Partida Rol por web

Por tu expresión, el consejero real ya podía hacerse una idea de como había sido tu día, pero aún así te permitió decir todo lo que habías vivido hasta el momento, intentando mantener la sonrisa tras cada tragedia y mal momento que le contabas...

-Ja... ¡Ja, ja, ja! -Frey no pudo contenerse más, soltando una fuerte carcajada. Tras unos segundos, logró contener la risa y mirarte nuevamente. -. Ahh... Vaya día más terrible has tenido, ¿no...? Supongo que no debe ser fácil, lo se bien porque yo también he tenido días así, sobre todo en mis inicios... ¿Sabes? Un consejero no es solo el que sirve únicamente a los reyes, si no también el que ayuda al reino... ¿En quién confiaría su majestad si no en aquel que le ayuda a él tanto como al clan mismo? Ese chico, Liones... He escuchado que es algo problemático, pero también tengo entendido que no tuvo una vida fácil: y allí lo ves, ayudando en todo lo que puede... -finalmente, Frey se acercó para dejar una mano sobre tu cabeza, mostrando una amplia sonrisa. -. No deberías dejar que eso te afecte. Quieres demostrar que eres un Von Karstein y hacer sentir orgullosos a tus ancestros, ¿no? Pues entonces deberías ir por voluntad propia con él, y ejercer tu autoridad como consejero cuando él quiera dejarte de lado en cualquier asunto. Que no se te vaya la cabeza, ¿okey? Si hace algo bien, dejale hacerlo, pero no te cortes cuando pienses que hay una mejor forma de actuar. Estoy seguro de que en el momento en el que aprendas a hacerte notar y respetar, empezará tu ascenso como consejero...

Por supuesto, los guardias no se quitarían de encima hasta que el mayordomo llegase, pero ni él quitó las cadenas ni los guardias se movieron...

-Sabía que venías con malas intenciones... Ahora entenderás lo que les pasa a criminales como tú -dicho esto, su mano enguantada volvió a envolverse en magia, y esta vez le bastó con soplar sobre la palma de la misma para liberar un peculiar polvo amarillento que volaría en forma de nube hacia tu rostro. Al no poder moverte, terminarías respirando aquello de alguna forma u otra, tras lo cual empezarías a sentirte cansada hasta finalmente perder la consciencia...

No sabías exactamente cuanto tiempo había pasado antes de poder despertar, aunque dudabas que fuese más de un par de horas. Aún así, sentías tu cuerpo ciertamente debilitado, y ahora no te encontrabas en ningún lugar que conocieses: una habitación amplia y oscura, repleta de númerosas jaulas de distintos tamaños, así como una iluminación decente que permitía ver lo que había en el interior de cada una: personas, personas de distintas razas, géneros y edades, todos separados en jaulas individuales que les impedían escapar de aquel lugar. Viendo a través de los barrotes, te diste cuenta de que tu también estabas dentro de una jaula, y que tu cuello estaba sujetado por un collar con cadena...

-Oh, al fin despiertas... -una leve risa confirmó tus temores, siendo que una pequeña figura se acercó por el pasillo formado por las jaulas siendo acompañado por su fiel mayordomo. El hijo de la familia Pegasus, con una sonrisa de oreja a oreja, se te quedo viendo. -. Verás: mi familia de dedica a la venta de esclavos de todo tipo. Aquellos que le deben algo a mi familia, terminan aquí dentro a la espera de un buen comprador; en muchos casos, los conocidos y familiares terminan trabajando para mi esperando poder pagar por la vida de sus seres queridos... Debo decirlo, dejar que te capturasen ayudó mucho a la paga de esos guardias que te detuvieron, pero aún así serán incapaces de pagar por la compra de sus familiares y amantes... En tu caso, dudo que tengas alguien que quiera trabajar por tu libertad, así que solo te queda esperar a un buen comprador: y dejame decirte, que las albinas se venden muy bien... ¡HA, HA, HA! -como un completo maniático, el chico soltó una fuerte carcajada mientras el mayordomo seguía detrás.

Ethan no pudo evitar fruncir el ceño y cruzarse de brazos, un tanto molesto por ver como su mentor se reía con ganas, ¡para el pobre aprendiz no era nada gracioso!, todo le estaba saliendo mal y desde luego no parecía mejorar al ver que Frey se reía…pero por suerte trató de animarle después de aquella risa, comentando que el había tenido días así y que tenía que ayudar también al reino, igual que hacía Liones.

