Si bien pudiste esperar varias reacciones del doctor, irónicamente hablando, dado que no solía ser muy expresivo, aquella con la que respondería a tu afirmación seria con una mirada de sorpresa e indignación, como si se sintiese ofendido de que pusieses en duda su curiosidad, más no diría nada al respecto antes de que te retirases.
-La primera vez fue interesante, pero pierde la gracia cuando se hace de nuevo...
Ya reunido con Azrael, no había mucho que hablar respecto a lo que él quería hacer ahora, teniendo como único interés sacarse de la cabeza la duda respecto a Leviathan y lo que podía significar que pudiese cargar ambas armas de su hija.
-No lo se, me parece más complicado que eso... -aseguraría el chico, pensativo. -. Igualmente, por como se comportaba con Tamiel, no me sorprendería que también hubiese tenido una conexión más fuerte con su madre que la que tuvo con la mía...
Cuando empezaste a comentarle lo mucho que significativa para ti poder hablar con él, el chico no ocultaría una sutil sonrisa: de alguna manera también se sentía bien al saber que ayudaba a alguien como tú, y por lo mismo negaría cuando empezaste a disculparte.
-Bueno, yo no es que tenga a alguien más con quién hablar tampoco... -confesaría Azrael momentos antes de dirigirte la mirada durante unos segundos, y luego simplemente pasar a tu lado y darte un par de palmaditas en el hombro. -. Supongo que podríamos hablar más seguido.
Y dando por hecho que eran básicamente los únicos en los que podían apoyarse en aquel lugar, el chico te mostraría una leve sonrisa de confianza.
Si bien se sintió un poco mal por no poder darte la respuesta que te hubiese gustado, verte sonreír y abrazarle seria suficiente para Gladius, quién correspondería el apretón.
Por otro lado, tu reacción provocaría que Hares te mirase durante unos segundos con duda, antes de reprimir una leve risa.
-No entiendes nada de lo que hablo, ¿no? -deduciría la deidad, devolviéndote al suelo antes de posar una mano sobre tu cabeza, dejando otra de esas caricias que se fundían en tu mente. -. No tienes que darle vueltas: simplemente piensa que todos seremos felices cuando esto acabe.
-O usarla para doblegar su voluntad -añadiría la maldita sacerdotisa entre leves risas.
Visiblemente más despejada de las preocupaciones que cargaba, la chica se mostraría interesada por la propuesta que le dabas, dejando una última caricia sobre tu pecho antes de apartarse y empezar a caminar, siempre de esa manera tan delicada y seductora, como si danzase a través del aire.
-Me parece una maravillosa idea, hermano Einar -y con esa sonrisa de motivación y deseo en el rostro, la maldita sacerdotisa se decidiría a pasar el resto de la noche contigo.
De ese modo, todos buscaron la manera de pasar la noche hasta el momento de dormir, juntándose con sus amigos o con otra gente de confianza, todo mientras alejado de la capital, en la cima de una torre en ruinas, se llevaba a cabo un encuentro entre dos representantes de la guerra que se avecinaba.
-Entonces es cierto: liberaste a Gladius... -reconocería el primer arcángel, Gabriel. -. Te lo agradezco.
-No podía dejarlo en ese estado, era muy cruel incluso para mi... -aseguraría Leviathan, cuya nueva apariencia rejuvenecida no debería tardar muchos días más en filtrarse a los otros clanes. -. ¿Las cosas fueron bien en Ilfly?
-La elfa despertó el collar de magatamas. De los líderes es la más débil, pero también la más protegida: ese caballero híbrido... En fin: hay que tener cuidado con él, aunque esos dos que conseguiste con el poder de sellado podrían ser de utilidad. También se me informó que el equipo de mi alumno fue masacrado: el elfo oscuro se está moviendo...
-¿Uriel está bien...?
-Él y su amigo viven, al parecer estuvieron lejos cuando todo pasó... ¿Qué hay de Tamiel?
-...
-¿Leviathan...?
-Volverá -concluiría el hombre, no muy orgulloso de su respuesta.
-De verdad eres un terrible padre... -suspiraría el arcángel.