Partida Rol por web

Riley y Woodbridge separaron sus caminos, teniendo cada cuál un objetivo en mente que cumplir. El experto medimago seguía manteniendo en su poder el portafolios y la llave que John Selwyn le había entregado en el "Barón Tuerto", todavía sin posibilidad de haber analizado a conciencia dichos documentos ni haciendo valer la voluntad del hombre de entregarle dicha llave a su hija, Diana Selwyn. También en otro de los bolsillos mantenía la muestra de sangre en un vial esteril y la flecha del Pukwudgie, las cuales eran pruebas a analizar del intento de secuestro de la pequeña adolescente Selwyn. Mucha era la información que los distintos miembros poseían pero que no habían puesto en común, aunque de todos, puede que Woodbridge estuviese en posesión de la mayoría.

Avanzando por la sala y torciendo a la izquierda buscando la salida auxiliar del personal del servicio, al hombre no le pasó desapercibido que todo estaba en perfecto estado, sin señal alguna de que nadie hubiese pasado por allí. 

Las estanterías de la pared y la mesa de madera del centro tenían los trajes y monos de trabajo del personal, perfectamente etiquetados y ordenados en sus baldas, y al fondo a la izquierda, la única puerta de salida estaba cerrada y sin señales de que hubiese sido abierta o forzada. Un simple alohomora fue suficiente para abrirla, saliendo entonces al corredor del departamento de misterios, donde al fondo estaban las chimeneas de la red flú. Todo lucía en completa calma y silencio, y Woodbridge no tuvo problema alguno en avanzar con sigilo pero raudo hasta llegar a la ubicación concreta. Fue justo en ese instante que reparó en dos detalles; por un lado, las chimeneas estaban cerradas y la red flú había sido inhabilitada temporalmente, al parecer por los aurores. Por otro lado, un leve ruido sorprendió al medimago, que al girarse para ver de qué podía tratarse, se encontró casi de bruces con varios aurores del MACUSA de los cuales Porpentina Goldstein era la jefa de escuadrón, aunque en aquel instante no estaba entre ellos.

- Levante las manos lentamente y no haga ningún movimiento brusco, señor Woodbridge. - solicitaron los aurores, los cuales apuntaban con sus varitas al auror medimago. Mantenga su varita mágica en su bolsillo y no haga estupideces, mientras nos aseguramos que no es un impostor o un auror infiltrado. Solo permítanos registrar sus atuendos, analizar los últimos hechizos que ha realizado y confirmar que su acreditación continua en orden. - por el tono de voz, parecía que no estaban para bromas y la tensión reinante podía cortar el aire. ¿A caso habían intentado fugarse más presos o magos oscuros del MACUSA? ¿Les habrían comunicado que se habían usado recientemente pociones Multijugos y suplantado identidades? La red flú está inhabilitada, y nadie que no esté autorizado puede circular por este sector. ¿Dónde está su escuadrón? ¿Y el jefe Montgomery?

La joven Goldstein comprobó la lista que uno de sus subordinados tenía entre las manos, verificando una a una las identidades de los presos que había incapacitados en la sala. Por el ceño fruncido de la mujer, parecía quedar claro que todavía habían presos de los cuales no tenían constancia alguna de su estado o ubicación, aunque puede que la inmensa mayoría fuesen los afroamericanos muertos que restaban calcinados en sus celdas. Al mostrarle el listado, Montgomery y Rhydderch fueron capaces de identificar de entre todos los nombres y rostros a los presos que habían logrado completar la fuga, o al menos a cinco de ellos; al líder italiano Salvatore d'Aquila, al pequeño Enzo Schiro, a Giussepe Morello, a Fabio Gambino y a Luigi Bonventre. El resto de la lista correspondía a los tres presos capturados por el escuadrón Goldstein, uno de los cuales presentaba quemaduras gravísimas y fue atendido de inmediato, aunque sus opciones de sobrevivir eran minimas. También estaban los incapacitados por Montgomery y Rhydderch, y todos los afroamericanos que habían perdido la vida calcinados en sus celdas.

- ¿Por qué tanta insistencia en no abrir la puerta del Almacén que da al pasillo de las celdas? ¿Qué hay tras la puerta? - indagó la auror con mirada extrañada esperando una explicación, aunque la respuesta parecía venir por sí sola, dado que por debajo de la puerta parecía empezar a colarse una extraña forma de vida, similar a hifas de algún hongo verde azulado. ¿Qué demonios es eso? Parece alguna especie de moho u hongo de extraña coloración... ¿Qué sabéis al respecto?

