Cuando vuelves la mirada a Peter, el ya no está en modo risueño. Te mira con cierta preocupación. Obviamente se habría dado cuenta de tu pequeña ausencia. De hecho, dirige también la mirada para donde lo hiciste tu. Lugar donde ahora simplemente hay bruma y oscuridad.
- Oye ¿estás bien? Te has puesto un poco pálida...- te pregunta, volviendo la mirada a ti.
Sea lo que sea, el no parece haberlo visto. Solo parecer verte a ti, lívida y un poco nerviosa. De fondo la música sigue sonando, mientras el público canta y baila al ritmo de los acordes del grupo que toca en directo.
Asiento varias veces a su pregunta sobre si estoy bien, quizás estaba teniendo alucinaciones, pero estaba bien. Puede que necesitara dormir, o irme del pueblo, alejarme de todas aquellas locuras e influencias que me metían ideas raras en la cabeza. Por lo pronto iba a pasar una noche genial con Peter, mañana decidiría qué hacer.
-Sí, claro, perfectamente... Tuve una revelación de escritora, ya sabes- me río nerviosa de nuevo, tratando de bromear. -Está todo bien...
Una camarera os pone sobre la barra de madera el par de cervezas que acabáis de pedir y pagar. Peter coge ambas y te tiende una y después sigue frotando tu espalda, en modo calor.
- ¿No hemos dicho que esta noche no se trabajaba? Las escritoras de éxito no sabéis desconectar... - niega de forma exagerada con la cabeza. En su estado etílico-humorístico. Te guía de vuelta a la muchedumbre que sigue escuchando el concierto.
Tomo una de las cervezas, encantada con este hombre que me frotaba la espalda y al mismo tiempo confundida por lo que acababa de ver. O al menos lo que yo creía haber visto entre las nieblas que cubrían las calles de aquel pueblo alejado de la mano de dios.
-Una que no sabe desconectar, tienes razón- doy un breve trago a mi cerveza, mirando de reojo donde vi aquella silueta y luego sonrío a Peter. -Pero puedes ayudarme a olvidarme, bailando o algo así...
Aquel chico te mira, y debe tender al "algo asi", porque opta por hacerte olvidar de otro modo. Antes que bailar, se acerca y te besa. Un beso rápido al principio, para luego apartarse y mirar tu reacción. Te deja un sabor algo etílico en la boca.
Por el rabillo del ojo, antes de eso, no ves nada. Todo volvió a la normalidad o simplemente todo fue fruto de tu imaginación. El caso es que ahora tienes en frente a un pelirrojo borracho, entre la multitud del lugar, que te mira esperando una bofetada u otro tipo de correspondencia. Pero claramente espera algo.
Las visiones deben ser sin duda efecto de leer tantas cosas paranoicas sobre este pueblo, el cansancio me juega malas pasadas. Peter hace un acercamiento que no era lo que esperaba de buenas a primeras, pero no lo pensaba desaprovechar. Si lo mejor que me esperaba en este pueblo era ir a la cantina y que me recibiera un cincuentón borracho, creo que lo mejor es aprovecharme de la juventud mientras pueda.
Le tomo de la pechera y acerco a Peter hacia mí, para devolverle ese beso. Me daba igual si lo hacía por tirarse a una famosa, una cana al aire nunca venía mal y el pelirrojo estaba bueno, para qué mentirnos.
Ante tu respuesta positiva, toma tu beso de buena gana. Te acerca por la cintura, rodeándola con su brazo, y termina de darte calor. Llega un punto que te olvidas del frío y de todo, dada los focos de calor de diversa índole. Peter, la gente y lo que no es la gente.
La juventud venía suelta. Quizá fuera el alcohol, pero aquel chico le ponía ganas y empiezas a notar que está mas caliente que una plancha, por diversas reacciones fisiológicas en su persona.
Viendo que la cosa va a más y el pelirrojo parece encantado de habernos encontrado, lo aparto un poco de mí. No mucho, de una forma u otra me estaba dando calor.
-Vamos... al hotel, mejor...- digo tomando también el aliento, aquel chico no solo tenía fuego en su pelo. -Vamos a mi suite, ya- reformulo como una orden y sin esperar que conteste me lo llevo de la mano para el hotel, atravesando de nuevo la multitud. Yo tenía unas necesidades y el pelirrojo estaba por la labor de darlas y listo para ello. Hasta me he olvidado del cabrón de mi agente.
El chico te sigue, asintiendo repetidamente a tu proposición. Reparte besos por tu cuello, en lo que conseguís salir a trompicones de aquella muchedumbre enloquecida por el alcohol y la música. Cuando sorteais el temporal, entonces os recibe la niebla. Niebla que debéis atravesar sí o si para ir al hotel.
Peter está muy desinhibido y sin importarle más, te interna en ella de la mano. Tomando él el control. Dentro de la masa blanquecina no ves mucho, más que la silueta de Peter a poca distancia de tí.
- Joder, no veo una mierda...- el chico.
Pego mi cuerpo al de Peter, no ver nada no es algo que me agrade. Es como el miedo irracional a la oscuridad que todos tenemos, pensando que cualquier pesadilla puede cobrar vida a nuestras espaldas.
-El hotel está cerca, sigue todo recto- digo para tranquilizarle, aunque eso era algo que sabía. Pero Peter iba ciego en varios sentidos y a saber dónde acabábamos. Aprieto su mano, tengo miedo y es algo que jamas confesaré.
Te corresponde al apretón de mano. Sigue caminando con tiento paso tras paso. La niebla apenas os permite ver más de un metro a vuestro alrededor. Dentro hace frío, aún más, y notas que hasta la música se apacigua y se va convirtiendo en un eco lejano. Cada vez mas y más lejano, hasta que ya no la escuchas, cuando apenas estáis a una calle o dos de la plaza de aquel pueblo pintoresco.
En esa zona la neblina se torna de pronto mas dura, y tienes como única visión cercana a Peter a centímetros de tí. Temblando. Llegado a un punto, dejas de percibir su tacto y su cercanía.
Dejas de percibir todo...
Estás sola y comienzas a escuchar unos cascos de caballo que chocan contra el empedrado del suelo. Chocan de forma violenta y cada vez más cerca.
¿Otra maldita pesadilla?
!CONTINUARÁ!