Partida Rol por web

El sol guiaba mis pasos y el sonido del báculo sobre el rudo suelo marcaba el ritmo, manteniendo siempre la vista al frente, en el largo camino que nos quedaba por delante. Mantenía la vista hacia el horizonte y la cabeza divagaba entre las escenas del ataque en nuestro gremio, sobre todo de los atacantes y la sensación que todavía perduraba al tenerlos cerca.

Las arenas del reloj avanzaban y sabía del paso de las horas gracias a la intensidad de la luz sobre nuestras cabezas, usando la capucha de mi túnica para protegerme del exceso de calor cuando los rayos de sol empezaban a ser una molestia más que una cálida caricia.

¿Sabemos algo de esos tipos?

- No estoy segura, pero creo que son Alvene.- Si conocían un mínimo de las razas que habitaban Alleriah ambos sabrían que los Alvenes éramos un pequeño grupo dividido por la marca de su nacimiento y sí, yo pertenecía a ellos.- Del aire.- Era una de las pocas formas de diferenciarnos, dependiendo el color que nuestro cabello adquiriera al nacer. En mi caso unos mechones azulados sobresalían de la capucha, dejando clara mi elemento afiliado.- Son exploradores, pero desconozco si actuaban solos o para alguien.

Era doloroso pensar que uno de los tuyos pudiera atacarte, eliminando esa sensación de fraternidad que una vez pudimos tener. Pero ahora poco importaba el color del pelo o la raza que fuera, sino los agravios ocasionados.

Ratko caminaba junto a sus compañeras sin protegerse del sol, para él el calor no era un problema y todo ello pese a su apariencia, pues la tonalidad de su piel era muy blanca, lo que en contraste con la negrura de sus cabellos le hacía parecer aún más palido, no obstante se le veía cómodo en aquel medio. Entonces tanto Earendil como Shany comenzaron a hacer sus conjeturas del por qué del ataque de los alvene. El demonio se rascó la perilla mientras meditaba...

- Puede que esté relacionado con las misiones que hemos llevado a cabo... es posible que el pajarraco que dejamos ir esté detrás o simplemente nos hayamos ganado alguna fama- no dijo aquello por hacer daño, pero es que realmente estaba convencido de que todo venía por ahí- ya sea buena... o mala.

- Es una posibilidad.- No podíamos descartar nada aunque dudaba que una de nuestras misiones ocasionaran una guerra. En todo caso un ataque exclusivo hacia nuestro gremio, no algo más global, más grande.

Cavilaba sobre las opciones posibles cuando nuestros pasos nos llevaron a una bifurcación donde uno de los caminos, por lo que podía ver, llevaba a una cueva. En otras circunstancias posiblemente hubiera optado por investigar al estar la posibilidad de encontrar reliquias o tesoros escondidos, pero ahora que todos nos movíamos por el mismo sentimiento de justicia, aunque en el caso de Shany dudaba que la palabra correcta fuera “venganza”.

No sabía qué querían hacer el resto pero por mi parte lo tenía claro. Todavía nos quedaba un largo camino por delante y el tiempo se agotaba, no podíamos perder tanto en una investigación que podría no llevarnos a ninguna parte, siguiendo por lo tanto mis pasos hacia Frostan.

La idea de que el viejo cuervo fuera el responsable de todo eso agradaba a Shany, pues lo ponía en la trayectoria de su espada… aunque el plan del viejo parecía mucho más sigiloso que una guerra abierta. Tampoco parecía tener mucha relación entre esos elfos y el viejo. La guerrera soltó un suspiro, no lograría sacar nada en claro con solo sus ideas tiradas al azar, así que sus pasos se hicieron más largos y elásticos, como si no pudiera esperar al llegar a Frostan.

A mitad de camino, una cueva parecía invitarles a explorarla, pero incluso la orumita sabía que no era el momento indicado.

-Espero que no salga un “pálido” a querer atacarnos en cuanto la dejemos atrás- dijo mirando con suspicacia la cueva. Esos seres habían llegado cavando, asaltándoles por sorpresa. De haber sido un poco más sigilosos, seguramente las pérdidas habrían sido mucho mayores. Estaba segura que habría muchas cuevas vomitando Alvenes por todos lados.

Siguió los pasos de su líder, sin dejar de mirar de reojo la cueva negruzca.

El demonio miró con curiosidad la cueva, nunca se sabía que secretos podía albergar ese tipo de accidentes naturales... tanto buenos como malos, de haber tenido tiempo a Ratko le hubiera gustado explorar sus entrañas, pero lo cierto es que el sentido común aconsejaba seguir adelante, tal y como se había decantado tanto Earendil como Shany, así pues tras atisbar desde su posición la entrada de la cueva, siguió los pasos de sus compañeras.

