Cuando la ve, piensa en que tal vez se tratase de una emboscada. Pero no parecía haberse percatado de su presencia. Deja escapar el aire que había contenido por el nerviosismo, y camina para pasar de largo. Aunque la ira permanecía, decide pensar, en vez de actuar como un bárbaro.
- No he olvidado lo que te hizo. - le recuerda a Sira. - Pero lo dejaré pasar por ahora. Necesitamos dormir.
Ella suspira y te sonríe. Te abraza con cariño y regresáis a la posada.
No había casi nadie por las calles, solo os habéis cruzado a algunos borrachos. Pero afortunadamente no os ha ocurrido nada más.
Llega el momento de dormir, ha sido un día muy largo.
Hay tres camas y cuatro personas.
Faera va directa hacia un sillón y se echa a dormir sin problemas.
Descansáis en general hasta la mañana siguiente.
Se tumba y aguarda a que los demás se duerman.
Después, se levanta para tomar a Faera en brazos y dejarla en la cama. Si se siente mal por ello porque él no esté, acaba también metido en la cama.
- No me gusta que estuvieras así. Si te sientes incómoda, dímelo.
Ella se despierta en tus brazos y cuando la metes en la cama suspira.
Se espabila un poco y te mira. Se cubre, avergonzada.
-¿Qué...?-Pregunta, antes de que le expliques.-N-no tenías por qué, he dormido en sitio más incómodos...-Responde, sonriendo un poco.-G-gracias.
Y se queda dormida, dándote la espalda. Le da vergüenza de verdad, pero al fin os quedáis dormidos.
Cuando despiertas por la mañana te encuentras de costado y Faera duerme plácidamente mirando hacia ti. Algo encogida sobre sí misma, bastante cerca de tu cuerpo. Se quito la túnica para dormir y se cubrió con una manta, así que algunas zonas de su piel están descubiertas debido a que la manta se quedó fuera.
Ignora sus explicaciones y se queda dormido. Victorioso, por una vez.
Pero al despertar es algo muy diferente.
Abre los ojos lentamente y encuentra su piel desnuda. Y aunque no debería, se atreve a acercar la mano. Para acariciar apenas con las yemas de sus dedos, intentando no despertarla.
Pero su respiración puede delatarle, comienza a perderse en pensamientos oscuros, de nuevo.
La acaricias con suavidad.
Ella no se despierta, pero suspira en sueños y entreabre un poco la boca, como si sintiese esa caricia en sueños.
En estos, se acerca más a tu cuerpo, suspirando y respirando de manera parecida a la tuya.
¿Qué estará soñando?
La tienes muy cerca, con zonas de su piel desnuda...
En sueños parece querer, parece estar dispuesta.
Pero sería otra realidad muy distinta si despertase. Aún así, no se ve capaz de parar. Sigue acariciando, aunque con la misma lentitud y delicadeza.
Casi se aventura bajo esa prenda, acariciando con los dedos, estrechandose más contra ella.
Sigues acariciando casi sin poder evitarlo.
Tiene la piel suave y delicada, la sientes debajo de tus dedos.
Ella respira de otra forma, parece comenzar a despertarse. Cuando lo hace se queda quieta y te mira. Su rostro se comienza a poner rojo, muy rojo.
Y se cubre con la manta, alejándose de ti.
Mira hacia un punto indeterminado, luego a ti, luego de nuevo a otro sitio. Nerviosa.
Cuando se despierta, él también se retira. Cierra los ojos y se cubre la cara por unos segundos. Había abusado de ella mientras dormía, aunque fueran solo caricias.
- Lo... Lo siento, Faera... No volverá a ocurrir... - intenta decir, en susurros, avergonzado y aterrorizado.
Ella sigue algo asustada, cubierta hasta la barbilla.
Cuando te disculpas se queda mirándote. Se hace un silencio, y finalmente suspira, algo más tranquila. Parece querer buscar las palabras, pero no las encuentra.
-P-perdona, debí quedarme en... el sillón.-Responde al rato.-Me muevo mucho en la cama... es, es decir...-Se vuelve a poner roja.-M-mientras duermo...
Cierra los ojos al imaginarse que se mueve mucho en la cama, y no cuando duerme.
- No volverá a pasar. Quédate en la cama, yo me retiro al sillón. - se incorpora con lentitud. - Faera... - la mira, intentando encontrar algo de valor en él. - No... Nunca antes he hecho esto. Me siento atraído por ti... Pero no pretendía llegar a esto. Lo siento.
Ella te escucha, incorporándose.
Por lo que ambos os quedáis sentados en la cama. Te escucha con atención, aunque no se atreve a mirarte.
