Partida Rol por web

Fette bajó, todavía tristón por el tesoro que habían dejado atrás. Sin embargo su rostro cambió al ver el almacén y calcular el dinero que podrían obtener.

—Mmm, esto es azúcar para mis bolsillos jijiji Veamos... Doscientos y ciento cincuenta a repartir entre los cuatro son casii... ¡Noventa piezas de oro por testa! ¡Por el Pastel del Sagrado Chocolate! ¡Qué barbaridad! ¿Eh, grupo, lo habéis oído? Son unas...

Y entonces Fette oyó a Salter y miró extrañado a donde se dirigía. Se guardó los frascos antes de nada y prestó buscó cómo abrir la cerradura.

Caminar tras el mediano parecía una tarea sencilla, pero en realidad, no lo era, pues aquel sitio era demasiado bajo y tenías que estar esquivando cosas continuamente. Sólo esperaba que nada nos atacara en un lugar como aquel, porque no iba a poder pelear ni aunque quisiera, como mucho, podría dar alguna que otra patada. 

- Menudo tunelcito de las... - Sí, tuvieron que aguantar algún que otro juramento pero es que caminar por aquí era una agonía. 

Aquel túnel estrecho se acabó y dio lugar a una sala en la que olía a demasiadas cosas. Así que arrugué la nariz como diciendo que tanto aroma diferente me disgustaba, pero claro, entonces escuchamos todos como alguien hablaba con nuestra compañera y simplemente me volví hacia ella para ver su reacción, aunque el tono era demasiado cercano como para que no la conociera. 

Seguí a mis dos compañeros hasta la trampilla desde la que nos estaban hablando y allí me mantuve en guardia, pues no me fiaba de absolutamente nada, aunque pareciera amigable. 

- ¿Quién es? - Pregunté como si su respuesta pudiera iluminarme de alguna manera. 

Fette revisó la puerta y tras ver que no había nada que indicase una posible trampa, dio vía libre a su compañera, la mujer serpiente, a sabiendas de que tampoco la podrá contener mucho más, ansiosa como estaba por ver a la siseante portadora de aquella otra voz que ya había escuchado en la mazmorra, cuando casi ni recordaba a su portadora de su más tierna infancia.

Y la puerta se movió sobre sus quejumbrosos goznes, haciéndose a un lado para mostrar un cuarto oscuro, como el anterior, en el que se desdibujaban las formas de mobiliario y frascos que parecía propios del laboratorio de un alquimista o un hechicero que volcase sus artes en recipientes, ya fuese para su venta o para usarlos de otras maneras.

- ¿Que qué hago aquí? Pudrirme, muy leeeentamente, hermanita SSSsssssssss.- La voz provenía de alguan parte, sobre una de las mesas, cuando se acercaron con su peculiar linterna todos pudieron ver un rostro parecido al de Skarlkja, pero más viejo y distorsionado por el líquido en el que estaba hundido. - Que cómo te he reconocido? SSSSSSsssssss... Solo hay otro serpentino como nosotros en estas mazmorras... Y está en el cuarto de al lado... Te oí hace tres días, la primera vez que entrásteis, sssssssssssssssss. Creía que me ibas a abandonar aquí...- De la boca y fosas de la criatura salían burbujas, pero Skarlkja y sus compañeros podían oír a aquella cabeza, cortada, pero a pesar de ello aparentemente viva, y enfrascada, como un buen surtido de pepinos en vinagre. 

Los aventureros pudieron ver todo tipo de frascos en las paredes, rellenos de todo tipo de líquidos multicolores, unos brillaban e la oscuridad, otros no, y algunos parecían contener restos de seres que alguna vez pudieron estar vivos, peor ninguno como la exótica cabeza de la hermana de Skarlkja.

- Ya viene... YA VIENE... SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSsssssssssssssssssssss... XIXIMANTER, EL NO MURTO.- Se refería claramente a quien quiera que fuera el otro ser serpiente que estaba en la habitación de al lado. El restregar de su cola sobre el polvo y la tierra del suelo delataba cómo se aproximaba.

Si alguna vez Fette había alucinado más que en esa ocasión, él no lo recordaba. ¿Una cabeza enfrascada como huevos en salmuera, que además les hablaba, y que encima era la hermana -viva o no, eso sería discusión propia de sabios, no de él- de Salter (la viva y entera del todo)?

—¿Pero qué coño...? ¿Skarlkja?—preguntó a la Salter que él conocía, evitando crear mayor confusión aún.

Pero ante la advertencia de la reptil embotellada, el mediano colocó una flecha en posición y apuntó ante lo que parecía ser un auténtico hijo de una rata, pero de esas que te vacían la despensa. Son las peores. Y Xiximanter tenía nombre de una rata de despensa.

Como siempre solía hacer, para vigilar nuestra retaguardia, me quedé más cerca de la puerta que el resto, intercalando miradas entre aquella sala y el exterior, para que nada nos pillara desprevenidos, pero claro, cuando vi que miraban a aquella mesa con aquellas miradas de sorpresa tuve que acercarme un poco. 

