Había esperado que el tanque le hubiera localizado mas tarde... mala suerte la suya. Su posición se veía comprometida y él ya no podía hace otra cosa salvo poner pies en polvorosa y salir de allí. Se levantó con rapidez y se dirigió directamente hacia las escaleras para bajar. Cuando estuviese abajo tendría dos opciones: o bien ir a ayudar a sus compañeros en la lucha o bien buscar otra posición para seguir atacando. Decidiría que hacer cuando bajase.
No obstante, antes decidió avisar a la familia judia que se encontraba allí escondida. Se sentía mal por ellos. Al fin y al cabo, podrían tener problemas si el tanque disparaba allí. Al menos quería asegurarse de que tuvieran una oportunidad de escapar o resguardarse del ataque.
Tras llegar a la tercera planta dijo en voz alta- yo que vosotros intentaría bajar a otro lugar. Dentro de poco la zona de arriba puede recibir algún disparo de un tanque... lo siento- y tras decir esto, continuo bajando.
A la orden de Cahún tiro la granada hacia el enemigo y luego disparo con el fusil, ya que el efecto no había sido tan devastador como el de la granada anterior. Luego de disparar me cubro y evalúo la situación.
Ojalá Rick pudiera tirarle el salvavidas a Russell... de verdad tenía ganas de probar el canguro.
Motivo: Lanzar granada
Tirada: 1d20
Resultado: 5(+6)=11
Motivo: Ataque
Tirada: 1d20
Resultado: 7(+6)=13
Dote: Lanzador de granadas.
Bajó los escalones casi de 4 en 4, saltando como una cabra montesa, quería hacerse a toda costa con uno de esos subfusiles de pulso eléctrico. En la calle corrió medio agachada hasta que llegó al flamante coche
-Uuuuuuuujúuu, que preciosidad!!!
Dijo pasando el dedo por la superficie quitando algo del polvo y descubriendo el resplandeciente acabado en negro
-Se me ocurren muchas cosas que hacer con semejante buga...
Ninguna buena por supuesto o al menos... socialmente bien vista.
-que lastima tener que dejarlo aquí
Sabía que no podían entretenerse así que llegó hasta los cadáveres, cerró los ojos del malogrado hombre judío con un gesto suave de respeto y luego se dirigió a los enmascarados y como de costumbre los registró para quedarse con todo lo interesante. Mientras lo hacía sopesó la idea de hacerse con el tanque, quizás tenía que darle la razón a Cahun y lo mejor era destruirlo o al menos inutilizarlo. Recordó como Remí con un solo disparo de esas armas había matado a los soldados del interior del blindado en Noruega, que no era otra cosa que una enorme estructura metálica por la que la electricidad circulaba libremente.
Una vez llenos los bolsillos tomó el arma y puso el ojo en la mira, el tanque estaba como a unos 50 metros pero había algo raro
-Oh, oh...
Dijo a su primo
-Creo que se nos han adelantado, mira...
Señaló en dirección al tanque, este había variado la trayectoria del cañón pero no efectuaba disparo ni movimiento alguno
-Tu que dices... ¿Nos acercamos y echamos una mano o echamos esta puerta abajo y nos terminamos de cargar al "caramosca"?
Jefe, quedan mas soldados por la zona del tanque?
Siguió a Prue como una sombra sigilosa, pendiente de cualquier movimiento, atento a cualquier sorpresa, incluso cuando llegaron a la calle, donde su prima procedió al registro de los cadáveres y dio con un simple gesto, el adecuado adiós a aquel pobre hombre cuyo único delito había sido nacer judío.
-Precioso, en efecto -dijo vigilante a cualquier movimiento tras ventanas, en azoteas y esquinas-. Tal vez después, podamos darnos un garbeo con él -repuso cuando Prue advirtió que el tanque ya había sido tomado por su bando-. Si me das a elegir entre acercarme para aplaudir a quienes han cumplido con nuestra parte o detener a ese cabronazo asesino y fuente de información si nos hacemos con él vivo, por mis cojones peludos que vamos a por Caramosca.
El rostro de Phénix era serio. Capturar a aquel monstruo sería un golpe inesperado, una oportunidad para descabezar al enemigo y la posibilidad de saber más en pro de su misión.
