Han trascurrido algunos días, luego de que se prepararon para iniciar la aventura, consiguieron los recursos que para cada uno fue necesario y luego de un largo viaje, han llegado por fin al puerto de Nerath, sus pies tocan por fin tierra firme, no más vaivén ni brisa marina; para algunos era una total felicidad, otros simplemente ya estaban acostumbrados a este tipo de transporte. Amberus los conduce hasta el establo más cercano y compra una montura para cada uno, el dueño del establo les invita para que cada uno escoja el que de ahora en adelante será su compañero. -A lomo de caballo tardaremos mucho menos en llegar, será cuestión de un día a lo menos, haciendo unos cuantos altos en el camino- menciona Amberus al grupo mientras organiza la silla de montar.
Ha pasado poco más de un día y su camino a lomo de caballo se ha hecho ameno, pueden sentir el viento más fresco y agradable; a pesar de que el suelo es llano, de vez en cuando aparece entre la tierra y la hierba un adoquín, lo que indica décadas de dejadez. Pronto llegan a lo que sería Refugio Invernal, pueden observar que no se trata de un pueblo muy grande, de hecho es bastante pequeño notando las dimensiones de su muro protector, alzando la mirada, un poco más allá en lo alto de una montaña, se puede ver una edificación, Amberus levanta su mano señalando aquello que ven en lo alto –allí está, la fortaleza de Páramo Sombrío- se puede notar una bruma a su alrededor, tal vez por el frio del ambiente o por que hace lujo de su apodo, -descansaremos en Refugio Invernal, tal vez sea buena idea recolectar información y salir en la mañana-. Lo cierto es que el sol estaba por ocultarse y pasar la noche en un lugar que tiene tantos misterios no sería lo adecuado.
Ustedes llegan por el camino que viene desde el sur.
Finalmente, tras un tranquilo viaje en barco, llegaron a tierra firme, algo que casi todos agradecieron. Para Brennan, su estancia en las islas había sido interesante, pero las grandes montañas y los bosques lo llamaban de una forma que la costa no podía igualar. Sin perder tiempo, el sacerdote que les había contratado se las arregló para conseguir unas monturas, aunque no resultó tan sencillo hacer que éstas no se asustaran constantemente ante la presencia de la loba.
Sin embargo, gracias a experta mano de Brennan, los caballos terminaron por aceptar la presencia de Gealach, y en cuestión de apenas unas horas, el hombre había logrado también que su montura casi se comportase como si fuese parte de su particular manada.
-Ese muro es bastante grande para lo pequeño que es el pueblo… -Dijo, refrenando su caballo, cuando finalmente se acercaron al lugar que debía ser Refugio Invernal. Un muro sorprendentemente sólido para un asentamiento tan pequeño lo rodeaba, dando a partes iguales una sensación de seguridad y de amenaza latente. -Y construirlo habrá sido un esfuerzo.
-¿De qué se están protegiendo, exactamente? -Añadió, mientras observaba a su alrededor hasta que sus ojos se posaron en la brumosa montaña. -¿Qué hay en aquella fortaleza?
El viaje en barco fue mucho más breve de lo que Felsom hubiera esperado y, por suerte, el nigromante no terminó mareado por el camino. Amberus les había guiado posteriormente hasta un establo donde pudieron escoger una montura, y en el caso de Felsom, el lanzador de conjuros escogió a un caballo completamente blanco y en buena forma física.
-Te llamaré Rocinante. ¿Te gustan las manzanas? Te daré manzanas. Al fin y al cabo, yo no las como -le dijo al equino, mientras se subía a la silla de montar, acomodándose como pudo. Era la primera vez que montaba a caballo, por lo que le fue difícil colocarse bien hasta que estuvo cómodo.
El recorrido a caballo resultó bastante ameno, si bien Felsom no pudo cumplir su promesa de buscarle manzanas al caballo durante el camino. Al observar Refugio Invernal, el nigromante dejó escapar un claro silbido, pues aquel lugar evidenciaba una dejadrez desde hacía bastante tiempo.