- ¿Pero...? - Iba a abrir la boca para soltar un improperio, pero lo único que hice fue dejar escapar el aire porque no sabía ni qué decir ante lo que estaba viendo. 

La verdad es que mi reacción normal hubiera sido darle un hachazo a una cabeza que estaba hablando, eso por descontado, pero se me estaba pareciendo a nuestra compañera y no me parecía muy buena idea. 

Claro que eso de que dijera que "ya venía" algo que desde dentro de este líquido había sonado a "no muerto" no es que me diera más buen rollo. 

- ¿Soy la única a la que todo esto le da muy mal rollo? ¿No sería mejor que nos pillara al otro lado de la puerta? 

No es que yo fuera una estratega consumada, pero decidí salir de aquella habitación y esperar, hacha en mano, en el rellano.

—Hermana, por lasss grandess matronass ¿Qué han hecho contigo?? Nigromancia parcial, hay que sser malvado. Porque aunque ser un no muerto tenía sus cosas buenas, se quedaban en casi nada cuando una se quedaba hecha una cabeza parlante.  Nada de comer huevos, nada de tomar el sol por las mañanas, nada del gustazo que daba mudar la piel. Nada de sexo. ¡El horror!

Mi hermana empieza a gritar, pobre, tanto tiempo sin hablar con nadie. Se ha vuelto majara del todo, siseaba de manera super exagerada

—No! —Respondo a Lagahk  —Vossotross salid de aquí. Hermana, sssigue gritando gilipollecess. Cuando Xixi salga a por vosotross, le atacaré.  Dicho y hecho, vacío una de los frascos de vidrio y me lo pongo en la cabeza, me quedo inmóvil  tras uno de los muebles, traicinera como una mala víbora.

Y mientras todos trataban de tomar posiciones para la próxima escena dramática, cada uno con el guion de una obra bufa distinta, algo se abría camino hacia ellos... Algo alto, largo, sin piernas y pútrido, si sus oídos no les fallaban.

- ¿QUÉ DIABLOSSSSSSSS MURMURASSSSSSS, CABESSSSSSSSSA DEL DIABLO? Maldita la hora en que ssssssssse me ocurrió presssssservarte como massssscota...- Quien así hablaba, Xiximanter, EL NO MUERTO, ser recortó en el bano de la puerta: un homínido serpiente, como Skarlkja y u hermana, pero más alto y menos entero. Sus cientos de vértebras elásticas y finas como espinas de pescado asomaban bajo y através de su carne verdosa, pálida y tumefacta, mientras los agujeros de su cráneo brillaban y humeaban con un tono rojizo de fruto de una anergía que no era de este mundo.

Los aventureros tuvieron suerte, pues aquel peculiar y repugnante no-muerto no parecía contar con compañía, así que había vuelto laboratorio con la guardia baja, dejando que Skarlkja le pudiese echar una buena mirada desde el otro lado de su botellón, poniéndose al alcance de Lagakh, a la que todavía no había visto, y recibiendo una saeta de Fette en el hombro izquierdo y ver otra saeta de Zoex hundirse en el suelo a sus pies. 

- ¿QUÉ DIABLSSSSSSSSS...?

Nada de siseos ni gritos.  Una cosa son goblins y otra el enfermero de los Reyes Serpiente. 

Asi que salgo de detrás de los estantes, deslizandome hasta su espalda y le doy con toda la mala sombra que he ido acumulando en éste descenso por la Tumba  

Otras Salter veteranas decían saber dar "Golpes críticos", "Ataques de oportunidad".  Les encantaba hacerse las especiales, hacer ver que eran más refinadas que las vulgares cortacuellos como Skarlkja.   Pero, en realidad, el secreto para matar cualquier cosa, era cortarle la cabeza*

Fette, preparado para disparar, vio una figura moverse y hablar siseando y no se lo pensó. Dejó volar su flecha hasta la horrible criatura, al igual que Zoex, pero acertando. Paquete jijiji, pensó el mediano.

Al momento, el tal Xiximanter fue iluminado por las luces y, al verlo, no pudo reprimir el comentario que todos estarían pensando.

—¡Joder, pero qué feo!

Claramente era así, porque el mediano no pudo concentrarse bien y erró el disparo.

En serio, si Xiximanter tenía que ser un nombre serio, esperaba que no se lo hubiera puesto a él a modo de "así es como quiero que me conozcan" porque podía dar hostias como panes, que como le acortaras el nombre te daba la risa incluso con el hacha en la mano. 

Lo primero que hice fue mover el hacha para darle un buen hachazo, aunque sólo fue bueno por los pelos, pues me había desviado un poco hacia un lado. De todas maneras, fue lo suficientemente acertado como para darle un buen viaje. 

- ¡Hola Xixi! - Sí, no pude evitar decirlo así, incluso sonreí divertida lo cual, no es que fuera bonito de ver con tanto colmillo y esas cosas. - Te estábamos esperando. - Por si aún no se había dado cuenta. 

Claro que yo estaba demasiado cerca como para seguir haciendo algo que no fuera prepararme para la vuelta de mi ataque. 

