Partida Rol por web

1 de Diciembre
Dynblaid / Salón de reuniones

Había mucha gente, demasiada.

Y que Drakahn estuviera allí, paseando sus huevardos peludos por nuestras narices, no era buena señal. Casi todo el pueblo estaba allí y él desafiaba a Castell con la simple excusa de "las tradiciones". ¿Desde cuándo le había interesado a él las tradiciones?

Un gruñido salió de mi garganta, y se quedó a la mitad cuando aquella mujer me tocó el brazo. Hacía mucho tiempo que no notaba la calidez de unas manos sobre mi brazo. Mucho menos sobre mi pelaje, y eso me hizo mirarla confundido. Sus palabras... ¿Nobleza? Ellos siempre hablaban, y hablaban, y hablaban... solo era cuestión de política. Mis dientes habían mascado más política en aquel poblado, siempre al servicio de mi Alfa, que carne de venado.

- ¿Qué intentas, Niña?- Pensé mirándola interrogantemente. ¿Acaso se ofrecía como "tributo" a Drakahn? 

Otra de las doncellas también se puso de parte de la primera. No... las palabras no valen con este tipo. Si tan solo supierais lo que ha hecho, la causa por la que se le desterró... Pero no era momento, delante de todo el pueblo, ni el lugar, de reabrir heridas. Había gente que aún pensaba como él, pese su maldad. Miré a Castell y no dudé ni un segundo por cuál de los dos daría la vida, de ser necesario. 

- Hace un año perdiste el derecho a llamarnos familia, Drakanh.- Gruñí entre dientes, girando mi cabeza para enfrentarme de nuevo a él.

Sus palabras escupían veneno, como siempre habían hecho. Y como siempre, ese veneno entraba por los oídos y siempre lograba lo que quería. Pero, ¿qué quería realmente? De momento, al parecer podría "volver" con restricciones al pueblo. Mi cabeza de viejo sabía que tramaba algo, y no era por poseer una doncella. Eso solo era un medio en su plan. Quizá quería recuperar a su rebaño y guiarlos hasta conseguir de nuevo el puesto de Alfa. Incluso ya me preguntaba si realmente el tema de los vampiros no habría sido un trato, una coalición con ellos a cambio de algo importante para él. Pero... qué.

Mirases por donde los mirases, aquello olía al fondo de una cesta de níscalos.

Cuando Drakahn se marchó, suspiré, cabreado y me destransformé, para recuperar mi forma humana original. Di una palmada a Ewan y también a Cian, a modo de agradecimiento por el apoyo. También estaba Morien allá a lo lejos, que como buen vigilante se apostó en la salida, por si tuviera que hacer algo más. No éramos solo bestias, éramos hermanos. Y como hermanos pensábamos igual: Drakhan era una amenaza. Aunque puede que no todos tuviéramos las ideas tan claras.

Sobre todo Ellas.

Quería hablar con Castell. Sabía de su preocupación. Como alumno lo leía en su rostro y en sus ojos. Pero... él necesitaba pensar, y yo volver a cuidar de los cachorros que esperaban la clase poco más allá del borde de campamento. 

- Lamento si os he asustado, mi señora.- Dije inclinando la cabeza al pasar cerca de Cleissy- Pero si queréis un consejo, no dejes que os hable siquiera.- Dije a las doncellas en general justo antes de salir- Envenenará vuestros oídos.
 

1 de Diciembre
Dynblaid / Salón de reuniones

Aedan escuchaba, pero conocía muy bien la forma en la que pensaba Drakanh e incluso algunos de los licántropos de la aldea.  Se había movido lentamente hacia donde se encontraban las doncellas preparándose para un posible conflicto que esperaba no se sucediera.

Minerva intervino justo a tiempo y las cosas parecieron resolverse de forma pacífica, sin embargo Aedan tenía dudas al respecto y no estaba del todo convencido de que fueran a permanecer así.  De momento decidió no intervenir y prefirió mantenerse en silencio.

