Partida Rol por web

El nephilim asintió y comenzó a moverse, ya tenía ganas de irse y acabar de una vez para echarle el guante a esos objetos.

Al parecer el rabdomante ya no tenía nada más que decirles, pero sus palabras en boca de Sharezaad se mostraban cuanto menos como enigmáticas. El menor de los tres hijos de Bac-Bac era sin duda un tipo astuto, pero ¿qué tenía que ver ese extraño cuento con ellos? Su comprensión no alcanzaba a atisbar qué había querido expresar Gerasa, pero el beduino no estaba por la labor de dedicarle más tiempo a ello, ahora su mente se encontraba prendada por el tesoro que aguardaban encontrar.

Gazel había vagado errante durante su vida por gran parte de los parajes de Abisinia, pero no había recorrido nunca el desierto de Danakil. Sólo sabía del lugar que era un páramo rojizo y que allí abundaba su preciada y famosa sal, así que se dispone a realizar con interés el camino. Asiente levemente a Sharezaad y da media vuelta. No quedaba más que hacer allí.

Nos tocara hacer de guias en este tortuoso viaje. Piensa Hiel par si mismo, mientras mueve sus pies descompasada, pero rapidamente en una danza extraña que sin embargo no le hace moverse del espacio que ocupa. Bueno gentiles seres, es momento de partir sin pensar en el ayer ni en el mañana, sólo en el siguiente paso a realizar.

Hiel de Bet-el no tiene que emplear más que lo que resta de ese día para examinar los atlas disponibles para trazar la ruta de su viaje: hacia el sur, bordeando el lago Tana, abandonando el macizo de Abisinia a la altura de Debra Tabor, Lalibela entonces, la ciudad de las iglesias cruciformes talladas en la roca, y Alamata por último les premiaría con la visión de la llanura de Danakil, recorrida por cauces secos y fallas zigzagueantes, heridas irrestañables sobre la forma del Mundo Aparecido.

Mañana, los buscadores invertirán el dinero del que disponen en adquirir camellos para cada uno, agua y vituallas. Gazel recordará la presencia de unos afar con los que terció en un negocio, y cinco de ellos consentirán en ser sus guías en el desierto. La compañía partirá al atardecer, eludiendo la canícula.

Dos días hasta Debra Tabor, a través de boscosas laderas.
Dos más hasta Lalibela.
Uno hasta Alamata.
Las jornadas en el desierto son interminables.

Gazel sale de las casas del cartógrafo pensando en el lugar al que se iban a dirigir, el desierto de Danakil. Probablemente seguirían en el viaje la ruta de Debra Tabor y Alamata, por lo menos es la que escogería él, pero de eso debía ocuparse finalmente el hechicero.

Más bien le procupaba poder moverse bien en las desérticas tierras del norte. El beduino no había pisado nunca el territorio de Danakil y, aunque no le producía ningun tipo de intranquilidad la estancia en el desierto, podría convertirse en un verdadero problema para los demás. Necesitarían a alguien que supiera desenvolverse por la zona, y esos eran los afar. A lo largo de su vida había conocido algunos de los de su etnia, y se acordaba claramente que tuvo un encuentro reciente en el Callejón de los Peripatéticos con un grupo de ellos. Quizá todavía estuvieran por la kaisariya, y quizá pudiera conseguir que alguno de ellos accediera a acompañarles...

El beduino rompe el silencio tras sus reflexiones:

-Deberíamos hacernos con provisiones para el viaje en la kaisariya -dice al resto del grupo. - La travesía será larga, pero sobre todo lo será el paso por el desierto, así que necesitaremos de suficiente agua y camellos... Por mi parte, creo que sé también dónde buscar a alguien que nos pueda servir de guía en Danakil...

El oriental parte en silencio.

En su corazón hay funestos presagios, relacionados con su Marduk.

En su mente hay pensamientos y toda clase de leyendas, relacionadas con los nephilim y los objetos sagrados de Salomón.

Actúa como siempre, con determinación y valentía, aunque en esta ocasión parece que su vida le preocupa bastante más, dejando de ser tan temerario o extremista.

