Partida Rol por web

Norm asintió a las palabras del Rey. Ciertamente había alguien allí cometiendo alta traición, aunque no fuera la Sombra o la Llama... o quizá es que no las había visto todavía.

El grupo espera hasta medianoche, a esa hora se junta con media docena de guardias en la sala de espera del cuartel de palacio. Allí todo el grupo espera aún otra hora más antes de partir.

Sera más de la una y media de la mañana cuando golpean una puerta, al cabo de pocos minutos un hombre soñoliento, armado con un puñal largo y una cota de cuero a medio poner abre la puerta. Flog lo reconoce inmediatamente como el hombre de la bolsa.

- Por favor capitán, acompáñenos. Ordenes directas de su majestad. Lo siento mucho - dice el líder del grupo de soldados.

El capitán se pone blanco, asiente y pide unos segundos para hablar con su familia.

- Por supuesto. - contestan los soldados mientras empiezan otra espera de unos 15 minutos. Finalmente el grupo entero, con el capitán detenido, llegan otra vez al palacio, donde el verdugo se encarga de llevar al prisionero a los sótanos.

Flogdegnurt queda perplejo por la pasividad del intrigante capitán. Perplejo y decepcionado ¿Es que no va a intentar escapar ni nada?¿No tiene a diez secuaces dispuestos a ayudarle a salir de este lío?

A pesar de lo emocionante y trepidante que se habría podido imaginar aquel momento, lo cierto es que estaba resultando aburrido y absurdo. Sin más inconvenientes, la comitiva llegó a las mazmorras donde entregaron al prisionero al verdugo.

-¿Y ya eztá?¿Qué zerá de él?

Abot se queda en segundo plano mientras el capitán es detenido. Después rodea la casa buscando posibles salidas y al final se queda a la puerta de la casa, apoyado contra la pared para no ser visto desde dentro pero atento a si se escucha alguien salir.

Como sabe que su vista es defectuosa le pide a Varag o a Bastia que se queden con él.

Cuando el humano solicitó tiempo para despedirse de su familia, Bastia se mostró desconfiada y se alegró cuando Abot comenzó a rodear la casa, por lo que ella comenzó a hacer el mismo en la dirección contraria, de forma que se encontraría ambos en la trasera del edificio.

Cuando Abot sugirió esperar, asintió a la propuesta y buscó un sitio entre las sombras para ocultar su presencia.

El capitán de la guardia? - Varag meneó la cabeza. Si habian corrompido a alguien asi, quien estuviese detras de esto era importante. Una cosa que dijo el Rey resonó en su cabeza

~~y NO se entera de la detención de esta noche creerá que ha tapado bien sus huellas y se sentirá a salvo.

Si esperaban tanto y le dejaban escribir algo o contarselo a su mujer? Como iban a mantenerlo secreto? 

Al cabo de unas horas un mayordomo viene a buscar al grupo, para en medio de la noche, llevarlos al despacho del rey. Allí Velthana y el secretario les están esperando.

- Ha hablado rápido - comenta el rey - Sabemos quien es el traidor. El capitán volverá a su casa y mañana detendremos a la doncella. Gracias a vuestra ayuda no solo tendremos un heredero, sino que tenemos vigilado una importante conspiración. Mi reino esta en deuda con los exploradores grises y con vosotros personalmente. Recomendaré a Frank que os haga miembros inmediatamente. De todas formas aceptar estas gemas como muestra de gratitud - el secretario os acerca un saquito.

- Por cierto, hablando de Frank, os espera en el Puerto de Granito.

Después de los agradecimientos y los parabienes con el rey Velthana —Usaremos estas gemas por el bien y la justicia —Los exploradores grises... los aprendices de exploradores grises pudieron tener un rato a solas.

—Creo que le debemos esta a Flog, por seguir tan bien a los mercenarios. ¿Alguien ha visto a Yabitz? No le veo desde hace horas. 