-Y respecto a esa puerta, bueno, el buga podría servir de perfecto ariete -añadió con una sonrisa maliciosa.
¿Hay armas chachiguays en buen estado a las que tengamos acceso?
El humo de la granada lanzada por Remí y alguna que parecía haber lanzado la resistencia terminó de disiparse y Prue pudo ver que aunque el tanque estaba inmobil aún quedaban un buen montón de nazis, de modo la cosa no estaba del todo resuelta. Miró el coche, miró a su primo, miró el tiroteo y torció los morros fastidiada
-¡Mierda!
Hizo un gesto de cabeza para indicar a Fénix que observara la escena
-Aunque sea por cumplir el expediente deberíamos echar un cable, si no lo hacemos Cahun es capaz de buscarnos un lío mayor que una reprimenda suya o de Will
Su cara expresaba perfectamente el desagrado ante tener que renunciar a su loco plan
-Toma
Dijo lanzando una de las granadas que había encontrado en el registro de cadáveres, luego señaló una parte del subfusil
- ¿Ves esto? es el cargador del añadido de pulso eléctrico, estos tíos llevan varios cargadores encima no te los olvides, vaya a ser que la lleves descargada
Se levantó y echó mano al volante del coche, las llaves tintinearon mientras se las metía en un bolsillo
-Por si acaso, no se lo pongamos fácil a nuestro amigo
Le guiñó un ojo y camino al encuentro de la contienda fusil en mano y tirando con los dientes de la anilla de una granada
Doy por supuesto que las armas hiperpollitrónicas de los nazis abatidos se han quedado en el suelo
Le he preguntado el jefe y me ha dicho que los muertos llevan 2 o 3 cargadores y uno un par de granadas, así que te doy una para que repongas ^^
El disparo del arma de arco voltaico de Cahun impactó de lleno sobre el panzer IV antes de que pudiera hacer fuego sobre el tejado. Los soldados que la operaban murieron entre calambres y convulsiones. Segundos después, la granada de Katja cayó sobre un grupo de soldados en la calle, sembrando la muerte y la metralla.
Para terminar de despejar la calle, Prue y Rémi, junto a Sobieski y sus hombres, avanzaron a ráfaga limpia por el flanco, matando a los alemanes que trataban de ocultarse en el edificio que hacía las veces de cuartel general de la resistencia. Con tan solo un puñado de bajas entre la resistencia, el enemigo fue rechazado y el tanque fue capturado, pasando a formar parte del arsenal de la resistencia.
Sin embargo, el contraataque parecía estarse gestando fuera del ghetto. Varios bombarderos junkers se aproximaban al lugar, mientras los primeros proyectiles de mortero y artillería impactaron contra los edificios de la calle, sin hacer distinción entre blancos civiles y militares. Reunidos todos en la entrada del cuartel de la resistencia, pasaron los suministros y las armas a aquellos hombres resueltos a morir como hombres antes de convertirse en esclavos o pasar a engrosar las pilas de cadáveres en los campos de concentración.
Fueron guiados hacia el sótano del edificio, donde se hallaba el improvisado cuartel general, que tenía unos mapas, material médico, máquinas de escribir, un almacén de municiones y armas y otros servicios que tan necesarios resultaban para la resistencia. Para su sorpresa, en la mesa donde los oficiales de alto rango estaban discutiendo la estrategia a seguir ante el recrudecimiento del ataque alemán, estaba el doctor Rabinovich. Y todos parecían respetar mucho su opinión.
El líder de la resistencia saludó a sus compañeros, mientras sus hombres comenzaban a repartir las armas y municiones. Se acercó a la mesa interrumpiendo la conversación en curso.
-Han llegado los británicos -dijo- Pero me temo que no os va a gustar. Están aquí solo para una misión de extracción, y no para ayudarnos a ganar esta batalla. Doctor, me temo que al que quieren rescatar es a usted. Y quizá sería conveniente que no estuviera en el ghetto. Desde que escapó del interrogatorio los alemanes han redoblado su presencia en la ciudad, y estrechado el cerco contra los que quedamos aquí.