-Apuesto a que se protegen de goblins u orcos -le indicó a Brennan, al oír al druida preguntar sobre qué se estaba protegiendo-. Este tipo de sitios... Casi siempre tienen problemas con pieles verdes.
Resultó curioso que alguien como Elentirell estuviera fascinada con los caballos, incluso no lo eligió al contrario, esperó que cualquiera de ellos se acercara a su lado y sería quien finalmente formaría parte de su propio equipo. Para su sorpresa resultó ser un cabello muy blanco con unos hermosos ojos ambarinos que la llenaron de ternura, tanto que en cuestión de minutos ya le había puesto un nombre: Fantasma y rápido hicieron tan buenas migas, que se la vio sonriendo, acariciando la cabeza del equino durante todo el viaje.
Finalmente cuando llegaron a la Fortaleza del Páramo Sombrío, entrecerró los ojos mientras escuchó con detenimiento a sus compañeros.
—Seguro la asediaron muchísimas veces, nadie protege algo porque sí y no creo que sea solo por los pieles verdes—comentó un tanto seca, como era habitual—. Que no nos engañen las apariencias.
No dijo mucho más, ya descubriría más tarde que pronto el motivo por el cual ese lugar estaba custodiado de aquella forma. Elen siempre dudaba de todo, quizás por eso nunca se relajaba y parecía estar en alerta ante todo. A veces exageraba, otras acertaba en demasía.
Luego del viaje en barco, al grupo le tocó otro viaje pero ahora subidos a la montura de algún caballo. Por parte de Frenni, quien no contaba con la misma altura y presencia de sus compañeros, este tuvo que optar por un potrillo más joven y pequeño. Mucho más manejable para alguien que además de ser más chico que un barril tenía poca experiencia manejando a esta clase de animales. Lo que daría por poder pagarse un carruaje.
Y además el frío. El irremediable frío de la montaña se comenzaba a sentir cada vez más. Los gnomos son conocidos por preferir la primavera a cualquier otra estación. Bosques templados y alegres, con hojas verdes y chillonas y lagos frescos y cristilanos. No la nieve densa y fría, los adoquines rocosos y el clima poco amigable. Aún así, un cambio de aire de Freeport era bienvenido.
- Por lo menos vamos a estar seguros durante esta noche... ¡adentro, mi Trovador!
El pequeño bardo instó a su potro a trotar hacia la puerta, pero la criatura le hizo poco caso y se mantuvo a la misma velocidad.
- Trovador malo...
Amberus respondió con un gesto hacia Brennan, indicando que realmente no tenía una respuesta exacta para sus preguntas, -realmente es poco lo que pueda yo decirles, tal vez solo lo que los viajantes y sus rumores han llevado al resto de pueblos y ciudades…- el hombre mira hacia la entrada del pueblo y continua en su andar, siendo este un poco más pausado, -será mejor recabar una información más exacta en el pueblo-. El delgado hombre sonríe ante la mención de los pieles verdes, -si solo es eso, estaría muy bien mi señor Felsom, pero con el rumor de que Kalarel ha sido visto por estos lares, no augura nada bueno-.
Tras llegar a la puerta de Refugio Invernal, pueden notar que hay un par de hombres que les apuntan con ballestas desde lo alto del muro, uno a cada lado de la puerta principal; un tercer hombre se acerca a la puerta metálica, endereza su postura y se dirige al grupo, -alto, antes que nada deben saber que Refugio Invernal es un pueblo precavido, por ello necesitamos revisar sus pertenencias, cualquier tipo de armamento deberá ser entregado al vigía, no se preocupen a la salida se les retornará… por último deben pagar un peaje de diez monedas de oro por cabeza para tramitar su boleto de ingreso y estadía-.
Amberus asiente a las palabras del guardia y procede a entregar su maza junto a una bolsa con monedas, -esto contiene la cantidad necesaria para pagar mi entrada y la de mis acompañantes… mi nombre es Amberus de Raftian, vengo para tener audiencia con Lord Vazcovich, he aquí un documento que certifica mis buenas intenciones en la visita al pueblo-, el clérigo saca de su mochila un pergamino que entrega al hombre, éste lo despliega para verificar su contenido; hace una seña y la puerta metálica comienza a abrirse lentamente.
