Partida Rol por web

Respiró profundamente; necesitaba moverse, o el estómago volvería a hacerse notar. Viendo que parte del grupo se metía a ese sitio de muerte... decidió hacer algo útil

-Daré un rodeo, para ver si hay otro acceso al campamento, o si hay señales de que... algo o alguien, haya salido por detrás.

Dicho lo cual, con el arco presto a ser usado, empieza a seguir la empalizada, rodeando el campamento en busca de trazas... y rezando a todos los Dioses habidos y por haber, para no encontrarse otra escena como la que ha podido ver en el interior del recinto.

Mientras Fulbert parece estar digeriendo lo que acaba de ver, Sybille empieza a dar un rodeo al campamento. Gamar la sigue discretamente unos metros por detrás, por si acaso. Escondida entre los arbustos la cazadora ve hierbas altas aplanadas, ramas arrancadas recientemente desperdigadas por el suelo y algún que otro árbol con marcas enormes de garras. Sin duda la bestía escapó por aquí.

Al llegar al otro extremo del campamento la pareja de aventureros ve una sección de la empalizada destrozada. Es como si un carro de bueyes le hubiera pasado por encima. Las estacas están destrozadas y pueden encontrarse a varios metros del propio campamento.

Al escuchar el escalofriante relato de Sybille, Gamar siente como súbitas oleadas de fascinación y de asco lo invaden en partes iguales. ¿Que criatura sería capaz de algo semejante? ¿Qué podría haberla impulsado? ¿Podría haber sido uno de "los suyos", un hechicero que, valiéndose del éter y su habilidad para alterar los hilos invisibles que formaban la realidad, había manipulado a la bestia para cumplir con sus fines oscuros? Y si hubiera sido eso, o algo en esa línea de posibilidades ¿Qué bronca podía tener con esa guarnición? ¿Qué habría ganado con aquello? Necesitaba saber más.

—Tenemos que buscar supervivientes e intentar averiguar quiénes son muertos y cómo diantres es que ingresó la bestia —recomienda con un tono afligido tan convincente, que solo alguien de su propia especie, o que lo conociese muy bien, podría identificar como fingido— Podría ser útil entender cómo es que se ha dado el ataque.

Con cuidado, como si no quisiera molestar a los muertos, mira entre las tiendas de campaña, los barriles y los cofres ahora sin dueño. Le lleva un buen tiempo rebuscarlo todo, lo suficiente como para que sus compañeros se pongan nerviosos. Sin embargo, justo antes de que Oorjit se fuera a adentrar detrás de él, sale con una sonrisa forzada.

- Hemos dado con el premio gordo compañeros.- Entre sus manos, puede verse pergaminos y bolsas tintineantes . Abre la bolsa y con cuidado hace 5 montoncitos con las monedas que había dentro. - Son 30 talentos por cabeza, creo que nos harán falta en el pueblo. Al desenrollar los pergaminos veis varios mapas de los alrededores y también un retrato dibujado a carboncillo. Debajo del retrato Fulber lee - El Gato Negro. Bah, pensaba que sería un galán y no parece más que un ladrón del tres al cuarto. 

En los mapas, aparecen señalizados claramente el pueblo y varias casas de los alrededores. También han dibujado vagamente el bosque y parece que tienen una zona marcada en su interior. 

Sin atreverse a entrar al recinto, volvió hacia la puerta, donde todos pudiesen oírla sin tener que pasar de nuevo por la experiencia anterior...

-Se fue por la parte de atrás, rompiendo la empalizada; digo irse, que no huir, porque no parece que hubiese de qué escapar por su parte, fuese lo que fuese... De todos modos, cuando salgáis de ahí -pues, lo dicho, no pensaba entrar- mejor será que nos quedemos todos con la pinta del Gato ese, y el dinero... no nos vendrá mal. 

.. hizo una pausa

-¿Os parecería buena idea ir hacia el pueblo, a ver si hay rumores?

Fulbert se mesó pensativo la fina perilla recortada a la moda de la nobleza aquilonia, un rasgo anticuado de un esplendor que amenazaba con extinguirse pero que al que el aristócrata todavía se aferraba con la tozudez y determinación de sus escasos veinte años.

- Al menos tenemos una idea de que aspecto tiene ese forajido, dijo mientras guardaba el retrato en su faltriquera, - Aunque dudo mucho que ese Gato Negro o su banda de salteadores hayan podido hacer algo así, en ese caso no habrían sido tan considerados de dejarnos esas piezas de oro...

La afirmación abría un interrogante preocupante. Quién o qué había masacrado a aquella guarnición, aparentemente encargada de la búsqueda del bandido, si hacían caso de los mapas y documentos que había encontrado y, sin duda, mejor pertrechada y equipada para tal fin que el variopinto grupo que ellos constituían.

Asintió a las palabras de Sybille. Parecía razonable buscar posada para la noche y entablar algo de conversación para averiguar todo lo que pudieran sobre lo que estaba ocurriendo en aquella villa y quien sabe si con dinero en el bolsillo finalmente el mediano se animaría a pagar aquella cerveza largamente prometida, como le hizo notar con un amigable codazo y un guiño pícaro.

Fue a abrazarlo nada más verlo salir del campamento, separandose al cabo de poco mientras sacaba el dinero y explicaba las novedades que había encontradl en su interior. No sabía que clase de bestia había atacado esos guerreros encargados de ir a buscar al gato negro, pero había sido un golpe de suerte encontrarse con toda esa documentación

- Argos nos ha ayudado en nuestra búsqueda.Creo que es demasiado tarde y deberíamos ir a descansar, no se que les pasó a esos pobres desgraciados pero no quiero averiguarlo ahora mismo. Quizá, mañana podamos investigar los distintos puntos

Recogió las monedas y se dispuso a seguir el grupo, dando algun que otro vistazo al bosque, con preocupación