Ríe. Luego el rostro se le oscurece un poco.
-Seguimos sin encontrar a Julius....Creemos que ha desaparecido. La policía tampoco sabe nada de él...
Lo miro con algo de lástima. Le hago una señal para que se siente en el sofá y me siento a su lado. Le cojo con cuidado las manos, y mirándole a los ojos digo:
- Tristan, acerca de Julius... - pienso cómo decirle esto - Él ya no está. Julius se ha ido, y es posible que no vuelva nunca. Pero esté donde esté, te puedo asegurar que está bien. Así que... tendrás que conformarte conmigo.
Y con una sonrisa intento demostrarle que todo le irá bien a Julius.
-Igual tendríamos que hablar con tus padres....
No parece muy convencido, pero sí preocupado. Una parte de él quisiera dejarlo estar.
-Oh... a todo esto hablé con mi jefe en la biblioteca... podrías trabajar con nosotros...al principio organizando, luego clasificando... así podrías ganarte un dinero.... y volver a casa.... si quieres....
- Creo... que de momento será lo mejor.
No estoy realmente convencida, pero necesito algo con lo que mantenerme. No puedo dejar que la señora Garibolo me cuide eternamente.
- Gracias por todo, Tristan.
-O podríamos.... .... ... da igual. -sonríe- está bien.
Sale de la habitación a prepararte té
Mientras Tristan está en otra habitación, saco de debajo de mi camisa un auto-retrato que me hice antes de perder la memoria. Lo miro una última vez y lo dejo sobre la mesa.
Voy rápidamente a mi habitación, cojo unos pocos víveres que he preparado (algo de comida enlatada y una cantimplora con agua, papel y pluma) y me voy sin hacer ruido, procurando que la puerta no suene al marcharme.
Una vez en las calles de Agartha, miro a la casa de Tristan una última vez.
Me daba lástima, no por dejarle a solas ahora, si no por haber perdido definitivamente a su amigo. Lo siento Tristan.
Y empiezo a caminar, esperando ganar algo de pan cada día con mis dibujos, y con esperanza de, algún día, llegar a la gran mansión que hace poco dibujé, en busca de lo que quede de mi.