Sus compañeros intuyen que este cambio tiene que ver con la marca de su espalda, pero cualquiera que se acerca a preguntar o a iniciar una conversación es repelido por unos ojos de mirada venenosa, que le contemplan fijamente desde detrás de las ranuras de una máscara de combate.

El nephilim pasa las noches casi sin dormir, acariciando su espada, con cariño, mientras canta en una lengua desconocida, su voz parece ser una combinación perfecta de odio, añoranza y tristeza.

Hiel de Bet-el sigue moviendose descompasadamente mientras hurga y sumerge su cabeza en volumenes y volumenes de atlas y libros, para empaparse completamente del trayecto, destino, y necesidades del viaje. Cuano termina se pone en pie y comenta: El camino sera fácil, lo dificil sera el viaje. Todo lo que necesitaremos lo podemos adquirir en el Bazar.

Creo que deberia hacerme con algo de polvo de adormidera* a demas de una reserva de aceite para asegurarme la vision de noche... O, y deberia aprovechar este tiempo, quien sabe cuando volvere a tener la ocasion de disfrutar de la suave compañia del sexo opuesto... pueden pasar días, incluso semanas... Quiza en "El Jardin de las Flores" pueda descansar un poco y prepara fuerzas para este viaje.

Las jornadas son aplastantes en la llanura de Danakil: el sol se les hunde en el cerebro como una moneda al rojo vivo en mantequilla y el azufre suspendido en el aire les arrasa las fosas nasales, les aniquila el gusto y el olfato. Y aún será mucho peor.

Dejaron Alamata hace dos días y han venido siguiendo el cauce raquítico del Sifani hacia el norte, donde domina el monte Afrera: ese es el destino de los Afar que los acompañan. Detrás se excava la depresión, y el volcán Dollol, y el lago Asale, y las minas de sal al descubierto de los Afar. Hasta en las bocas del infierno pululan los hombres. “Faltan tres días para llegar”, les ha informado uno de los guías.

Entonces, este atardecer, avistan un poblado a la sombra de unos cerros, custodiando una garganta. Unos hombres salen a recibirles en actitud suplicante, mientras que las mujeres y los niños se han encerrado a cal y canto en las cabañas.

-¡Ayúdennos! –les espeta un anciano, señalando hacia el estrecho. -¡Las arpías se están llevando a nuestros hijos!

El nephilim mira torvamente al anciano a través de las rejillas de su máscara

-No tiene que ver con nuestra misión…el débil será carne y el fuerte devorará-

Aparta al anciano con un ligero empujón.

Nada sucede sin proposito, el caotico aconteder del universo siempre posee forma definida cuando nos alejamos lo suficiente. tras eset comentario Hiel sonrie. Aunque claro, de esto se desprende que intervengamos o no, el universo no variara, por lo que son total y profundamente indiferentes nuestros propositos en ese movimiento... Aunque nunca se deben perder las formas... Piensa tras el empujon de Zadakiel. En vuestras manos compañeros esta el ayudar o no a esta pobre gente, yo estoy aqui para señalar el camino, no para decidir que hacer en él..

Gazel se encontraba tras Hiel de Bet-El y Zadakiel, detenido. En verdad ese asunto no era de su incumbencia, y no sentía la menor necesidad tampoco de ayudar al anciano en su problema. Pero, si tenían que pasar por el desfiladero, sería de necios no preguntar acerca de esas arpías que aterrorizaban a los aldeanos, pues podrían convertirse en un problema al que tuvieran que enfrentarse. No perdían nada preguntando al desdichado, e incluso cabía la posibilidad de continuar el camino vadeando la garganta, sin pasar innecesariamente por el estrechamiento, que se levantaba ante ellos como unas fauces abiertas...

Se dirige al hombre después de ver que el nephilim seguía su camino y el filósofo se muestra igual de indiferente:

-¿Quienes son esas de las que hablas?
 

Los cinco afar se han encorajinado ante el gesto desconsiderado del enmascarado y se han apresurado a asistir al anciano.

-¡Continuad el camino por vuestros medios! –comenzaron a increparles, sobre todo al nephilim.

Los camellos berrean inquietos.