-Pueden conservar su armamento, solo intenten no causar problemas en el pueblo- el guardia devuelve la maza al clérigo y les indica el camino para que ingresen.
Gracias al pergamino del sacerdote, cruzaron las puertas del pueblo sin tener que desarmarse ni pagar el, por otro lado, desproporcionado precio por la admisión entre aquellos gruesos muros.
-Dormir al raso debe ser realmente peligroso aquí si piden diez monedas sólo por abrir las puertas. -Murmuró Brennan, pensativo, mientras valoraba el grosor de las hojas metálicas de acceso a intramuros.
Una vez dentro, Brennan observó con atención. A menudo el ambiente de las calles de un lugar decía más de lo que allí sucedía que cualquier conversación con los locales. Las palabras podían engañar, pero los instintos y las costumbres no se olvidaban fácilmente.
-A bheil fàileadh rudeigin neònach ort? (¿Hueles algo raro?) -Dijo en voz baja hacia la loba, inclinándose en su montura hasta casi quedar tumbado en la cruz del animal.
-De todas formas, Amberus, supongo que ya que nos has abierto la puerta querrás ir directamente a hablar con ese noble. ¿No es así? -Preguntó al sacerdote, irguiéndose de nuevo. -No te preocupes, podemos instalarnos luego y no somos la clase de personas que necesitan acicalarse antes de una recepción. Adelante, te seguimos.
A Felsom no le había agradado especialmente la idea de tener que desarmarse para entrar en el pueblo y, si bien había estado dispuesto a pagar por la entrada a regañadientes, el pergamino de Amberus les había permitido cruzar las puertas sin tener que pagar ni desprenderse de sus armas.
-¿Qué tipo de peligro puede haber fuera de estos muros para tener que pagar diez monedas de oro? -preguntó Felsom, intrigado por el hecho de que el pago fuese tan excesivo. Estaba claro que aquello no era por un puñado de pieles verdes.
El nigromante aguardó a que Amberus les guiase hasta aquel noble. Al fin y al cabo, como había dicho Brennan, ellos no eran el tipo de persona que necesitase arreglarse antes de acudir en presencia de alguien que iba a contratar sus servicios.
Gracias a las monedas y a los papeles de Amberus, el grupo pudo entrar en el fuerte sin tener que sacar sus bolsas de dinero y sin tener que abandonar sus armas. A Frenni no le hubiera importado tanto, sin embargo, puesto que su mayor fuente de poder provenía de un instrumento. Aún así, era agradable no tener que entregar posesiones personales. Ahora tocaba hablar con el contratista mayor, el Lord Vazcovich, con el que seguramente hablarían sobre la misión.
- ¿Iremos directamente con el Lord? ¡Oh, mecaches! Pensé que tendría tiempo para componer alguna cantata de bienvenida. Es importante la primera impresión, ¿no?
Se notaba el tono sarcástico en la voz del gnomo, intentando bromear para pasar el tiempo y olvidarse del condenado frío. Aunque también era sabido que al muchachito le hubiese encantado tocar algunas canciones. Mientras avanzaban, algunas cabañas* a la distancia llamaron su atención.
- ¿Allí es dónde dormiremos? ¿Compartiremos todos una, o cómo?
* Los edificios que están marcados con H en el mapa.
Rápido frunció el ceño cuando escuchó el precio para entrar y menos mal que no necesitó poner de sus propias monedas porque no lo hacía. De todos modos tampoco es que le agradó esto de dejar sus armas en la entrada, aunque claro como se manejó bastante bien aquel sujeto, no hubo necesidad. En total silencio con ese aire borde que destila de normal Elen avanzó junto a sus compañeros con tal de adentrarse en aquel pueblo.
No tenía idea de cuanto tiempo era el necesario para quedarse allí, pero no le importaba andar así vestida incluso si debía hablar con un noble. Aunque estaba claro que la mujer del grupo no era muy afín a las artes del diálogo, así que seguramente se quedará más relegada en ese sentido.
