- Trabajé de niño en estas minas... - te dice por la idea que puede tener o no. - He visto como se hace...
- Pero no vas a poder mover la caja sólo - Dorian - Kerrie, danos luz.. - te dice el gitano, que se presta a ayudar al criado a portar la caja a una zona más interna de la mina.
Marius os mira pero finalmente acaba cediendo y ambos se disponen movilizar la caja.
Miro a Marius cuando dice que trabajó de niño ahí, desde luego eso me quedaba a mí muy ajeno.
-Bueno- contesto no muy segura y les alumbro la zona sin problemas. -Tened cuidado, eso es peligroso- digo aún sin estar muy segura de que entren ellos a poner la dinamita.
Darles luz significa tener que avanzar con ellos a medida que se internan en la mina. Pero tras vosotros no está pasando nada mejor: la cortina de niebla espesa parece estar creciendo y comienza a cubrir las instalaciones anexas, engulléndolas.
- Aprisa – dice Dorian por eso, mirando con miedo como en pocos minutos la boria llegará hasta la entrada de la misma mina.
El gitano y Marius se hacen cargo de la caja, la cual cargan entre ambos y se introduce túnel adentro. La luz que tu proporcionas con el quinqué permite ver un interminable túnel de pared de rocas y suelo pedregoso con un rail central. El ambiente en su interior está cargado, ya no solo por la tensión que estáis pasando, sino por alguna suerte de atmosfera enrarecida. Aparte hay humedad, la cual espesa el aire y dificulta un poco la respiración. Podéis escuchar además un goteo que procede de alguna parte de aquel lugar.
Llegado un punto, durante un tiempo que se te antoja interminable, Marius indica a Dorian donde deja la caja en el suelo. Después, procede a manipularla con manos temblorosas. Tanto así que se obliga a parar de vez en cuando, para no cometer ningún movimiento brusco.
- Ahora debéis dadme la luz, yo me ocupo del resto. Extenderé la dinamita lo mas profundo posible y la prenderé... Debéis volver a salir y no mirar atrás... Yo saldré el último. – Marius.
Sigo a ambos, tratando de ser silenciosa y evitando mearme encima por aquella nube que comenzaba a cubrirlo todo. Aquella parece ser la única opción para librarnos de ese bicho del bosque que se llevaba a los niños, sin saber si yo volvería a mi tiempo o Dorian al suyo. En el fondo de mi mente vagaba la idea de que en mi presente, pese a los niños desaparecidos y el gitano siendo ajusticiado, aquello debía haber parado de alguna forma por sí solo.
Quizás porque la mina dejó de ser rentable...
Escucho el plan de Marius y niego.
-No vas a salir el último, salimos todos a la vez. Pon la dinamita con una mecha larga y la prendemos desde aquí y luego salimos rápido. Que nos oigan o que nos vean ya dará igual...- replico no conforme con el plan.
Dorian parece de acuerdo contigo, porque niega también ante el plan del muchacho.
- Estoy con ella, no te vamos a dejar sólo - acaba diciendo.
Marius os mira, a punto de decir algo para replicar vuestra decisión, pero finalmente acaba guardando silencio. Si le dais la luz que necesita, le veis manejar aquella dinamita con la mano de quien sabe lo que maneja. Dijo que había trabajado en la mina de pequeño, y ahora no es que sea muy mayor. Así que quizá pasó su infancia haciendo aquel tipo de trabajo.
Extiende la dinamita por aquel túnel, hasta hacer lo que le dijiste. Crear una mecha lo suficiente mente larga. Cuando la tiende os mira y saca de sus bolsillos algo así:
Aquella cosa parecía algún tipo de mechero antiquísimo y rudimentario. Se agacha con él hasta el suelo, preparado para prender la mecha.
Marius parece estar bastante suelto en el manejo de la dinamita, al contrario de lo que yo podía pensar en un principio. Igualmente no me parecía la mejor de las ideas dejarle que arriesgara su vida allí y marcharnos nosotros. Más cuando aquel plan disparatado era nuestro y éramos gente de otra época. El sirviente de la casa nos seguía el juego pero en el fondo no sabía la realidad, no había vivido nuestro presente y no podía comprender del todo la envergadura de nuestras acciones.
-¿Ya?- pregunto mirando el mechero arcaico y esperando que prenda una chispa para salir por patas de aquel lugar. Una cosa es no dejar a Marius solo y otra que fuéramos unos suicidas, tentando la suerte y queriendo morir sepultados con aquella explosión.
