1 de Diciembre
Planta alta de la Taberna / Salón Principal
- Esperar que surgiera un conflicto en ese instante no nos habría servido de nada. ¿Tu crees que un lobo menos habría sido nuestra salvación?
Suspiré y bajé las manos cuando Agathe se alejó. Quizás me había equivocado con ella, de sus palabras no lograba encontrar nada que sonase siquiera similar a una idea o una intención de ayudar. Además ya parecía haberse enfadado con Maeve y Elina, y posiblemente también conmigo.
Sus palabras carecían de sentido para mi. ¿A qué se refería con seguir sus reglas? Ni siquiera nos habían dado indicaciones ni nada por el estilo, solo la insípida declaración de que podíamos irnos si queríamos, pero sonaba a mentira.
-No he pensado en como propiciar un conflicto entre ellos, pero esperaba que pudiéramos pensarlo entre ambas. También necesitaremos al resto de las chicas... Pero creo que será imposible que nos pongamos de acuerdo. Iré a explorar la aldea, quizás eso me de alguna idea. Hasta luego Agathe. - Notaba como la hostilidad iba creciendo en su tono de voz y sabía que en cualquier momento iba a estallar como en la otra sala. Por lo que preferí poner pies en polvorosa y alejarme antes de causar la catástrofe.
1 de Diciembre
Dynblaid / Taberna
Sonrió de manera disimulada mientras alzaba un poco los hombros ante las palabras de él ¿Eso era lo normal? ¿Entonces porqué le costaba tanto entenderlo a Maeve? No lo dijo en voz alta, simplemente lo reflexionó unos instantes.- Tienes razón.-Bajó la mirada hacia el libro cuando él lo cogió. No era un libro común, sus hojas tenían manchas de tinta e incluso algunos borrones y correcciones sobre distintas frases. En cada página había dibujos hechos con carbonilla, dibujos que sin duda reflejaban a la perfección la planta, hoja o fruto a la que se referían..- Fue un regalo de mi abuelo.-Cuando volvió a dejarlo, ella no hizo por cogerlo, simplemente lo miró unos segundos y después miró al contrario. Miradas asustadizas y escurridizas que no duraban demasiado.
- ¿Por qué no iba a serlo? Soy clara y directa siempre. Para lo que me gusta y para lo que no. Y estas bayas, sí... Me gustan.-Asintió un par de veces. Aunque cuando el tema se tornó más serio y el silencio se hizo entre ambos, ellas simplemente prefirió desviar la mirada, apretar las telas de su falda y esforzarse en mantener la compostura como siempre hacía. Sus palabras la hicieron girar el rostro hacia él, negó.- No haría daño por placer. Ni siquiera se lo haría a quien se lo merece de verdad.-Aclaró con voz clara y pausada, con un tono sereno. Se la veía mayor de lo que realmente era, como si las experiencias le hubieran envejecido el alma.
Entonces llegó aquello que más interesaba a la morena. Los ojos de ella bailaron nerviosos, escuchaba las palabras del joven en silencio y jugaba con las telas de la falda de manera distraída, como si ese simple gesto la calmase. Por cada explicación ella le regalaba un gesto confuso ¿Por qué nos escondieron eso? ¿Por qué no nos lo dijeron desde el inicio? De repente se sentía molesta, molesta con todos ellos por todo el misticismo que las rodeaba. Apretó los puños y bajó la mirada hacia las ropas.- ¿Por qué os cuesta tanto ser claros con nosotras? ¿No es más fácil para todos decirnos esto de primeras? No, simplemente nos soltáis aquí, en un lugar desconocido rodeadas de personas que nos miran con asco y desprecio, que se esconden cuando aparecemos... -Hundió los hombros mientras soltaba un pesado suspiro.- Celo. Cómo si fuésemos malditos animales.-Echó la cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos y meneaba la cabeza, al hacerlo aquellas largas hebras bailaron.- Es asqueroso. No te ofendas, pero si lo piensas... Es una auténtica mierda. Tener la necesidad de acostarte con un macho, sin poder controlar esos impulsos.-Se acomodó de nuevo, y lo miró de manera larga.- ¿Qué es la unión exactamente? -Cuanto más sabía más miedo sentía por eso que le esperaba. Sentía las manos heladas y como el sudor empezaba a empaparlas. Las frotó contra las telas.- ¿Toda doncella debe... Acabar vinculada a uno de vosotros? ¿Qué pasa si no se llega a dar el caso?.- Sentía la ansiedad en el pecho, como el estómago se le revolvía y como el nudo de su garganta se hacía mayor.