El joven no pudo evitar mirar con seriedad a Frey.-Ya, pero si yo voy a intentar ayudar o hacer cualquier cosa y llega alguien y me quita mi autoridad…pues muchas cosas no puedo hacer, es decir…termine acompañándole y siendo un bulto más, eso no me parece muy justo…y por mucho que haya pasado, no tiene porque pagarlo con los demás.-Terminó por suspirar mientras el consejero le ponía una mano en la cabeza y le comentaba que tenía que ejercer su autoridad como consejero, sobretodo cuando el quisiera dejarle fuera de cualquier asunto.

-Ya…si tan siquiera me hiciera caso…-Murmuró antes de negar.-Como sea…por suerte creo que no tendré que ir con el a ningún lugar más, a fin de cuentas mi misión ya ha terminado…creo.-Comentó pensativo.-A lo mejor intento poner en practica lo que me has dicho si me vuelven a mandar a investigar.-Terminó por decir.

Desde luego quería hacerse notar y respetar, pero desde luego era complicado, es decir…¿Cómo iba a hacerse respetar así de buenas?, tenía que encontrar alguna manera.-Y humm...¿se ha descubierto algo más sobre lo del castillo mientras estaba afuera?...o...bueno, lo que pasó en los calabozos...

—Pff... llevabas aquí todo el rato esperando que despertara? Debes de tener una vida muy emocionante.

Gracias por contarme tu plan, golfillo del demonio, porque ahora me das una buena razón para emplear violencia contigo.

Ahora bien, tengo que pensar en una forma de salir. Me deben haber puesto o hecho algo que me anule la magia, no pueden ser tan estúpidos, así que hay que encontrar otra manera. Me quitaron mis cosas? Dónde está mi espada? Más bien, dónde estoy? Es un sótano como supuse?
Hay un montón de gente, si pudiera soltarlos a todos le prendemos fuego la mansión al renacuajo.
Lo más importante ahora será sacarme este coso del cuello, y mediante fuerza bruta no va a ser. Me pongo entonces a buscar algo con lo que pueda forzar la cerradura, aunque no creo que sea tan fácil, si no alguna de estas otras personas ya lo hubiera intentado.

Pienso un rato.

Serán criminales todos estos? Ahora no sé si liberarlos a todos. Pero quiero prender fuego la mansión, no puedo hacerlo con esta gente acá adentro.
Bueno, eso ahora no importa.

-¡Ha, ha, ha! -se carcajeó el chico. -. No te creas tan especial, solo estaba pasando a echar un ojo a toda la mercancía. Si no recuerdan quién les encerró, se pueden poner un poco... tontos, al momento de ser comprados. Tu no te pondrás tonta cuando venga alguien a por ti, ¿verdad...? -preguntó nuevamente con esa sonrisa de confianza y picardia. A pesar de ser más pequeño que tu, se le notaba mucho el aire de superioridad y grandeza...

Era difícil saber en donde estabas al haber sido llevada allí inconsciente, pero por lógica terminaste pensando que se trataba e algún sótano. Muchas de las personas en las jaulas se veían en tu misma situación: debilitadas, algunas asustadas, otras amenazando con agarrar y matar a quién se le acercase lo suficiente... Habían algunos que incluso, por su aspecto, podías asegurar tenían la fuerza para partir en pedazo sus collares y jaulas, pero allí estaba: encerrados, en silencio...

Tardaste en encontrar tu espada, pero luego viste a lo lejos, parcialmente cubierta por un par de cajas y jaulas, un estante en la pared para armas, donde varias armas yacían allí colocadas; por muy poco, podías ver la empuñadura de tu estoque asomarse...

-Hmph... -de pronto, sentiste la mirada penetrante del mayordomo posarse sobre ti, más de lo que ya estaba. -. Señorito, "la albina" intenta utilizar magia... -informó a su señor, antes de levantar su mano enguantada y mostrarte nuevamente ese aura mágica que desprendía. -. Tal vez aumentar la dosis la tranquilice... -al cerrar su puño, todo tu cuerpo fue recubierto por una delgada capa mágica que a los pocos segundos se desvaneció de la nada, más pudiste sentir como tus fuerzas habían sido drenadas incluso más que antes...