-Espero que no salga un “pálido” a querer atacarnos en cuanto la dejemos atrás

- No creo... si no se les molesta no tienen por qué saber que estamos aquí.

El tiempo pasaba y el monótono paisaje se repetía continuamente, pareciendo que no avanzábamos apenas unos pasos. El cansancio se apoderaba de nosotros, agarrotando los músculos y menguando nuestras cualidades, sabiendo que si nos atacaban en este estado no podríamos servir de ayuda, más bien de distracción.

Me sequé el sudor de la frente antes de pararme en seco, oteando el ambiente, apoyando ambas manos en el báculo.

- No debe de quedarnos mucha travesía hasta Frostan.- La urgencia movía nuestras piernas pero la lógica tenía que guiar nuestro camino, no la imprudencia.- Propongo pasar la noche aquí. Reponer fuerzas, preparar una estrategia y partir con los primeros rayos. ¿Qué me decís?

-De acuerdo- dijo Shany con rapidez, moviendo su cuello hacia un lado para que este sonara con fuerza y luego estirando todo su cuerpo con los brazos hacia arriba-. Es mejor estar fuertes para cuando haya que cortar cosas- se frotó el hombro, relajando su postura. A su alrededor no había nada destacable, pero muchas veces la muerte aparecía en la duna más simple-. Al llegar a Frostan veremos que hacemos, ni siquiera sabemos si sigue en pie.

Porque la idea de que pudiera estar en ruinas había acudido a su mente un par de veces, sobre todo si fue atacada por sorpresa y desde dentro. Muchas ciudades se protegían de los enemigos que venían de sus fronteras, pero pocas podían hacer algo cuando ya estaban entre ellos.

El paso que habían llevado hasta el momento era ligero, la incertidumbre por saber que encontrarían al llegar a Frostan era sin duda lo que les hacía no querer detenerse a explorar y continuar avanzando, sin embargo todos ellos, pese a sus poderes y fuerza, debían descansar, en especial el demonio que poseía una parte humana. Por ello cuando Earendil sugirió descansar lo acogió de buena gana.

-Me parece bien, descansemos, como dice Shany nunca se sabe lo que podemos encontrar más adelante y es mejor estar en condiciones.

Aunque la adrenalina de la lucha y saber que estábamos tan cerca de Frostan mantuvieran mis sentidos alerta, el cansancio cada vez era más pesado, tanto que estaba deseando buscar un lugar seguro y resguardado donde descansar. Sabía que no dormiría, no con todo lo que pasaba por mi cabeza, pero necesitaba descansar el cuerpo antes de la batalla.

Encontré un rincón bajo una gran roca inclinada, sirviendo como cobertura para el aire que venía desde esa dirección y evitando cualquier tipo de emboscada al estar ocultos. Sin embargo, antes de perderme en el mundo de los sueños, delimité tres líneas verticales separadas a modo de “espacio personal”.

No, no tenía intención dormir al lado de dos activos sexuales, sobre todo teniendo en cuenta que Ratko, quien creía que era un modesto demonio, estaba ligando con todas las féminas del gremio y Shany… simplemente por ser Shany.

Descansemos.- Les eché una rápida mirada a cada uno, enfatizando la palabra. Descanso, dormir, separados. Dudaba que lo entendieran pero la intención estaba, quedándome en el hueco central para servir como separación antes de tumbarme, estirando la capa que llevaba para usarla a modo de manta.

No tardé demasiado en sumirme en el mundo onírico, uno que siempre me había gustado aunque fuera sencillo, estando únicamente tumbada sobre el gran lago que componía mi región natal y meciendo las manos, dejando que la corriente me moviera a su ritmo. Era como volver a estar en casa…

Al abrir los ojos ya era de día y me encontraba descansada, lo suficiente para avanzar con energías hacia Frostan.

Mientras esperaba a que el resto se despertara me fui levantando, sacudiendo el polvo de mis ropas y mirando al horizonte.

La guerrera se acostó apoyando su espalda en un árbol. Le agradaban los árboles, pues eran bastante raros a los pocos que podía ver en su tierra y normalmente dormía muy bien a su sombra. Pero ese día fue muy diferente.