Amberus ladeó la cabeza y sonrío un poco, -bien, antes que nada, el noble de éste lugar no es quien ha llamado para el trabajo; ha sido mi maestro Parbario… supongo que no me he hecho entender anteriormente- mientras camina, eleva la mirada hacia las puertas interiores, -mi maestro ha tenido una seria charla con el noble de Refugio Invernal, Lord Vazcovich, y es por eso que usaremos el lugar como base para investigar lo que acontece en la fortaleza- Caminaron por unos minutos hasta llegar a otro muro con puertas parecidas a las de la entrada, éstas se abrieron y dieron paso a un jardín amplio, con arbustos en ambos lados del camino que conducía a una edificación de dos pisos, a pesar de su fachada un poco desgastada, se notaba que hacían lo posible para mantenerla en orden. En la parte Oeste, se alzaba otra edificación, también de dos pisos, pero ésta parecía ser algún tipo de barracón, podían ver algunos soldados entrando y saliendo de allí, algunos sin su armadura completa; del lado Este, podían ver lo que evidentemente era un establo, con el personal atendiendo o cepillando algunos caballos.
Al cabo del tiempo, ingresaron a la mansión, Amberus hizo una leve reverencia al noble y extendió su mano hacia el grupo que le acompañaba; -Lord Vazcovich, son éstas personas quienes me acompañarán en la investigación, pido humildemente que pueda brindar cualquier tipo de información que nos ayude para tener un cimiento solido en nuestra búsqueda-.
El hombre se encontraba sentado al calor de la chimenea, este se levanta y extiende su mano indicando que tomaran lugar en la mesa, -Bimbru, por favor sirve algo de nuestro vino a los invitados, tal vez quieran comer luego de tan largo viaje- no era exactamente que aquel noble supiera el lugar de su procedencia, era tan solo que cualquier pueblo o ciudad estaba lo suficientemente alejada de Refugio Invernal como para pasar por alto ese detalle.
-Supongo que para ustedes, no es secreto que existen reinos tanto maravillosos como peligrosos, Paramo Sombrío no es una excepción a esto último y la frontera entre los planos allí puede ser muy fina- Vazcovich les mira por unos segundos, como si buscara algo en cada uno de ustedes; al parecer está dispuesto a contarles algo más detallado sobre el sitio. -Realmente espero que sus Dioses estén de su parte en esta misión, en mi caso no sirvo a ninguna deidad, no desde que…- se genera un silencio, como si el hombre quisiera evitar hablar sobre algo en particular, -olvídenlo, no les interesa mi vida, lo que les debe interesar es lo que ha pasado aquí, en estas tierras-.
-Hace casi doscientos años, una secta del príncipe demoniaco Orcus creó a propósito una grieta entre los planos, un velo por el que atravesaron muertos vivientes, esqueletos y un sinfín de criaturas repugnantes- mientras el noble habla, Bimbru y un par de sirvientes, ponen en la mesa platos con queso, carnes aderezadas con fruta, pan y botellas de vino, -el reino de Brimstone envió a sus legionarios para eliminar la amenaza… con valor, o quizá suerte, lograron sellar la grieta y construyeron una fortaleza para mantener a raya el peligro-, Vazcovich se levanta de su silla y se mueve hacia unas cortinas cercanas a la mesa, actica un mecanismo y las cortinas se abren de par en par, dejando a la vista un gran ventanal, que a su vez dejaba ver la colina brumosa en la que se hallaba la fortaleza, -lo que vinieron a investigar, no es nada más que esa fortaleza- dice señalando con su dedo.
