Partida Rol por web

La Tumba de Akhenseti

[Prólogo] El Primer Contrato.

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14/11/2021, 17:07
Jotnar

Al acertar el lugar, Jotnar dio una palmada y estiró una mano al aire de forma automática como si esperase que Amessis se la chocase a modo de respuesta. No obstante, cayó en la cuenta de algo y volvió a acercarse al mismo cajón de antes... con la mano todavía en alto por si a la nigromante no le había dado tiempo, pudiera hacerlo por el camino.

Agarró una vitela y un tintero con su pluma y volvió... con la mano en alto también. Por si la nigromante no lo había seguido para chocársela, que lo hiciera ahora que volvía al punto de inicio.

Todo ello con la total y absoluta normalidad de alguien que está haciendo algo total y absolutamente normal.

Depositó la vitela sobre la mesa, que no era otra cosa que un contrato con el sello de cera de la Barba Insondable. No recordaba dónde había visto aquello por primera vez pero había decidido copiarlo porque le había parecido una idea tan deliciosamente absurda como sofisticada. De esas que lo hacen parecer todo más importante.

Y confiable, ya puestos, que las palabras se las llevaba el viento.

De verdad que no termino de entender qué le ve la gente a eso de cabrear a dioses, espíritus, lugares ancestrales, sagrados y demás cosas que suenan ominosas y que están mejor sin ser cabreadas—murmuró mientras escribía algo—. Todo el mundo sabe que el dinero se disfruta mejor cuando no te fulmina un rayo divino o eres maldito por toda la eternidad.

Se encogió de hombros, sopló sobre el pergamino para secar la tinta, dejó la pluma en el tintero y leyó:

Bien, pues entonces la compañía de la Barba Insondable, a solicitud de la lustros... ilustre señora Nehit Ini-herit de la ilustre familia Ini-herit tiene como encargo recuperar y traer de vuelta a su hijo menor Horpet. A cambio de dos mil piezas de oro, de las cuales se entregan seiscientas sesenta y seis piezas de oro, seis monedas de plata y siete de cobre ahora mismo. Y el resto al regreso.

Leyó del tirón, por lo que necesitó tomar una inemnsa bocanada de aire. Miró a Nepthis de reojo al oirla hablar. Conocía aquel gesto, oh, vaya si lo conocía; cuando fruncía los labios de aquella manera y le salía aquella pequeña arruga junto a la ventanilla izquierda de la nariz significaba que algo referente a la salud o a la perfección nobiliaria había sido ultrajado. Así que, o bien la sacerdotisa había decidido recetarle a aquella mujer una dieta a base de verdura y carnes blancas, o bien le molestaba que la cifra no fuera redonda.

O ambas, muy posiblemente.

¿Alguna pregunta más o todo correcto?—comentó mientras apartaba el trascendental hilo de pensamientos a un lado y ofrecía en cierto modo el pergamino y el tintero. Dando tiempo también por si Lurzca o Amessis querían preguntar algo más antes de que la señora lo firmase.

Porque esperaba que lo firmase, y no que confundiera la pluma con una angula disecada y se la comiese.

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14/11/2021, 17:08
Amessis

Amessis quiso aceptar el gesto de Jotnar, pero el enano se marchó antes de que la nigromante, siempre lenta en sus acciones, pudiera responderle. Pero como era algo que el enano solía hacer, Amessis solo tuvo que esperar a que regresara con la mano en alto para chocarla y así, quedar todos satisfechos. La nigromante sonrió con regocijo y se estiró en el diván mientras escuchaba los pormenores del relato.

-Pero recibir una maldición ancestral es lo mejor que puede pasarle a alguien -comentó Amessis con languidez, cruzándose de piernas y mostrando, todavía más, el lustroso muslo moreno-. Es decir, cualquier atención de los dioses es bien recibida, sea ésta buena o mala. Lo bueno se acaba y de lo malo, se aprende. No creo que la reputación de nadie se vea mermada, la memoria colectiva es muy efímera, en cuando encuentren otro entretenimiento, olvidarán la mala reputación.

Lanzó un sonoro bostezo y ronroneó.

-Dos mil piezas de oro es poco teniendo en cuenta que nosotros somos cuatro y ellos, veinte...

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14/11/2021, 17:08
Nehit Ini-herit

¡Cómo lo sabía! - Dijo por lo bajo mostrando una cara agria. - El populacho y sus desagradable manía de regatear... - Resopló y abrió los ojos de par en par. Sin duda se había dado cuenta de que eso último lo había dicho demasiado alto. - Subiré a tres mil monedas. - Afirmó. - Pero ni una sola más. - Miró por encima del hombro a Amessis. - ¡Será por bandas mercenarias! - La mujer se puso en pie y se dirigió hacia la puerta, saliendo del local, no sin dificultades. Masud... encárgate tú del resto... 

Se sentó en su trono en el palanquín e hizo chasquear los dedos. Entonces, unos esforzados porteadores elevaron el palanquín entre gestos evidentes de esfuerzos inhumanos. Los esclavos dieron media vuelta al palanquín y comenzaron a alejarse portando a la oronda mujer de vuelta por donde había venido.

