En una hora se pondría el sol por el horizonte, los últimos rayos del astro pegaban contras los tejados de la ciudad. Sólo quedaban dos horas para que se preparasen, darse un buen baño y perfumarse. Llegarían muy justos de tiempo a la recepción.
No estaban los ánimos para charla mucho menos para chanzas así que recorrimos el camino de vuelta casi en silencio. Fue ante las puertas de la ciudad donde nuestros caminos se separaban, Eli y Mordred irían directos al castillo mientras Galeas y yo regresábamos a casa en la ciudad.
- Nos vemos luego. -Me despedí con un gesto cansino de la mano y sin mucho ánimo en la voz.
Desmonté del caballo para recorrer la ciudad y Galeas hizo lo mismo. No era la primera vez que veíamos el tipo de persecución y acoso por parte de los fanáticos seguidores de la nueva religión, pero parecía que en aquella ocasión nos había afectado más que otras veces.
- Si Arturo es rey es gracias a Merlín y su magia, entonces ¿por qué ahora reniega de ella? No lo entiendo y no es justo. -Hablaba con Galeas en un tono bajo con miedo a que alguien nos pudiera escuchar. Los tiempos estaban demasiado revueltos como para correr riesgos.- Bueno, ya hemos llegado al fin. Sólo espero que nuestro ánimo no sea tan sombrío como el de ahora.
Dejé a Gwynt en el establo a cargo de Roman, el nieto de Norma que a veces iba a ayudarnos. Y entré en la casa dando voces.
- Norma, Noooormaaaaaaaaa... ¿Donde estará esta mujer ahora? -Tenía muy poco tiempo para prepararme y necesitaba su ayuda. Al fin apareció entrando por la puerta, parecía que había estado en el pequeño huerto que cultivaba tras la casa.- Norma, hoy hay cena en el castillo dentro de dos horas y tenemos que asistir. No tengo tiempo para un baño caliente perfumado así que me conformaré con unos cubos de agua fría en el patio. Prepárame mis afeites, perfumes y el vestido azul de terciopelo, y después trenzarás mi pelo. Venga... rápido... que no tenemos prisa.
Salí al patio con una toalla y un jabón perfumado, preparé unos cubos y, en un rincón alejado de ojos indiscretos, comencé con el aseo.
Modificado
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Tras separarse de Eli y Mondred llegaron Lilyan y él a la ciudad. Galeas desmontó de Tusko mientras Lilyan ya había hecho lo propio con su corcel. No sabía porque esta vez les había afectado más que de costumbre, quizás simplemente ya se estaban cansando de todo esto, o el hecho que por la noche veríamos toda la otra cara de la hipocresía, de una opulencia casi vomitiva.
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Nunca me he atrevido a preguntarlo, pero siempre he asumido que Arturo culpa a la magia de no tener un heredero no bastardo - le respondió en el mismo bajo tono. Y al cabo de poco, llegaron a su destino. No te preocupes - respondió Galeas tras el beso de despedida de Lilyan - te recogeré en un par de horas de mejor humor.
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Tras ello me fui junto a Tusko hacia la herrería que también me servía de casa, para que mi corcel descansara y comiera - había sido tan corto la excursión al rio que no creía que hubiera podido haber comido apenas nada por allí -, y yo iba a prepararme para ir en condiciones al castillo. Quizás era un herrero, pero era el hijo de un caballero de la mesa redonda, y esos malditos en comidas así exigían que mostrara el respeto que ellos no me daban.
Tras separarse de Eli y Mondred llegaron Lilyan y él a la ciudad. Galeas desmontó de Tusko mientras Lilyan ya había hecho lo propio con su corcel. No sabía porque esta vez les había afectado más que de costumbre, quizás simplemente ya se estaban cansando de todo esto, o el hecho que por la noche veríamos toda la otra cara de la hipocresía, de una opulencia casi vomitiva.
Nunca me he atrevido a preguntarlo, pero siempre he asumido que Arturo culpa a la magia de no tener un heredero no bastardo - le respondió en el mismo bajo tono. Y al cabo de poco, llegaron a su destino. Seguro que podremos animarnos un poco, tranquila.
Lilyan dejó a su corcel con Roman, y Galeas le acompañó un momento mientras llevaba consigo a Tusko.
Encárgate que coma, que nuestro viaje ha sido demasiado breve para que allí pudiera haberse alimentado a gusto.
Tras ello regresó hacia dentro de la casa de Lilyan, tenía que vivir allí porque tuvo que vender la casucha que le había dejado su padre para ser el propietario de la herrería, y sacar de allí todos los beneficios. Para su desgracia, no le era factible vivir allí en condiciones, así que a regañadientes había acabado aceptando la oferta de Lilyan de vivir con ella.
