Partida Rol por web

—¡AHHHHH! —grité al caer al suelo, con un sonoro golpe, tras recibir un repentino impacto en mi espalda a escasos metros de entrar en el sótano.

Giré el rostro con una expresión de pánico dibujada en mis facciones, maldiciendo para mis adentros por haber estado tan lento. Al sentir tan cerca de mí a la criatura, pensé que aquello era el final. "Papá, te he fallado... No he llevado el apellido Walsh como se merece" —me dije en un principio, pero quizá había una opción de evitar su ataque. Así que comencé a soltar manotazos y patadas (a patalear, en definitiva) en todas direcciones, tratando de que se apartara o alejara lo suficiente para que me diera tiempo a cruzar la puerta y cerrarla en sus morros.

Billy empezó a moverse como un gato panza arriba, pataleando y dando manotazos, hasta que uno de ellos consiguió desestabilizar lo suficiente al bicho y hacerlo trastabillar, dándole la oportunidad de ponerse de pie y lanzarse hacia el sótano con desesperación.

De hecho, entró con tanta fuerza, que chocó con todos los demás, haciendo que todos os precipitaseis en medio de un montón de gritos, escaleras abajo, mientras el bicho asomaba por la apertura y al comprobar que no había luz, daba media vuelta.

Pero vosotros ya no estabais arriba para verlo. Lo único que pudisteis ver, una vez llegasteis abajo, era un amasijo de brazos y piernas doloridos, que sin duda debían acompañar a una buena cantidad de moratones.

Estabais vivos, pero con unos cuantos golpes de regalo, además del tobillo de Alex que todavía le dolía como si fuese algo grave.

Una vez lograsteis poneros en pie, visteis dónde estabais. Aquello no solo era el sótano del museo, sino que en sí mismo era también otro museo, con una gran cantidad de obras cubiertas por plásticos y telas, esperando a ser restauradas o simplemente, acumulando polvo.

-¡¡Altooooo!! - Becca frenó de golpe agarrándose a la barandilla de la escalera. -Uf, por poco no nos damos la gran leche. - se giró hacia sus amigos.

-¿Estáis bien? ¿Y Álex? -miró hacia atrás, respirando agitada, con las pulsaciones a cien.- Ni se te ocurra separarte de mí, ¿vale, enana?- le dijo a su hermana con ojos expresivos de lo que le haría si se soltaba- Que luego las broncas me las como yo y…¿Eh?

Espantada vio el ataque del bicho a Billy y como éste afortunadamente lograba zafarse de las garras del monstruo. Y ya después de eso vino el empujón muy bruto que no pudo evitar. 

Venga, escaleras abajo.-¡Jolines, que porrazo! Ay, me duele en las costillas y en la pierna. Paul, quita tú pie de mi cara, ¡Ya!

Aturdida, comprobó donde estaban, el sótano polvoriento- Jaja! Al final hemos caído donde queríamos colarnos.

No sé cómo lo hice, la verdad, pero lo conseguí. Habiendo aprovechado el tiempo que me concedió el pajarraco mientras se estabilizaba, salí disparado hacia la puerta, entrando en la sala como un elefante en una cacharrería. ¿Resultado? No me fijé en que el descansillo era tan pequeño y sin quererlo empujé a Bernie y aquello fue igual que un efecto dominó. Tras unos segundos que se me hicieron interminables, cayendo escaleras abajo, terminamos aterrizando en la fría superficie del sótano entre quejas y lamentos. Por lo menos habíamos esquivado a la criatura, pese a que ahora nos encontráramos bastante doloridos después del golpetazo. 

—Auch, vaya leche más tonta nos hemos pegado... —me lamenté, acariciándome la espalda con suavidad—. ¿Estáis todos bien? —pregunté incorporándome con dificultad.

Revisando la estancia con la mirada, poco tardé en quedarme absorto. El lugar estaba abarrotado de objetos y piezas de arte, la mayoría en mal estado u ocultas por plásticos protectores.

—Guau... Qué cantidad de cosas tienen almacenadas aquí. Seguro que hay más de una joya histórica —dije con cierta emoción—. ¿Creéis que está por aquí el cuadro del "Inferno"?