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14/11/2021, 17:08
Masud Enran-khi

Si, mi señora... - Respondió aquel hombre con la cabeza gacha y visiblemente avergonzado por los modales de su señora.

Se sentó entonces junto a Jotnar y releyó el documento de contrato que el enano se había encargado de escribir. Asintió con la cabeza y fue a rubricarlo con su firma.

¿Tres mil monedas están bien? - Les preguntó. - ¿Firmamos?

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14/11/2021, 17:09
Jotnar

Jotnar resopló haciendo que sus bigotes revoloteasen como dos colas de caballo en minatura fustigando moscas imaginarias. Ahora tendría que gastar otro pergamino, ¡y la tinta! ¿Es que aparte de en los marcos de las puertas y en las sillas nadie pensaba en el esfuerzo de los pobres árboles de madera resinosa? Cuanta desconsideración había en el mundo.

Descuida, somos tan generosos y te queremos tanto que dejaremos todas las maldiciones, rayos fulminadores y demás atenciones de dioses cabreados para ti—suspiró haciendo una pelota con el contrato obsoleto. Luego se la arrojó a la nigromante en una parábola floja para darle en la frente donde rebotó sin hacer ni si quiera sonido—. Y me debes cuatro monedas de plata.

Subrayó lo último señalándose los ojos con dos dedos primero y luego señalándola a ella en un teatral gesto, como si estuviese sentenciando la cosa más trascendental del mundo.

Y sin darle más importancia fue en busca de un nuevo contrato, apañándoselas para reescribir casi lo mismo pero en la mitad de tiempo. No obstante, al volverse fue testigo de como Nehit Ini-herit decidía marcharse rodando del establecimiento sin ni si quiera firmar y dejándole el marrón a su torturado criado. O mascota. O lo que diablos fuera aquel pobre hombre. Y lo hizo con más velocidad de la esperada para alguien de su envergadura.

Bueno, en verdad lo hizo caminando pero imaginársela rodando era más entretenido.

El enano se encogió de nombros y se dirigió a Masud para ponerle el contrato y el tintero con la pluma delante sobre la mesa para que leyese y firmase.

Lo de antes pero cambiando dos mil piezas de oro por tres mil de las cuales se entregan ahora mil y el resto al final—resumió—. Bueno, y que la señora te autoriza a firmar por ella.

Lo cierto es que no le gustaba regatear con ricachones, eran agotadores; se descuidaba uno y te contaban lo desdichados que eran por tener tanto dinero y tener que gastarlo en lugar de atesorarlo como los dragones. Pero no sería él quien se quejase del resultado del intento de Amessis así que también estiró la otra mano libre a la espera de la prometida bolsa de mil piezas de oro por adelantado.

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14/11/2021, 17:09
Nepthis

—Y no me vengas a mí lloriqueando para que levante una de esas maldiciones ancestrales, Amessis —apostilló Nepthis a lo dicho por Jotnar, en un tono exasperado—, pues repetiré las palabras que acabas de pronunciar: lo bueno se acaba y de lo malo, se aprende. Y ten un poco de recato, por el amor de los dioses. 

La sacerdotisa de Hathor se puso en pie y se alisó el vestido, dando una imagen como si una antigualla se quitara el polvo a sí misma.

—Terminemos de una vez con la burocracia y pongámonos en marcha.

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14/11/2021, 17:09
Amessis

Amessis hizo lo que siempre hacía, bostezar cuando alguno de sus compañeros la reprendía. No entendían a la nigromante, pero ella tampoco los entendía a ellos, de modo que sus protestas eran irrelevantes. El papiro lanzado por Jotnar rebotó en su frente y cayó al suelo. Amessis se puso a jugar con él con los dedos, tumbándose de lado y, de paso, dejando que la túnica mostrara parte de la nalga. Se puso a ronronear, jugar con cosas esféricas era divertido.

-No pensaba pedírtelo -murmuró a Nepthis haciendo mohín provocativo hacia la sacerdotisa.

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14/11/2021, 17:09
Masud Enran-khi

Soy el escriba de la familia... - Dijo entonces Enran-khi. - Siempre firmo por la señora. No hay problema en ello. 

Tras releer de nuevo el contrato, asentir en un par de ocasiones con la cabeza y señalar varios puntos del contrato que tuvo que volver a leer, levantó la cabeza, sonrió a Jotnar y plantó su rúbrica sobre el contrato.

Está muy bien redactado, señor. - Le dijo satisfecho. - ¿Ha estudiado sobre leyes? - Le preguntó. - ¡No importa! 

Dicho aquello depositó una pesada bolsa sobre la mesa, que resonó con el característico sonido de las monedas chocando unas con otras entre ellas y contra la misma mesa. 

¿Hace falta que las contemos? - Preguntó. - Yo creo que no, pero si quieren...

