Partida Rol por web

Oh señor, padre misericordioso... Elena reza con fervor, mantiene los ojos cerrados, elevando sus oraciones desde el corazón. El tiempo parece no pasar. La voz de Cristina le llega amortiguada, espesa... Se concentra, continúa gritando en silencio esa oración que sale de su corazón...

De repente Cristina se silencia, y una sensación de paz la invade... Abre los ojos con una sonrisa en sus labios...

La llave entra y gira perfectamente, como si siempre hubiera estado bien engrasada.

Un ruido de engranajes rompe el silencio. Todo el mundo está expectante.

Cristina abre los batientes de la puerta y delante suyo, un libro, abierto y bien conservado, que parece estar iluminado por una luz que no se sabe de dónde sale.

El Posadero, el Caballero y el Pelegrino se levantan y se acercan al libro. Los campesinos y las mujeres siguen arrodillados, llorando de felicidad.

Si, esta es la reliquia que guarbada el noble caballero. Aquí encontraremos la solución a nuestro problema.

Se queda boquiabierta antes sus propios actos."Lo he conseguido"piensa sorprendida."He conseguido abrir las protecciones".La verdad es que no se lo acaba de creer. Aunque hubiera demostrado algo que podía pasar por seguridad, había pasado todo el ritual rogando con todas sus fuerzas a Diós para salir de ese ritual ilesa.Y lo había conseguido.Había abierto el cofre.

-Lo he conseguido-susurra mirando hacia el arcón abierto-¡Lo he conseguido!

Elena se levanta del duro suelo, siente las piernas entumecidas tras el largo rato en el que ha permanecido arrodillada. Se acerca a Cristina, mirando el gran libro que se encuentra en el arcón.

- Felicidades... - Le susurra a Cristina dándole un apretón cariñoso en el brazo. En las largas horas que han pasado esta noche, el respeto que le profesa a la joven, ha cambiado drásticamente...

Rodrigo, a pesar de no sonreir, siente una satisfacción que le recorre el cuerpo.

- Y... ¿ahora qué? - acierta a decir. Intentando fisgar disimuladamente a ver si hay una reliquia... o algo ahí escondido.

El Posadero cogió el libro y empezó a hojearlo hasta que las palabras de Rodrigo llegaron a su cerebro.

Pues ahora lo que debemos hacer es rezar y que Diós nos ayude. Con la reliquia como foco tendremos más oportunidades de que Nuestro Señor Diós Todopoderoso nos atienda, o pueda enviarnos ayuda de algun tipo.

Varios murmullos de aprobación resonaron por la sala, entre otros, los Campesinos y el Pelegrino.

El Caballero se levanta de un salto y rápidamente responde a las palabras del Posadero.

Pues yo no estoy de acuerdo con usted, buen Posadero.

Yo soy Caballero de la Orden del Templo de Jerusalén y juré defender la Cristiandad de todo mal, ya sea de este mundo como del otro, y no pienso permitir que sea Diós Nuestro Señor quien nos saque de este apuro, estando nosotros aquí listos para luchar. No creo que a Diós le agradase que esperemos Su socorro cuando aún podemos luchar.

Yo digo que salgamos ahí afuera y luchemos, usando el poder del libro para ayudarnos. Y si por una de esas cosas caemos en combate, que Diós nos acoja en su Alma.

¡¡Hace rato que quiero luchar contra esos malditos nigromantes, y ahora veo una oportunidad para conseguirlo!!

El silencio invade la sala, a excepción de un hurra solitario del Anciano que os coge por sorpresa.

Rodrigo se sorprendió. Antes nadie le apoyaba en su lucha contra el nigromante pero ahora... ahora, con la reliquia en su poder, el caballero había cambiado de opinión.

- Me uno, caballero, me uno a la batalla! - Decididamente Dios parecía haberle inspirado. Desenvainó con gesto de impaciencia y se puso a la vera del caballero.

Elena se queda un momento helada... No sabe por qué, pero había creído que con recuperar el artefacto habría suficiente, aunque por lo visto estaba equivocada... Ella había luchado en el comedor contra aquellas criaturas, pero lo que había tenido era suerte. Ahora, la joven tiembla solo con pensar en volver a estar en aquella situación, viendo tu vida correr cogida a un hilo.

