Partida Rol por web

- ¿Alguien llorando? ¿Estás segura de eso? -Miré a Eli para después fijar de nuevo mi mirada en Camelot. Aunque mi amiga intentaba quitarle importancia a ese hecho, yo estaba convencida que Elizabeth había escuchado algo, pero prefería no hacer ningún comentario más al respecto.- Seguro que tienes razón y sólo es cansancio. Verás como después de cenar algo y dormir toda la noche, mañana lo veremos todo más claro.

Ni yo misma estaba convencida de lo que decía pero aún así me veía en la obligación de hacer algún comentario que consiguiera animarnos en aquella oscuridad. Me acerqué a la hoguera para comprobar cómo iba la cena y, cuando consideré que ya se podía comer, los llamé a mi lado.

- A saber qué es lo que nos encontraremos en Camelot. Han pasado cinco años y hemos visto los vestigios de la guerra que ha debido sufrir esta tierra... pero seguro que todavía queda gente allí.

Aún no habían regresado ni Lilyan ni Mondred cuando Eli decidió que era buen momento para probar los lechos de hojas que había preparado. Nuestras lenguas se entrelazaban, igual que nuestros cuerpos pegados en uno contra el otro, intentando convertirse en un sólo ser, donde el placer, la felicidad y la paz fueran eternos.

Galeas notó algo que hizo que su cuerpo se levantara como un resorte, pero no era nada más que el viento. Algo le devolvió la atención a lo que de verdad importaba, Eli le había mordisqueado el cuello y con su boca pedía más de él. Galeas la agarró y le levantó también de cintura para arriba hasta dejarla sentada, y él encima apoyado con una rodilla mientras la otra estaba atrapada entre sus piernas.

El instinto de Galeas era de romper por el medio el vestido de Eli y sacarle sus deliciosos pechos para besarlos y mordisquearlos, acariciarlos y saborearlos... pero no podrían justificar que tuviera el vestido roto. Les pillarían. Tuvo que contentarse en posarle las manos encima de sus pechos y estrujarlos, mientras sus bocas volvían a conectar.

Galeas volteó a Eli y la puso encima de él, con su entrepierna palpitando, estremeciendo todo su cuerpo pidiendo el cuerpo de Elizabeth, pero no habría tiempo. Tendrían que aguardar a otro momento para dejarse llevar por la pasión, así que besó por última vez a Eli y le indicó que se levantase antes que cualquiera de sus amigos les encontrara en esa situación.

Galeas no había escuchado nada, pero sabía que las percepciones que podía tener Elizabeth eran mayores que las suyas. O quizás, y podía ser peor, esos llantos provenían de una fuente que sólo deseaba que los oyera Eli, por algún oscuro y posiblemente desagradable motivo.

Yo también opto por cenar e intentar dormir. - Intentar era seguramente el mejor verbo posible, si bien por cansancio seguramente dormirían muchísimo, todo lo sucedido haría que costara poner la mente en blanco para dormir. Y quien sabe si por segunda vez, algo más físico iba a impedirles el merecido sueño.

En cualquier caso iban a no dormir lo suficiente, así que lo mejor era aprovechar la tranquilidad mientras durase.

Pasado...

No podía evitar sentirme triste, de tener que esconder nuestro amor y nuestro deseo, un amor que iba más allá del placer carnal para ser algo de otro mundo.
Besé sus labios una y otra vez, enroscamos nuestras lenguas. Mis manos recorrían su pecho y palpaban el bulto de sus pantalones. Me sentía sucia por estar traicionando a mis amigos pero no podía evitarlo. Galeas ya no era una simple fantasía con la que masturbarme cada noche, se había convertido en mi confidente, en mi mitad y ambos sabíamos que nada de esto acabaría bien.

Antes de levantarme, volví a besar su boca fervientemente, estrechando mi cuerpo contra el suyo, recorriendo con mis manos su espalda hasta agarrar sus nalgas para retenerlo el mayor tiempo posible contra mi cuerpo. Pero Lilyan apareció con la cena y tuvimos que disimular como nunca para que nuestro idílico amor, no se convirtiera en una maldición para los cuatro.