El bombardeo hizo temblar la luz de la habitación, que amenazó con apagarse. Incorporado y con los puños apoyados en la mesa, el viejo científico les miraba a la luz de su cigarrillo, que apagó en el cenicero con gesto cansado.
-Si, ésto es lo que los aliados desean de nosotros. Nuestros militares en el exilio y nuestros pilotos les resultan muy útiles, pero fallaron a la hora de ayudarnos ante la invasión, y ahora nos fallan a nosotros. Está claro que a los judíos no le importamos a nadie que no sea judío, excepto si pueden sacar un beneficio de ello.
Hubo una pausa, una calma tensa. Los líderes de la resistencia les miraban con recelo. El aire era tan denso que casi podía cortarse con un cuchillo.
-Pues bien, estas son mis condiciones. Si quieren que les acompañe a Inglaterra ahí tienen una radio -dijo, señalando- Pidan ayuda a los británicos. Pidan un bombardeo, pidan unos barcos o lo que sea necesario para evacuar al mayor número posible de civiles. No voy a abandonar a mi pueblo a su suerte, mientras tomo el té en Brighton. Los resistentes están aquí para luchar y morir, pero los civiles solo desean vivir en paz. Consigan algo, aunque sea un compromiso. Si no, me pegaré un tiro. Y se quedarán sin la información que tanto buscan, ustedes y los alemanes.
La refriega acabó satisfactoriamente: con los alemanes mordiendo polvo y un tanque capturado. Claro que eso no era mas que el principio. El contraataque alemán era inminente y hacer frente a aquello no estaban en sus planes -como si pudieran-. A los pobres judios les tocaba la peor parte y no recibirían ayuda. Pero así era la guerra.
Tras entregar el material conocieron ya al Doctor que debían sacar de allí. Claro que eso no iba a ser tan sencilla, dadas las palabras del viejo.
Tiene cojones el tipo- piensa Eric mientras se acerca a una de las paredes de la casa. Deja su rifle a un lado y se apoya en la pared, observando toda la escena con tranquilidad- claro que es su pueblo. ¿Que esperaban?- quería dar una oportunidad a los suyos para salir de allí con vida (o al menos tantos como pudieran) y solo podía negociar de esa manera.
Eric estaba tranquila, sin quitarle el pulso las miradas de hostilidad de algunos de la resistencia.
¿Que vas hacer Cahun?- piensa mientras observa a su jefe. En el caso de que los británicos se negasen a ayudar de ninguna manera -algo probable- la cosa podría complicarse para ellos.
Bueno- dijo para romper el hielo- lo de que suicide es el peor de los males, ¿no? nadie consigue la información y todos perdemos y ganamos.
- Comprendo su preocupación por su pueblo, - asintió el comandante poniendo los brazos en jarra - sin embargo no estamos equipados para hacer frente al ejército alemán en Polonia y no hay refuerzos, solo el avión que nos sacará de este lugar. - sentenció mirando de soslayo a su alrededor y observó a aquellos hombres, todos parecían desesperados, guardó silencio unos instantes y suspiró tan fuerte que se escuchó por encima de los disparos lejanos que se oían - Mire, si nos apretamos, el bombardero puede llevar a unas doce personas además de a nosotros, mujeres y niños, es lo más que puedo hacer.
"Esto está saliendo como el culo" pensó mientras seguía al resto del comando echando de cuando en cuando un ojo verificando que Remí les seguía.
La figura de Rabinovich le impuso al entrar en la habitación, le dio buena impresión, ojos inteligentes, conspicuo y sabía como tener la voz predominante en una negociación. Tomó una silla en la que se sentó, manteniendola sobre 2 patas, esperando ver el espectáculo que la situación le ofrecía "Moai negociando, jojojojojo esto no me lo pierdo", estiró la piernas y dejó la espalda entre el asiento y el respaldo. Se echó un chicle a la boca y luego le ofreció a su primo, palmeó la silla a su lado para que se sentara, aquello pintaba mejor que ir al cine "No querias ser el jefe, pues disfrutalo soldadito" pensó arqueando una ceja. Tenía una expresión claramente de sorna ante la situación que se le planteaba a su "lider", el aire podía cortarse con tijeras.
