.-¿Y que pasa con eso que llaman espacio personal?-. No parece impresionado por la épica y transcendente acción de la poderosa maga. Mira a un lado y a otro .-Voy cruzándome con todos los lunáticos de este reino-. Murmura para si mismo.
Resignado a la dirección que le ha sido impuesta, pues después de todo, estaba ya en otro lugar, se detuvo a pensar en lo que se le había dicho. Buscaría a esa nueva aliada si encontrara la forma de reconocerla. Entre los muertos y los que se habían quedado con el camino sabía que el solo no bastaba para resolver aquella situación.
Se mantiene vigilante. Estudia el comportamiento de los allí presentes. Quizás el callo provocado por la tensión de un arco, o las excéntricas vestimentas o actitudes de los usuarios de la magia fueran reveladoras.
Alrededor de Steligad hay uno o dos mercaderes, varios vianantes de lo más normal y un mago de segunda que, sin atacar a nadie, intenta recitar encantamientos que, en su mayoría, no funcionan. No lejos de allá se puede ver una taberna, pero de momento no es tiempo de descansar. No se ve nada anormal o aparentemente incoherente, al menos que vea el héroe Steligad... pero su alcance de visión no es absoluto...
Steligad sabe que ninguno de ellos es el nuevo héroe que espera para la misión. Y lo sigue esperando...
En un momento en que no mira nadie, aparece la maga de antes y le dice a Steligad:
- El recluta va a tardar, y no podemos esperarle, las fuerzas del mal no esperaran. Vuelve al castillo y disponte allá a cumplir la misión. Si tenemos noticias del recluta, te mandaremos señales con este amuleto; procura no perderlo y que no te lo roben. - Le pasa un amuleto por el cuello. - No puedo decirte más. Lamento las molestias. Un saludo. Buena suerte.
Y, antes de que Steligad pueda protestar, la maga le envuelve con la capa y le teleporta.
Steligad en unos segundos estará de nuevo en el castillo...
Vuelves a la fase del castillo...