Alzó la mirada hacia el firmamento, se podía ver las estrellas entre las copas de los árboles. Pegué un primer bocado a la comida y mastiqué distraída mientras mi mirada se perdía en el horizonte. Ni siquiera sabía si quería saber que nos esperaba allí o dar la vuelta. Sentía una extraña punzada en el corazón que le obligaba a encogerse de miedo y desesperación.

Estuve silenciosa durante la comida y cuando acabé, me acerqué a Mordred para refugiarme entre sus brazos. Cerré los ojos y reposé mi cabeza en el pecho del joven príncipe.
-Si alguien queda, sólo serán restos de quienes fueron alguna vez -dije sin ni siquiera abrir los ojos. No me apetecía. Pero sabía que estaban esperándonos, llamándonos, jugando con nuestras emociones. Abrí los ojos y me queda mirando a Lilyan y después a Galeas mientras me apretaba contra Mordred.- Y ¿si damos la vuelta?

Estar con sus amigos era un concuelo en medio de tanta desolacion pero las palabras que trataban de decirse paracer a al menos hacer algo de conversacion y hacer menos opresivo el silencio solo lograban que mordred se sintiera cada vez mas intranquilo. Los recuerdos de la noche del baile volvian a el una y otra vez como fantasmas que lo acosaban,aquella energia tan monstruosa que habia sentido parecia volver a asaltar cada fibra de su cuerpo como el recuerdo del fuego que queda sobre la piel quemada acaso habia una posibilidad de que el llanto que elizabeth decia escuchar fuera acaso aquella criatura que ahora se encontraba gimoteante bajo las ruinas del castillo llamando a la unica amiga que conocia en el mundo. Los mismos dragones que se suponian habian desaparecido junto con la magia ahora volvian para presentarse ante sus ojos junto a otras muchas criaturas de leyenda, que era lo que sucedia que todo el mundo que habia estado escondiendose parecia de repente revelarse como animales que huyen de un bosque en llamas-si tenemos suerte no habra ni siquiera eso-dijo mordred de repente viendo el rostro de su madre como un cadaver putrefacto que se acercaba a el con manos frias como el hielo-incluso si damos media vuelta ahora la sombra que se extiende nos perseguira hasta el fin del mundo-dijo el apretandose contra elizabeth sintiendo como la comida no le sabia a nada en la boca-todo cuanto podemos hacer es esperar que el mañana nos de alguna luz sobre todo esto-dijo finalmente mirando a galeas a traves de las llamas,el sentia una gran disonancia en aquella tierra pero para su amigo que era parte de la misma tierra el sentimiento debia ser insoportable.

- Mordred tiene razón, no podemos dar media vuelta y olvidarnos de todo... no nos dejarán en paz hasta que no nos enfrentemos a lo que sea que nos está esperando en Camelot. -Miré la hoguera absorta en la hipnótica danza de las llamas intentando desvelar el futuro que teníamos delante. Pero el fuego no me dijo nada. Volví a levantar la vista y contemplé uno a uno a mis amigos.- No podemos dar media vuelta y vivir el resto de nuestros días escondidos y echándonos en cara nuestra cobardía. No... debemos plantar cara ante aquello que nos llama, ante aquello que nos está esperando y enfrentarnos a ello de una vez por todas, es la única posibilidad que nos queda si queremos vivir en paz el resto de nuestros días... eso si conseguimos salir con vida. Pero no nos olvidemos que tenemos un arma muy poderosa para vencer, no sólo nuestra fuerza sino también... -Me mordí el labio dudando si seguir hablando, igual me tomaban por una loca por creer en mis palabras... pero estaba convencida que lo que teníamos nosotros era algo muy poderoso que podía vencer al enemigo más cruel- ... nuestro amor. Ya sé que pensaréis que sólo digo tonterías y que estas palabras dichas por mí deben sonar muy raro, pero es lo que creo y de lo que estoy convencida. Nuestra mayor fuerza no radica en la magia o en la espada... radica en el gran amor incondicional que nos profesamos. -Volví a centrar mi mirada en las danzarinas llamas un tanto avergonzada.