-Vamos, vamos... No te estropees antes de que llegue un comprador... -te pidió algo suplicante Magno. -. ¿Por qué no esperas pacientemente como el resto...? Si te portas bien, te prometo que te buscaré un buen amo... -nuevamente, esa sonrisa se dibujo en su rostro, soltando otra pequeña risa.

-¿Como podría saberlo? Tal vez un guardia lo ha infiltrado... O simplemente pudo haber mentido y ser él quién provoco la explosión... -claramente, no daría el brazo a torcer respeto a las sospechas sobre la familia real... Pero conociendo como era el caballero número uno del clan, terminaría sacando el tema ante los reyes y su hermano para despejar sus dudas.

Ante tu últimas palabras, Sir Elric IV asintió, y luego volvió a su asiento para terminar de organizar algunos papeles y documentos...

Faltaban aún un par de horas para la reunión en la herrería... Hasta entonces, tenías algo de tiempo para prepararte.

-Ethan, te recuerdo que eres un aprendiz de consejero, tienes más autoridad que muchos soldados del castillo... Si alguien como Liones se interpone en tus ordenes recuerda que la ley esta de tu lado -te comentó intentando que te dieses cuenta de poder que tenía tu rango. -. Espera, eso sonó mal... Aunque es cierto: Tu autoridad no puede ser cuestionada por cualquiera, tienes la capacidad de enviar a prisión a más gente de lo que piensas... No digo que vayas por allí amenazando y abusando de tu puesto, pero si que deberías aprovecharlo cuando lo veas oportuno.

Luego de que mencionases lo del castillo y los calabozos, Frey se quedó algo pensativo antes de responder.

-De lo sucedido en la sala del trono aún hay muchas dudas... Precisamente para eso fueron enviados a los bajos fondos a investigar... Sobre lo del calabozo no hay mucho que decir: la mayoría piensa que Antony realmente no era tan puro como decía y realmente se trataba de un traidor, aunque otros defienden su inocencia y dicen que alguien de un poder mayor le manejo a su gusto... Yo realmente no le doy muchas vueltas, la verdad terminará saliendo a la luz tarde o temprano...

Justo entonces, alguien tocó la puerta de la habitación, y Frey solo tuvo que responder de manera afirmativa para que un soldado abriese y se presentase respetuosamente antes de informar.

-Ethan Von Kartein, los soldados estarán esperando en un par de horas a las afueras del castillo por usted y Liones para la investigación de la herrería... El caballero Elric IV exige su participación en la captura de los criminales... -dicho esto, y sin darte tiempo a opinar, el soldado se dio la vuelta, cerro la puerta, y se retiró del lugar.

Detrás de ti, podías escuchar la risa contenida de tu mentor...

-Parece que tienes algunas horas para prepararte entonces... -te dijo luego de lograr contener la risa.

Una vez libre me dirigí a la iglesia, necesitaba hablar acerca de demonios y esas cosas con algún mandamiento o mejor todavía con Flora.

Además en unas horas tenía que estar listo para enfrentarme a ellos así que necesitaba hacerme con equipo acorde.

—Ah, disculpa, pensé que ya se habían ido.

Ahora sí, esperando pacientemente a que hagan lo que tengan que hacer y se vayan, observo el panorama, me pongo a pensar alguna forma de salir. Primero tengo que levantarle los ánimos a toda esta gente, así cuando los suelte puedan tener ganas de pelear, o al menos de salir corriendo, se ven deprimidos todos.

Ya veo, el mago este los tiene intimidados, si lo hago explotar van a empezar a abrir los ojos y ver las cosas como son. Así me lleve días, voy a prender fuego este lugar, ya lo he decidido.

Empiezo a murmurar el verso de mi bola de fuego, la primera de muchas del día. La lanzo con fuerza al estante donde están las armas para que salgan volando en todas direcciones. Con suerte alguna cae cerca de algún tipo de estos y aún le quede suficiente voluntad como para agarrarla.

El ruido seguramente atraiga guardias, o al mismo mayordomo. Nada más lo vea asomar el hocico por la puerta le lanzo todo lo que tengo.

Frey le recordó que tenía mucha más autoridad que Liones y que debía usarla si era necesario, pero tampoco tenía que ser un tirano, era algo normal y lógico, además…Ethan tampoco tenía mal corazón, ¿enviar a alguien a prisión así de buenas?, no, eso no iba con el…pero tendría que endurecerse para poder cumplir con su propósito de consejero, tenía que ser como Frey, duro, pero justo…y bueno, tener algo de humor. Fuera como fuera el chico fue asintiendo ante las palabras del actual consejero, al menos hasta que habló sobre el tema del calabozo.