¡Au!

¡Aa!

¡Ouch!

¡Kataaa!

¡Um!

¡Ah!

Esas y tantas otras pequeñas exclamaciones pronuncié conforme iba golpeándome con los escalones... hacia abajo, pues ni modo que uno pueda caerse hacia arriba por más que lo intente.

De algún modo, no sabría decir como, mi pie acabó sobre la cara de Rebecca - si, em, umm, pegdona - dije, y ya recogía la extremidad y la usé para lo que suele hacerse, es decir, ponerse de pie.

Y tras un breve check list comprobé que todos estábamos bien, razonablemente bien, y lo mejor, la criatura se había retirado.

Alcé la vista y, nervioso, vi las incontables estanterías repletas de objetos... parecía un gabinete de curiosidades de principios del siglo XX... 

Esto... ¿es un salcógafo? Uauu...

Y comencé a desplazarme de objeto en objeto. Algunos los destapaba, incapaz de contener mi curiosidad...

Chicos... si, cleo que el cuadgo debe estag por aquí... 

Por si el tobillo ya me doliera poco de por sí, el haber bajado rodando por las escaleras fue la gota que colmó el vaso. Con esfuerzo consigo ponerme de pie e intento apoyar el pie con cuidado. Duele, pero al menos no parece que esté roto porque consigo apoyar.

No estoy para un partido de basket, pero podía haber sido peor... pienso con un suspiro. Miro al resto del grupo par ve que todos estén bien y le preguntó a Billy si ha conseguido salir indemne de su encuentro con el bicho.

Había sido horrible, tanto el pájaro aquel como caer por las escaleras. Sin poder evitarlo, empecé a llorar mientras abrazaba al señor Pebbles, que había quedado aplastado bajo el peso de todos los demás.

Me dolía el brazo y alguien me había golpeado en la cabeza, y por si aquello fuera poco, tenía miedo.

-Quiero... quiero... ir con papi.... -conseguí decir entre sollozos, abrazándome a Rebecca.

Entramos todos en tropel, empujándonos unos a otros. Rebecca fue la primera en entrar y ver las escaleras, por lo que se frenó en seco. Sí, frenar, porque aún llevaba los patines puestos. Era increíble cómo se movía con ellos. Si fuera yo el que usara patines, ya tendría las cuatro extremidades rotas. No era muy habilidosos para esas cosas, la verdad. Ella, sin embargo, era toda una heroína. El caso es que nos frenamos en seco detrás de ella, justo al borde del primer escalón. Estaba oscuro y no se veía el fondo. Detrás nuestra, el monstruoso bicho volador nos perseguía. Al mirar atrás, vi a Billy en el suelo, dando patadas y puñetazos a la criatura. ¿Cómo demonios se había quedado ahí, si estaba a mi lado en la puerta? Gracias a Dios, logró zafarse y entrar como pudo, pero el impulso hizo que... Sí, hizo que los demás fueran avanzando un poco hasta que fuimos cayendo por las escaleras, uno a uno, hasta llegar al fondo. Una maraña de brazos y piernas es lo que quedó. Todos, bastante doloridos, nos fuimos levantando y observando lo que había a nuestro alrededor. Estanterías con infinidad de cosas, algunas tapadas con plásticos, nos esperaban para ser descubiertas. Me incorporé, después de haber aplastado a Hailee, y empecé a dar una vuelta junto a los demás.

-"¿Estás bien Hailee? ¡Ayy! Creo que me he hecho daño en el codo. ¡Ostrás! Qué de cosas que hay por aquí, seguro que es donde está el otro cuadro."

El sótano era sin duda un tesoro en sí mismo, y todos os pusisteis a mirar rápidamente por todas partes, hasta que Gordi dio con lo que estabais buscando.

El cuadro del INFERNO. 

Oculto tras una sábana, encontró el segundo de los cuadros que Willy había pintado, y al retirar la sábana, algunos de vosotros lanzasteis un "Ooooh" que llamó la atención de los demás.

El cuadro no parecía estar dañado en absoluto. Es más, daba la impresión de encontrarse en un estado perfecto, como si hubiese sido pintado aquel mismo día.