Salí de la tranquilidad de las tierras de mi madre para descubrir lo que pasó, y no pienso dar ahora marcha atrás - dijo Galeas con su mirada perdida en Camelot - El viejo Argus de la taberna siempre me decía: a uno siempre le van a criticar haga o deje de hacer, así pues... siempre es mejor hacer. Como decía la niñera que me hacía de madre y probablemente de padre, uno se puede arrepentir de hacer cosas... pero es mucho peor arrepentirse de no hacerlas. Quizás nuestra vida esté más a salvo en Avalon, pero seguramente condenaríamos todo por lo que hemos luchado. Es posible que aún nos puedan sorprender con horrores y amenazas peores de las que nos hemos enfrentado hasta ahora, pero no superarán una cosa. Nuestro vínculo - finalizó Galeas mientras miraba a Elizabeth y a Mondred a la vez que con sus brazos rodeaba el cuerpo de Lilyan.

Suspiré. Cerré los ojos y me pegué aún más contra el pecho de Mordred.
-Está bien-les dije a los tres.-Descansemos-comenté y al momento daba un largo bostezo. Me aparté un instante de Mordred para ir a gatas hasta el lecho de hojas secas que deberíamos compartir esa noche los cuatro como si de una gran cama se tratase. Le lancé una mirada dulce a Mordred para que me acompañase en mis sueños, abrazándome contra él, mi espalda contra su pecho y mis glúteos contra sus muslos. Y ambos mirando a la otra pareja que habíamos formado cuatro amigos en un momento desesperado, donde lo único que teníamos, era los unos a los otros.
-Buenas noches-me despedí de los tres.

Pero mi cuerpo no reaccionaba de igual manera cuando me abrazaba Mordred ni cuando me besaba ni cuando me miraba. Deseaba tanto ser Lilyan, poder besar los labios de Galeas sin importar la opinión de los demás, jugar con sus cabellos mientras nos miramos y reímos tontamente. ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? Odiaba esta situación, me odiaba a mi misma por no ser sincera con sus sentimientos. Pero el bienestar de Mordred y Lilyan era más importante que mi propia felicidad y por eso, sólo me limité a mirar la cara de Galeas mientras el sueño me vencía y allí, en nuestros sueños, volvimos a ser uno.

En sueños....

Mi cuerpo flotaba en la nada, una luz frente a mí se hacía más pontente hasta formar otro cuerpo desnudo. Mi corazón dio un brinco y una sonrisa iluminó mi rostro.
-Has venido-musité como si todavía no me creyese que Galeas había vuelto a mí a través de nuestros sueños, mientras mi poder siguiera en él, yo seguiría siendo parte de Galeas.

Avancé en la nada hasta que nuestros cuerpos se fundieron en un cálido abrazo y nuestros labios buscando los del otro empezaron a besarse desesperados mientras nuestros cuerpos desnudos seguían pegados, piel con piel.
-No me importaría morir mañana-le dije entre beso y beso-porque contigo he descubierto lo que es el amor.

Las palabras de sus amigos lo habrian emocionado hasta las lagrimas de no ser porque sonaban tan fuera de lugar con las personas que estaba acostumbrado a tratar,escuchar a lilyan hablar de los lazos de una manera tan franca y abierta era un milagro casi tan grande como ver a galeas tomarse algo en serio sin decir ninguna broma. Aquellos no eran mas que indicios de lo seria que realmente se habia vuelto aquella situacion, ya no podian darse el lujo de tontear como si fueran jovenes irresponsables corriendo una de sus muchas aventuras,ahora habia algo mucho mas importante en juego para todos ellos.