Justo entonces irrumpió a través demos puerta lateral que daba a las cocinas Jhonatan Riley, lo cual era un alivio para Alma y Richard, aunque no por ello los aurores de Porpentina lo recibieron dubitativos levantando sus varitas en su dirección.

- Tranquilizaos. Es el señor Riley, miembro del escuadrón Montgomery. - pidió calma a su unidad, al tiempo que analizaba con su mirada al experto interrogador para entender las razones por las que llegaba desde las cocinas. ¿Qué diantres está sucediendo? Señor Riley, enséñanos antes de nada su acreditación, haga el favor... 

Sin embargo, unos golpes desesperados y contundentes contra la puerta se empezaron a escuchar desde el otro lado de la puerta del almacén. ¿Alguien suplicaba que le dejasen entrar? Dos de los aurores de Porpentina se acercaron, quizá con la intención de abrir la puerta. No solo eso, desde el agujero en la pared del fondo, en dirección opuesta, otro de los aurores asomó su cabeza y habló a los allí presentes..

- Señorita Goldstein, acabamos de ver a un tipo acercándose a las chimeneas de la red flú que acabamos de inhabilitar para que nadie salga de este sector. Parece un auror pero podría ser un impostor infiltrado, ¿Cómo deberíamos proceder? ¿Lo incapacitamos?

Podría mostrarte mi identificación, pero ¿Sería suficiente? ¿Acaso un impostor no podría tenerme preso y haber tomado mi identificación? - le respondo a Porpentina mientras saco el documento, sin guardar mi varita.

¿Por qué mejor no me cuentas sobre la escisión de mi brazo izquierdo y cómo me encontraste en la puerta trasera del Ministerio? - pregunto mientras le extiendo los papeles a mi interlocutora.

En cuanto al auror del que hablan, yo respondo por él, es un medimago muy habilidoso así que, por favor, procedan con la deferencia del caso, pues mañana más tarde, él podría salvarles la vida. - sentencio con seriedad y me apresto a incapacitar a Porpentina de ser necesario.

-Las identificaciones no son suficientes -coincidió con Riley, al verlo llegar-. Esta misma noche se nos ha colado un indeseable haciéndose pasar por Dodge. Poción Multijugos, imagino...

Montgomery observó que Riley se mostraba bastante tenso con Goldstein, y no era para menos, dado que esa misma noche habían tratado de echarle el muerto, acusándolo de haber "envenenado" a Pug McCarthy.

-Riley, Rhydderch, díganme qué diablos sucedió desde que nos separamos -ordenó el auror a sus dos subordinados, sin saber a qué habían estado haciendo frente los dos jóvenes aurores mientras él intentaba ganar tiempo enfrentándose a los presos-. ¿Encontraron a Miller y a su secretaria? ¿Vieron de nuevo al tipo encapuchado que liberó a los presos?

Montgomery se acercó entonces al cuerpo caído y desnudo de Fletcher, el guardia, intentando tomarle el pulso para saber si se encontraba inconsciente o los reclusos le habían matado para después desnudarlo y vestirse con sus ropas.

Tras despedirme de Riley y habiéndome asegurado de que la pared estaba perfectamente sellada me encaminé hacia el departamento de misterios... había que cerrar la red flú antes de que siguieran entrando nuevos enemigos o saliendo futuros enemigos... 

Llegué sin ningún tipo de contratiempo... es más... parecía como si nada hubiera ocurrido por esta zona desde el fin del último turno, estaba todo perfectamente ordenado... y al llegar a las chimeneas... bueno, no exactamente... más bien al acercarme a ellas pude ver que estaban inoperativas... y de pronto... un ruido... como de un pie arrastrándose... me giré sobre mi mismo y me encontré con cuatro aurores que me apuntaban con sus respectivas varitas...

(...)

Dejé que terminaran de hablar mientras me mantenía con el gesto serio y las manos detrás de la espalda. Pude ver cierta sorpresa en sus rostros, pues pensaban que cuatro a uno y dando unas órdenes tan tajantes me arrugaría como una servilleta vieja... no fue así. 

Señores... no voy a dejar que me registren. Si, es cierto, puedo ser un impostor, y ustedes también... y puesto que tengo mayor graduación que ustedes, deben primero mostrarme su credencial y que esta esté correcta. Como muestra de buena fe... le permito a usted - dije, señalando a uno de ellos - que compruebe la mía y los últimos hechizos que he lanzado con mi varita. Pero no puede tocarla... y les advierto que a la mínima duda que tenga de que sean quienes dicen ser, atacaré.

