La emisaria se acerca, con las manos en la cintura, -hemos obtenido muy poco sobre el asunto, las tensiones entre reinos están poniendo toda la atención del personal en las fronteras y demás…- dice mientras observa y hace algunas señas para que desplieguen las velas, -Espuma Blanca es una pequeña villa de medianos que nunca ha tenido problemas con nada ni con nadie- camina hacia el mástil y recuesta su espalda contra la madera, para luego cruzar sus brazos sobre el pecho, -Gerard, el líder de la comunidad es quien nos ha contactado y puesto al tanto de lo ocurrido, seguramente y como se ha mencionado antes, estando allí y buscando pistas tal vez puedan dar con un buen resultado… no está demás que hagan buenas acciones para el rey- se inclina hacia el grupo y baja el tono de su voz, -tal vez les de algo más que solo oro-.
Pueden escuchar el crujir de la madera comenzando a golpetear entre las olas, el navío había comenzado su viaje y el viento empezaba a llenar la tela de las velas, su destino estaba en el horizonte.
Luego de tres días de viaje, llegan por fin al puerto en la Baronía del Bosque de Harken; pueden observar que el puerto se ha establecido como zona militar, debido a que se han puesto barricadas improvisadas y hay unas cuantos postes de vigía, sumando a esto unas cuantas tiendas de campaña; la emisaria les conduce hacia el camino que deben tomar de ahora en adelante, entregándoles para ello una montura sencilla a cada uno, -esto no hace parte del contrato, así que deben regresar los caballos al terminar su tarea; es una especie de ayuda de mi parte, con ellos llegaran en una hora a lo sumo a Espuma Blanca, siguiendo el río arriba- dice señalando la dirección en la que deben encaminarse; -que tengan suerte en su búsqueda… ahora, andando-.
Siguen el río hacia el oeste, hasta un punto donde su orilla sur se alza hacia cinco lomas cubiertas de hierba, las colinas pequeñas han sido ahuecadas para crear casas un tanto pintorescas, todo el caserío está rodeado por un muro de cuatro pies de alto; varias canoas se apilan en la orilla del río; cuando llegan a lo que sería la entrada los medianos que estaban trabajando y otros pocos que estaban en ocio, se apresuran para dar bienvenida.
Siempre me he preguntado la expresion de andando...si vamos a caballo.
Eilan se mantubo poco participativo en el trayecto a caballo, no es que no tubiera mucho que decir....es que estaba encima de un animal que habia salido del propio infierno. Estaba tenso y no veia el tiempo de bajarse de esa maquina viviente de tortura.
Aleran asiente ante los emisarios. La misión encomendada parece encerrar más misterio del que aparenta; una tarea que, para resolverse, podría necesitar algo más que acero. Después de escuchar atentamente toda la información, el semielfo opta por buscar la comodidad de un camarote, en el cual ordenar su mente.
El vaivén de las olas azotaba sin piedad al paladín. Aunque había viajado tan lejos como sus piernas le habían llevado, nunca se había acostumbrado a las travesías marítimas. El mareo le castigó con una náusea molesta y pegadiza, que le acompañó durante casi todo el trayecto. Se escondió como pudo para que sus amigos no pudieran verle, tratando de ocultar la expresión pálida y las ganas de vomitar, hasta que finalmente llegaron a tierra y respiró con profundo alivio.
A pesar de no ser un jinete diestro, Aleran se sintió mucho más cómodo desplazándose a caballo. Mientras cabalgaba, observaba al dificultado Eilan y recordaba sus palabras antes de embarcarse. Una amenaza pesaba sobre la cabeza de su compañero y eso le preocupaba - aunque no había tenido de preguntarle por ello todavía, esperaba poder ayudarle también, en cuanto tuviera la oportunidad.
Absorto en sus cavilaciones, Aleran interrumpe sus pensamientos al llegar a Espuma Blanca. Sus labios dibujan una amplia sonrisa al comprobar de primera mano la estimada hospitalidad de los medianos, siempre pacíficos y dispuestos a la amabilidad.
— ¡Salud, prosperidad y buena fortuna para Espuma Blanca! — El paladín alza la mano con enérgica decisión. — Mi nombre es Aleran de Monte Alto, aprendiz de Thevon de Neverwinter y humilde siervo de Ilmáter. — Desmonta y extiende la mano hacia sus compañeros. — Me acompañan el hábil Eilan y la devota Lynn, ambos grandes aventureros y mejores amigos... ¡Puedo jurarlo en mi nombre! — Exclama con seguridad.
