El espadazo de Kraull y la puñalada de Alexander terminan de rematar al Líder de la secta, generando sendas heridas de las cuales emana la sangre. El elfo finalmente se desploma en el suelo, bañado en un charco de su propia sangre, que comienza a tornarse de un color violáceo y a salir coagulada. También observáis como su cuerpo se hincha un poco. La imagen es dantesca, pero no os cabe duda alguna de que ese pobre infeliz yace muerto.
Detrás de vosotros escucháis cómo otro cuerpo cae al suelo. Se trata de Tormus que ha caído inconsciente debido al agotamiento. Aún respira pero veis cómo su piel recupera su color y textura original y se reabren alguna de las heridas que le habíais provocado cuando estabais bajo el control del líder...
Alexander corre al lado de Tormus.
- Ayudadme, tal vez aún podamos salvarle la vida.
Podéis hacer una tirada de primeros auxilios o medicina para establecer a Tormus. Lanzarle un hechizo de curación también funcionaría.
Yo no tengo nada de curar ni primeros auxilios ni nada, por lo que... mejor intentadlo vosotros xD
Al ver que el líder caía bajo los ataques de Kraull y Alex, mi corazón se llenó de alivio. La pesadilla había concluido al fin. Sin embargo nuestro amigo Tormus estaba herido, a causa de nuestros propios golpes, aquellos que le diéramos bajo la dominación del nefasto elfo. Llegaba el momento de reparar lo hecho.
Alex llegó primero a él y pidió ayuda para socorrerlo. Aun un poco atontada por el golpe, busqué mi mochila que había caído unos metros más allá y vacié su contenido. La alegría inundó mi rostro al ver que todo lo que en su momento había cargado continuaba allí.
Separé los pergaminos mágicos y encontré uno de curación. Mi especialidad no contemplaba la medicina, por eso siempre me aseguraba de tener alguno de esos hechizos físicos a mano, para casos como el que teníamos en nuestras manos.
A toda prisa lo desarmé y corrí al lado de Tormus. Entonces, con voz serena y clara lo leí, dirigiendo los gestos correspondientes a su figura, para ejercer el poder sobre su cuerpo. No serviría para que se recuperara al ciento por ciento, pero al menos lo dejaría vivir hasta que pudiéramos llevarlo con alguien que supiera curar sus heridas.
Yo tengo un pergamino de curación menor. Supongo que al menos servirá para estabilizarlo ^^
Kraull dejó atrás su enajenación y luego miró atrás..Tormus estaba herido...y lalaith parecía querer ayudarlo. El paladín se acercó observando la escena. La preocupacion de la elfa lo conmovía, aunque nunca antes habia pasado tal cosa en él.
-Lalaith si no podeis curarlo con vueestro hechizo, lo intentaré con mis conocimientos de curación, en mis años de largos viajes he tenido que aprender a curarme solo.
Iba a tener que sacrificar algo mas que sangre para contentar de nuevo a su Dios. estaba obrando el bien y todo por una mujer...por una elfa...no entendía como alguien tan insignificante podía hacer cambiar el alma de un ser tan oscuro y deprorable como Kraull.
Estaba confuso, distraido y .... no sabría explicarlo. Demasiadas emociones...él no debía sentirlas.
El proximo sacrificio sería dar su propia alma al Dios y llevar su voluntad en forma de no-muerto, estaba seguro de que su dios...así lo convendría.
Conforme Lalaith iba leyendo las palabras del pergamino, éstas iban desapareciendo y unas brillantes lucecitas aparecieron en las distintas heridas que Tormus tenía abiertas. Con la última palabra de la joven elfa, el pergamino se convirtió en polvo entre sus manos y las luces se disiparon. Las heridas dejaron de sangrar y a los pocos segundos Tormus recupera el sentido.
