Partida Rol por web

- no son solo los bandidos ni el noble digo y bajo el tono de voz hay una bestia por el bosque, hemos visto los estragos que causa. Pero... quizá podríamos llegar a un acuerdo si y acompañaros al bosque. Pero es algo que no puedo decidir solo yo, supongo me entenderás

No quería hablar por todo el grupo, pero aún así veía un momento para sonsacar información Apenas sabemos nada de los juegos de poder de este sitio, su idiosincrásia por así decirlo. Solo que unos soldados que más parecían bandidos nos querían asaltar en el puente. ¿Son esos los bandidos de los que habláis? El noble es quien quiere hacerse con esta aldea?

pregunto, haciéndome un poco la inocente, esperando que ellos soltaran prenda. Quizá, dependiendo de la respuesta, sería más directa

Inmediatamente tras subir a la sala común, que será donde compartan ronquidos y esa serie de ruidos nocturnos que un grupo numerosos tiende a producir, Sybille procede a dar una vuelta rápida para cerciorarse de que todo está en orden, que no hay sorpresas, y que pueden hablar con cierta discreción; quizá paranoias de alguien que no se siente en su ambiente.

No obstante, mientras es mueve, puede oír claramente lo que los demás han ido diciendo, y puede añadir unas palabras a lo dicho por Arria...

-Una bestia no natural, por lo que parece. Y fuerte. Muy fuerte

Gamar carraspea sutilmente para llamar la atención de los demás, de pronto su "divertida borrachera" desaparece. Entonces se para en la silla, de tal forma de poder tirar su cuerpo hacia adelante para quedar a la misma altura que los demás, y casi en un suspiro agrega.

—Hay algo más, algo que no comenté antes para no preocuparlos innecesariamente, pero creo que ahora es menester compartirlo... —baja la voz un poco más, hasta apenas ser audible— No hablamos de una bestia ordinaria, es una bestia mágica. Una criatura que nadie vio venir y que se materializó en medio del meollo. Realmente espero que haya llegado llegado volando, porque la otra opción... —no lo dijo en voz alta, pero la otra opción era que haya sido convocada y eso era aún escalofriante.

—Sea como sea, creo que en este punto es claro por qué la dama suerte nos ha reunido. Joder. Lo veo claro... —dice recuperando la compostura y el buen humor.

El noble subió las escaleras tras el resto, no sin antes recordarle a uno de los Gemelos que les avisaran cuando estuviera lista la cena. Ya recompuesto de las horribles visiones que habían encontrado en el campamento, su estómago empezaba a recriminarle la falta de una buena comida caliente. Pues por desgracia, no todos los problemas podían solucionarse con una jarra de cerveza...

Así, mientras los demás conversaban, ya más a cubierto en la intimidad de la sala común, FULBERT aprovechó que ARRIA le enseñaba sus dibujos a los elfos para echar una nueva ojeada a los papeles que tenía la clériga. Con gesto fruncido, observó un buen rato el mapa que habían encontrado, y luego se lo extendió al llamado ORLAIS.

- También creo que puede haber otro motivo para trabajar juntos...

- Este es un mapa de la zona. Lo tenían unos sujetos que... bueno... entiendo que estaban tras la pista del Gato Negro. Un bandido del lugar, cuya cabeza tiene un buen precio.

- El mapa señala el bosque. Y tiene una marca allí. Al principio, pensé que podía ser la guardia de ese Gato Negro.

- Pero tal vez sea algo más. Después de todo, una viejas ruinas olvidadas pueden resultar también una excelente guarida.

La mención de la bestia arranca un destello en los viejos ojos del sabio. Como un animal ante su próxima comida parece relamerse ante esa información.- Una bestia, hum...interesante. Se dice que mis antepasados tenían el poder de convocar seres y espíritus guardianes, aunque es poco probable que la susodicha bestia lleve campando por el bosque más de dos milenios, ¿no creen? - Acto seguido coge el mapa encontrado entre los cadáveres del campamento.- La "X" podría ser el centro de la ciudad. Concuerda con mis cálculos y solo tendríamos que seguir el curso del rio.

La conversación es interrumpida por el sonido de una campana. - La cena! - exclama Gabrielle con un tono demasiado urgente - ¿Puede ayudarme alguien a subirla hasta aquí?