Tras recibir la saeta de Fette en el hombro, que automáticamente aferró y arrancó dejándose la punta en su macilenta carne, obrando de alguna manera que esta la expulsase con un desagradable siseo, acompañado del desagradable sonido de líquidos necróticos que salieron de la herida, Xixi recibió un violento cimitarrazo a media altura de su torso, del que salió otra carga de pus negro, idéntica a la invocada por el certero hachazo de la semiorca. Estaba claro que aquella criatura estaba más allá de la tierra de los vivos, pues no imitó ningún sonido de queja o dolor, simplemente miró con sus luminosas pupilas amarillas, en el fondo de los pozos de pis que eran sus cuencas negras, a aquellos que habían osado profanar su laboratorio de alquímico animista (Que el tipo había estudiado, puede que esté muerto, pero estudiado anyway).

- Vaya, perra traissssssionera... ¿Hassssss logrado que alguien venga a ssssssacarte de vuelta? Un divertimento inessssssperado... Ya notaba mi magia xidándosssssse... Vamos a hasssssser unosssss essssstiramientossssss.- Y mientras así hablaba, la criatura casi parecía aumentar de tamaño ante los ojos de los aventureros, peor era solo una ilusión, ¿Verdad? ¿VERDAD? (Debía serlo, o se aplastaría contra el techo...).

Pero aquella criatura era poderosa, no hay duda, y tras mostrarse así de segura, levantó dos corroídas falanges de su mano derecha, y automáticamente se elevó un muro de fuego desde las entrañas de lo que hasta ahora parecía piedra pura, tras el que se parapetó, logrando así esquivar la segunda flecha disparada por el mediano.

- Dadddddme unosssss segundosssss para pensssssar algo un poco massssss interessssante.- Rió mientras comenzaba a murmurar algún hechizo casi olvidado en la noche de los tiempos.

—¡Serás gurriato!—increpó el mediano, sin saber muy bien si las palabras iban por su fallo o por el muro de fuego que, con bastante soltura, pudo esquivar—¿Alguna idea? ¡SALTERS, VOSOTRAS SABÉIS COMO ACABAR CON XIXIMON! ¡PENSAD ALGO!—por favor... pensó, aunque no lo dijera.

Resuelto, volvió a cargar una flecha y la disparó, mas fallando por segunda vez consecutiva. Fette maldijo en voz alta, como no podía ser de otra forma.

—¡Jodida sabandija! Me haré un bolso contigo para llevar tus oros al pueblo... ¡Vaya que sí!—y trató de esconderse como pudo.

No me gustaban absolutamente nada las cosas que no sangraban. ¿Por qué no estaba sangrando y olía mal? Aquello me hizo poner más cara de asco de la que solía tener habitualmente. Vale, que había estado chistosa, pero todo mi humor, que tampoco es que fuera mucho, había desaparecido para dar paso a mi malestar, lo que se traducía en que volvía a estar cabreada. 

- ¡Qué asco...! 

Claro que entonces, se puso a "cantar" y bueno, yo lo único que pude notar es que allí empezaba a hacer más calor del que hacía antes de que comenzara aquel conjuro. 

—Hsssssss — siseo como si fuese una vulgar culebra. No es para menos, es una de esas situaciones en que tengo que aparcar mi serpentina elegancia y optar por un enfoque un poco más visceral y directo.  

—Hsssssaaaaaaay!! — el muro de fuego, un conjuro que se puede conseguir en cualquier bazar me alcanza por completo.  En realidad caigo tan larga soy sobre las dolorosas llamas. —Asssssadaaa como un sssssss...

Aquella superficie llameante, invocada de la nada, llenó con su calor el laboratorio del hechicero serpiente, solo Fette fue capaz de ponerse a cubierto lejos de aquella maldita cosa, librándose de perder su estimado pelo ensortijado. Zoex y Lagakh lo recibieron de lleno y Skarlkja no salió mucho mejor parada. El olor a cortezas fritas de que los tres aventureros despedían trajo un remoto recuerdo festivo a la escena que nadie pudo disfrutar...

Allí comenzó a hacer muchísimo calor y pude sentir cómo comenzaba a quemarme de repente. Desde luego, la sensación era lo más desagradable del mundo y apreté los dientes tanto que incluso me sonó la mandíbula del esfuerzo realizado. Para cuando abrí los ojos, pues estaba segura de que pestañas ya no debían quedarme, tuve que echar un pie hacia un lado para evitar caerme al suelo después de aquello. 

- Puta mierda... 

Apenas tenía fuerzas para nada y sabía que levantar el hacha para volver a golpear a alguien que desde luego, estaba en mejores condiciones que yo, quizás no fuera una buena idea. 

- A la mierda... 

Como suelen decir, de perdidos al río, así que usé el grimorio que aún no había usado todavía. Salir corriendo delante de alguien que podía hacer magia era una idea más que estúpida, sobre todo, si tú eres la más grande del grupo, que te dibuja una diana en la espalda, así que la otra opción era intentar hacer algo que jamás pensaste que llegarías a intentar. 

- Al menos espero que si casco no me meta en un bote... - Sí, al menos si moría esperaba que me dejaran muerta.