Observó a los resistentes y luego giró la cara para ver a los suyos, como si se tratara de un partido de tenis. Rusell intentó hacer el ambiente distendido pero ante un inminente asedio y gente absolutamente desesperada... fue un intento fútil. De nuevo se hizo el silencio, seguramente fueron milesimas de segundo pero la tensión hizo que pareciera un largo lapso, quizás solo para Prue y nueva y extraña percepción del universo.
Al soltar eso de "si nos apretamos" casi se cae de la silla, entre los labios reprimió una carcajada, Cahun siendo como era seguramente creería que era pitorreo pero realmente era indignación, le parecía tan ingenuo que prefería reirse a liarse a gritos o llorar.
Mascaba el chicle sonoramente mientras negaba con la cabeza, estaba haciendo un verdadero esfuerzo por contener al Asha, finalmente miró a Remí como queriendo transmitirle sus intenciones con la mirada. Clavó los codos sobre sus rodillas mas reuniendo valor que pensativa
-Usted ha hecho su oferta señor Rabinovitch, ahora me toca a mi
Puso la espalda erguida dejando ver unos ojos resplandecientes como la lava, aunque de un modo mas discreto que de costumbre, solo perceptible para quien la mirara directamente.
-Usted se va con mis amigos y yo me quedo
Como quien no quiere la cosa bailó los dedos en el aire, uno de esos gestos como tamborilear sobre la mesa mientras se piensa, solo que ella dibujaba en el aire con las llamas que envolvían su mano, fantsmagoricas como si fueran de alcohol.
-No sería la primera vez que les ayudo (el tono de su voz varió ligeramente, volviendose algo andrógino y severo), como se llamaban aquellos muchachos... Shadrach, Meshach y Abednego* ¿Si? me dio pena que se fueran de Babilonia...
Suspiró, hablaba como si hiciera memoria, mas de uno y mas de dos debieron parpadear incrédulos ¿Realmente estaban entendiendo lo que estaban entendiendo? ¿Les estaba hablando de las tribus de Israel?
- Prometo ser mas quirurgico que en Sodoma (sonrió como el filo de un cuchillo)
La relación del Asha con el pueblo judío se remontaba muy atrás, bastaba con echar un ojo al antiguo testamento y su huella se veía por doquier... Era por ello que los consideraba como algo suyo, un extraño sentimiento de protección-propiedad, así era el Asha, con su propia manera de entender las cosas, y en este caso estaba molesto, no le gustaba que los nazis se dedicaran a manipular "su propiedad"
-¿Que dices dragoncito, te apuntas?
Preguntó a Remí en una frase llena de múltiples intenciones "Se lo que hablais" ,"Gánate mi respeto" ,"Se tu"...
Le miró fugazmente, en parte Prue, en parte Asha, pero en seguida regresó la vista al profesor esperando su respuesta.
Mierda, eso sí que era tener huevos. Internamente, la soviética aplaudió la determinación del judío; alguien que planteaba algo así en una situación como esa, cercana a salvar el propio culo, se ganaba automáticamente su respeto, se notaba que era un tipo con el cual no se podía dar vueltas.
Se ubicó junto a Rusell, más por buscar apoyo de camaradas que por otra cuestión, ya que los primitos se habían hecho su rancho aparte de nuevo, como era costumbre ¿por qué seguía sorprendiéndole? Quiso sonreírle al australiano pero no era momento ni lugar, ya luego de todo aquel horror (o cuando este les diera un descanso) podrían retomar alguna que otra cuenta pendiente, pero no ahora. Ahora estaban nadando en hostilidad.
Cuando escuchó las palabras de Cahún tuvo que apretar los puños para contener su indignación, por primera vez notó que su percepción de la situación y la de Prue eran similares, eso la asustó un poco ¿será algo bueno?, pensó un breve instante. Si alguien hubiera podido leer su rostro en ese momento hubiera visto una buena dosis de glacial ira, no solo por los puños, sino por que tenía lo que se dice una mirada asesina, la quijada apretada y hasta le chirriaron los dientes.
"Después me dicen fría a mí, miren nada más lo que propone este hijo de Inglaterra" se dijo "Si hay alguien que puede ayudar a esta gente aquí somos nosotros, ¿y no vamos a hacerlo?".