Al abrir los ojos y ver vuestras caras, una expresión de alivio y felicidad lo invaden, hasta el punto de que su firme mirada se torna llorosa. Sabía que podía confiar en vosotros. Dice completamente emocionado. Se apoya en el hombro de Alexander para levantarse, llevándose una mano al costado, aun resentido por las heridas internas. Necesitaré descansar y recuperar las fuerzas, creo que todos lo necesitamos. Mira un último instante el cadáver del líder de la secta y, todavía apoyado sobre Alexander, comienza a salir de aquel lugar. Salgamos de aquí. Dejemos que los sacerdotes del templo limpien este desastre. Bastante hemos tenido todos hoy con pararle los pies a ese maníaco.
Lalaith, Kraull, ¿creéis que podéis hacerlo, podréis curarle? -aun me vibraba el cuerpo por la cantidad de patadas y puñetazos procedentes de la Danza Ki-. Oye, Tormus, ¿no sospechabas de la traición del capitán Lauren? Era ciertamente difícil, pero... nosé... ¿no has visto nada raro en él ultimamente?
Lauren siempre fue un hombre de carácter serio y fuerte. Hasta el último momento mantuvo su farsa sin que yo sospechara nada. No se cómo logró mantenerme engañado tanto tiempo, ni cómo convenció a buena parte de la guardia para que se unieran a la secta. De no ser por que el traicionero gremio de ladrones le dieron la espalda a la secta, Lauren y el líder se habrían salido con la suya y vete a saber qué estragos habrían causado en Frencia.
La pesadilla había llegado a su fin.
Acompañáis a Tormus hasta la salida, en la sala principal del templo. Allí veis cómo Locke y sus ladrones ayudan a las sacerdotisas a limpiar el destrozo causado por la batalla. Mañana tendremos una misa especial en memoria de los caídos esta noche - dice una de las sacerdotisas.
Tormus os pide que volváis a la posada para descansar ya que poco más se podía hacer en aquél lugar.
Al día siguiente las campanas del templo suenan a medio día. Una gran congregación de gente se reune en torno a la puerta de entrada. Allí la sacerdotisa superiora está oficiando la homilía junto a Tormus, que se encuentra visiblemente más recuperado, pero aún con algunas heridas. Ambos hablan a todos los presentes sobre el ataque que había sucedido la noche anterior y la existencia de la secta...
Pero no estaríamos aquí de no ser por este magnífico grupo de gente que ayudó a parar los pies a esa horrible secta - dice Tormus refiriéndose a vosotros - Así que en nombre de Atenas, nuestra Señora y Protectora, nombro a Lalaith, Alexander, Burlat y Kraull, salvadores de la ciudad de Frencia. Siempre seréis bienvenidos entre nosotros. Sus palabras arrancan una gran ovación entre el público asistente.
Al terminar la homilía Tormus se acerca a vosotros una última vez. Quería volver a agradeceros vuestra ayuda en este asunto de la secta. Mis hombres, bueno, más bien los pocos que quedan, han registrado la guarida de la secta. Muchas de las personas que formaban parte de ésta estaban bajo el control mental de ese maníaco, así que cuando murió volvieron a ser ellos mismos. El resto desapareció de la ciudad en cuanto se enteraron que la operación en el templo había fracasado. Entre los archivos personales del líder había unas notas con el plan que pretendía llevar a cabo. De no haberles parado los pies habrían utilizado el vial que el líder tomó para resucitar a su dios. El vial no era otra cosa que sangre del propio dragón Bahamut. Por lo visto pretendían dársela a una cría de dragón recién nacida para que adquiriese la fuerza de su antepasado. Pero no menciona en ningún sitio dónde está esa cría de dragón. Puede que esta secta sólo fuese una célula de una red más grande que operaba en este lugar o puede que conseguir a la cría de dragón fuese el siguiente paso después de obtener el vial con la sangre de Bahamut... De todas formas vosotros truncasteis sus planes y os felicito por ello. - Tormus hace una pausa para estrecharos la mano a cada uno en señal de respeto - Nestor os reunió a todos y cada uno de vosotros para que le ayudarais y no le habéis defraudado. Estoy seguro que ese viejo mago se sentiría muy orgulloso de vosotros. Solo puedo desearos buena suerte y allá donde vayáis, recordar que aquí tenéis un lugar al que regresar.