- Te ayudo

digo a la elfa, acercandome a ella

- a parte, en el mismo pueblo había otra marca. Sabéis quien vive en esa casa?

y les enseño la marca que señala la casa

Gamar medita las palabras de Orlais y suelta un murmullo para dar cuenta de lo comentado por el elfo.
—Hmm... —se lo piensa un momento—. Sí, coincido en que prácticamente imposible que una criatura así de poderosa hubiese podido pasar desapercibida en el bosque por tanto tiempo. Pero si verdaderamente está relacionada con vuestros antepasados, lo más probable es que haya sido designada para guardar algún lugar o reliquia de especial importancia... Y, dado que la zona coincide con la base de operaciones de los bandidos, no sería descabellado pensar que dicho lugar o tesoro haya sido desacralizado por aquellos que habitaban el campamento arrasado. Eso explicaría por qué la criatura arrasó el campamento y por qué no se la había avistado con anterioridad.
—Si ese fuese el caso, sería menester devolverle a su pueblo lo que sea que estos bandidos le han robado... Pero dígame, sabio Orlais, ¿Cree usted que eso será suficiente para apaciguar a la criatura? —pregunta al tiempo que le echa sendas miradas a los elfos.

Escucha atenta, fascinada, lo que se está contando... historias de bestias invocadas; ella está más familiarizada con seres mortales, de esos que dejan un rastro que puedes seguir, o que te acechan en lo profundo de un bosque; esto le es ajeno, y de ahí la atracción que siente por lo que se está describiendo, al punto que no se atreve a interrumpir, al no tener nada interesante que aportar a lo que se expone.

Eso sí, repara en que Arria va a bajar junto con Gabrielle a por la cena; un rápido cálculo... recipientes, utillaje, pan, jarras con la bebida...

-También bajo yo -Aclara; por una parte le fastidia, pues quizá fastidie algún intento por parte de Arria de conseguir alguna confidencia de la elfa, pero por otra, harán falta más manos... y tampoco es que se fíe mucho de la parroquia que han visto en el salón principal de la posada; mejor ir en grupo, por si las moscas.

En todo caso, intentará ir un par de pasos tras ellas, dejando que hablen con más comodidad. 

Arria, Gabrielle y Sybille vuelven con la cena. La comida calma los animos de los comensales y la charla discurre por senderos más superfluos. Habáis de vuestros origenes, de vuestras familias y contáis chistes y canciones para animar la velada. Cuando Oorjit termina el tercer plato y erupta, se dá por concluida la cena. Poco a poco os vais acomodando a vuestros lechos y aunque lucha por aguantar un poco más despierta, es Sybille la última en caer rendida.

Había llegado a la habitación con una sonrisa en los labios, llenando las copas de vino cuando veía que se habían vaciado, revisando el rostro tanto de sus compañeros como de los dos recién llegados por igual. Las palabras de la joven la habían dejado algo intranquila aunque no dejó que eso se viera reflejado en su rostro. Ese símbolo, ese tal Belagor, ese demonio adorado por los elfos. ¿Quería despertarlo? por eso había estado tan ansioso en encontrar las ruinas? Al menos ahora sabían a que atenerse, debía encontrar la forma de decir sus sospechas al grupo sin que ellos estuvieran presentes

Ella misma no probó apenas el vino, y se moderaba cuando servía a sus compañeros. Quizá si el elfo bebía de más la mañana siguiente estaría dormido cuando ellos se fueran de la habitación y así no tuvieran que lidiar con el hecho que quisiera acompañarlos. 

Argos ayuda a quién se ayuda a si mismo Esperaba que con esa treta pudieran tener algo de tiempo para decidir como lidiar con el problema de los elfos

Una vez terminada la cena, haría mis oraciones a Argos, yendo a dormir enseguida para estar descansada para la siguiente jornada

A medida que la velada se extendía, FULBERT volvía a sentir el regocijo de los buenos viejos tiempos, cuando sus noches discurrían en interminables fiestas y agasajos, donde todos bebían, reían y comían con alegría ininterrumpida, contando historias antiguas y chismes de alcoba con idéntica erudición.

Durante la cena, el joven noble recuperó su natural predisposición a oficiar de maestro de ceremonias, indagando aquí y allá entre los comensales donde intuía que podía haber una buena historia.

Por supuesto, el vino aguado y el potaje poco refinado que les habían servido en aquel olvidado rincón del reino poco tenían que ver con las fastuosas orgías de sabores que recordaba de su juventud. Pero la compañía de aquellos desconocidos de buen corazón, a los que ya había empezado a apreciar con sinceridad, era todo lo que necesitaba para volver a sentirse como en casa.

Durante al menos unas horas, todas las tinieblas que oscurecían su pasado reciente, y también las que ocultaban el incierto porvenir que los esperaba, se disiparon por completo, apartadas por la luminosa calidez de la amistad...

Finalmente, cuando el estómago se había llenado tanto que apenas si lo dejaba moverse, y su lengua empezaba a moverse con torpeza, el noble se dejó caer en uno de los camastros de la sencilla habitación comunal. Por primera vez en mucho tiempo, sus sueños fueron plácidos y tranquilos, y dibujaron una amplia sonrisa en su rostro.