Su hermana está siendo arrastrada a una choza, gritando y pateando, sus ojos son dos pozos de terror y grita su nombre una y otra vez. Sus manos delicadas se estiran hacia ella, intentando alcanzarle. Pero Shany no se puede mover, no puede gritar, no puede ayudar. Solo puede ver como ese viejo le lleva, con una sonrisa de anticipación y mirando a Shany burlón. La tela que hacía de puerta se cerró, pero los gritos continuaron. No importaba toda la fuerza que tuviera la Orumita, no podía moverse de donde estaba, como si estuviera pegada a la arena o fuera de piedra…

Despertó con un rugido, sacando una daga y con toda la intensión de asestarla en alguien. Su cuerpo estaba empapado y algunas lágrimas caían por su rostro. Las limpió con furia, al darse cuenta que solo fue una maldita pesadilla. Su hermana estaba bien, se había encargado de ello, pero la preocupación continuaba. No pudo dormir en lo que quedó de la noche, amaneciendo con ojeras y un humor de perros. Su normal sonrisa había desaparecido, dejando solo una expresión huraña y desagradable, incluso peligrosa.

Ratko se recostó al lado de sus compañeras tratando de descansar, normalmente era la típica persona que se quedaba frita a los cinco minutos de acostarse, como si en su cabeza no existieran problemas de primera magnitud y todo fuera bien... pero en aquel caso, sin saber por qué le costó más conciliar el sueño, ya no supo decir si fue por al cercanía de Shany sobre cuya proximidad guardaba un recuerdo confuso relacionado con la bodega del gremio... o por los ronquidos de Earendil, que con todo lo fina y educada que se veía... la mujer roncaba.

A pesar de todo, el demonio fue presa del cansancio y en vez de cinco minutos tardó diez, el problema fue que lo que pareció un sueño normal fue adquiriendo cada vez más tintes funestos... el sueño en sí comenzaba con ellos tres caminando hacia Frostan, el camino pareció transcurrir bien sin embargo al llegar se metieron en un castillo con grandes escaleras de acceso que tuvieron que parecían no tener fin, cuando por fin llegaron, el castillo en sí parecía estar deshabitado, lleno de telarañas y suciedad... con las mesas puestas y la comida podrida, como si hubiera sido abandonada, sólo que en realidad no estaba deshabitado del todo, puesto que unos seres extraños con el pelo blanco comenzaron a aparecer y perseguirlos, sin saber como se vio corriendo sólo entre pasadizos llenos de sangre, cadenas y esqueletos con la certeza de que era su sangre lo que las criaturas querían, el mayor problema radicaba en que no era capaz de conjurar correctamente su fuego por lo que tenía que salir de allí y cuando pareció que había encontrado la salida, se dio cuenta que tenía que bajar unas grandes escaleras... sabía que si era rápido conseguiría escapar porque la puesta de sol estaba cercana y las criaturas no lo soportaban, entonces bajó los escalones con rapidez pero justo cuando iba a llegar al final un sin fín de manos salieron de entre las paredes y los escalones atrapando su cuerpo...

Ratko despertó de un sobresalto con el corazón acelerado mirando a su alrededor totalmente descentrado.

Tras un largo viaje, el grupo finalmente pudo comprobar que la imperiosa ciudad capital estaba a la vista.

Desde una de las laderas comprobó que la basta extensión que albergaba la amurallada ciudad de Frostan era un paisaje digno de admirar, o al menos así debería haber sido en condiciones normales.

El resplandor de las llamas auguraba un presagio que tampoco fue tan imprevisible: Frostan estaba siendo atacada.

Os apresurasteis a adentraros en la ciudad, sabiendo que os estabais adentrando en la boca del lobo, ¡pero la ciudad aún no había sido derrotada! con lo cual cualquier tipo de ayuda por vuestra parte en representación del gremio serviría para generar una imagen positiva de vuestra reputación.

A medida que os ibais adentrando, entendíais la situación: aquellos misteriosos enemigos habían hecho un ataque simultaneo a distintos puntos, el modus operandi era exactamente el mismo que cuando atacaron vuestra sede: túneles por todos lados en puntos impensables: desde el interior de edificios como en callejones.

Había muertos por todas partes, tanto defensores como atacantes, pero el único bastión que parecía inexpugnable era el castillo que a lo lejos aguardaba a los representantes más importantes del imperio humano.

Avanzasteis por las calles mientras observabais que la guerra estaba equilibrada. No había una superioridad de ninguno de los bandos pero eso tampoco era buena señal. La victoria podría llegar de cualquier parte... al igual que la derrota.

A penas os dio tiempo a adentraros a fondo en la ciudad antes de que un grupo de asaltantes os dio encuentro. Sin mediar palabra se abalanzaron contra ustedes ¡eran frenéticos!

La llegada al castillo iba a ser más dura de lo que parecía a simple vista.