La situación parecía estar bastante calmada, algunos decían que era un traidor y otros se decantaban con que era una marioneta, pero la verdad es que el muy psicópata trató de asesinarle, eso era lo único que necesitaba saber…y a pesar de ello, ¿Por qué a el?, solo era el aprendiz, ¿Qué se suponía que podía ganar con aquello?, esperaba que la verdad saliera a  la luz tal y como había dicho Frey.

Pero entonces apareció un soldado, el cual avisó que nuevamente tendría que salir a investigar…y con Liones, orden de Elric IV, lo cual hizo que el consejero terminara riéndose.-O…otra vez…-Murmuró llevándose una mano a la cabeza y  negando, no se iba a librar tan fácilmente del trabajo, pero a pesar de ello le resultaba cuanto menos raro que Elric volviera a mandarle con Liones, sobretodo después de echarle educadamente para hablar con el caballero. Fuera como fuera, no tenía otra cosa que hacer, era su obligación.

El chico suspiró y se sentó en uno de los asientos del despacho del consejero, pero no sin antes agarrar un libro para ponerse a leer, le vendría bien descansar, aclararse las ideas…y así poder actuar como un Von Karstein, decidió leer sobre los antiguos consejeros reales del reino, a lo mejor conseguía alguna idea de ahí...   

Al regresar a la iglesia buscaste personas que te pudiesen informar de la naturaleza de aquellos oscuros seres, más ante la ocupación de los otros Mandamientos, tu única consejera fue la propia Santa Sacerdotisa, Flora, quién te contó sobre como la mayoría de los demonios eran seres oscuros consumidos por los pecados y los malos deseos. Además, también te explicó que eran, por naturaleza, sensibles a cualquier cosa bendecida por el poder de El Coloso, similar a lo que te pasaba a ti a excepción de que contigo era El Coloso quién quería ponerte a prueba para demostrar que eras alguien que podía seguir adelante ante las adversidades, a diferencia de los demonios a los cuales castigaba por su forma de ser, por lo que si ibas a por algún demonio te dijo donde podías conseguir algo que te podría ayudar: una daga con la hoja bendita, algo que se adaptaba a tu estilo de combate y te permitiría tener una ventaja contra aquellos seres...

El tiempo pasó, y llegó el momento de la reunión...

Intentado calmar tus pensamientos, decidiste ponerte a leer en la oficina de tu mentor, quién no te molestaría para permitirte tener un tiempo de calma antes de tener que ir a hacer algo que no era precisamente de tu agrado. Mientras tanto, Frey revisaría varios documentos del castillo y los organizaría.

Entre los escritos que recopilaban información sobre antiguos trabajadores del castillo, encontraste varios que eran descritos como grandes hombres que darían la vida por defender los ideales de los reyes, personas que sabían como pararle los pies a aquellos que deseaban menospreciar minimamente el poder de la corona, el poder que se les había dado como consejeros. Muchos no eran tiranos, pero si que tenían aires de dureza y frialdad que enviaba un mensaje claro de que no se debía tomar a la ligera la manera en la que eran capaces de juzgar las acciones de los demás.

También encontraste algunas historias sobre los familiares de Frey, quienes también sirvieron a la corona ya fuese como consejeros u otro oficio alejado de la batalla: curiosamente, del poco Frey no había información, aunque era comprensible pues no se solía escribir mucho de gente como él hasta su muerte.

Las horas pasaron, y había llegado el momento de reunirte con... él.

Las horas pasaron, y finalmente se reunieron en la entrada del castillo donde esperaba un grupo de soldados que estarían a vuestro servicio, más según las ordenes del príncipe ellos saldrían luego de ustedes para que no se sospechase de vuestro motivo para rondar por aquel lugar. Así pues, empezaron a marchar hacia el este, buscando llegar hacia la herrería donde se llevaría a cabo la reunión: mientras tanto, podían aclarar cosas que necesitasen tener clarar al momento de llegar...