1 de Diciembre
Dynblaid / Salón de reuniones

La única razón por la que Morien se había movido a la puerta era para no dejar salir a Drakanh, demasiado convencido de que aquel atrevimiento del licántropo después de todo lo que había pasado no sería pasado por alto, sin importar todas las personas que estuvieran allí. La hoja de su cuchillo brillaba tanto como su mirada, mientras daba vuelta en una de sus manos. Así, se detuvo justo al lado de la puerta. No apartaba la mirada del rubio en ningún momento, atento a cada pequeño movimiento, aunque es cierto que se distrajo cuando notó a Agathe mirándolo. Por un momento, su mirada correspondió a la de la pelinegra. Agradeció que fuera solo por un momento, aunque luego notó que la chica había acabado por mirarlo más veces, aunque Morien se hizo el tonto... o tal vez estaba demasiado concentrado en lo que sucedía, no dando crédito a que, incluso cuando podía entender las reacciones de aquellas doncellas que habían decidido alzar su voz, había otras que trataban con diplomacia a Drakanh, eso hizo que su mirada se endureciera. Miró a Castell... pero no solo no las detuvo, dejó que Drakanh hiciera un movimiento, le permitió el integrarse al poblado, y solo porque Minerva lo dijo. Morien no se contuvo en soltar un sonoro gruñido que evidenciaba su descontento con todo aquello. Su mirada se volvió más fría, indiferente, fija en Castell. Guardó su cuchillo.

Incluso si más de uno consideraba aquel exiliado como una amenaza, Castell y Minerva se habían encargado de darle una entrada. Con los vampiros, lo había entendido. ¿Pero con Drakanh? Todo aquello le pareció un absurdo circo a Morien, y no pretendió disimularlo en su expresión. Vio algunas doncellas salir del salón, y mientras sentía la furia arder en su interior por la vergüenza de sentir que Castell estaba dejando que les pasaran por encima a todos, que no solo no hacía nada, sino que no dejaba que ellos mismos se encargasen tampoco, Morien vio pasar con odio a Drakanh por su lado y salió después él del salón, deseando que el frío le enfriase las ideas, aunque eso no sucedería pronto. Castell ese día había perdido respeto para el licántropo.

1 de Diciembre
Dynblaid / Salón de reuniones

Ewan se obligó a morderse la lengua para no responder al juego de Drakhan: sabía que eso era justo lo que el rubio pretendía, arrastrarlo a su terreno. No solo era fuerte, sino que también poseía ese tipo de liderazgo oscuro que intimida y seduce a partes iguales… y aquello le provocaba un escalofrío incómodo.

Vio cómo algunos de sus compañeros se movían para ofrecer apoyo de un modo u otro y les dedicó una sonrisa apenas perceptible antes de devolver su atención al invasor… hasta que todos los ojos se posaron en Castell. No le gustaría estar en su pellejo -y sabía que nunca lo estaría; el liderazgo le quedaba muy lejos- ni por asomo. Luego habló Minerva y, pese a que lo hizo con cierta sabiduría y mucha política, a Ewan le despertaba una peor intuición incluso que el propio exiliado; era ese tipo de mujer que podría convencerte de que te rajases la garganta por el bien de la aldea.

Finalmente, Drakhan se marchó, dejando a los legítimos habitantes de Dynblaid a solas. El ojigris sintió cómo la tensión se desvanecía, y sus rodillas amenazaron con ceder. El calor que percibió en su mano le ayudó a mantener la compostura y a voltear para encontrarse con la mirada de la pelirroja a la que había salvado en el primer encuentro, Maeve. Le sonrió cálidamente. Cumplir su palabra le hacía sentirse bien consigo mismo… Asintió con la cabeza. Habría querido hablar con ella, pero las doncellas necesitaban tiempo para meditar y conversar, y no podía culparlas por ello.

La palmada de Caín le hizo soltar el aire que llevaba atrapado en los pulmones y suspirar, bajando los hombros y adoptando una postura mucho más… derrotada. El cansancio empezaba a hacer mella en él.

- Necesito una bebida fuerte y amarga.

Masculló, más para sí mismo que para nadie más.

Dirigió la mirada a Castell… Suponía que, en algún momento, querría hablar con todos ellos, pero en aquel instante hasta le dolía la cabeza.

1 de Diciembre
Dynblaid / Salón de reuniones

Aranissë ni siquiera podía entender lo que estaba escuchado, había tantas cosas que de repente se chocaban con su forma de ver las cosas, de sentirlas. Aquel fuego en el pecho empezó a subir por su garganta deseoso de ser escupido, pero ella se esforzaba en no abrir los labios, en no explotar allí mismo ¿Para qué? Nadie la escuchaba, esa era la realidad incluso en esa aldea ¿No? Negó con la cabeza, intentó volver a levantar la mirada, pero era incapaz de hacerlo. Aquel lugar era exactamente igual que su anterior aldea, para ellos un cero a la izquierda al que ignorar por ser demasiado insignificante y eso la enfadaba. La enfadaba porque ella no quería continuar así, porque ella podía dar más de lo que nadie esperaba de ella. Porque ella se negaba a ser el juguete de nadie allí dentro.

Posó las manos en el banco, con suavidad se levantó de donde estaba y con las últimas palabras del líder salió de allí. Silenciosa, invisible. Cosas que se le daban bien en realidad, al pasar por la puerta miró apenas un segundo a Morien, pero después bajó la mirada y salió rápido. 

