Partida Rol por web

La sacerdotisa fue asintiendo con la cabeza y mirando a todos los que le iba describiendo el pequeño gnomo del grupo. Había gente muy variopinta, pero el grueso del grupo lo conformaban elfos o distintas razas de los mismos, al parecer y según percibía con la mirada.

No hizo mucho caso a la perra que gruñía, pues le parecía más un chucho que una loba, a simple vista. Y ante la altanería típica de los elfos hacia lo que todo el que se había encontrado con esos tipos hacía, ignorarlos y hacerles creer que les importaba lo suficiente como para que les hablasen.

Pero Lynn correspondió a las palabras del extraño con cara pintada, que al menos había tenido la dignidad de devolver el saludo, pese a las formas tan raras.

- Encantada de conocerte, Felsom. Espero tener mejor suerte que quien quiera que os acompañó anteriormente. - Y justo entonces miró en general y también donde estaban los elfos para evitar las estupideces que siempre decían. - Si, he dicho suerte. Y antes de que a alguien se le ocurra hacer alguna disertación metafísica sobre el uso de la palabra suerte, de que eso no existe, o que está echada, que soy indigna por referirme a ella y cualquier mierda que suelen decir los que les gusta hacerse notar... Me importa una mierda. Estoy aquí buscando aliados para lo que sea que nos convocan, no enemigos. ​​​​​​Soy educada y quizás no muy lista, pero tampoco tonta y sabed que doy tanto como recibo. - Finiquitó.

Le encantó la respuesta de Brennan que llegó a sus oídos y no dudó en susurrar algo más desde una actitud más traviesa que rápido se evaporó por la conversación general y más aún, por la presencia de aquella mujer que se había unido. No obstante se sorprendió por las palabras del gnomo, incluso en ese momento le resultó simpático a la propia Elen y esto sin dudas era mucho. 

En silencio como era habitual, escuchó a todos y torció el gesto al saber que la recompensa es todo un misterio. Algo que despertó en la elfa bastante desconfianza, así que se mantuvo seria desde su línea pero muy atenta a lo que decían todos los demás. 

—Mirar a Felsom no es un problema, él te mira como si fueras un pollo y uno como si fuera un loco  Es una grata experiencia, yo adoro a este hombre—confesó al alzar su jarra de cerveza y luego miró a Brennan—. No te vayas a poner celoso. 

Después regresó al tema de conversación general. 

—Nada, habrá que ir y ver. No tenemos mucha opción, aunque que coraje amenazarnos con tanto descaro. No saben cómo quedaron los monjes tras meterse con nosotros—dijo y al escuchar a la Lynn, soltó una carcajada—. Que va, ni que fuéramos nobles. Ni te preocupes, solo cuida tus muslos de Felsom y los oídos por Frenni.

—Te seguiré, claro. Aunque a ver si puedes conmigo...—susurró desde la cercanía, dejando su aliento sobre el cuello—. Tengo ganas. 

Brennan, que estaba ya levantado esperando la respuesta de los emisarios, se giró con incredulidad para escuchar las palabras de aquella mujer que parecía tener una elevada opinión de sí misma, la suficiente como para tomarse la libertad de dar por hecho demasiadas cosas.

El buen humor que estaba cultivando aquella noche terminó de agriarse a medida que la mujer continuaba hablando de forma cada vez más cargante. Al lado de Brennan, Gealach se mantenía en una calma tensa, contenida únicamente por las palabras de su compañero.

-Oh, cállate de una maldita vez. -Le espetó sin tapujos cuando ella terminó su absurda disertación acerca de la suerte. Lo había pensado al verla, pero cada vez tenía más claro que lo que tenían delante era una persona que conseguía combinar el victimismo con la arrogancia. Una auténtica fuente de problemas. Y lo último que necesitaban era más problemas. -Además, no recuerdo que nadie te haya propuesto acompañarnos.

-Si estás buscando aliados, tienes una particular forma de encontrarlos. -Bufó. Realmente esperaba que Frenni no se encaprichara de nuevo. Habían logrado convertir a un extraño conjunto de desconocidos en un grupo de cierta confianza, y esperaba mantenerlo así.

Como ya había vaticinado en voz alta, y como no podía ser de otra manera, el orejas puntiaguadas de la mesa, que era el que poblaba el lugar con su aroma embriagador a bosque húmedo y cerrado, estaba molesto por la presencia de la sacerdotisa y se metía donde no le llamaban.

- Veo que no solo vuestra mascota - Dijo señalando con la mirada a la perra sentada bajo la mesa. - tiene malas pulgas. Parece que tenéis gente con peores pulgas entre vosotros. Imagino que será por haberse criado entre alimañas. - Comentó al resto que estaban trabando conversación con ella, sin mirar al elfo, pues siempre había oído eso de "a palabras necias, oídos sordos".

- Bueno, supongo entonces que el abraza árboles que os acompaña no va a presentarse a echar un vistazo como el resto. Tampoco es que me importe mucho. Pero como nos han "invitado" a todos a ir a ese barco, entendí que vosotros iríais también, como me confirmabas hace un segundo tu, Frenni, Felsom e incluso Elentirell. Si es quien decide por vosotros, pues encantada y hasta la vista. Supongo entonces que no os veré en el barco. Ha sido un placer conoceros. - Dijo sonriente.

Como era de esperar, la clérigo no se iba a amilanar ante las palabras de un recoge flores del bosque, y menos callarse por el mero hecho de que se lo pidiera. Nada más lejos de la realidad. Así, su actitud fue de total ignorancia hacia un ser que mostraba sin tapujos su altanería élfica, como de costumbre entre los suyos.

A Lynn le habían parecido más amistosos el resto de integrantes, que la habían considerado una aliada por momentos. Pero, por sus palabras, y si nadie contestaba, estaba claro que el huele musgo era quién tomaba las decisiones del grupo. Y también parecía que no se iban a presentar en la cita acordada, al menos no el tal Brennan, por sus palabras.