Esperaste pacientemente a que el niño rico y su mayordomo abandonasen el lugar para comenzar con tu plan, lanzando una bola de fuego que causaría que la estantería explotase y lanzase armas desperdigadas por todas partes, muchas de estás cerca de las jaulas, incluso siendo que tu espada cayó lo suficientemente cerca para que la pudieses coger... Pero solo eso: ninguna de las personas dentro de las jaulas había hecho ni el más mínimo intento al ver las armas cercas; más bien, muchos llegaron a alcanzarlas únicamente para tirarlas lejos... 

Para tu sorpresa... Nadie vino. Ni un guardia, ni el mayordomo... Te preguntabas porque nadie tenía el coraje de hacer algo cuando...

-Lo sabía... -desde detrás de la jaula donde estabas sonó al voz del mayordomo, quién se encontraba ya allí mirándote fríamente. -. No lo has entendido... ¿No...?

Pero antes de que pudieses lanzarle una ráfaga de bolas de fuego, el dorso de la mano del mayordomo brilló, y nuevamente unas cadenas surgieron del suelo para lanzarse hacia ti y atarte... Pero a diferencia de las anteriores, estás desaparecerían a los pocos segundos.

-Con eso deberías quedarte quieta... No te desesperes, pronto saldrás de aquí... Un comprador con gustos peculiares ya viene en camino. Solo espera callada, o habrá sido un desperdicio todo el mana que he tenido que gastar en ti en una noche... -dijo el mayordomo, quién mantenía la distancia justa para que no le pudieses alcanzar con tu espada...

El mayordomo se dio al vuelta y se retiró del lugar, esta vez si dejando aquel cuarto de prisioneros en lugar de quedarse escondido como hizo recientemente para sorprenderte. No te quedaba otra opción que esperar, o intentar convencer a los demás, los cuales permanecían en total silencio, oprimidos por cadenas y demás...

Al mirar hacia el suelo, pudiste darte de cuenta de la ausencia de una única espada: ¿alguien la habría tomado durante el alboroto con el mayordomo...? La jaula más cercana era una que estaba cubierta por una serie de trapos que evitaban que se viese el interior, pero si había alguien dentro... Tal vez de podía oír...

—SERÁ QUE NO ME VA A SALIR NADA BIEN HOY?! —grito a pleno pulmón, con bastante cabreo encima. Este estúpido no ve otro amanecer. Por otro lado me alegro de que me haya dado el dato de que se está quedando sin energía, así que, estimado, a menos que usted sepa artes marciales, se le viene la noche. Y si sabe también. Pudo haber mentido, sí, pero para qué... Ah, no, dijo que ha gastado mucho. Pero yo también gasté mucho, así que no sé bien como tomar esa información.

Empiezo a usar la espada para golpear con la empuñadura el cerrojo de la jaula, y lo voy a hacer decididamente hasta que ceda, les voy a dar pelea a estos payasos, para detenerme me van a tener que matar, mientras tanto puedo seguir peleando.
Mientras tanto sigo concentrándome, tal vez pueda romper el sello, mi poder mágico no es ninguna risa y ese mayordomo no lo sabe. Pudo haberlo hecho antes, así que alguna contra debe tener que no quería hacerlo. Tal vez él tampoco pueda usar magia mientras lo mantiene?

Sigo golpeando. Será hierro o acero? Bueno, da igual. Y si se rompe mi espada busco otra que haya caído cerca y sigo.

Agradecí a Flora y le dije que rezara por el alma de Anthony,  me aseguraría de demostrar su inocencia costara lo que costara para que pudiera descansar en paz

Antes de salir fui a mi cuarto y me di una ducha para luego vestirme de color oscuro pero con un sobretodo blanco, llevé la daga sagrada en la espalda bajo el sobretodo para que no se viera, la espada corta en la espalda y la daga común en la cintura, tras eso salí.

Una vez caminando al lado de Ethan lo miré.

-Las cosas pueden tornarse peligrosas, pero...tu posees bendiciones no es así? Me gustaría saber que eres capaz de hacer por si las cosas se complican-

Lo cierto es que Ethan aprovechó aquel momento para descansar, empapándose de libros, buscando información y aprendiendo hasta donde podían llegar sus poderes como consejero, incluso pidió más de una vez consejo a Frey. Cuando llegó el momento de marchar, el muchacho agarró un manual de leyes, el cual ya tenía memorizado…pero siempre podía utilizar para “remarcar” su decisión y fue escoltado por un soldado hasta el exterior, donde iba a comenzar su travesía junto a Liones…otra vez.

