- Cómo quieras ... Be my gest - Responde en un idioma ya olvidado mientras señala a la vieja radio de su despacho.
Sebastian avanza lentamente hacia la radio, con una media sonrisa, sin quitar la mirada de Mercy que le observa extrañada por su actitud tan peculiar.
Carraspea acercándose el intercomunicador.
- Aquí vuestro querido capitán al habla corto, necesitamos contarós de una pequeña visita. - dice todavía sonriendo. Pero la sonrisa se va borrando cuando lo único que se escucha es estático.- ¿Melina? ¿Estás ahí?
Pasan los minutos y sólo se oye estático al otro lado. Se acerca Mercy extrañada, revisa la radio pero al poco tiempo se separa de ella, con los brazos cruzados:
- Qué raro... esa radio nunca nos ha dado ningún problema. - se gira a uno de sus mercenarios más jóvenes - Peter, ve a la otra radio, a la del taller, y prueba a comunicarte en esta frecuencia. Corre.
- Puede ser cualquier cosa, una simple tormenta de arena hace que las comunicaciones se vayan a la mierda.
- ... o los mierdas esos que están en el desierto, tampoco me extrañaría que estuvieran otra vez fastidiando... malditos yonkis...
Oyes la voz de Murphy (uno de los que vinieron a recibiros)
- Vive alguien en el desierto, ¿verdad?. Alguien peligroso... - Le recriminé a Mercy, mientras la miraba directamente a los ojos, con un brillo peligroso en la mirada, mientras mi mano se posaba, como por casualidad, en el pomo de uno de mis cuchillos.
- Pero qué dices niño - responde a Beowulf como si le molestara - Pues claro que vive alguien en el desierto, ¡es lo único que hay!
Tiene el cejo fruncido, pensativa saca un cigarro y uno de sus secuaces corriendo se lo enciende. Suelta una bocanada profunda de humo, mirando a un punto indefinido del espacio.
- El desierto es peligroso para todos, da igual quién seas. Capitán, es posible que su nave esté ya en problemas.
—Bien, les acompañaremos. Traeremos la nave hasta aquí y veremos que podemos hacer por ella.— El rostro impávido de Sebastian revelaba que no les gustaba aquello. Pero era mejor tener a todos cerca. Si la vieja arpía tenía otro plan para ellos meterse en la boca del lobo no parecía la mejor forma de ayudarse. Pero al menos estaríamos todos juntos.
—Habrá que ir con cuidado con Mercy, después de todo— pensó irónicamente para si mismo.
En principio salvo que ponga alguna pega salimos todos en dirección de la nave de nuevo para ayudar a remolcarla.
Frunzo el ceño con el chiste de Sebastian sobre Mei; seguramente no sería ella quien le matase, salvo que sea más rápido que Ash o yo misma. El capitán sabe que ambos somos bastante protectores con la joven mecánico, pero por algún motivo, a pesar de mi autocontrol habitual, resulta evidente que la broma no me ha resultado ni de lejos graciosa.
Mi estado de ánimo no mejora al ver que nadie contesta a la radio y entonces es Beowulf quien habla. El tono de reproche me sobra completamente, porque, como la misma Mercy responde, es fácil que alguien peligroso viva en el desierto. Sin embargo, el chico ha demostrado tener una intuición que deja la mía a la altura del betún, por mucho que la mayoría de la gente me considere una persona intuitiva. Conociéndole, si dice que hay alguien peligroso cerca, lo más probable es que la nave esté siendo atacada o algo parecido.
Miro a Sebastian y asiento. - Sí, será mejor que todos volvamos a la nave - le digo. Por ahora no hay mucho más que discutir aquí, y menos si nuestros amigos están en peligro, así que sólo espero las órdenes de Sebastian para salir disparados hacia nuestro vehículo.
Mercy asiente con la cabeza, parece preocupada aunque no dice nada más, solo da algunas órdenes a sus hombres para ponerse en marcha. Estáis saliendo por la puerta cuando la radio vuelve en sí:
- Sebastian! - pasan unos segundos de estático - Sebastian! Contesta joder! - se oye la voz de Melina gritando.
Me detuve de golpe al escuchar la radio y miré a nuestro capitán, era obvio que pasaba algo muy malo. Sabía que esta gente nos había estado ocultando algo...
Me aseguré de que nadie impedía que Sebastian se acercara a la radio y respondiera a ella, escontándole como si yo fuera su sombra.
Sebastian mira hacia atrás divertido ante el traqueteo de la radio con la voz de Melina al otro lado. Sonrie de forma sugerente y se acerca contoneandose en un baile que pretende dejar claro que esa llamada es para él. Guiña un ojo a Mercy antes de contestar en una voz profunda.
—Aquí el Capitán Ley en la 98.2 FM Estereo. Acompañando a todas esas preciosidades perdidas en el desierto. Dime muñeca, ¿quieres saludar a alguién y pedir una canción?—
- Capitán - responde Melina, mucho más tranquila - No nos hace falta pedir canciones, aquí ya estamos en medio de una fiesta a todo volumen. Tenemos varios intrusos dando guerra en la cocina, se han metido en la nave por la fuerza. ¿Esta es la visita de la que nos querías hablar?
Miré furioso a Mercy y a nuestros anfitriones y les recriminé, con un brillo peligroso en los ojos, y un tono gélido como el hielo ártico:
- Vosotros sabíais que esto iba a pasar y no nos avisasteis...
—Negativo. Dos de peperoni y una hawaiana extra de piña marchando. Cambio y corto.— dijo Sebastian rápidamente —Beowulf, ahora mismo tenemos cosas mas importantes que hacer. Señorita, nos adelantaremos en nuestro transporte. Les esperaremos cuando hayamos limpiado los platos.—
Mientras soltaba aquella retahíla absurda se movía hacia la puerta arrastrando por el camino a sus compañeros en dirección al vehículo que habían utilizado para venir hasta aquí.
—¡No olvide traer vino para el remolque!—
Llevo todo el tiempo las armas sueltas en el cinturón por si la gente de Mercy pone problemas tener acceso a ellas rápidamente. Si no se nos interponen nos lanzamos sobre el vehículo y salimos por patas en dirección a la nave.
Mercy mira sorprendida a Beowulf tras sus palabras, pero se pone en marcha enseguida. Parece que no le pilla de sorpresa. Sebastian y la tripulación llegan al coche sin impedimento, que ruge cuando lo ponen en marcha. Con un par de gritos Mercy organiza a sus hombres, que montados en otro jeep sigue al de la tripulación.
- Todos atentos! Esta vez no se nos pueden escapar! - grita Mercy a lo lejos.
Después de media hora a toda velocidad por el desierto, se empieza a atisbar Libélula, que es un punto reluciente en medio de la nada. Tiene el portón de la galería cerrado, pero hay un agujero donde antes había una puerta en uno de los costados.
Continúa en la escena de Libélula