Partida Rol por web

La vida como mercenario ha llevado a Vladislav a muchos y muy diversos lugares, una y otra vez a recorrido los caminos de Faerun acompañando y protegiendo caravanas provenientes de todos los confines del continente. Sembia no hubiese sido un mal lugar para residir, de hecho quizás el bárbaro hubiese permanecido algo mas de tiempo de no ser por que su secreto fue nuevamente revelado. Vladislav estaba harto de esa vida de fugitivo y sin embargo parecía no poder escapar de su maldición, en Ordulin había logrado unirse a un pequeño grupo que estaba por salir rumbo al Valle de la Cicatriz a entregar un paquete, ya que al parecer uno de los miembros del grupo se había retrasado y ellos tenían que partir, pero necesitaban un diestro guerrero que completase las habilidades del grupo.

El pacto se sello en el acto y el bárbaro inicio el viaje deseando tener la oportunidad de regresar a su amada tierra.

El viaje había sido tranquilo hasta el momento y lo único que había generado tema de conversación era el extraño clima, las fuertes tormentas eléctricas de los últimos días habían hecho el viaje mas lento de lo deseable pero al mismo tiempo quizás les habían ahorrado algunos encuentros desagradables...

Vladislav se subió maquinalmente el cuello de la zamarra para abrigarse del inclemente tiempo, mientras permanecía alerta desde su posición en la caravana. Su arco reposaba en su mano izquierda, con la cuerda tensa y una flecha en el cinto, puesto que si algún peligro se acercaba al grupo, tendría en primer lugar que cerrar la distancia, y el bárbaro rashemí era un excelente tirador, que muchas veces suplementaba la dieta del viaje cazando.

Una vez y otra siguió la rutina, comprobando el camino a izquierda, a derecha, por delante y por detrás; y vuelta a empezar. Algo en tanta tranquilidad le estaba empezando a preocupar, y hablando consigo mismo en su lengua natal, musitó: "Vlakia, Vlakia, ¿en qué fregado te has metido esta vez?"

Un día mas de camino pasa rápidamente y al atardecer la caravana se ve obligada a hacer un alto y cubrirse entre las cuevas cercanas ante otra terrible tormenta eléctrica, la noche es turbulenta ante la potencia de los truenos pero fuera del tremendo ruido, la noche pasa rápidamente y sin demasiados sobresaltos. Al amanecer y en cuanto a pasado la tormenta la caravana inicia su marcha nuevamente.

Después de cerca de dos horas de camino el pequeño contingente se encuentra muy cerca del rió Ashará, cercano al valle de la Daga. El grupo comienza a avanzar rumbo al puente que les permitirá cruzar del otro lado cuando subitamente una lluvia de flechas caen sobre el grupo, varios de los mercaderes y algunos soldados que les escoltaban caen en la primera ronda, sin embargo el hábil Vladislav y el grupo de aventureros al que se ha unido logran sobrevivir....

De entre los arboles surge una horda de ogros se abalanzan sobre el grupo...

¡Job tvoiemad! El obsceno juramento sale por sí solo hasta los labios de Vladislav, que se prepara para la lucha.

No disparo: cojo el hacha y entro en Rabia. Me vuelvo hacia el ogro de 7,3 porque es el que está más cerca.

Vladislav, por cuyas venas corre la sangre de los bersérker rashemíes, nota que sus músculos se hinchan, que su piel se hace más dura, y se mueve a interceptar al ogro que viene desde el norte.

Un fuerte golpe con su gran hacha debería empezar a demostrar a los ogros que han topado con la horma de su zapato.

Mientras lucha, el bárbaro aúlla a pleno pulmón, dando rienda suelta a su salvajismo.

El experimentado bárbaro no se deja atemorizar por el numero de enemigos y se limita a hacer acopio de fuerzas haciendo estallar su furia dejando que la adrenalina corra libre por su cuerpo listo a terminar con el peligro inmediato que representa el ogro a sus espaldas, en un impulso mas instintivo que razonado el guerrero se abalanza sobre su enemigo con gran presteza pero poca precisión, ya que su arma pasa lejos de su objetivo, quien con una sonrisa malévola sonríe mostrando unos amarillos y afilados dientes al tiempo que levanta a su vez su garrote descargando presto su descomunal fuerza sobre el bárbaro quien con un ágil giro se pone fuera del alcance de su enemigo mientras sus compañeros deciden huir ante la evidente desproporción de fuerzas internándose en el bosque aprovechando la distracción generada por el bárbaro..

En su carrera el enano alcanza gritar.

Vamos es que estas loco, internarte en el bosque....

Mientras tanto la horda se aproxima peligrosa y amenazante hacia donde ya solo el barbaro parece dispuesto a enfrentarles...

Vladislav sonríe lobunamente: ha conseguido atraer la atención de los ogros, ganando unos segundos vitales para que sus compañeros puedan escabullirse. Ahora es su turno.

Maniobra rápidamente fintando un tajo con el hacha, pero en lugar de seguir con el golpe aprovecha el paso atrás para darse la vuelta y salir corriendo a todo lo que dan sus piernas con el fin de internarse en el bosque. Los ogros corren bastante, pero un bárbaro debería poder correr más que ellos.