Lilyan acaba de despachar a Norma y se había ido para el patio. Una de las ventajas de ser hombre en estos tiempos, es que no necesitaba ni la mitad de tiempo que una mujer para estar a punto, con lo cual podía aprovechar ese tiempo para cosas más provechosas.
Viendo que no había nadie allí, accedió al patio lentamente mientras sus ojos buscaban el cuerpo de Lilyan. Con todo lo silencioso que pudo, se quitó la camisa que llevaba mientras sus pupilas se engrandecían al observar la silueta de la hija de la reina.
Si tanta prisa tienes Lilyan, podríamos lavarnos mutuamente y así ganar tiempo... - dije con una sonrisa picarona.
Sentir la suavidad de la espuma en mi piel y el olor del perfume del jabón en la nariz consiguieron que poco a poco me relajara. La visión de la joven siendo arrastrada y humillada me había hecho sentirme sucia... sucia por no haber movido ni un dedo en su ayuda. ¿Acaso me estoy ablandando? Estaba tan absorta en estos pensamientos que no pude evitar un respingo al oír la voz de Galeas.
Mi primera reacción fue intentar cubrir mi desnudez con mis manos, gesto que no dejaba de resultar un tanto cómico. Yo, acostumbrada a enseñar mi cuerpo a todo tipo de amantes y a soportar sus miradas cargadas de lujuria, por algún extraño motivo me avergonzaba de que mi viejo amigo de la infancia me mirara del mismo modo que ellos.
- ¿Se puede saber qué estás haciendo? -Le miré furiosa antes de que el jabón de mi pelo resbalara hasta entrar en mis ojos.- Oh vaya... esto pica mucho. -En un acto reflejo mis manos, que intentaban cubrir mi cuerpo, se separaron para frotarse los ojos.- Pásame ese cubo de agua... Venga, rápido.
Posiblemente Lilyan era la mujer menos dominable de este reino, incluso por encima de Elizabeth... así que hacerla sentir algo que se pudiera parecer ligeramente a la vulnerabilidad era un privilegio mucho mayor de los que haya podido disfrutar su padre o el resto de la corte. Aunque era algo que no diría jamás en voz alta, estaba seguro que Lilyan lo caparía para salvaguardar su pose de mujer indomable.
Galeas agarra uno de los cubos llenos de agua y empieza a vaciarlo hasta la mitad por encima de la cabeza de Lilyan, quitándole todo el jabón que pudiera tener en la cara... y observando, sin ningún tipo de reparo como el agua se llevaba el jabón mas allá de sus mejillas recorriendo todo el cuello y pasando por encima de sus senos, tan descubiertos en esos momentos a sus indignos ojos.
Pero no le importaba, Galeas quedó con una sonrisa bobalicona mirando más abajo de sus hombros con el cubo medio lleno sostenido por sus fuertes y desnudos brazos.
El agua fría que me lanzó Galeas no sólo consiguió llevarse los restos de jabón y aliviar la comezón de mis ojos, sino que también consiguió que mi piel se erizara y mis pezones se endurecieran, formando una imagen provocativa para cualquier hombre. Cuando por fin mi vista se despejó pude comprobar que Galeas me observaba sin pestañear, sonriendo tontamente. Si sólo le falta babear.
Me sonrojé como una niña pequeña ante su mirada sin entender el motivo de mi turbación, nos conocíamos desde hacía tanto tiempo que mi mojatería resultaba ridícula y pensar en esto me enfureció mucho más.
- Cierra los ojos y date la vuelta si no quieres que te la dé yo de un puñetazo. –Le grité con rabia mientras yo también me giraba quedando de espaldas a él, intentando acercarme a la toalla.
Quedan 30' para la recepcion
Yo le habria dado el puñetazo XD
en el fondo es una exhibicionista :P
creo que vamos a llegar tarde... para hacernos notar más que nada :S
Galeas intenta contenerse la risa mientras se gira - y deja el cubo en el suelo - para que Lilyan pueda tener algo de intimidad para poder taparse.
Yo había dejado el cubo medio lleno para que me lo tiraras si era necesario, pero un puñetazo hubiera estado bien... - y tras eso ya no puede evitar más soltar una pequeña risotada - No te pongas así, tenía que hacer algo para que nos animáramos el ánimo antes de ir a la dichosa recepción.
Tras esto, como si no hubiera molestado suficiente a Lilyan, le hace palmas para que se de prisa a irse a arreglar, sabiendo que no le daría una ostia ya en esos momentos por tener que irse a arreglar... aunque esperaba que la cosa luego fuera suficientemente animada para que el humor de Lilyan fuera lo bastante complaciente como para no hacerle pagar todo esto a la vuelta de la cena.