Y se habría mantenido en calma, pero entonces llegó esas simples palabras "Lo que tu cuerpo necesita". Cerró el puño y se golpeó a si misma en la pierna mientras lo miraba. No era ira, era molestia y miedo, era una ansiedad que crecía cada vez más dentro de ella.- ¡No! No es lo que mi cuerpo necesita... No es algo que yo desee. Es algo que esta maldita marca me obliga a sentir. En mis 22 lunas jamás... He sentido nada por ningún hombre. Ni siquiera un cosquilleo... ¿Me dices que de la noche a la mañana eso cambiará? No, no es natural, no es lo que mi cuerpo quiere.... Es lo que ESTO me obliga a sentir.-Y bajó un poco el pañuelo del cuello para mostrar la marca de su cuello. Tras eso la cubrió, miró la mano de él, pero la ignoró.- Es repugnante... Y aterrador.-Se mordió el labio inferior a la par que deslizaba la silla hacia atrás.- No creo en los cuentos de hadas. Ni en los príncipes. Ni tampoco en los para siempre. Pero... Me niego a entregarme a cualquiera.
1 de Diciembre
Dynblaid / Taberna
Por un instante, cuando Nissë mencionó que el libro era de su abuelo, Ewan creyó ver un destello de ternura y calidez detrás de aquella fachada asustada. Fue un brillo fugaz, pero no dijo nada; se limitó a observarla en silencio, del mismo modo que asintió con suavidad cuando ella habló de la franqueza y las bayas. La confirmación de que no le haría daño no era necesaria, pero resultaba, de algún modo, agradable.
Entonces, Nissë se lanzó ofendida, disparando preguntas como dagas precisas. El muchacho se encogió un poco.
- Yo... he sido claro... no tengo las respuestas... y... no... no os miramos con asco. Al menos... no todos... y...
Terminó por rendirse, bajando los hombros y la mirada. ¿Cómo explicarle que eran órdenes directas? ¿Que esa conversación podría costarle caro? No, aquello no importaba. Sencillamente...
- ... Lo siento.
Y ya está. No tenía mucho más que argumentar. Lamentaba su situación, eso era una verdad absoluta. Pero el malestar persistía, una mezcla amarga de asco y miedo que le revolvía el estómago. Si lo pensaba con honestidad, posiblemente preferiría enfrentar a unos elfos de hielo antes que lidiar con aquello. Y allí estaba, sonriendo de lado, con cierto sarcasmo hacia sí mismo.
- Para nosotros tampoco es agradable. Sentimos una atracción voraz solo por estar en vuestra presencia, aunque deseemos a otra persona. Esa atracción hace que nos enfrentemos entre amigos y hermanos para yacer con alguien que, quizá, hasta nos repugna -su voz se volvió amarga-. ¿Si lo pienso? Llevo desde los doce evitando acercarme a cualquier doncella que no se haya vinculado cuando llega su momento.
Y entonces lo hizo. Se dejó llevar, metiendo la pata con casi total probabilidad. Se inclinó hacia adelante, subiéndose a la mesa con una agilidad casi felina, y llevó una mano a la nuca de Nissë, obligándola a juntar su frente con la de él. Sus miradas quedaron a centímetros de distancia. ¿Quería verdad? Iba a dársela.
- Nunca antes habías huido de unos vampiros, y lo hiciste. Nunca antes habías probado estas bayas, y lo has hecho. Yo, antes de los doce, nunca había cambiado, y lo hice. No elegimos nuestro linaje, nuestro hogar, nuestro color de pelo. Son cosas que suceden y a las que aprendes a enfrentarte... o mueres. Es así de sencillo. No es lo que tu cabeza quiere, pero tu cuerpo te lo pedirá, te lo suplicará.
Dicho aquello, la soltó y se echó hacia atrás, un poco asustado de sí mismo, hasta el punto de casi caer de la mesa. Miró a ambos lados, tratando de recuperar el aliento y ordenar sus pensamientos.
- Si no quieres entregarte a cualquiera, escoge bien. Y si no sabes a quién escoger, busca a alguien con quien pasar el tiempo mientras decides. Este no es un cuento de hadas, Nissë -pronunció su nombre con firmeza-. Esto es un cuento de sudor, sangre y colmillos. Cuando encuentres a esa persona, no terminará: seguirás con esa necesidad, pero al menos tendrás a alguien con quien compartirla. Y los demás dejarán de ser una amenaza para ti en esos momentos.
Su mirada se desvió, casi sin querer, hacia el cuello de ella. ¿Fue eso lo que le hizo mostrar esa faceta suya?
- Nunca muestres tu cuello y evita los colmillos de cualquiera que no sea quien tú hayas decidido. Y si no quieres que la Marca te obligue... -suspiró, agotado- Hazlo antes de sentir la llamada del Celo.