Vuelve en sus pasos y nuevamente toma su lugar en la mesa, -en su tiempo, hace muchos años, Refugio Invernal fue un lugar con mucha vida, pero desde que las tropas se retiraron y la fortaleza se convirtió en piedra mohosa y madera podrida, así mismo murió nuestro pueblo-, niega con la cabeza mientras sonríe, -ya no le importamos a nadie, ahora solo quedamos algunos quienes vemos este lugar como nuestro hogar-; levanta su copa en dirección a Amberus y hace un gesto en lo que pareciera ser un agradecimiento, -por personas como Amberus y su maestro, continuamos en el mapa, que dedican su vida a estudiar la fortaleza y sus alrededores, habran notado que nuestro peaje para ingresar es bastante costoso, pero de algo tenemos que vivir, ya que nadie más no tendería la mano porque hacer las cosas más fáciles para los demás-.
Vazcovich apoya sus codos sobre la mesa inclinándose hacia adelante, -queda en sus manos continuar con su misión de investigar la fortaleza; pero, con los últimos acontecimientos, pudiera intuir que Refugio Invernal debe prepararse para defenderse de nuevo, queda poco para que la oscuridad vuelva a intentar atravesar ese velo…- dice señalando esta vez hacia la colina, -y la prueba de ello es su presencia en este lugar-.
Brennan no perdió el tiempo cuando las vituallas comenzaron a llegar. Antes incluso de prestar verdadera atención al noble, sus manos encallecidas ya estaban rasgando uno de los trozos de pan para acompañar el queso, y con disimulo dejó caer varios trozos de carne para que Gealach también pudiera formar parte del improvisado festín.
Continuó así, comiendo y bebiendo con la avidez de quien está acostumbrado a pasar hambre, hasta que pareció que el gobernante había acabado su relato.
-Vale, bien, nos queda más o menos claro. -Intervino Brennan, dejando a un lado la copa de vino que acababa de rellenar. Su voz ronca parecía reverberar en la sala como anticipo a futuros horrores que enfrentar. -Portales a mundo de no-muertos. Realmente suena a problemas. Pero antes de nada… algunas preguntas, lord Vazcovitch.
-¿Para empezar… cuánto que la fortaleza se quedó deshabitada? -Preguntó, mirando la sombría silueta de la vieja fortaleza. --¿Y cuánto desde que empezasteis a pensar que podría haber problemas de nuevo? ¿Qué fue lo que os hizo pensar, a vos o al maestro de Amberus?
Se rascó el lateral del rostro, en el que la barba ya comenzaba a ganar terreno después de los días de viaje.
-¿Nadie ha ido a echar un vistazo? ¿Ha habido ya ataques? ¿Desapariciones? -Continuó con su batería de preguntas. -Amberus nos ha hablado de un sacerdote maligno. ¿Sabéis de dónde vino? ¿Alguien que sí lo haya visto y siga vivo?
Esperó a que sus dudas pudieran ser respondidas, y lo hizo de la mejor forma posible, devolviendo su atención a la comida. En esta ocasión, fue el queso el que terminó a los pies de la loba, pues Brennan escogió probar la carne.
-Lo que tampoco termino de entender… -Añadió, masticando un trozo de lo que parecía ciervo. -Si ya sabéis lo de la Grieta, y que es una amenaza para vuestro pueblo… -Dio un largo trago al vino, y miró de nuevo al noble. -¿Por qué dejasteis que quedara vacía? ¿Por qué no usarla al menos como un puesto comercial?
-Y en cuanto a los dioses, Vazcovitch, no te preocupes por tu opinión. -Sonrió con cierta amabilidad. -En mi experiencia, ellos no van a venir a salvar a nadie. Como siempre, seremos nosotros los que nos ocupemos.
Felsom no estaba bien de la cabeza. Eso era algo que saltaría a la vista para cualquiera que hubiera tratado con él durante más de unas horas. No obstante, el lanzador de conjuros sabía comportarse y permaneció en silencio y sin hacer nada demasiado extravagante mientras Amberus se dirigía a Lord Vazcovich.
-Así que el problema son los no-muertos, ¿eh? -dijo Felsom, y estuvo tentado de dejar escapar una risita, pero se contuvo.
Desde luego, la misión le atraía. Si conseguía capturar con vida a uno de aquellos especímenes... ¿Podría conocer más acerca de los secretos de la muerte?