Pero el anciano pide calma y le explica al beduino:

-¡Son tres, tres hermanas! Dos de ellas, uniendo sus fuerzas, pueden llevarse a un hombre adulto. Así murieron dos de los guerreros que enviamos, despeñados, mientras intentaban llegar a su nido. Se instalaron en la garganta hace un mes, así comenzó todo. Dos niños que jugaban fueron arrebatados. ¿Por qué ha caído esta desgracia sobre nosotros, oh, Dios Todopoderoso?

El sol es una naranja incandescente que guillotina el horizonte; las sombras de la noche se derraman en el extremo puesto, siempre en su persecución.

Desenvaina su espada y mira a los humanos con aire arrogante

-Engendros Afar, si no queréis tener un enemigo más cerrad la boca-

Mi mirada esta llena de sed de sangre y de locura

-Anciano…¿Qué sabes de los objetos de Salomón?-.

Después de unos segundos de sorpresa, los cinco camelleros afianzan sus varas y los cuatro hombres que acompañaban al anciano, apartan a Gazel y protegen al viejo blandiendo sus azagayas.

-¡No nos dan miedo los que se ocultan detrás de una máscara! –están espetándole a Zadakiel. – ¡Vete, parte ya, nos reiremos cuando esas tres rieguen con tus despojos las laderas!

Pero el anciano hace otro intento por serenar a todos:

-¿Los artefactos de Salomón? ¿Sois entonces buscadores enviados por el Rey de Reyes? Lo único que sé es que se trata de una extraña fiebre que lo atenaza desde los últimos tiempos. Por favor, deponed las armas. Está pronta a caer la noche. Podréis descansar en una de nuestras chozas y compartiremos con vosotros nuestra enjera y nuestra agua.

Entonces, alguien lanza una voz de advertencia:

-¡Mariam, vuelve a tu casa!

Pero la niña, de unos siete u ocho años, de pie junto a un cercado, a pocos metros del grupo, no se mueve ni un ápice. Escruta a los recién llegados, envuelta en su manto. Finalmente, señala a Zadakiel y murmura:

-He soñado con esa máscara. Una espada la cortaba en dos, y entonces se convertía en las dos hojas de una puerta que comenzaba a abrirse, en el Norte, donde los fuegos perpetuos, y las arpías eran liberadas.

El nephilim se quita la máscara y la cuelga de su cinturón, mirando a los hombres mientras levanta su espada, dejándola horizontalmente ante su rostro y recorriendo el filo con la lengua

-A Aoi le parecería un insulto que le diese de beber vuestra sangre…pero podría venceros a todos y colgaros de unos postes por las tripas, dejandoos como pasto para los buitres-

Sonríe malignamente, cuando la niña llega piensa "¿Quién es ella?¿Tiene el don de la clarividencia?"

Zadakiel guarda la espada, dejando de mirar a los hombres y arrodillándose para hablar con la niña, sujeta la máscara para enseñársela a Mariam

-¿Qué es esa profecía?¿Conoces su significado?-.

Mariam no ha tratado de escapar. Explica ahora, cuando los murmullos horrorizados de los afar continúan a espaldas del espadachín:

- No sé qué significa. Desde que nací tengo extraños sueños, y hasta veo cosas estando despierta, ondulantes visiones que el simún trae, pero mi madre me pidió que no hablase de ello –mira significativamente al anciano y su gente-, que ellos no lo comprenderían. Sólo que ahora… ¡Las arpías se llevaron a Mika y Timor, dos hermanos, mis amigos! El portador de esa máscara debe saber cómo matarlas – al llegar este punto, en sus ojos enormes ha cuajado la tristeza, y la sed de venganza afectado a su exhortación.

Hiel sonrie mientras mueve sus pies y balancea su peso de uno a otro. El Nephilim tiene caracter, y su tendencia y facilidad puede sernos util... aunque su alma se imflame con facilidad.

Curioso sueño... pero dudo que si partimos tu mascara aparezcan mas arpias... Dice mientras continua sonriendo y mirando a la niña

Camina hacia el poblado, llevando a la niña de la mano

-Mataremos a esas arpías, pero a cambio me deberéis contar todo lo que sepáis de Salomón y sus objetos-

Miro al Viejo al hablar, colocando su mano libre, la derecha en su cinturón, cerca de la espada.