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14/11/2021, 17:10
Narrador

Y las contaron, pues no se fiaban ni un pelo de que faltara alguna moneda. ¿Cómo iban luego a probar que no se las habían llevado ellos? Lo cierto fue que no les habían engañado. Mil piezas de oro exactas eran las que se contaban en aquel saco. Era como si hubieran tenido preparada la cantidad previamente a la negociación que mantuvieron. Fuera como fuera, ya tenían una misión que cumplir y algo de oro en el bolsillo.

El escriba se despidió y salió apresurado por tal de alcanzar a su señora. El grupo de mercenarios tenía que llevar a cabo en esos momentos los preparativos necesarios para la misión. Cuanto más tiempo tardaran en ello, más lejos se encontraría la caravana a la que tenían que dar alcance y desde luego más difícil sería seguirle la pista.

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14/11/2021, 17:10
Jotnar

Jotnar se acariciaba la barba con gesto pensativo mientras el escriba leía, y también asentía justo después de que él lo hiciese. Aunque no tenía ni idea de por qué Masud asentía pero así tampoco tenía por qué explicar por qué lo hacía él de modo que todos contentos.

Abrió la boca para responder cuando le hizo la pregunta pero, tal y como había terminado de formularla, el tipo lo interrumpió y se marchó rápidamente sin darle tiempo a nada. El enano se encogió de hombros sin tener muy claro por qué la gente se arrepentía tan rápido de preguntar cosas y guardó tanto el contrato como las monedas a buen recaudo.

Había estudiado sobre leyes, ¡por supuesto que había estudiado sobre leyes! La ley de sus barbas al viento; la cual dictaba que más valía asegurarse de algo que darlo por sentado. No por nada habían contado las monedas.

Bueno, pues en marcha... ¿hay algo que se os ocurra que nos puede hacer falta para el camino? Yo sugiero unos camellos. O dromedarios. Depende de cuanto os jorobe el número de jorobas.

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14/11/2021, 17:10
Amessis

La nigromante se puso en pie por fin, aunque ese no parecía su estado natural, sino que lo era el permanecer tumbada y lánguida en cualquier superficie horizontal. Se acercó para comprobar que se firmaba todo bien y que no había ninguna cláusula que tuviera relación con alguna maldición; solo por si acaso. Le apetecía viajar a Mishtan para comprobar la calidad de sus muertos vivientes y esqueletos, con la esperanza de encontrar algún alma perdida que necesitase de su guía para el más allá.

Sus compañeros no la tomaban en serio la mayoría de las veces, pero eso a Amessis no le importaba. Aunque ella alzase a los caídos para pelear o para defender, también ayudaba a que sus almas llegasen al juicio de Osiris en perfectas condiciones. En la muerte, todo el mundo estaba solo en el tránsito, y para eso estaba ella, para acompañarles y guiarles al otro lado. Ella misma había estado allí, a las puertas del juicio, frente a los dioses, a punto de cruzar hacia el Aaru. De modo que cualquier comentario sobre lo terrenal o material le resultaba totalmente indiferente. Amessis solo encontraba su propia utilidad entre cadáveres del mismo modo que Nepthis entre sus heridos o Jotnar entre sus plantas. Pero ni ella podía curar como la sacerdotisa, ni podía regar a sus muertos como el enano hacia con sus plantas. Tampoco podía pelear como Lurzca, así que su único trabajo consistía en alzar a los muertos y nadie le había preguntado a la nigromante si eso a ella le gustaba o no. Le interesaba ayudar, nada más, por lo que enseñar muslos o deberle cuatro monedas al enano, no eran cosas importantes.

-Sí -contestó a Jotnar, acariciándose un hombro desnudo y moreno con esos gestos lánguidos de siempre. Fue alzando los dedos para hacer la lista de cosas que hacían falta-. Dromedarios. Son más cómodos para viajar que los camellos. Agua. Raciones para una semana. Ropa de abrigo para la noche. Turbantes para el sol. Y la varita que compré a Nepthis para viajar más cómodos, no tengo ganas de quemarme la piel ni de pasar penurias, que está muy lejos. Excepto los dromedarios, todo lo demás lo tenemos aquí. Iré a buscar yo misma las monturas -y extendió la mano hacia el enano, esperando recibir el oro para ir a comprar.

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14/11/2021, 17:11
Lurzca

Te acompaño. - Dijo la bárbara.

No es que no se fiara de Amessis. Estaba convencida de que no huiría con el botín que Jotnar le entregase. Con unas pocas monedas no se haría rica. Tampoco era que no se fiase de su buen juicio a la hora de elegir a las mejores monturas y de cerrar un buen trato por ellas. No, no era nada de eso, sino que por alguna razón y aunque aquella extraña mujer estuviera más muerta que viva, Lurzca se sentía a gusto a su lado. Ambas habían sufrido juntas el esclavismo y las dos habían escapado juntas de aquella lacra. Para Lurzca, Amessis era como una hermana y cuidaría de ella siempre que le fuera posible.

Creo que con doscientas monedas habrá suficiente. - Añadió al enano para que entregara el oro.