- Nada de eso... - dijo Aucalipsidia, algo más relajada. - Hace unos días llegó a Citerea una sacerdotisa de Delfos, una Oráculo de Apolo, y tuvo una visión. Herodías me puso al corriente, parece que la diosa ha sido secuestrada por un extranjero y cuando Vulcano se entere... - gimió y sus ojos adquirieron un brillo de preocupación. - Quieren meter extranjeros aquí en el bosque que nos ayuden a encontrar a Afrodita...
Herodías: druida que suele ir al bosque.
Puedes ver la descripción en la escena Musas de Citerea.
-¿Extranjeros?- Para el sátiro extranjeros en la isla eran todos los humanos, así que si no concretaba no sabría por donde empezar. -¿Donde ha desparecido? ¿Y de que extranjeros hablas?-
La historia le parecía cada vez más extraña, una diosa raptada por unos hombres venidos de a saber donde. Lo de una diosa secuestrada por meros mortales ya le parecía raro, a menos que dichos mortales resultasen ser semidioses o héroes designados por el Destino. Pero de ser así eran unos héroes bastante estúpidos, enfrentarse a la fuerza combinada de Vulcano y Ares (que a buen seguro se enfadaría si alguien hiciera daño a su amante) era cuanto menos firmar una sentencia de muerte.