Su postura se relajó un tanto y se tomó la barbilla pensativa, en el fondo comprendía la actitud de Rick, era lo que se esperaba de todo militar, uno no podía andar por la guerra teniendo lástima porque acababa en una fosa; sobre todo en esta guerra. Pero el cuándo y el ahora los había llevado allí; ella no creía en el destino ni en ninguna de esas cosas pero había visto cosas que nunca pensó que iba a ver y su visión del mundo estaba abriéndose, ampliándose, y era evidente que por una razón estaban allí en ese preciso momento.
-Yo también me quedo -soltó antes de que pudiera darse cuenta de que había hablado -Lo siento, Rick.
- Esas no son sus órdenes, señoritas. - sentenció frunciendo el ceño y dedicando una mirada severa a ambas - Recuerden que forman parte de un comando militar al servicio de la corona británica, cumplan su deber y déjense de sentimentalismos. - dictaminó mirando a su alrededor - Siento de veras su situación y si la misión no fuese de una urgencia tan vital para derrotar al enemigo, me plantearía quedarnos aquí. - cambió levemente su mirada por una más amigable al ver a aquellos hombres de la resistencia - Deben comprender que el doctor Rabinovich tiene la capacidad no de salvar a la gente de este ghetto, sino de salvar a la gente de todos los ghettos, - tomó aire un instante - su inestimable ayuda nos dará la oportunidad de acabar con esta guerra con celeridad, sinos quedamos puede que muramos aquí y ahora, - señaló el suelo con determinación - y si eso ocurriese, su pueblo, el suyo, - apuntó con su mano izquierda extendida a la capitán rusa - el de él, - añadió señalando a Rosseau - serán exterminados por los alemanes, también el nuestro. - murmuró señalándose a si mismo y luego a la pelirroja - Así que, con todo mi respeto, doctor, mueva su jodido culo, escoja con sus hombres a las mujeres y niños que necesiten ayuda médica urgente y volvamos al avión. - concluyó por decir con voz mucho más fría y firme que hasta el momento, también dedicó una mirada a los suyos intentando dejar claro que no tenían elección, cumplirían las órdenes para eso estaban allí.
Atrás había quedado un profuso reguero de muerte y destrucción. Una fuente que aún no había agotado su caudal y por el cual se seguirían perdiendo vidas, moriría gente inocente y niños sin padres se verían abocados a mendigar por cinco minutos más en este mundo podrido. Y ahora, en aquel sótano cuyas luces ofrecían una lóbrega intimidad, parpadeantes ante los impactos de la artillería, los claroscuros de los diferentes rostros trataban de decidir cómo debía ser el futuro. Bocas que se abrían y cerraban escupiendo medias verdades, medias mentiras. Las verdades y mentiras de cada uno.
Járomir Rabinovich destilaba presencia, carisma e inteligencia. Su enrocamiento en el tablero estratégico era una medida nacida de la desesperación y parecía dispuesto a sacrificarse en el altar de su particular monte Moria por obtener una gracia para con su pueblo, el pueblo elegido de Dios y odiado y despreciado por la humanidad a lo largo de la historia. Un moderno Moisés se alzaba entre ellos y poseedor de su propia tabla, establecía un único mandamiento de obligado cumplimiento. Frente a él, Cahun, el actualizado Longinos de las fuerzas aliadas, parecía dispuesto a clavar su lanza en el costado del pueblo judío en pro de un adecuado comportamiento marcial y para ello empleaba un demagógico discurso donde órdenes y deber se sucedían en rápida concatenación.
Rémi Phénix Rosseau sonrió sin que alegría alguna se dibujara en su rostro. Cahun no entendía. Sí, tal vez comprendiera el cuadro general, pero no llegaba a entender sus matices. Nunca fue alumno de Adrienne Rosseau, su señora madre. Nunca asistió a sus disertaciones sobre el deber impartidas a aquellos jóvenes monstruos ocultos a la sociedad por sus especiales habilidades. Podía oír su voz, una vez más, entre las paredes de aquellas habitaciones de Talbot Manor.