El grupo permaneció un último día en la ciudad ya que habían estado toda la noche activos y bajar por la montaña sin descansar no era buena idea. Varag pasó buena parte de la mañana durmiendo y, por la tarde, se dedicó a visitar la ciudad con la intención de reparar su cota de mallas, ajada en varios sitios tras el ataque de los piratas. Por casualidad, cerca de dónde había estado el negocio del alquimista (que ya habian empezado a limpiar de escombros), encontró una pequeña tienda con un rotulo que representaba a un enano saltando por los aires sobre una explosion.

La tienda resultó ser parte de un conocido emporio de armas que se extendia por todo el territorio de los Clanes Enanos, bajo el nombre de Farblast e Hijos. El orco se pasó un buen rato de chachara con el vendedor, un enano ya entrado en años que habia luchado como mercenario durante bastantes años tanto con como contra goblinoides y no tenía la desconfianza que permeaba al resto de su raza. Despues de  discutir sobre los asuntos de actualidad que incluian, por supuesto, la conspiración contra el Rey ("Quien iba a decirlo, Hamid parecia un buen tipo. Siempre era muy educado en el barrio"), escuchar una rocambolesca historia historia sobre como el Farblast original había perecido y el negocio habia pasado a sus hijos y enterarse de que no les iba demasiado bien en Almaharabad ("Estos humanos no entienden que la calidad cuesta, pardiez"), resultó que la tienda no reparaba armaduras.

"Si quieres repararla, ya a estas horas prueba en La Cuchara de Palo. El dueño es herrero y quizas te la tenga para mañana, si lo alquilas una de sus mejores habitaciones. pero vamos, yo de ti compraba otra. No es que no sea de buena calidad... Para las Tierras Salvajes. Pero mira, mira". Un buen rato despues, ya anocheciendo, Varag salía con una bolsa llena de gemas menos, un abono anual de "Farblast e Hijos" ("un 3% de descuento!), un bote de aceite de armaduras, una piedra para afilar el hacha y "la mejor armadura que ha salido de una forja enana en dos generaciones."

Desde luego, era la más cara.

Flogdegnurt hizo una torpe reverencia ante el monarca, pues había observado que era una señal de respeto que debía hacerse.

-No entiendo mucho de lo que noz cuenta, pero ez bueno zaberze útil. Le dezeo muchoz añoz de prozperidaz y que laz cabezaz de zuz enemigoz cuelguen pronto de la punta de una lanza, tal como se merecen.

Tal fue la despedida de Flogdegnurt ante el rey. Se retiró aceptando su parte del botín, sin saber muy bien qué iba a hacer con aquellas piedras. Lo cierto es que eran hermosas. Pensó en hacerse un collar con ellas. Mas cuando descubrió el valor que tenían, no dudó en cambiar algunas para visitar las tabernas de Almahrad y degustar algunas delicias locales. Todo esto, en un breve receso antes de partir hacia Puerto de Granito donde les esperaría un nuevo trabajo.

El pequeño goblin estaba dándose cuenta que a pesar de no entender mucho de la sociedad humana, este trabajo le estaba gustando.

Bastia se mantuvo firme ante el rey, pues para ella era la mejor forma de respeto que podía mostrar, y asintió ante el agradecimiento del rey.

Estaba lista para ir directa ante Frank y esperar instrucciones, cuando Varag comentó que iba a buscar una nueva armadura y, por primera vez, fue consciente de que seguía llevando la misma armadura que durante su servicio en las arenas del desierto y quizá debía buscar algo más apropiado para el servicio a los Capas Grises...

Bastia daba vueltas por la ciudad, tratando de encontrar una armadura que se adaptara a su fisionomía pero, ante las negativas de los herreros o incluso la mirada despectiva y bufidos como respuesta de un enano, le quedó claro que Almahrad podría ser la ciudad de los sueños para muchos pero no para una brinchie que supiera luchar.