-A... a mí nunca me ha pasado tampoco...-Confiesa, mirándote de reojo.-H-hay cosas difíciles de evitar... no te preocupes...-Agacha la mirada y saca los brazos, aún cubriéndose.-Es que... no he estado nunca tan cerca de un muchacho... tan... como tú.-Intenta explicarse, sonriendo levemente.-Pero mejor olvidarlo...
- ¿Un muchacho tan como yo? ¿Qué significa eso? - le pregunta, curioso. Pero le invita a olvidarlo, cosa que toma como un rechazo. Él lo había disfrutado, por mínimo que fuera, pero ella no. Sería mejor guardar las distancias. - Si quieres, sí... Mejor olvidarlo.
Se termina de vestir y baja al nivel de comedor para trabajar en algo, si les era posible.
-Tan atractivo y agradable.-Te responde, sonriendo levemente.
No te dice nada más. Bajas al comedor y tras desayunar preguntas si puedes trabajar. Al principio se enfadan, pensando que no puedes pagar tu estancia, pero cuando le explicas que no es por eso, sino para ganar algo, te deja trabajar limpiando.
Tus compañeros bajan y te miran.
Sira va directa a preguntar también al hombre.
-Uhm... tú podrías quedarte fuera y atraer clientes.-Responde el posadero, con una sonrisa desagradable.
-No, creo que eso no se me daría bien...-Intenta responder tu hermana. Se lo propone también a Faera, que no sabe decir que no.
Kouta va a hablar con el posadero.
-No es buena idea, ¿no podrían trabajar en cocinas?-Intenta preguntar Kouta.
-No os preocupéis, tengo que ganar algo de dinero para compensar la pérdida...-Reponde Faera.
Se quedaría ante aquellas palabras, pero había otras urgencias.
Necesitaba trabajar, olvidarse de lo que había pasado. Olvidar que la deseaba más que a ninguna otra mujer que hubiera conocido. Aunque no fueran muchas, la necesitaba.
Piensa, mientras limpia, pero fija su atención en la conversación.
- Son mejores cocineras que caras bonitas, se lo aseguro. Sus modales dejan mucho que desear para atraer clientela. - dice al posadero, intentando despreciarlas para evitar dejarlas al alcance de cualquiera.
El posadero insiste en que si al menos una de las dos no se queda fuera atrayendo clientela, no deja trabajar a ninguno.
Parece que se le ha metido la idea en la cabeza y no hay quién se la saque.
-Venga, ya lo hago yo.-Responde Sira de mala gana.-Faera en cocinas, pero como algún cliente se propase conmigo no pienso quedarme quieta.
El posadero la mira con mala cara, pero asiente.
Manda a Faera a la cocina. Kouta sigue insistiendo, aunque el posadero no le hace caso. Lo manda a limpiar contigo.
Va a protestar, pero lo necesitaban. De todos modos, mientras limpiaba, pensaba asomarse muy a menudo. Trabajando rápido para poder echar un vistazo.
Podría turnarse con Kouta.
Y también vigilar que todo estuviera bien con Faera. Tampoco sería fácil.
- Ser mujer no es tan fácil como parece...
Os vais turnando para vigilar.
Algunos hombres y mujeres se acercan a Sira. Más hombres que mujeres. Algunos entran y otros pasan de largo. Pero la clientela aumenta.
Kouta asiente, bufando.
-Lo es. Como me alegro de ser hombre. Y aunque me fastidie, me gustaría que ellas también lo fueran. Así estarían más seguras.-Responde, frustrado.
Un muchacho joven se acerca a Sira y comienzan a hablar.
Si vigilas a Faera también, ves que se dedica a cocinar con una mujer rechoncha en la cocina.
- Yo también lo preferiría. - le responde, intentando trabajar bien, ahora que las veía más seguras. - Pero no podemos estar así siempre... Necesitamos saber defendernos...
Y comienza a pensar en cómo se entrenarían, en el camino, trabajando.
En el barco talv ez alguien les enseñara.
La mañana transcurre con normalidad.
No hay ningún problema para ninguno. Dejáis la posada limpia como una patena, Faera se dedica a cocina y Sira atrae a nueva clientela.
Cuando va llegando la hora de comer os reunís.
Faera sale, agotada de tanta cocina. Vosotros vais a la mesa y ayudáis a Faera.
Y esperáis a Sira, que se ha quedado fuera. El muchacho de antes sigue conversando con ella, pero finalmente se marcha.
Kouta lo mira con mala cara.
Sira entra y se une a vosotros para almorzar.
Pasa el tiempo y termináis de comer. Ganáis algo de dinero, lo suficiente para poder embarcar, aunque andáis muy justos. No podréis comprar provisiones.
Esta noche embarcaréis y tal vez, antes de ello, os adentraréis en otra aventura.
¿Que encontraréis más allá de esta tierra?