Me quedé pasmado al quitar un plástico y ver que allí se encontraba el cuadro que buscábamos. Era bastante espectacular y para nada estaba deteriorado.

-"Aquí, venid todos aquí. He encontrado el cuadro."

-¡Ooooh..! 

-Becca se quedó con la boca abierta contemplando el cuadro del Inferno que acababa de desvelar Bernie. Distraída por el hallazgo, despreocupada del estado de sus amigos, correspondió por inercia al abrazo de su hermana. La abrazó muy fuerte, mirando entretanto a la pintura- No te asustes. Bueno, sí, vale, hay motivos para asustarte, pero no mucho. Estás conmigo y nuestros amigos. Papá no tardará en venir.

Le dio un beso en la cabeza, sacó el móvil. -Buf, qué rollo, sin cobertura. Ven, Hailee, acércate al cuadro, mira que bonito, eh? -intentó distraer a su hermana- Va, no llores, que me exasperas y me pones de los nervios.

Rebecca también se aproximó al cuadro, precioso, con detalles aquí y allá, parecía una foto.

Con recelo después de todo lo ocurrido ese día, me acerqué al cuadro para mirarlo detenidamente.

¿Qué más puede pasar hoy?... pensé tras notar una punzada de dolor proveniente de mi tobillo.

¡¡Uau!!

Bien hecho, Gogdi... a ver...

Felicité a Bernie por haber encontrado el cuadro tan rápido y me acerqué todo lo que pude, pues ya todos lo rodeaban mirándolo...

No pude evitar sentir un cosquilleo, similar al que debieron sentir nuestros padres hace 30 años... esto comenzaba a tomar un cariz demasiado parecido y no sabía si eso me gustaba o no...

Si... si que me gustaba, pensé con deleite.

Hailee... no lloles, todo esto es muy divegtido, ¿ves? Es una aventula, como la de nuestuos papás... imagina que egues Coquín, Becca es Cleo y estamos en un capítulo supel chulo... ¿ves? No pasa nada...

No sabía si con ello conseguiría animar a la pequeña, pero no podía dejar de intentarlo...

Asentí a la pregunta de mi primo, para que no se preocupara. Metí la mano en los bolsillos revisando mis pertenencias; el móvil, después de la caída, había terminado con la pantalla bastante dañada y, por desgracia, sin querer encenderse. Las gafas se encontraban intactas gracias a la funda que las había protegido; y el paquete de caramelos no había sufrido ningún daño. Me eché uno a la boca, mientras comenzaba a deambular por la habitación explorando todo lo que me rodeaba. Al avisarnos Bernie de que había descubierto el cuadro, me abrí paso para quedar frente a él, observándolo fascinado. Era una verdadera obra de arte.

—Es increíble, incluso la pintura parece fresca —dije con tono de admiración—. Después de todo no necesitaba ser restaurado. Más bien el Dr. Kingston pretendía esconderlo, aunque no sé por qué... —afirmé inspeccionándolo más detenidamente. De cerca, me parecía que tenía algo especial.

Todos os aproximasteis al cuadro y visteis con sorpresa, aunque no tanta como pensabais, que aquel cuadro... no era solo eso. En la cubierta parecía haber gente moviéndose en todas direcciones, subiendo y bajando por los mástiles y también apareciendo y desapareciendo entre las velas.

Billy se acercó para verlo mejor y entonces, cuando estuvo lo suficientemente cerca, se formó una extraña conexión eléctrica o algo parecido entre él y el lienzo. Fue como si saltaran chispas y de repente, una extraña luz pareció envolveros a todos. Pegados como estabais unos con otros, Billy fue solo el primero puesto que todos entrasteis en una especie de remolino gigante que pareció tragaros.

Era como si se hubiese desatado un huracán. El viento os elevó en el aire, haciendoos girar vertiginosamente para al final, concentrarse en el cuadro y haceros desaparecer en su interior en medio de un sinfín de gritos de confusión y horror.

Cuando el remolino desapareció, lo único que quedó en aquel sótano fue el cuadro y un silencio sepulcral, roto únicamente por el graznido de la bestia que continuaba moviéndose en los pasillos del museo.