Todo ello lo dije en tono firme, frío... y vi que causé el efecto buscado. Sembré la duda. El hombre que designé se acercó un poco a mi, con el visto bueno del que parecía ser su líder, y comprobó tanto mi credencial como mi varita... centelleando esta... 

Les toca... señores, si son tan amables... - dije, requiriéndoles la documentación.

Cuando a alguien le dicen que una puerta debe quedarse cerrada en el mundo mágico, es que debe quedarse cerrada, así que Alma, sabiendo que sus colegas habían sido idiotas — porque no se puede tratar de otra manera a alguien que desata una enfermedad infecciosa en medio de una batalla— ya ajustaría cuentas con esos dos, se dijo mientras a grandes zancadas llegó a la puerta y la cerró de un golpe, se había puesto a un costado y luego, empujado con sus manos, buscando no tocar el moho verde. Ese moho verde, lo reconocía de alguna misión, pero no era experta para saber exactamente que era pero si sabía que era peligroso y con las advertencias de sus compañeros, era mejor no arriesgarse. 

— Mierda, que la puerta debe quedar cerrada — los golpes seguían escuchándose, pero lo que hubiera de ese lado desgraciadamente ya no podían hacer nada, ellos a lo menos — es escrofungulosis— había recodado lo que él medimago les había dicho — es mortal, así que si no quieres desatar una epidemia en medio de este caos, dejen esta puerta cerrada — retrocedió, sus ojos entornados observaban a la aurora casi con la misma desconfiada que lo hacía Jonathan. 

— jefe, no mucho más sé, solo que encabronamos a Graves porque los tres decidimos salvar a Dogde que tenia las tripas al aire en vez de venir inmediatamente acá — aún deberían pagar por eso — toda la información que tengo esta en el dosier que le pasé ¿dónde está? — le pregunta, no lo había visto, era grande y pesado como para ocultarlo. 

— revelio — apuntó su varita hacia la aurora y conjuró. Debía estar segura con quien trataba.

- Ciertamente están ambos en lo cierto, las identificaciones no deberían ser suficiente y entiendo la tensión reinante, más si ha habido ya suplantación de identidades según afirma el jefe Montgomery-​​​​​​ les admitió la aurora a Riley y Montgomery, enseñado su acreditación y dedicándoles una mirada a sus hombres para que hiciesen lo propio, a lo cual obedecieron de inmediato - Señor Riley, a usted lo encontré con  el brazo escindido a las puertas del MACUSA, junto a un sospechoso al que se trajo consigo mediante un "apparate" forzado, el señor Pug McCarthy si mal no recuerdo. Creí que ahora mismo todavía estaría interrogándole en una de las salas de interrogatorio de este mismo nivel, o eso tenía entendido según me dijo la Presidenta Picquery hace apenas unos veinte minutos, bastante molesta, por cierto. Tengo entendido que no tenían todavía autorización para ello, ni acudieron a la reunión extraordinaria,... pero eso ya no es cosa mía... - y con aquello demostró que todos los presentes eran realmente aurores acreditados del MACUSA, más cuando Alma lo terminó de verificar con un Revelio, y que además ya estaba al tanto de algunas irregularidades cometidas por el escuadrón Montgomery. ¿Puede que ya estuviesen metidos en un buen lío? Cómo fuese, aquello era secundario.

Al escuchar las palabras de Alma hablando con un término bastante técnico como era "Escrofungulosis", los dos aurores que iban a abrir la puerta miraron a la joven Rhydderch con cara extrañada, pero escuchar "mortal" y "desatar una epidemia" les hizo tragar saliva, deteniéndose por completo. Ambos ayudaron a sellar la puerta con extremo cuidado y se alejaron, por lo que la situación parecía medianamente controlada.

- Entendido señor Riley, acerquémonos todos a ver quién es ese auror que mis hombres han encontrado acercándose a las chimeneas de la red flú. Supongo que ya nada nos retiene aquí, más siendo el caso que no deberíamos cruzar por esa puerta que acabamos de sellar. Por cierto, ¿Cómo demonios se ha esparcido ese agente patógeno, está usted implicado señor Riley? ¿Qué hay del resto de presos del sector, los del ala de máxima seguridad? ¿Está bien cubierta la otra salida?