El cansancio finalmente termino por ganarles a todos y se fueron a dormir en el enorme camastro que eli les habia preparado,distaba mucho de ser las suntuosas camas de plumas que tenian en sus habitaciones en camelot pero luego de todo lo que habian pasado aquel dia mordred era capaz de dormir sobre un monton de rocas sin quejarse-soñad con tiempos mejores-fue todo lo que el les dijo a sus amigos mientras se apretaba contra elizabeth sumiendose en un profundo sueño. Al principio solo habia oscuridad pero incluso en aquel vacio informe mordred podia escuchar una voz que parecia estar llamandolo,en un comienzo no era mas que un susurro informe pero a medida que se acercaba al origen de la voz podia oir palabras mas definidas ''dovakihn'' parecia susurrar la voz aunque el no tenia idea de lo que significaban esas palabras. De repente un gran brillo rompio la impenetrable oscuridad en la forma de un dragon dorado que brillaba como el sol,mordred tuvo que taparse los ojos para no ser cegado por su brillo,cuando sus ojos finalmente pudieron soportarlo miro al monstruo a la cara y vio que de alguna manera tenia los mismos ojos de elizabeth, su nombre fue lo ultimo que susurro antes de que el fuego lo engullera.

Sin lugar a dudas todo aquello que estaba sucediendo los estaba cambiando sin remedio, quisiéramos o no nuestras vidas ya no serían igual... ni siquiera nosotros lo seríamos.

Con los brazos de Galeas rodeando mi cuerpo caí profundamente dormida, pero ni sueño ni pesadilla acudió a mi mente, sólo un profundo pozo de oscuridad sin fin... ni un sonido, ni una luz, nada de nada. Me movía inquieta y con un sudor frío empapando mi cuerpo, pero mis ojos no se abrieron, seguía siendo arrastrada en aquel pozo sin fondo.

Cuando por fin me desperté muerta de frío, comprobé que la primera luz del día asomaba entre los árboles. Había llegado el momento, aquel día sería el inicio de una nueva vida y el final de la que ya conocían. Seguir viviendo o morir... pero siempre luchando.

Finalmente todos aceptaron que la mejor opción era dormir, y mientras Mondred y Eli compartían abrazados uno de los lechos, Lilyan y él hacian lo mismo con otro. Estuvo a punto de perderla simplemente por una malinterpretación, aunque estaba claro que aunque no lo parecía en un momento, su madre le había comido más la cabeza de lo que creían en un momento. Pero eso ya había pasado, estaban en Camelot y estaban juntos, y Galeas la abrazó con sus fuertes brazos para disfrutar de algo que creía que había perdido. Quizás no dudaría mucho, puesto que los peligros que les aguardaban podían acabar en cualquier momento con sus vidas, pero sus corazones sobrevivirían a cualquier infortunio y sería más fuerte que a los destinos que otros quieran forjar para ellos. Y con todo esto en la mente, su cuerpo finalmente se relajó y entró en sueños.

Y Galeas soñó. Y en sus sueños encontró la verdadera felicidad... encontró a Elizabeth. Su vínculo era tan fuerte, que allí parecía que ambos sueños era uno solo, o al menos eso es lo que su mente y sus deseos le hacían creer. Pero cuando su cuerpo desnudo se pegó al de Elizabeth, cuando notó que se le erizaba todos los pelos de su cuerpo al rozar con su pierna la entrepierna de ella, al entrar en contacto sus abdominales con sus hermosos pechos y al notar el aliento envolviéndole todo el cuello, que no era un sueño. Era ella y estaban juntos, y sus bocas se buscaron apasionadamente.

Sólo si en la muerte podemos seguir juntos. - le respondió entre beso y beso - Porque la verdadera muerte sería no poder estar contigo nunca jamás.

No le importaba si tenía que fingir con sus amigos, porque esto demostraba que antes o después podían estar juntos. Momentos como estos valían todo el sufrimiento que tenían que aguantar, porque todas las heridas quedaban sanadas.