. Mientras tanto, creo que el inspector y sus hombres podrían echarnos una mano dando con el paradero del señor Han, si es que sigue en el país...

-No quería decir que realmente haya sido un suicidio, al contrario, querida Flora. Que lo que aparentaba un suicidio realmente no lo es. Coincido con lo de la trampa, y ya que Irina sabe de dónde puede haber salido, coherente es que vayamos a averiguar más cosas sobre ella. Quizás no sirva de mucho, pero es un comienzo mejor que estar aquí teorizando una y otra vez sin muchas bases fundadas. ¿Os parece bien? De ser así, Irina, tú nos guías.

La prespectiva de pasear de nuevo por las calles y sentir un poco de brisa refrescante de pronto me animó de nuevo. El opresivo y deprimente ambiente de esta escena mortal se me estaba haciendo cuesta arriba.

Aunque el mecanismo me ha frustrado y mi orgullo se ha ido por el garete al oír a Irina, acabo respirando aliviado porque por fin vamos a poder abandonar la escena del crimen. El olor a muerte fresca me revuelve las tripas, no es lo mismo que encontrar momias, esas ya están secas, no huelen a sangre y gases post-mortem.

-Ah Irina, querida, como se nota que los del gremio os conocéis entre vosotros, cosa que ahora mismo me alegra y todo- ironizo acerca del hecho de que ella sepa cómo funciona un mecanismo claramente de ilusionismo de salón. Trucos de magos y falsas médiums, por supuesto que nuestra adorable zíngara iba a saber más que yo. Es evidente. Y así salvo mi orgullo masculino mancillado por un estúpido mecanismo de prestidigitador.

-Pues entonces vámonos, aquí empieza a oler demasiado a "muerto"...

Tenga respeto por los difuntos, señor Currie. La hermana Flora besa su rosario y lo guarda de nuevo. ¿Contamos entonces con su apoyo, inspector?

El inspector Ballentine, que ha estado observando todo el procedimiento de los investigadores con los brazos cruzados y mirada contemplativa, extiende una mano, como mostrando la dirección a las palabras que salen de su boca.

- Por supuesto, son órdenes directas del alcalde el que un pilar de la comunidad como son los Bright no se vea azotado por este tipo de problemas, y si para ello quiere traer a unos tipos raros extravagantes que se encarguen del tema sin armar barillo, no es asunto mío. - Sus palabras, aunque osadas, no buscan la ofensa, sino muestran el carácter de alguien cuya manera de comunicarse es dura a base de lidiar con gente y situaciones complicadas durante toda su carrera.

Lawrence Ballentine hace entonces un chasquido con los dedos, ante el cual los tres agentes se cuadran y comienzan a recoger sus instrumentos, preparándose para volver a comisaría. El detective Bart Kroeger, con las manos en los bolsillos de su gabardina, se acerca entonces al Profesor Brush y le ofrece una tarjeta.

- Si encuentran algo, llámenme. - Dice escuetamente antes de estrechar las manos del Sr. Jennings y caminar rumbo a la salida.

El inspector, que acaba de encender un cigarrillo, estrecha también la mano del albacea y tocándose el sombrero y exhalando una espesa bocanada de humo, se despide del grupo de investigadores.

La habitación parece ahora más grande, con cinco individuos menos. Lander Jennings lleva la vista de vosotros a su reloj, quizá apremiado por más asuntos en su agenta. En el otro lado, la estatua del indio os observa con una fría mirada cargada de burla y desafío, como si os retara a sonsacarle qué demonios ha ocurrido en esas cuatro paredes y por qué.

No le dí demasiada importancia al comentario de Leroy. Ya le conocía lo suficiente como para saber que era superior a su persona el deseo de meter la puntilla a todo.

- No es una gran pista, pero es un hilo del que tirar. Quizás pueda decirnos quién lo compró, o quién quiso repararlo, si es que acudieron a él para eso. No se me ocurre nada mejor.

Me guardo la tarjeta ante sus narices antes de despedirlos cortesmente. No es que hubiesen ayudado en exceso, y estaba seguro de que volveríamos a vernos más adelante. Quizás porque necesitásemos nosotros de su ayuda, o tal vez porque ellos nos pidiesen cuentas. No me había gustado el tono en que se refirió a nosotros, pero lo obvié por no hacer un drama de algo tan nimio.

-Ahora que estamos más a solas, creo que debemos ir a donde Irina propone. Sí, es cierto que es un hilo del que tirar, y a veces por un hilo se encuentra el ovillo.