-Deber. Muchas veces os hablarán de él, pero pocos sabrán en qué consiste realmente -el frufrú de su vestido mientras se paseaba entre ellos era como una nana y su perfume, un eco de una primavera ya pasada-. Deber es obligación os dirán y no les faltará razón, pero ¿qué tipo de obligación? ¿Aquella que procede de un mandato divino, de la ley natural o de una ley positiva? ¿Mas acaso no lo es también la nacida de la gratitud y el respeto? ¿O la que deriva de corresponder a alguien en lo moral? Sí, todas son obligaciones. Todas son deber. Y serán demasiadas las ocasiones en las que una obligación se enfrente a otra en una dicotomía difícil de resolver. ¿Qué es más importante? ¿El deber moral o el que parte de una ley positiva? Ni siquiera yo tengo la solución, la respuesta. En cada caso, en cada circunstancia, deberéis ser vosotros los que deberéis analizar los parámetros de aquel que será vuestro comportamiento y rogad a Dios porque esa decisión sea la acertada, que acertéis en lo que consideréis vuestro deber.
El eco de una nueva explosión arrebató a Phénix de su recuerdo, de su memoria. Regresó a aquel sótano, tan distinto de la ahora derruida Talbot Manor. Y miró a Prue, a cuya pregunta crípticamente formulada aún no había respondido. Asintió. Simplemente. No era necesario más para que su prima comprendiera.
-Comandante, esto le supera. Nos supera a todos. Y su capacidad de negociación personal aquí es nula -la voz de Phénix era inesperadamente suave-. El señor Rabinovich tan solo le ha pedido un mensaje de radio. Acceda a su petición, por favor. Hable con quien haya de hacerlo y aguarde una respuesta. Después...
Guardó silencio. Él ya tenía tomada una decisión.
- Yo no estoy negociando, teniente, ofrezco tanta ayuda como puedo permaneciendo leal a mi juramento. - dijo remarcando el rango del joven - No sé donde pensaban que se metían todos ustedes cuando se alistaron a las fuerzas armadas, pero esto no es una democracia, somos soldados, obedecemos las órdenes que nos dan nuestros superiores, el coronel Talbot quiere al doctor Rabinovich en Londres y es lo que haremos. - señaló la radio del lugar - Estamos a más de mil millas tras las líneas enemigas, que mande un mensaje de radio solo servirá para exponernos a los alemanes, nadie va a venir y nadie se va a quedar sin llevar al doctor antes al avión, después de cumplir su misión, si quieren volver aquí, háganlo, si quieren quedarse, háganlo, pero el doctor viene conmigo, - miró al hombre de ya bastante edad - podrá añadir una mujer o niño por cada uno de ellos que se quede.
El doctor iba a hacer un comentario airado sobre la propuesta, o amenazar cogiendo una pistola y apuntándose en la sien. Pero entonces vió que varios de los ingleses se querían quedar allí a morir con ellos, y que no era una cuestión de deseo, sino de logística, de falta de oportunidades. Obviando un momento las implicaciones sobrenaturales de lo que había dicho Prudence, y siendo pragmático ante la situación, hizo una apostilla a lo dicho por Cahun para evitar un enfrentamiento entre aliados.
-No, no se van a quedar aquí -dijo- Esta no es su guerra, ni su sacrificio valdría para nada. Como ha dicho su superior, estamos lejos de las líneas aliadas, y la ayuda no llegaría en unas horas. Y creo que no tenemos más que unas horas, mal que nos pese. Sin embargo, comandante, no puedo pedirle a los civiles que se resignen a morir. Los combatientes lo harán, lo están haciendo. Pero salvar solo a 20 hombres, mujeres y niños escogidos a dedo me parece tan o más cruel que dejar que mueran todos. Lo único que necesitan es esperanza, por ténue que sea. La esperanza de que puede haber luz tras la oscuridad.