-Exacto -comentó el nigromante, coincidiendo con Brennan cuando planteó por qué habían dejado que aquella fortaleza quedase vacía-. ¿Por qué no apostar en ella algunos hombres que vigilasen el lugar de la grieta? O directamente tratar de sellar esa zona y colocar guardias alrededor.
Escuchó todas las palabras de aquel hombre y alzó una ceja un tanto desconfiada.
—Veamos, adhiero a las preguntas de mis compañeros. Quiero creer que han puesto todo a su alcance para evitar esto y no tuvieron suerte, digamos que no no están usando de conejillos de inda porque le temen a lo que pueda haber en la fortaleza o algo peor... Nos quieren de cebo.
Desconfiada por naturaleza, no puedo evitar el expresar todo aquello porque esto implicaba arriesgarse el pellejo y al menos quería estar segura de que había detrás. Al menos para Elen sería importante conocer más el panorama, considerando que debían ser ellos los que estuvieran allí explorando. Demasiados cabos sueltos, pocas respuestas.
Vazcovich levanta su copa sonriente ante la pregunta de Brennan, toma un gran sorbo de vino y pone la copa nuevamente en la mesa, -ha pasado tanto tiempo que es difícil recordar con exactitud, lo que nunca olvidaremos es el cómo hemos sido menos que mierda para el Rey, que nos han dejado a nuestra suerte- al noble se le notaba bastante molesto ahondar en el hecho de que su pueblo fue olvidado con un peligro inminente por cada día que pasara.
-Según las investigaciones de Parbario, la secta de Kalarel busca volver a abrir la grieta en Páramo Sombrío, sin embargo el sello mágico ha frustrado sus planes… aunque no por mucho tiempo, si nadie se encarga de ese cultista loco, el sello terminará por romperse y el pasadizo que comunica con Páramo Sombrío se abrirá una vez más- Vazcovich baja la mirada, en su rostro solo hay cansancio y tristeza, -Refugio Invernal tendrá que luchar solo, con lo poco que queda de nuestra gente, somos la única luz en esta creciente oscuridad-.
-Tenemos gente que sube a la colina haciendo patrulla, hemos tenido días de tranquilidad, si a ataques a la villa se refiere- el hombre enarca una ceja con gesto de incredulidad, mirando fijamente al Semielfo, -tiene que ser una broma… ¿un puesto comercial? ¿Ha pensado qué pasaría si una persona común y corriente duerme junto a un león? Seguramente al día siguiente no habría más que huesos y muy poco que rescatar, lo mismo pasaría su nuestra villa viviera al lado de la grieta, en cualquier momento la desgracia se haría presente y no quiero ofenderlos, pero quizá ni siquiera ustedes pudieran sobrevivir a algo como eso-.
Un suspiro pesado se desprende de Vazcovich, -¿qué ganaríamos nosotros con el hecho de que fueran un tipo de carnada? Ustedes o nosotros, eso no hace ninguna diferencia para esas… cosas; tal vez saben que no soy quién paga esta campaña, lo que averigüen no va a cambiar nada, esa grieta tarde o temprano se abrirá y seremos los primeros en desaparecer-.
Frenni se había subido a una de las sillas para comenzar a darse los lujos de la comida. Parado en aquel asiento y extendiendo sus bracitos por toda la mesa, se hizo con pan, queso y fruta para atiborrarse de comida y compensar todos aquellos feos días de viajes que tuvieron hasta el momento. Además, por lo que se comentaba de la misión, seguramente no contarían con comida y refugio de este estilo una vez que llegaran a la fortaleza.
Sus compañeros habían atinado a hacer algunas preguntas de lo más incisivas, al punto de que corrían el riesgo de ofender al noble con tanto cuestionamiento. Aunque el gnomo entendía porque sus compañeros hacían lo que hacían, creyó conveniente endulzar un poco más la conversación.
- Pues entonces lo importante es actuar cuanto antes, ¿verdad? ¡Sellar lo que se tenga que sellar, pelear contra se tenga que pelear e investigar lo que...! Bueno, se entiende. Quiero que sepa, mi lord, que nosotros somos un grupo de aventureros incansables y temerarios. Mis compañeros solo preguntan para estar bien seguros de todo, pero dudo que haya algo en aquella fortaleza que nos pueda suponer un desafío imposible.