- Dios mio... - Susurra bajando la mirada. En lo mas hondo de su ser sabe que tienen razón. Pero ella no es una guerrera, no sabe ni tan siquiera esgrimir una espada. Suspira profundamente... - Si se tiene que hacer, cuenta conmigo... - Dice finalmente levantando la mirada y clavándola en el caballero. Estoy loca... Señor, ¿esta es la prueba que me poneis para poder redimirme?

¿ Luchar? ¿ Otra vez iban a tener que luchar? Pero...ella no sabía luchar...No haría más que molestar"Otra vez"piensa con amargura. No iba a poder soportar otra vez quedarse quieta mientras sus compañeros luchaban allí fuera contra esos dos nigromantes. Aunque, a decir verdad lo que pensaba era que la matarían en cuanto pusiese un pie  fuera de la taberna.Pero no iba aquedarse de brazos cruzados.

-Yo...yo...Bueno creo que podría intentar ayudar en la lucha-dice muy nerviosa al caballero-Pero...no tengo arma y se me da muy mal el arte del combate.

El Caballero miró fijamente a Cristina.

No hay nadie que sepa luchar. Los hay que han tenido la desgracia de vivir tiempos de guerra y se han adaptado a ellos, y en algunos casos, han sobrevivido.

Meditó un momento, y volvió a hablar.

Si vienes, quédate cerca de mi. Te protegeré. Puedes coger las armas del curandero, ya no las necesitará.

Después se giró a los demás.

Tal y como yo lo veo, aquí y ahora saldremos a luchar por nuestras almas, y en el caso de triumfar, limpiaremos el mundo de una parte del Mal que habita en él. Pero solo podremos salir si nos llevamos la relíquia con nosotros. De otra forma, no tendremos posibilidad alguna.

Mira directamente a los ojos del Posadero.

Por eso os pido, honorable Posadero, guardián de la Reliquia y de la honra de un buen Caballero, que si no quereis venir, al menos nos dejeis la Reliquia.

Puedo entender que nadie de vosotros quiera luchar. Pero aquí no nos jugamos un palmo de tierra, ni una fortaleza, ni las riquezas de un rey. Aquí nos jugamos nuestras almas y el derecho de entrar en el cielo con la cabeza alta, o como simples cobardes que piden ayuda al hermano mayor a la primera ocasión.

Si usamos la Relíquia para pedirle a Diós que nos salve, ¿con que cara podremos mirarle cuando estémos en el Cielo? Por eso os digo, que mejor luchar y si hace falta morir, pues cuando lleguemos al Cielo podremos llegar a las Puertas del Cielo con la cara bien alta y decirle a San Pedro "Gracias, Necesitaba una Pausa". - Y con una sonora carcajada acaba su discurso.

Admiro con una sonrisa el valor del caballero. Ahora, si que está segura de que no puede dejar a sus compañeros combatir solos.

-En ese caso...-Se acerca titubeante a el cuerpo de Luis y muy delicadamente coge su arma."Cuando resolvamos este asunto te daremos una buena sepultura"piensa con tristeza mirando on tristeza a el cadaver de su antiguo compañero de viaje."Mientras tanto, me encargaré de a utilizar tu espada para acabar con  unos cuantos muertos vivientes por ti"-...creo que estoy lista para acabar con esos dos canallas de allí fuera.

El Posadero escuchó al Caballero en silencio. Cuando este acabó, y los forasteros hubieron hablado, alzó la voz medio avergonzado, medio enfurecido.

He custodiado esta reliquia durante años, precisamente de esos malnacidos de ahí fuera, y no tengo ningunas ganas de regalarsela ahora.

Me habeis convencido, Caballero. Lucharemos. Por nosotros, por el pueblo y por los que ya han caído por proteger la reliquia.

Demos un trago del poco vino caliente que me queda, ¡¡y salgamos a partirles la crisma a esos hijos de satanás!!

Tras un solitario hurra por parte del Viejo, lo murmullos de los demás parecían decir que si no quedaba ninguna otra opción, también irían a la lucha.