Asintió con una pequeña sonrisa al buen doctor - Tiene razón, doctor, pero tendrán que moverse no solo los civiles, sino también sus soldados. - dijo haciendo un gesto a la capitán rusa para que se acercase - Envíe un mensaje a las fuerzas de su país, dígales que un grupo de refugiados judíos van a ir a la frontera con Bielorrusia enviados por usted, solicite que se les permita llegar a la Unión Soviética y que se les conceda asilo, a ser posible hágalo encriptado, - sentenció sacando un mapa del bolsillo interno de su chaqueta y extendiéndolo a su lado hizo un gesto a Sobieski para que se acercase - Tienen cerca de doscientas millas de aquí a Brest, - dijo señalando el mapa con el dedo y deslizándolo del punto de salida al destino - deberán viajar campo a través lo que les llevará aun más tiempo, pero podrán llegar si evitan las patrullas alemanas. - señaló de nuevo el mapa - Si viajan de noche será mucho más sencillo, utilicen los blindados capturados para salir de la ciudad por el Noreste, abandonen los vehículos a las afueras y después desplácense a pie hacia el Este para despistar a los nazis. Deben saber que los rusos no son nuestros aliados oficialmente, así que tengan cuidado. - sonrió al miembro de la resistencia volviendo a doblar el mapa y extendió su mano para que lo recogiese - Nosotros saldremos por donde hemos venido, doctor, espero que le parezca bien, porque no puedo hacer más.
Eric no hizo gesto alguno ante las palabras de la Prudence, las cuales no pillaban de sorpresa al australiano. A decir verdad, lo esperaba de la muchacha. Algunas de las referencias que hizo no llegó a pillarlas del todo, pero no hacía falta. El mensaje era mas que evidente: quedarse allí y luchar. El don le confería ventaja en un combate pero esa excesiva confianza en sus poderes le saldría caro.
Más le sorprendió la intervención de la rusa. La miró ligeramente sorprendido. Esa reacción si que no se lo esperó de ella.
Vaya, vaya- pensó dejando pasar la oportunidad de decir algo- ya solo falte que hable Remi- y justo ese pensamiento y el muchacho habló- bingo- y su intervención, la esperada.
Y tras esto, las palabras de Cahun: racional y quizás algo fría, pero claras. Duras pero necesarias. Y a él, por mucho que le desagradase aquella situación, las aceptaba.
Los cementerios están llenos de héroes- murmuro para si. Aún el grupo tenía muchos aspectos que pulir. Pero eso tenía pinta de llevar tiempo, mucho tiempo.
Los ojos de fiera del Asha se giraron para observar al (para él)* odioso Cahun, era de esos humanos a los que deseaba ver inclinando la cerviz como cuando Inana reinaba en Mesopotamia y loes enemigos vencidos rendían pleitesia.
Prue seguía allí, ya no desaparecía cuando el Asha se hacía presente, era como estar en un segundo plano, seguramente la misma posición que el Asha y Zurban (Cronos)* tenían a diario. Tuvo ganas de responder a Cahun, pero no era el momento ni el lugar.
A Prue la metieron en el ejercito a traición (Fue Churchil quien como última broma la enroló) pero ninguno se esperaba que permaneciera en él, con la ayuda de Will progresó y se convirtió en una de los mas eficientes efectivos del, entonces, incipiente "Comando Fénix". Si de jerarquía militar se trataba ella solo respondía ante Will y Adrienne y si ampliaba el espectro ante su familia y Dios, y eso había sido así siempre, eran las condiciones de su servicio pero parecía ser que Cahun no había sido informado al respecto o su cuadriculada mente militar no era capaz de entender.
Los hijos de la familia Fénix (como ella la denominaba) habían sido educados desde la cuna para ser herramientas al servicio del bien, de la humanidad, particulares soldados dentro de un orden también particular así que le ofendía enormemente que el Moai cuestionara su adhesión y compromiso con la causa.
"Que sabras tú de lo que Will quiere o deja de querer. Will ordenó que rescataramos a Rabinovich, basta con que uno de nosotros le acompañe, es una cuestión semántica muy sencilla aunque quizas requiere de la picardía de alguien menos limado por la disciplina militar. De situaciones peores he salido"
Sus pensamientos quedaron para ella y tan solo se permitió decir en voz baja a su primo
-Que gran idea, mandarlos con los rusos, no se que es peor...
dibujando una mueca de evidente desagrado. "El pueblo" llevaba siendo perseguido en Rusia desde tiempos de los zares ¿Que le hacía pensar que ahora que eran ateos los iban a recibir mejor?