El muchacho asiente un poco a la pregunta de Kerrie. Se le notaba bastante nervioso. Se percibía en el rictus de su cara y en el temblor de sus manos, prendiendo el mechero para después encender la mecha.
Aquello es instantáneo. La mecha prende con violencia y comienza a consumirse con velocidad, acercándose hasta el punto en donde está la carga de dinamita. Marius se levanta como un resorte y os mira con terror:
- ¡Corred! - apremia, y os va a la zaga, porque vosotros estáis unos metros mas allá. No sabía el contexto de la situación, pero había visto el horror con sus propios ojos. Incluso había estado a punto de morir a manos de aquella criatura del bosque. Quizá por eso no necesitaba muchas más explicaciones, o directamente no sería capaz su mente de concebir la explicación de que habéis viajado en el tiempo por algún tipo de maldición.
La mecha pendida sisea durante su trayecto final. Vosotros corréis como si os fuera la vida en ello, aunque en este caso era una realidad. En algún momento Dorian, el gitano, tropieza y da de bruces contra el suelo, haciendo a su vez que quinqué que porta caiga con violencia. Aunque para vuestra suerte no llega a romperse.
Marius le ayuda a levantarse y puede continuar el camino. Llegado un momento os adentráis en la neblina que habéis visto antes y que había comenzado a entrar en la boca de la mina. Entrar en aquella boria especa es como un guantazo gélido. Vuestra visión queda anulada. Solo hay niebla.
A partir de aquel momento la huida es a ciegas. También comienzas a sentir sobre ti el tacto de algo que habita en aquella cortina espesa y blanquecina. No te agarran, pero te rozan e incluso arañan, como lo harían las zarpas de un gato. Al tiempo empiezas a escuchar además un grito espeluznante que ya habías escuchado antes:
Te acabas dando cuenta de que a quien no escuchas es a tus compañeros. Tampoco eres capaz de sentirlos a tu lado, pese a que corrían contigo. Así pasan minutos, horas, no sabrías decir. Pero nunca escuchas la detonación.
De pronto, notas que algo te agarra el brazo, acompañado de una voz que te es familiar.
- ¿Kerrie? No veo nada, joder - es la voz de Peter, el botones del hotel que reservaste para hacer un retiro creativo. En tu época actual.
Él dice eso, pero tu notas en ese momento la niebla menos espesa. Llega un momento que hasta puedes intuir su cara y su cuerpo a tu lado.
Corro y trato de protegerme de la caída de las paredes de la mina, que tengo la impresión que iba a ser sobre mí en cualquier momento. Morir aplastada no era parte del plan. Siento una punzada de pánico cuando Dorian cae al suelo y Marius debe ayudarle.
No podemos morir aquí, no así...
Después no paro de correr entre la niebla, moviendo los brazos para apartar todo lo que me rodea y trata de arañarme. El chillido me causa un escalo frío y tengo que llamar a mis compañeros de carrera, extrañada de no notarles correr a mi lado.
-¡Dorian! ¡Marius! ¿¡Dónde estáis!?- grito entre la niebla, anteponiéndome al miedo que me azora al escuchar aquel chillido. No quería estar sola y cegada de todo, iba a morir y por un momento es algo seguro. Estaba sola en la niebla, donde me atacaban aquellas cosas y no iba a salir viva, por mucho que hubiéramos explotado la maldita mina.
Cuando me agarran del brazo chillo y trato de zafarme, dando manotazos al aire alrededor de mí. Mi mano acaba golpeando algo duro que parece ser ¿Peter? Al comenzar a ver su figura, mis manos van a tocar su cara, sus hombros y sus brazos.
-Eres... ¿tú? ¿Qué coño ha pasado?- pregunto extrañada y atónita. Puede que él hubiera viajado en el tiempo también, a causa de la niebla. -¿Dónde estamos? ¿Has visto a dos chicos por aquí corriendo?
Peter aulla un poco de dolor cuando le golpean en tu afán de desprenderte de su agarre.
- ¡Ah, coño! - reza con cierta mala uva momentánea ante el manotazo. Percibes también en ese momento que se escucha cierta música de fondo, como la del concierto que fuísteis anoche y decidisteis abandonar debido a calenturas varias.- ¿Qué dices? No vi a nadie....
Entre tanto, la niebla acelera su proceso de desaparición y acabas viendo con toda nitidez a Peter, el botones, y su alrededor. No hay rastro de Dorian ni de Marius. Pero puedes ver que estás, nada más y nada menos, en el Sant Louis contemporáneo.
No sabes qué ha pasado con con tus compañeros pero, al menos para tí, la pesadilla había acabado.
FIN