Obviamente, como era costumbre, Frenni ya había alcanzado con sus pequeñas manos en la jarra del vino, tomándose una copa y estando picarón.
- ¿Acaso Amberus no le ha contado que hemos luchado contra hombres lagartos y esqueletos? Que buen vino...
-En primer lugar, yo soy esencialmente nómada, y ni siquiera me planteo la idea de vivir permanentemente entre paredes de piedra… -Contestó Brennan después de acabar con otro trozo de queso, mientras miraba a Vazcovitch como si tratar de entender hasta qué punto el noble era inteligente. -Pero hasta donde yo entiendo, las fortalezas se construyen para que haya gente dentro. Si de verdad tenéis que proteger el sello, en fin… yo me hubiera esforzado un poco más en evitar dejar desprotegida esa grieta.
-Ah, y tal vez los nobles estéis acostumbrados a otra cosa… pero los que pateamos los caminos, siempre seremos mierda para los reyes. -Sonrió sin alegría. -Estamos acostumbrados a sus exigencias, sus amenazas, y su nula ayuda. Esta vez no será distinto.
Cuando Elentirell mencionó que podrían estar siendo simplemente el cebo, y el noble lo negó, Brennan tomó la palabra de nuevo.
-Ah, no pasa nada si somos la carnada. -Dijo, y miró a sus compañeros hasta encogerse de hombros al final. -Es lo que siempre somos, ¿no? Nadie pagaría si no hubiera que correr riesgos.
-En fin, poniendo las cosas claras. -Con cierta lástima, dejó caer los restos de comida a sus pies para que Gealach pudiera aprovecharlos, y se levantó.
-Si lo he entendido bien… -Comenzó a hablar. -Una secta maligna quiere abrir el sello de esa fortaleza que habéis dejado abandonada y a la que no os atrevéis a entrar. Cuando lo consiga, aparecerá una hora de muertos vivientes que acabará por mataros a todos.
-O es lo que pasaría… a menos que le saquemos las tripas a ese sacerdote maligno y desbandemos a sus seguidores. -Añadió mientras acariciaba la madera de su lanza, sonriendo por la emoción de la futura cacería. -Evitamos que se abra una brecha, matamos a ese bastardo, y salvamos vuestro pueblo. Sólo quedan entonces dos preguntas. ¿Qué ayuda vais a prestarnos para hacer todo eso? Y… ¿Cómo de agradecidos estaréis si lo conseguimos?
Felsom permaneció en silencio mientras seguía escuchando al noble.
Para él, la misión estaba clara. Había una secta maligna y les iba a apagar para ocuparse de neutralizar a un sacerdote y espantar a sus seguidores. Lo demás solo eran pequeñas minucias que sus compañeros, más previsores y detallistas, podían querer conocer antes del inicio de la misión.
-Servir como carnada o hacer un recadillo que exija esfuerzo y posibilidades de morir... Entendido -declaró el nigromante, con una sonrisa maliciosa-. Pero, ¿cuánto nos va a pagar por cumplir su encargo? -preguntó Felsom, arqueando una ceja.
Nada tenía para decir, puesto que la pregunta ya la hizo Felsom y era lo que importaba, además esto de que sean una panda de inútiles le mosqueó un poco. Estaba claro que ellos no podían con el cultista loco, como si el grupo fuera experto en ellos.
—La paga, que nada es gratis en esta vida. ¿De cuánto hablamos para hacerle el trabajo sucio a ustedes?
Tentada estuvo de decirle que eran una panda de inútiles, pero se quedó callada y prefirió contener su mordaz lenguaje para otra oportunidad. Ya se podía esperar cualquier cosa de esta gente porque la situación se le había ido de las manos y solo tenían puesta la esperanza en ellos cuatro, como si fueran los salvadores de lo inevitable.
De momento se cruzó de brazos y miró a sus compañeros, Brennan habló lo suficiente como para darle letra al sujeto que tenían delante.