Lo cierto es que no tenía muchas ganas de aquello, pero no le quedaba otra, una orden era una orden. Mientras caminaba Liones no tardó en hablarle, preguntando si poseía bendiciones y provocando que el chico arqueara una ceja cuanto menos desconcertado.-¿Bendiciones?, yo no soy ningún sacerdote, ¿de donde has sacado eso?-Preguntó sin poder evitar mirar de arriba abajo a Liones, ¿y eso de las bendiciones?

-Yo no tengo bendiciones, así que tu eres quien se ha de encargar de protegernos a los dos si las cosas se ponen feas.-Le aclaró.-Yo soy un diplomático, por lo que mi trabajo es representar a la corona y vigilar sus intereses, yo no tengo porque pelear.

Tu grito no causo reacción alguna en el mayordomo, el cual tras negarte el uso de la magia se retiró nuevamente de tu vista, dejándote dar comienzo con tu plan de escape. El golpeteo de tu empuñadura contra la cerradura no cesaría hasta que una de las dos se rompiese, y fue el "crak" lo que anunció la rotura del cerrojo que impedía que pudieses abrir la reja, permitiéndote ahora salir y ver mejor el lugar donde estabas...

Con grandes jaulas y sabanas, aquellos pasillos y la altura que había hacia el techo te decía de que aquel lugar era mucho más grande de lo que pensabas, al punto de que perfectamente podrían haber guardias haciendo ronda por el lugar...

-¡Oye...! -alguien te llamó desde una de las jaulas, apartando un poco la sabana que le cubría para permitir que ambos se pudiesen ver entre los barrotes. -. Eres la que lanzó la bola de fuego, ¿no?

Ahora que te fijabas, se trataba del esclavo que estaba más cerca de la espada que desapareció cuando tiraste el resto. Aquel era un chico de cabello negro y despeinado, con una vieja y sucia armadura que acompañaba con una rasgada capa verde larga: no parecía tener ningún arma más allá de la espada que había tomado.

-Eres diferente a los demás, pero no los culpo: todos los que ves enjaulados tienen alguien que podría salir mal parado si intentan algo... ¿Pero tu...? Tu no pareces tener nada que perder... -dicho eso, golpeó la cerradura de su jaula con la empuñadura de la espada al igual que hiciste tu, volandola con facilidad permitiendo que pudiese salir. Ya en la luz que daban las linternas repartidas por los pasillos, pudiste distinguirle mejor... -. Supongo que podemos intentar escapar...

—Tengo algunas cosas que perder —respondo escudriñando a este individuo, buscando en sus ropas o en su armadura algún emblema que pueda reconocer para averiguar su procedencia— pero ellos no lo saben.

—No vamos a intentar escapar, vamos a escapar a secas, y pretendo prender fuego este lugar, así que todos estos enjaulados van a tener que salir tarde o temprano. Sabes si son criminales algunos de ellos? ...momento, cómo sabes tú que ellos están en esa situación que dices?

No sé si estaría siendo paranoica si sospecho de este, rompió demasiado fácil la cerradura, podría ser cómplice de Magno y estar encerrado aquí adrede para vigilarnos... no, quiero seguir siendo optimista. Igual voy a seguir teniendo cuidado.
—Cómo te llamas?

Mientras Liones asimilaba que iría a enfrentar a un par de demonios prácticamente solo, finalmente llegaron a aquella calle donde se suponía seria el encuentro. Era un lugar poco recorrido a esas horas, pero tenía su actividad. Ubicada en el este, una herrería había cerrado sus puertas temprano, algo que era inusual pues las personas que trabajaban con ese tipo de cosas apenas y tomaban un descanso de su labor...

Entonces, un tanto distraído una figura paso entre ambos, prácticamente apartándolos...

-Quitaros, niños... -les reclamó mientras avanzaba, cubriéndose con una larga y gruesa gabardina y un sombrero, todo lleno de agujeros y suciedad...

Aquella figura tan sospechosa fue directo hacia la herrería, deteniéndose delante de la puerta antes de empezar a tocarla... Al no recibir respuesta, empezó a mirar a su alrededor, acelerando los toques hasta llevarlos a golpes, empezando a sacudir un poco la inestable puerta de aquel local.

-¡Abre de una maldita vez! -le escucharon gritar con una voz ronca, seca y tosca; era difícil imaginar como hablaba sin que le doliese, y mucho más como alzaba así la voz... -. ¡No me hagas venir aquí para hacerme esperar!