Gonzalo tendió sin remilgos la mano a aquel hombre y le saludó con una sonrisa.
-Es un placer conocerle y tenerle aquí con nosotros, señor López -dijo de corazón.
Había contenido la respiración mientras Palieri procedía a abrir la puerta y ahora estaba profundamente agradecido de poder sumar el calor de una presencia humana más a la atmósfera de la casa. El jardinero parecía a primera vista un hombre frío, callado, de pocas palabras, pero su cálida y locuaz perorata desmintieron esa impresión inicial, y su aspecto sencillo y rural contribuyó a despertar cierta confianza en Gonzalo. Además, su acento cantarín, relajado y sinuoso, propio de la zona (y que no tenían ni Graciela ni Palieri), le recordó a su tío y a su infancia. Todo ello le reconfortó, haciedo que casi olvidara el asunto de la voz en el teléfono.
-Le agradezco de verdad sus palabras de simpatía y preocupación -respondió el párroco al lugareño-. Yo estoy bien, no se preocupe por mí: quería a mi tío, pero hacía mucho que no lo veía... En cuanto a la casa, es tal y como la recordaba. -Salvo por esas dos puertas cerradas que no recuerdo haber visto nunca abiertas y el aura de malignidad sobrenatural que lo impregna todo, rumió con preocupación.- Sobre mi viaje, la verdad es que ya hace unos meses que estoy en el país, pero gracias.
Las palabras de agradecimiento eran sentidas, pero lo que realmente tenía en la cabeza Gonzalo era aquella llamada, las puertas cerradas, los sucesos inexplicables, la discusión que se había interrumpido. Los temores afines de la señorita Graciela le habían producido cierto alivio; obviamente, no por la terrorífica (aunque absurda, se decía) posibilidad de que la casa estuviera "engualichada", sino por el apoyo que le brindaban. Con la señorita Graciela de su parte, la esperable -y lógica- postura del abogado no le resultó tan desesperante. Lo que no quitaba que Palieri tuviera toda la razón: tenía que haber una explicación racional para todas esas cosas -indudablemente extrañas, por otro lado- que estaban ocurriendo en la casa.
Aquellos pensamientos le llevaron a otro:
-Por cierto, señor López -continuó Gonzalo, invitando al hombre con un gesto para que pasara al salón, mientras le acompañaba-, pase y díganos... ¿Qué es lo que le trae por aquí?
¿Qué tal este ejemplo de acentos? http://www.youtube.com/watch?v=IwoOy31_lWM
El peón se acomodó en el sillón más cercano y se tomó su tiempo mientras miraba alrededor con curiosidad. No tardó en reparar en que estaban algo agitados allí adentro pero no se atrevió a preguntar qué sucedía.
- No, no es nada, patrón. Quería saludarlo y conocerlo. Yo he empezado a trabajar cuando usted ya no estaba aquí. Es una lástima no tenerlo a su tío cerca, yo siempre me sentaba en el patio a tomar unos mates con él. ¿Se acuerda usté de los árboles que había en la entrada? Los hemos tenío que talar, nomás ¡Ya casi que se han caído sobre la casa una noche de tormenta pero menos mal que nos hemos avivao a tiempo!
La tarde transcurrió lo más tranquilamente posible. Las anécdotas que López tenía para contarte hicieron que te olvidases, aunque sea por ese día, de lo que habías vivido en pocas horas. Luego, al oscurecer, Graciela sirvió la cena: un exquisito corte de cabrito al horno con papas y cebollas salteadas, varias ensaladas de tomate, huevo y cebolla con otros vegetales de hoja y un puré que se te antojó algo aguado pero suave y agradable al paladar. Una vez todos terminaron de cenar, el jardinero saludó y se retiró a su pequeña habitación en el jardín que quedaba detrás de la casa. Los demás, con algo de miedo también saludaron y se retiraron a dormir. Tú, con temor, te dejaste caer en la cama. Varias veces creíste que escucharías algo que te mantendría despierto toda la noche pero no fue así. El sueño y la normalidad reinaron por dos días más. La lluvia calmó y el camino de entrada se secó completamente, dejando que cualquiera pudiese transitarlo con el debido cuidado.
Bien, terminamos en esta escena. Hoy o al menos antes de finalizar la semana crearé la siguiente escena. ¡Muy buen video con acentos muy bien marcados! Me hiciste recordar muchos chistes de regiones, jaja.
¡Fin del capítulo! ¡Excelente! ¡Me ha gustado mucho! Está siendo una gran partida, máster. Sólo una cosita sobre este final tan resumido: ¿tienen que pasar necesariamente dos días de tranquilidad? Me explico: es que es raro que Gonzalo (o incluso Graciela, o Palieri) se queden tan tranquilos con las cosas que han pasado, especialmente después de lo del teléfono. Es muy poco natural. Como también será muy poco natural que Gonzalo se quede mucho tiempo más en la casa, que ya está desatendiendo sus obligaciones demasiado. (Sólo quería llamar la atención sobre esas dos cosas.)
Con tranquilidad me refiero a que no sucede nada raro, pero no por eso logras olvidar lo vivido. La atmósfera, a menos que yo lo diga, siempre te producirá ese sabor amargo de incomodidad y peligro que viene sintiendo tu Investigador hasta ahora.