Ahí estaba, encima de la mesa, con el corazón desbocado y el cuerpo temblando de adrenalina. Quería sentarse, pero sus piernas flaqueaban y su mente estaba demasiado ocupada intentando adivinar la reacción de Nissë. Casi podía imaginarla levantándose para marcharse, y una parte de él no estaba seguro de si eso era lo que deseaba o temía.
2 de diciembre. Después del anochecer
Planta alta de la Taberna [Salón Principal]
El ambiente dentro de la taberna contrastaba con el frío del exterior. El fuego crepitaba en la chimenea, lanzando destellos anaranjados sobre las paredes de madera ennegrecida por el humo. El aire olía a especias, carne asada y a un leve toque agridulce de cerveza derramada. Pero el murmullo de las conversaciones, las risas apagadas y el ocasional tintineo de vasos apenas rozaban la burbuja de pensamientos en la que me encontraba atrapada.
Atravesé la estancia sin mirar a nadie. Mi cuerpo se movía por inercia, guiado por el hábito, mientras en mi mente aún resonaban las palabras de Taliesin y Ewan. La marca. El vínculo. El Celo. Cada revelación pesaba sobre mis hombros, hundiéndome un poco más con cada paso.
Tomé las escaleras hacia las habitaciones, apoyando una mano en la barandilla de madera. Apenas noté el crujido bajo mis pies, perdida en el eco de todo lo que había descubierto aquel día. Solo cuando llegué al final del pasillo, un murmullo de voces me hizo detenerme.
La puerta de una de las habitaciones anteriores a la mía estaba entornada. No estaba segura si pertenecía a Agathe o a Aranissë pero ambas estaban dentro. Después de la conversación tan agitada que habíamos tenido tras la reunión, de conocer el rechazo tan visceral que tenían hacia el pacto, quizás yo...
Podría guardarme lo que había descubierto. Dejar que cada una enfrentara su destino como mejor pudiera. Pero si algo tenía claro después de todo lo que había aprendido era que no podían permitirse el lujo de la ignorancia.
En el último instante, solté el aire que no me había dado cuenta de que contenía y avisé con dos toques antes de entrar.
— ¿Podemos hablar? Hay algo que deberíais saber.
Mi voz sonó más seria de lo que pretendía, pero ya no había vuelta atrás.
Perdonad el retraso. He tenido un fin de semana un poco liado.
1 de Diciembre
Dynblaid / Taberna
Sentía el corazón acelerado, sentía como el estómago se le encogía por el miedo y el rechazo. Por primera vez la mirada de la morena no evitaba la del joven, no en ésta ocasión se mantenía fija en él. Con aquella rabia contenida, con aquel miedo desbocado. Apretó las manos por debajo de la mesa mientras sujetaba las telas de su falda, quería hablar pero las palabras se ahogaban en su garganta y hacían que le ardiese de dolor. Tensó la mandíbula, y apunto estuvo de levantarse de donde estaba sentada. Ella no tenía nada que discutir con él, por más que le explicase... Estaba segura de que él no la entendería, no comprendería como se sentía en ese instante. La habían obligado a dejar atrás todo, la habían obligado a llegar allí y aceptar como buena joven cada una de las cosas que pasaban... Y ella no era así, nunca lo había sido en realidad.
Apenas había hecho el amago de levantarse cuando él se movió de aquella manera tan violenta a ojos de Aranissë. Ver como se subía a la mesa con aquel cuidado salto la asombró, pero todo ese asombro terminó teñido por el terror. Los hermosos ojos de la morena se oscurecieron y sus iris se movieron llenos de nerviosismo. Sentir el agarre de aquel joven, incluso sentir la presión de mantenerla pegada a él. Apretó las manos, apretó tanto las manos que sintió el dolor de las uñas en las palmas. Su respiración se volvió irregular y su cuerpo tembló bajo aquella prisión que Ewan le había levantado.
Las palabras se volvieron un sonido sordo de fondo. La sangre de su cuerpo le taponaba los oídos, sólo era capaz de sentir el latir de su corazón, un corazón que gritaba por el esfuerzo de latir tan fuerte. No supo como, ni cuando... Ella sin mover más que su mano lo abofeteó con toda su fuerza, el movimiento, el esfuerzo.. Todo eso provocó que la herida del costado chillase dolorida, incluso que se abriese. Tras aquel fuerte golpe lo empujó lejos de ella, y como animal asustado se alejó de él, tirando a su paso la silla en la que había estado sentada segundos antes.- No vuelvas a tocarme.... N-no te atrevas...-La simple acción de que alguien la tocase la asustaba y repudiaba. Ella no estaba acostumbrada a eso, y él era un desconocido.- ¡Alé-aléjate de mi...!