— Buenas intenciones encaminan nuestros pasos hacia vuestra hermosa aldea. — Dice, buscando con la mirada a un responsable a quien dirigirse. — En servicio al rey Valikar, respondemos a vuestra petición de ayuda. Buscamos a Gerard, líder de vuestra comunidad. — Mira al cielo, respira profundamente y concluye su introducción. — ¿Tendréis la amabilidad de conducirnos hasta él?
Eilan niega con la cabeza...ya tenemos pregonero, dice sonriendo y con una ligera carcajada refiriéndose a Aleran
Estoy desde el móvil, pero no podía dejar pasar esta ocasion
Jajaja, perdón, quizás el idealista paladín se haya excedido de confianza XD Es un poco santurrón el pobre...
Aunque han sido pocos posts, he dado por sentado que después de pasar por Freeport y por el viaje en barco, nuestros personajes ya se conocían mejor:)
Ya ya pero a partir de ahora puedes escoger que te llame el pregonero o el verdulero xd
Tengo ganas de verte como vendes equipo, anda payo cómprame está Maza +1 que tengo que alimentar a los churumbentureros xd
XD+ hecho!
Todavía no me llega el carisma para Verdulero. Pero tiempo al tiempo...
Tras el viaje en barco, que no hizo si marear el cuerpo de la clérigo, llegaron a su destino. Una vez allí, el paladín, Aleran, se encargó de hacer las presentaciones y dar el nombre de quién había solicitado ayuda. Nuestra ayuda, al parecer.
Era un pueblo de medianos, como les habían contado. Sus casas excavadas en las pequeñas colinas y las gentes menudas, esa era su seña de identidad. Y sus enormes pies peludos, todo sea dicho.
Lynn se llevó la mano a la boca para taparse una sonrisa que le afloraba cuando Eilan hizo la broma sobre nombrar a Aleran el pregonero del grupo. Después de todo, la mayoría de los paladines a los que había conocido se comportaban de un modo similar al de Aleran.
Sin más, uno de los más jóvenes ahí presentes, se ofrece para llevar al grupo hacia el líder; este se encuentra en el centro del pueblo, junto a una pequeña fuente fumando una vieja pipa, intenta enderezar su postura y arregla su ropa mientras avanza unos cuantos pasos. –Vaya, han llegado mucho más pronto de lo que esperaba… por favor, acérquense- el hombre extiende su pequeño brazo y les enseña unos troncos de madera perfectamente pulidos, que según se ve, sirven como asientos.
El viejo toma lugar en uno de los troncos y da un pipazo mientras sonríe, -supongo que no son necesarias las formalidades, aunque no está de más decir que soy el líder de la villa, mi nombre es Gerard- exhala soltando un poco de humo en el proceso y continua, -voy a ir al grano, a lo que nos interesa…- vuelve a esbozar una sonrisa y señala hacia lo que parece un granero, -en lo que va de la semana, Bob Sonriente ha atacado la villa en dos ocasiones y en cada una de ellas se ha llevado a uno de los nuestros, todo ha pasado tan rápido que ni siquiera hemos podido saber en qué dirección ha huido aquella bestia-.
Ésta vez se dibuja una expresión triste en el rostro del anciano, -el ultimo de nosotros ha sido Punkin Rocalanzada, la hija del herborista, es una pena… se trata de una joven muy comprometida y hogareña-, Gerard se queda en silencio mirando el cielo por unos instantes, hasta que el grupo decida hacer cualquier comentario.
Aleran se sentía a gusto entre los medianos; hallaba tan entrañables sus costumbres como curiosos los asientos que ofrecían. Pensaba, sin decirlo, que elfos y humanos podían aprender mucho de ellos. Tan de su agrado era Espuma Blanca, que por momentos olvidaba la difícil misión que les había conducido hasta ella. Por suerte, Gerard no tardaba en recordársela.
Sin molestarse en esquivar las bocanadas de humo, el semielfo espera pacientemente a que el líder de la comunidad acabe sus explicaciones. — Por lo que he escuchado, temo que una solución pacífica sea imposible. — Se lamenta el paladín. — Aunque detesto el sufrimiento y la muerte de cualquier animal, el bienestar y la seguridad del pueblo son prioritarios. Intentaremos encontrar a la joven Rocalanzada por todos los medios.
Aleran dirige la atención hacia Lynn y Eilan, esperando hallar su acuerdo. — Aunque tuviéramos el valor necesario, creo que meternos en la cueva del oso sería un suicidio. No obstante... — Se lleva la mano a la barbilla. — Si "Bob Sonriente" ya ha atacado la villa en dos ocasiones, es de esperar que lo hará una tercera. — Levanta un poco la mano. — Tal vez lo más inteligente sea esperarlo. Podríamos coordinarnos entre los tres y, con alguna ayuda de los medianos, tenderle una emboscada... — Dice, cerrando el puño. — De suerte que podamos ocasionarle el daño suficiente para asustarlo, forzándolo a huir y regresar a su guarida.