Miró al profesor con cara de circunstancia, era un hombre sabio y seguro que estaba sopesando eso mismo. El Asha estaba hecho a otro tipo de guerra, su milenario código de actuación tendía a permanecer entre sus protegidos en lugar de actuar por separado, así había protegido a cientos de pueblos siglos atrás, pero si los judíos rechazaban su personal forma de ayuda no podía llevarles la contraria. Así leía el los senderos del destino.
*El Asha es un ser de caracter masculino
*http://en.wikipedia.org/wiki/Zurvanism
La llamada de Katja se demoró un poco a causa del protocolo de comunicación y desciframiento. En realidad, Katja mandaba mensajes cifrados, y le contestaban de modo breve y sin cifrar, ya que les dijo que no tenía consigo el libro de códigos. La órden, por fortuna, pasó por manos de Molotov, y no por las de Stalin. Así que hicieron los arreglos oportunos, y con unas coordenadas establecieron el lugar tras la frontera donde estarían esperando a los judíos.
No había tiempo para más componendas. Quizá los judíos fueran fusilados en cuanto cruzaran la frontera, o devueltos por los soviéticos en virtud de su "amistad oficial" con los nazis. Pero el caso es que la maquinaria se puso en movimiento. La resistencia se quedó allí peleando, mientras un grupo de escoltas dirigió a los refugiados a toda prisa por las alcantarillas de la capital, rumbo al extrarradio de la ciudad. Era más seguro ir por allí que exponerse por las calles manejando tanques y vehículos.
Por su parte, casi a regañadientes, los miembros del comando tomaron la dirección opuesta. Rabinovich les acompañó, y al fin y al cabo aquella era su misión. Así que según las indicaciones que les dió Sobieski antes de despedirse, recorrieron las alcantarillas hasta surgir de nuevo en las inmediaciones del piso franco. Allí, utilizando uno de los vehículos que habían capturado, abandonaron Varsovia, no sin antes llevarse por delante un control alemán.
Atrás dejaron a los valientes miembros de la resistencia, que dieron sus vidas combatiendo hasta la última bala, a bayonetazos y golpes de cuchillo cuando agotaron la munición, dando tiempo a los suyos para escapar. Un furioso Steiner supervisó la búsqueda en las ruinas de la ciudad, y entre los cadáveres. No encontró ni rastro del doctor polaco, y eso le puso más furioso. Antes de que la ciudad de Varsovia permaneciera bajo llave durante casi una semana, los supervivientes del ghetto iniciaron su particular éxodo por los bosques y las carreteras, escondiéndose de los alemanes, que les buscaron con su aviación y numerosas patrullas motorizadas. Del grupo de 2.000 supervivientes, solo 700 llegaron a la frontera Bielorrusa. El resto, cayeron bajo bombas, ametralladoras, el hambre o el cansancio.
Pero todo eso sucedío días más tarde. A la mañana siguiente, llegados a la pista de aterrizaje rural donde la extracción estaba convenida, hicieron examen de conciencia, pensando en la suerte de tantos hombres, mujeres y niños. Katja se comprometió a contactar con más propiedad con Molotov cuando regresaran a Inglaterra, tratando de asegurar que los civiles serían escoltados hasta territorio controlado por los británicos. No se fiaba de sus propios compatriotas. O más bien, de sus líderes políticos.
El viaje de regreso a Inglaterra no tuvo demasiados contratiempos, ya que la aeronave civil en la que viajaban, bajo silencio total de radio, apenas atrajo la atención de los alemanes. Lo que si fue destacable fueron las discusiones y la tensión en el interior del aparato, por cuestiones de mando. Tres días más tarde, de nuevo en Achnacarry, William se había leído los informes de Cahun y del resto de miembros del comando. Además, Cahun presentó su dimisión como líder del comando. Se reunió una comisión de investigación con un tribunal militar, y dictaron sentencia. Una sentencia que les pareció dura, pero justa.
Por desobediencia ante un oficial superior durante operaciones de combate, Prudence y Rémi fueron sentenciados a seis meses en una prisión militar. Por unirse a esta desobediencia, Katja fue también sentenciada, pero gracias a su mediación con las autoridades soviéticas para el rescate de los judíos, le fue rebajada la pena a dos meses de servicio comunitario.