Tomó el libro de la mesa, lo miró unos segundos como si fuese un animal herido y aterrado.- L-lo siento...-Dicho aquello salió corriendo de la taberna, subiendo hacia las habitaciones que estaban destinadas a las doncellas.
Sale de escena. Y creo que con tu post podemos cerrar Ewan.
2 de diciembre. Después del anochecer
Planta alta de la Taberna [Salón Principal]
Aranissë estaba sentada cerca de la chimenea, con el vestido rojo de la ceremonia sobre las piernas mientras que lo cosía con cuidado. Cerca de sus pies había una cesta de costura con distintos utensilios, la joven mantenía una conversación con su amiga, nada importante... Parecía más una forma de mantenerse distraídas las dos. Cuando la puerta sonó, la joven levantó la mirada hacia la puerta, bajó el vestido hasta dejarlo apoyado en el regazo y con ello también la mano en la que tenía la aguja.- Ha de ser importante si te presentas a estas horas.-Respondió con serenidad, le hizo un gesto para que pasase al interior y cerrase la puerta de ser necesario.
- Adelante. Puedes acomodarte donde consideres..-Volvió la mirada hacia las telas y siguió cosiendo tranquilamente. Al terminar el primer remiendo del costado le dio vuelta al vestido para quitarle largura.- ¿Y bien, qué es eso tan importante Meira? -Dobló las telas y las dejó sobre la cesta de utensilios junto a las tijeras y la aguja, la cual dejó clavada en una almohadilla. Tras eso pasó toda su atención hacia la contraria, mirando a su hermana apenas unos instantes, pero mirando de nuevo a Meira.
2 de diciembre. Después del anochecer
Planta alta de la Taberna [Salón Principal]
Agathe había regresado tarde a la posada, pues había pasado el día recorriendo el pueblo. No le había contado a su hermana aún lo sucedido, mas la chica se veía conmocionada. Sus ojos aún estaban rojos por llorar, mas esta no lloraría en frente de Aranissë. Solo necesitaba algo de tiempo para serenarse y entonces hablar. Por eso, había traído una tela que parecía adecuada para un abrigo para el frío, junto con los implementos de costura que ella había pedido. Quería unírsele a la nodriza para distraerse un poco y pasar el único momento normal que podría tener desde su llegada a ese lugar.
Ella estaba tejiendo ese abrigo con toda la concentración y, cuando Meira entró, Agathe la miró con sorpresa. No esperaba que llegara alguien en ese momento a la habitación de su hermana, mas encontrar a la morena fue inesperado. La ojigris no había precisamente declarado su rechazo hacia ella, sino hacia la que creía eran sus amigas, así que tal vez pensó que guardaría distancia por eso, mas la gravedad de su mirada le decía que había algo más, tal vez algo que ameritaba poner las cartas sobre la mesa. Suspiró.
Ahí va el único momento de paz...
- Claro -, fue todo lo que dijo. Ella no sabía leer, su léxico era limitado y, por la experiencia con Cleissy, solo palabras que para ella eran complicadas parecían marcar buenas intenciones para el resto de las chicas, así que decidió no hablar demasiado esta vez. Marcó con la aguja dónde iba en sus costuras para no perderlas y esperó a que Meira se acomodara para escucharla. Estaba cansada, pero más que su cuerpo, era su espíritu el que se encontraba agotado.
2 de diciembre. Después del anochecer
Planta alta de la Taberna [Salón Principal]
Cerré la puerta detrás de mí y dejé que mi mirada recorriera la escena. Aranissë tenía el vestido rojo de la ceremonia sobre sus piernas, cosiendo con movimientos precisos, mientras que Agathe tejía en completo silencio. El ambiente entre ellas era tranquilo, pero también cargado de algo que no supe definir.
Respiré hondo y avancé hasta apoyarme contra la pared más cercana.
—He descubierto algo sobre el pacto. Sobre la marca. Y sobre lo que realmente nos espera. — Las palabras quedaron suspendidas en el aire, pesadas, densas. No podía suavizar lo que iba a decir. No esta vez. —No me equivocaba cuando dije que estabamos malditas. Sé que ninguna de nosotras quiere estar aquí ¿pero realmente estáis dispuestas a morir por esa convicción?
Mi mirada se deslizó hacia Agathe.
— Si no nos vinculamos con ningún hombre lobo la marca se cobrará nuestras vidas. — El crujir de la leña en la chimenea pareció acentuar la quietud de la habitación. Recordaba perfectamente sus reclamos, gritados con desesperación en la sala de reuniones — Si decidís que eso es lo que realmente queréis, mejor no os quedéis aquí porque vuestra voluntad va a ser sometida por al pacto. Cuando el proceso se complete tendremos un celo — pronuncié esta última palabra alargando las sílabas, como si el propio término llevara consigo el peso de una condena. — Como las yeguas.