— Malherido, el oso no supondrá la misma amenaza. — Argumenta, finalmente. — Sería entonces el momento perfecto para seguirlo y, de tener la buena fortuna de encontrar a la mediana cautiva, rescatarla.
— ¿Qué opináis vosotros? — Pregunta con interés a sus dos compañeros.
La sacerdotisa sopesaba las palabras del jefe de los medianos, así como las ideas que el paladín postulaba para ir en busca del supuesto oso. Cuando Aleran solicitó la opinión del resto, Lynn intervino, no antes.
- Opino que el oso está causando estragos, al parecer. Generalmente los osos no actúan de ese modo, así que me temo que habrá gato encerrado. - Comentó pensativa. - No conozco ni he oído nunca hablar sobre osos que secuestran personas. Me temo que lo principal es ir a rescatar a la mediana. Si el oso nos ataca, tendremos que acabar con él. No hay más. Pero me sigue intrigando el hecho de que ese animal actúe de ese modo. Es algo que tendremos que investigar... - Añadió.
Yo voto en ir a rescatar a la mediana y si se pone el oso por delante Lynn no dudará. Ya ha hecho mucho daño como para ir a acariciarlo.
El anciano asentía a sus palabras mientras acariciaba su barba, -ambos tienen razón, pero me quedo más con la idea de que el Oso no está atacando porque así lo quiere, supongo que debe haber alguien detrás de esto- baja la mirada como buscando su siguiente comentario, -tampoco me gustaría esperar a que Bob regrese y haga de las suyas, no me gustaría perder a alguien más; ni mucho menos que la criatura tuviera que morir por causa de esto- esta vez exhalo un poco apenado.
Extendiendo una de sus pequeñas manos les insta para que avancen, según el camino, se dirigen hacia lo que sería la taberna del lugar, -algo que puedo añadir… aunque no es algo que sea confirmado en su totalidad, es que algunos de nuestros lugareños divisaron al Oso hace unos días en el viejo molino abandonado, a dos millas de aquí; supongo que sería bueno comenzar con investigar ese sitio, tal vez eso ayude en algo- el viejo dibuja una sonrisa amable indicando el ingreso a la taberna, -por ahora pueden descansar, comer y beber de nuestros alimentos, antes de iniciar-.
El paladín muestra su asentimiento con Lynn. Después de escuchar a Gerard, se pronuncia. — Me preocupa la posibilidad de que el oso ataque de nuevo mientras estamos fuera... — Se interrumpe, mordiéndose la lengua. — Pero temo que sea un riesgo que habremos de asumir. — Cierra los ojos, como si no quisiera imaginar tal escenario.
Aleran aceptó gustoso la invitación a la taberna, pero comió y bebió con modestia. El anhelo de rescatar a la joven Rocalanzada rugía en sus tripas con más fuerza que el hambre y, mientras fingía disfrutar del banquete, observaba protectoramente a los medianos. Deseaba, por encima de todo, que Espuma Blanca no fuera castigada con mayores infortunios y que las vidas de sus habitantes regresaran a la normalidad.
Durante la comida, el semielfo inquiere al tabernero. — Amigo mío, ¿Cuenta vuestra aldea con la presencia de herboristas, quizás de un alquimista? — Pregunta mientras examina su bolsa de oro, flaca y ligera.— Aún me quedan unas pocas monedas después del viaje; su peso me estorba... — Sin grandes esperanzas, insiste. — Estoy pensando en hierbas, ungüentos, pociones... Cualquier suministro que pueda sernos de utilidad.
Sin mayor entretenimiento, Aleran comenzó los preparativos para partir cuanto antes. Luego se reunió con Lynn, esperando conocer su opinión sobre la idea de investigar el viejo molino.
Sin interrumpir la escena: tengo 45 monedas, si pueden gastarse en algo que nos pueda servir a mí o a Lynn, gastadas sean:)
La sacerdotisa atendía a las palabras del paladín, mientras sopesaba las opciones que tendrían contra un oso que diezmaba a la gente de la aldea.
- Vayamos a reponer fuerzas y a comer algo. Después iremos a revisar la tienda y ver si tienen algo que te sirva, Aleran. Lo siguiente es ir a echar un vistazo al viejo molino abandonado. - Añadió.