Había devorado el tocino mientras escuchaba la conversación entre el tabernero, el lugareño y mis compañeros de viaje. El pensamiento de dormir una noche bajo techo después de una semana de privaciones y carreras me pareció embriagadora, exactamente igual que el vino.
El encargo no era difícil acercarse a la majada, que según el tabernero estaba cerca, hablar con el leñador y traer algo de leña.
- Cu..Cu..Cu..cuando de..de..deseis nos pone..nemos en camí - les digo a mis compañeros mientras esperamos la descripción del leñador
Ah, sí... -dijo el tipo que comía-. Es un hombre algo viejo, con barba y gordinflón. Tiene una berruga en su nariz... de todas formas, si véis a alguien con un hacha, es él; nadie en este pueblo trae a la aldea leña más que él...
Entonces el tipo se levantó, aun sin acabar de hablar.
Y no os asustéis si os da muchas voces: está bastante sordo. Luego dejó el plato del que comía encima de la mesa y se dispuso a irse.
Lo dicho, Lorenzo, luego te veo -le dijo al tabernero-, muy bueno tu tocino. Hasta luego -y os echó una última mirada-. Hasta luego señores.
Y El tipo salió de la taberna serenamente mientras Lorenzo el posadero levantaba su mano a modo de despedida.
¡Pssshh...! -os murmuró el posadero intentando atraer vuestra atención-. Venid aquí... -os hacía gestos con el dedo índice hacia él como para que os acercárais a la barra. Ya habíais comido-. Hay algo que no os he contado, viajeros, de lo cual habréis de tener harta precaución... Atended -y parecía que se hacía el interesante, como si le gustara mucho contar historias y entresijos: Hará ya más de un año que, este señor que se ha ido, mi vecino Francisco, perdió a una hija de veinte años, Elvira, muy guapa por cierto. No fue la enfermedad, ni ningún horrible crímen, ni tan siquiera fue devorada por ningún lobo -el tabernero sabía encandilar a sus comensales, al menos sabía crear buen ambiente-. Lo que le aconteció fue, según unos, la locura, y según otros, el Diablo... Sí, no me miréis con esa cara, veréis: la muchacha, que era muy prudente y muy recatada, y obedecía a su padre en todo momento; pero un día fue sorprendida en plena "coyuntamiento", ejem... ya me entendéis -Lorenzo esbozó sin quererlo una sonrisilla pícara-, con un primo suyo. Francisco, en su sorpresa y enfado, le pegó una paliza al chiquillo, de la misma edad, que salió huyendo y no lo hemos vuelto a ver, pues salió huyendo. Elvira, por contra, lejos de ruborizarse y pedir mil perdones por tan carnal "conyuntamiento" con su propia sangre, maldijo a su padre, pues siempre la tenía a su servicio y aquella agresividad fue el detonante para lo que vino despues, que fue escaparse.
Lorenzo parecía recordar como si fuera ayer lo sucedido.
Yo estaba esos días con la oreja puesta, y unas semanas después, muy de mañana, vino Francisco a llamar a mi puerta muy de mañana. Venía excitado, intranquilo y temeroso: Elvira había desaparecido. Me contó que no se dirigían la palabra desde el suceso, tan sólo lo necesario, y Francisco creía que se había escapado... Desde entonces no la hemos vuelto a ver, y su padre, que anduvo un mes entero y sin descanso buscándola por los valles, la dio finalmente por perdida: seguramente se habría largado con su primo el huido y amoratado, o vete tu a saber dónde...
Lorenzo tomó un poco de agua y se sentó en su taburete de detrás de la barra, mientras parecía pensar en cómo continuar.
Pero os contaré algo más -suspirando, como si ahora viniera algo malo-, desde hace meses, unos cinco más o menos, pocas son las personas que vagan solas por los montes y valles de por aquí, y por eso me ha sorprendido veros llegar: para mí sois unos valientes -antes de dejar que preguntáseis porqué, siguió hablando-. Unos cuantos hombres de Ad Fauces han desparecido, y hemos visto caballos o equipaje abandonados de viajeros que han comido en esta misma taberna, en la misma mesa donde lo habéis hecho vosotros... Lo que cuentan es que de aquí en derredor hay, ¿cómo decirlo?, una mujer, un demonio dícen algunos, que se lleva a los hombres que encuentra por el monte, caminando, y se los come... Otros dicen que antes de devorarlos les da "ajuntamiento" y mucho placer -otra sonrisa bribonzuela se le pasó por la cara-, ¿me entendéis?, pero todos dicen que esa mujer... es Elvira, la hija de Francisco. La "Comehombres", dicen algunos... "la Serrana", la llamo yo...
