Ella se había prometido así misma no ceder ante nadie, ni siquiera ante el influjo de un hombre debido a sus experiencias y más aún la riesgosa vida que llevaba a cabo. No obstante desde que comenzó a conocer un poco más en profundidad a Brennan, entre ironías, puyas y demás, descubrió que la atracción estaba allí en cada mirada, en cada acto que de alguna manera muy significativa le calaba hondo.
Por esa razón es que se atrevió a besar esos labios con un profundo deseo, uno que no pudo ocultar y al sentir que era correspondida por esa intención que ya había percibido sin que exista un acercamiento como tal, hizo que ese compartir húmedo, delicioso, se convierta en algo muy bonito, delicado y por sobre todas las cosas sentido. Tanto que las manos de Elen acariciaron con suavidad las mejillas y el cuello del medio elfo, todo lo que el beso duró.
Ya después, una vez separados para tomarse un respiro, se quedó mirando sus ojos completamente embelesada. No parecía la misma joven que siempre con mal carácter parecía un perro rabioso con el mundo. Al contrario, allí era toda una mujer, sensible, apasionada y dulce.
—Supongo que es inevitable...
Las manos de la elfa eran suaves, como una brisa cálida acariciando su rostro y su cuello mientras compartían aquel beso. Sus caricias hicieron que se estremeciera involuntariamente hasta que finalmente sus labios se separaron.
Fue entonces cuando se miraron de nuevo a los ojos, y Brennan se perdió en ellos.
Había algo diferente en los ojos de Elentirell, una ternura que habitualmente estaba escondida detrás de la dureza de la máscara de asesina impasible que solía llevar. Pero en ese instante, esa máscara había caído y tan sólo quedaba una mujer tan desbordada por sus sentimientos como él mismo.
-Esta es la mejor forma de asesinato que nunca he probado. Inevitable... -Susurró, sonriendo de medio lado entre respiraciones aceleradas. A pesar de las batallas vividas, de los combates luchados, hacía tiempo que el corazón de Brennan no latía tan desbocado.
-¿O conoces alguna mejor? -Se atrevió a preguntar, buscando ocultar su inexperiencia como provocación, antes de inclinarse hacia ella y fundirse en un nuevo beso.
Un beso que rápidamente perdió la timidez del anterior y buscó unirse más a ella, mientras su mano descendía desde el cuello de la elfa hasta la base de su espalda, empujando sus caderas contra las suyas.
—Y una de las más deliciosas...
Sin dudas se alimentó de aquellos besos, correspondiendo bajo el influjo de la atracción y los bonitos gestos que Brennan tenía hacia ella. Por un breve instante dejó muy atrás su actitud borde, al manifestar un lado que si bien estaba muy escondido para los demás, no tenía que estarlo para alguien como el medio elfo. Por ello es que lo llenó de caricias y jugó con esos labios, profundizando un poco más el beso, entre ligeros mordiscos suaves para darle mayor impronta.
—No conozco alguna mejor, sólo me apetece conocerte un poco más. ¿Me lo permitirás?—preguntó traviesa—. Me hace ilusión descubrir al hombre que está detrás de esa apariencia de explorador fuerte.
Las manos de Brennan se recrearon entre caricias mientras ella más se pegó físicamente a él, buscando el roce, la intimidad misma entre gestos y besos profundos, muy sentidos. Se estaba permitiendo este instante siendo una mujer porque de alguna manera él se lo había ganado.