1 de Diciembre
Dynblaid / Salón de reuniones

Elina aún a pesar de su porte calmado, estaba nerviosa por dentro sobre todo al ver la reacción de algunos miembros del pueblo licántropo. ¿Se había equivocado al tomar aquella postura? Su mente divagaba en los detalles que decía la gente y en sus acciones intentando averiguar que había detrás de todo aquello. Centró su mirada Drakhan en sus acciones, como si lo analizara pero Elina no aportó nada más a la conversación que parecía estarse dando.

Cuando el joven pidió su mano se la cedió pero sin ofrecerle ninguna sonrisa simplemente admirando el gesto con su postura totalmente erguida. Al parecer Drakhan no era del agrado de muchos pero si forzaba conversaciones y al parecer un gran dilema dentro de su aldea. En cuanto salió por la puerta, Elina escondió mano en el bordillo de su falda y se limpió la zona donde allí la había besado, discretamente evitando que alguien más se diera cuenta mientras recordaba como instantes antes había tomado su barbilla, y la había dirigido como él quería. Las sensaciones que habían asaltado el cuerpo de Elina en aquel momento la dejó aún más confusa, por que dentro de ella se batía la rabia y cierto deseo por que la volviera a tocar. 

1 de Diciembre
Dynblaid / Salón de reuniones

En el fondo coincidía con las palabras de Aranissë pero eso no era suficiente para querer ver otra pelea y sangre. Aunque fuese la de alguien que parecía esforzarse en cada palabra por hacerse odiar. Miré a Drakhan y suspiré negando. Su actuación era muy mala, y no tenía sentido luego de haber dejado tan claras sus intenciones con nosotras.

- No soy de la nobleza para que me estén besando la mano, pero acepto vuestro saludo. Mi nombre es Cleissy. - No añadí títulos a mi presentación y tampoco presté mi mano para que la besara, sabiendo que tratar de tomarla por la fuerza en un momento así le habría dejado en evidencia frente a todos. Aun así me incline en una sutil reverencia, estirando la falda de mi vestido.

La intervención de la anciana me sorprendió, pues no esperaba que en aquel sitio fuese una mujer la que dictase algunas normas, pero eso pareció calmar los humos y que se llegase a una tregua con el invasor. Por desgracia para todos, veríamos más seguido la cara del rubio. 

Pensaba retirarme ya, hacía la taberna, viendo que algunas de las doncellas habían ido en aquella dirección, pero me detuve un instante por la intervención de Caín. - Descuide, estas cosas pasan hasta en las mejores familias. Pero tengo la sospecha que su sobrino tendrá palabras similares sobre vosotros. Aun así, a vos os he visto en el enfrentamiento de ayer y no a él, por lo que le agradezco. Tendré en cuenta sus palabras. 

1 de Diciembre
Dynblaid / Salón de reuniones

Cian había podido imaginar muchos finales para la entrada de Drakhan en el salón, pero nunca hubiera esperado que se le permitiera marchar sabiendo que sería igual a cualquiera de los hombres lobo del poblado. No culpaba a Minerva. Ella no iba a dar de lado a las tradiciones y, si Drakhan no había infringido ninguna norma, no podían negarle la entrada.

Aunque eso no significaba que Cian aprobara la acción de Castell. El líder debía intuir que Drakhan tramaba algo, tal vez trataría de hacer daño a las doncellas con el poder que ahora se le había dado. De haber querido, quizá Castell hubiera podido acabar con el problema de Drakhan allí mismo. ¿Cómo se sentirían las doncellas sabiendo que se había permitido la entrada al poblado a quien ya había expresado sus intenciones con respecto a las jóvenes? Cian podía entender la prudencia de Castell de no atacar a los vampiros, lo que habría provocado un baño de sangre en el que quizá hubiera habido bajas. Pero no aprobaba que permitiera la presencia de Drakhan en el poblado. Daría problemas.

Cian notó la palmada de Caín en su espalda. Le dirigió una leve sonrisa, nada enérgica, dadas las circunstancias con respecto a Drakhan. Apreciaba a Caín, era el mayor de sus "hermanos" de manada y en esos momentos el herrero se preguntó si no sería un mejor alfa de lo que estaba siendo Castell. A veces los mejores líderes eran los que no buscaban serlo.

El rubio pudo notar también la mirada de Morien mientras salía del salón y supo que él tampoco estaba nada satisfecho con la decisión que había tomado Castell. Él tampoco lo estaba, y solo esperaba que, si Drakhan daba problemas, nadie saliera herido.

Cian salió apresuradamente del salón de reuniones. Quizá un poco de trabajo en la herrería le ayudase a liberar la tensión que había acumulado.