Una vez sólo en el patio, Galeas se termina de desnudar y empieza a lavarse con ahínco mientras su mente piensa que ponerse y donde está, porque una cosa sería llegar tarde por culpa de Lilyan... pero si llegasen tarde por culpa suya, más le habría valido que le hubiera noqueado ya antes de un puñetazo. O al igual no, quizás poder llegar tarde y echarme la culpa a mi le iría bien, ya que podría hacerse notar sin que las reprimendas cayeran sobre ella. En fin, tocaba lavarse a fondo y rápido, antes de volver a la casa para cambiarse.
Me envolví en la gran toalla dejando mi pelo mojado al aire, recogí mi ropa sucia y volví a la casa hecha una furia, no sin antes darle un empujón a Galeas al pasar a su lado que aún seguía burlándose de mí. Una vez en mi cuarto mi rostro cambió el gesto de enfado por otro de preocupación y duda. Algo me estaba pasando y no me gustaba nada, me estaba ablandando demasiado... primero la chica del lago y ahora mi azoramiento frente a Galeas. Para mi sorpresa me sonrojé de nuevo al pensar que me hubiera gustado poder espiarle desde mi ventana, ver el agua resbalando por su fuerte cuerpo desnudo, su pelo blanco y mojado brillando al sol del atardecer... pero suspiré resignada, mi ventana no daba al patio. Sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos y pequeñas gotas de agua se dispersaron por todo el cuarto.
Norma ya me había dejado todo preparado, el vestido colgando de su percha, los brillantes zapatos a su lado y los accesorios en el tocador. Me vestí con la rapidez que da la práctica y llamé a mi nodriza.
- Normaaaa... ven, ayúdame a peinarme por favor. -La mujer acudió todo lo rápido que pudo y se dedicó a cepillar mi cabello hasta que éste empezó a brillar bajo la luz de las velas, trenzando el pelo junto a unos finos hilos dorados. El resultado parecía del todo satisfactorio.
Cuando salí de mi habitación mi humor ya se había calmado, mostrándome decidida a disfrutar de aquella velada. Galeas ya me estaba esperando, tan elegante, tan apuesto...
- ¿Te parece que estoy bien? -Le pregunté coqueta mientras giraba sobre mí para que me pudiera ver mejor.
Ya que lo ponéis...
Tras estar limpio se envolvió con una toalla que había recogido y subió hacia su habitación. En su mente sólo estaban 2 cosas, el traje que debía de ponerse... y el deseo de haber tenido más tiempo para "jugar" con Lilyan. Si así era Ginebra a su edad, no le extrañaba que Arturo la hubiera tomado a la fuerza como su esposa y señora de Camelot.
Pero una vez en su habitación desnudo, no pudo evitar volver a pensar en el río esta mañana, cuando vieron a la pobre chica siendo perseguida por la plebe. No entendía que pasó en Camelot, sólo sabía que toda esta mierda había hecho, si ya estaban complicadas las cosas de por si, que su madre Vivian viviera en Avalon y no con él en Camelot.
La Dama del Lago, aunque lo de dama no lo debió entender mucho su padre en su momento. No sabía cuanto rencor le guardaba su madre a él, cuanto en él veía de todo lo que odiaba de su padre. Apenas había tenido contacto de niño, y ya no recordaba cuantos años hacía que no la había visto, demasiados para su tormento. Si ella estuviera aquí, quizás podría entender mejor la magia, el porque está tan prohibida... o mejor aún, quizás lograría quitarle la prohibición.
Pero no, aquí las únicas damas que le esperaban esta noche eran Eli y Lilyan, y no podía hacerles esperar. Se vistió con un traje de gala negro, y una vez totalmente equipado bajó al salón a esperar a Lilyan. Esta apenas tardó nada en aparecer, en un asombroso traje que le sentaba como un guante en la esbelta figura de su amiga.
Más que bien, me parece que algún día harás que a tu madre le de algo - dijo sin saber que mejor cumplido podía salirle de su boca. Venga vamos, el paripé nos espera...
Pues ale :P
- Ya pudieran ser ciertas tus palabras -sonreí imaginándome a mi madre sintiendo envidia de mí.- Sí, será mejor que nos vayamos porque me temo que ya llegamos tarde.
Le agarré del brazo y disimuladamente aspiré su varonil aroma. Aquello me hizo sentir bien y animó mi espíritu. Salimos de la casa en dirección al castillo donde ya nos estarían esperando nuestros amigos.
- Por cierto Galeas, estás especialmente guapo esta noche. Ten cuidado porque quizás seas tú el que consiga esposa esta noche, jajajajajajaja... -me reí con ganas al ver la cara que ponía.
Iba a continuar con la llegada al castillo, pero no sé si debo hacerlo en esta escena
Si es la llegada al castillo, debes ir al castillo