Hubo un silencio sepulcral. Aquella historia, lejos de ser un chisme como al principio parecía, asemejaba a una historia de terror.
Quiero advertiros, señores -continuó con gran esfuerzo-, que si vais a buscar al leñador y no lo encontráis, no lo dudéis: si no está allí...¡CORRED!
Lorenzo tragó saliva, y sabía que podría haber causado temor en vuestras mentes, pero lejos de querer asustaros, su intención era buena y tan sólo quería advertiros.
Por eso no os he advertido antes, no quería hablaros de esto delante de Francisco. Por cierto... no hace falta que me traigáis ahora la leña. Id, dormid, y mañana me la traeréis, y si me contáis alguna anécdota del leñador mejor que mejor, que asi sabre que esta... vivo.
Esto último, pese a querer hacer la gracia, estaba lejos de tranquilizaros, a priori.
Bartolomé era un mago de contar chismes como esos, y en seguida penso en la historia y en la forma en que Lorenzo la contaba, quizás solo lo hacia para entretenerles o quizás era verdad esa historia. Parecia una historia rocambolesca con cierta picaresca y algo de romance. Y tras pensar como sería esa Elvira algo se movio entre las piernas de Bartolomé y con gracia y descaro solto una sonrisa mientras se colocaba su herramienta.
Bartolomé despues de pensarlo mientras se pasaba de lado a lado un trozo de tocino que se le resistia y mientras le sacaba todo el jugo, le dijo a Lorenzo Hombre señor Lorenzo despues de la historia que nos ha contado traer esa leña va ha ser cosa dificil, misión que incluso los templarios temerian! Quizas podría darnos algunos de sus productos a modo de pago. Más que nada por los servicios que nuestras mercedes vamos a realizar. Que me?
Motivo: empatia con Lorenzo
Tirada: 1d100
Dificultad: 85-
Resultado: 17 (Exito)
Motivo: Comerciar por traer leña
Tirada: 1d100
Dificultad: 35-
Resultado: 33 (Exito)
Ho..Ho..Ho..mes de..de..de..de..de-- muevo la cabeza hacia un lado y otro mientras maldigo mi problema, quisiera Dios concederme la dicha de una lengua de plata como la mis compañeros.
Homes desapare.re.recidos i di..di..dimonios, mala co..co..cosa son.- añado apoyando las tesis de Bartolomé e intentando ayudar a sacar algo de comida del tabernerp
Hmm... -se lo pensó Lorenzo-. Esta bíen... Os daré unas gallinas y tres monedas a cada uno. Ni una más. Pero no me traigáis la leña húmeda ¿eh? Si no, no hay pago que valga... En fín... -intentó ser cortés tras el intento regateo, pues se había alterado un poco: era tabernero y de recóndito lugar...-. ¿Iréis entonces?
Motivo: Comerciar
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 32 (Exito)
A Florencio se le habian puesto los pelos como escarpias tras la historia del tabernero; si bien no era hombre supersticioso nunca había destacado por su valor, y si había que creer que esa historia tenía algo cierto, eso era que por aquella zona la gente desaparecía.
Por otro lado tenían más que temer de que los atraparan sus perseguidores, que eran bien reales, que de un fantasma, mujer o demonio de los alrededores.
- Iremos don Lorenzo, no se nos preocupe usted, que para el dia siguiente usted tendrá la su leña seca y traeremos al leñador, de la oreja si hace falta como muchas veces me amenazaba mi madre cuando no era más que un mozalbete.
No más que decir pues -dijo Lorenzo saliendo de detrás de la barra-. Acto seguido salísteis fuera, él incluido, señaló con el el dedo la dirección de la majada, monte arriba a unos diez minutos, para luego daros explicaciones, consejos y nuevas cautelas sobre aquella historia que os había contado. Mientras marchábais ya dispuestos, os dio con la mano como despedida y se metió de nuevo en su taberna.
Escena cerrada.