La confusión y el gran espectáculo de fuegos sorprendieron al enorme mortifago, estaba calado por el dolor que le producía las quemaduras, pero aún estaba vivo, y eso era una fortuna.
Tuvo unos segundos valiosos para escapar de la locación, conocia las calles bastante bien, es de esa forma que pudo llegar a un transportador oculto, y llegar a su hogar en Hell's Kitchen, escondido del resto del mundo aquella localización.
Al llegar, el olor a carne chamuscada y tela quemada impregnaban el lugar, le costaba moverse un poco, pero logró llegar a un pequeño anaquel donde ocultaba una posión herbovitalizante, recuperándose casi de forma inmediata de las quemaduras.
Ya con el dolor atenuado y las heridas sanadas en parte, con un movimiento de la varita, hizo empacar todas sus cosas, mientras que su buho real le mira atento y algo preocupado, Abelen le acarisia antes de hablarle, cómo si supiera que debían marcharse.
Esta ciudad ya no es segura para nosotros, por eso debemos irnos...
Melkias sabía bien que tenia cierta cantidad de minutos para poder escapar antes de que se cierre la Nueva York y las barreras magicas no lo dejen salir de ahí.
Vamonos-
Le dijo al ave antes de hacer aparecer su escoba, apagar las luces, abrir la ventana, y escapar cómo alma del infierno, seguido por su emplumado amigo, tomando rumbo al oeste, alejándose de los aurores del MACUSA y de su jurisdicción.
Al final pudo llegar a su objetivo, Hawai, hechando raices en Maui, cambiandose el nombre y casandose con una nativa del territorio tropical, criando una numerosa familia, más su tiempo no fue del todo tranquilo, pues perdió dos hijos en la segunda guerra, el resto de sus niños crecieron para ser hechiceros de bien, cómo lo había hecho su viejo.
Melkias Abelen fallece un 8 de julio de 1964, rodeado de su esposa, hijos y nietos, que nunca supieron de aquel terrible pasado
Tras dejar fuera de juego a Melkias, el infeliz de MacDuff me tomo por sorpresa con el maleficio torturador, el dolor fue tan intenso que perdí la consciencia, al despertar un par de días después, Alma estaba a mi lado y tras una reprimenda por dejarme tomar por sorpresa, me contó lo sucedido entre Dumbledore y Grindelwald.
Sin embargo, en algunas ocasiones, las buenas noticias vienen acompañadas de malas, pues Melkias y MacDuff habían escapado de la reyerta, lo que hizo hervir mi sangre, así que, sin perder tiempo, me pusé en pie y tras vestirme, salí a cazar a ese par de miserables.
Dar con MacDuff fue tarea fácil, siempre fue un cabezotas fanfarrón quien no dejaba de jactarse de su hazaña, es gracias a su bocaza y a mis excelentes métodos de interrogación, qie no tarde más que un par de meses de localizar al bastardo en Dublin.
Es así, que aquella noche el muy fanfarrón estaba contando como me había torturado hasta que suplique clemencia, lo siguiente que sintió el infeliz fue mi puño en su boca.
Cuando finalmente se percató que me tenía frente a él, intentó echar mano de su varita al tiempo que lo hacía atravesar la puerta de la cantina con un depulso para luego molerlo a golpes y arrastrar su trasero de vuelta a New York, lástima que el infeliz intentó escapar de la custodia arrebatándome mi varita al tiempo que yo lo herí de muerte con mi revólver, o al menos eso es lo que dice el informe oficial.
La realidad, sólo la sabemos MacDuff y yo, Abelen por otro lado corrió con más suerte y desapareció por completo de mi radar y su captura se convirtió casi en una obsesión.
Es gracias a Alma que luego de varios años de búsqueda, finalmente deje el asunto de Abelen en el pasado, con el tiempo Alma y yo finalmente consolidamos nuestra relación, ambos sabíamos que tarde o temprano volveríamos a separarnos, pues a diferencia de ella, yo no era inmortal, una inmortalidad que ella no busco, pero sí que supo aprovechar.
Con el tiempo Alma y yo tuvimos dos hijos y una fructífera carrera como interrogador en jefe del MACUSA, institución a la que serví con devoción y orgullo por muchos años, años cargados de éxitos y alegrías.
En cada paso que daba siempre estuve acompañado de mi familia que se convirtió en el mayor pilar de mi vida.
Sin embargo, cuando menos lo esperaba, el fantasma de Abelen volvió para acosarme, fue a mediados de la segunda guerra, y como buen perro de presa salí en su búsqueda, quiso el destino que no fuera él a quien encontré, sino a dos de sus hijos, lamentablemente, cuando di con ellos, ya era demasiado tarde, los nazis los habían hallado antes que yo y me dejaron con las manos vacías y un cabreo monumental.
Maldije mi suerte, los chicos tuvieron más agallas que su padre, una lástima por ellos, pero así me llevara la vida entera, tarde o temprano daría con él.
Tras una larga conversación Alma me hizo entender que no había nada que hubiera podido hacer por ellos, no fue hasta 1965 que volví a escuchar el nombre de Melkias Abelen, quien se ocultaba a simple vitas bajo un nombre falso, es así que con mis casi ochenta años tomé un vuelo a Hawai para finalmente poder ponerle punto final a esta historia, luego de tantos años, al fin podría echarle el guante al infeliz y hacerlo pagar por su traición y el asesinato del padre de Diana.
Lamentablemente, cuando finalmente encontré a mi presa, esta estaba muerta, es así que, al encontrarme ante la tumba de Melkias maldije por lo bajo.
Maldito bastardo, ni siquiera me diste el placer de matarte yo mismo, pues bien, al menos que no se diga que no presente mis respetos. - dije mientras sacaba la varita y moduficaba la inscripción de la tumba.
Aquí yace Melkias Abelen, esposo ejemplar, padre amoroso y mejor abuelo, sucio traidor, asesino y fiel seguidor de G. Grindelwald.
Una vez con la lápida modificada, regresé a New York a vivir mis últimos años en compañía de mi familia, mi amada Alma invulnerable al paso del tiempo me acompañó hasta los últimos días de mi vida.
Y la magia tuvo lugar. Protego diabolica fue el hechizo elegido para conseguir impedir que aquel grupo de aurores traspasara el umbral, e impidiese que Grindelwald terminara de ejecutar el levantamiento de los inferis a lo largo y ancho del planeta, poniendo bajo su servidumbre aquellas criaturas que, en su pasado, habían estado tan vivos como los magos a los que Rosier se enfrentaba.
Riley usó su varita y con ésta brotó la magia que provocaría el sometimiento de Abelen, un tipo con el que Vinda apenas había tratado, pero que sin duda era un fiel seguidor de Gellert. La maldición Imperius hizo su efecto, el auror provocó que Melkias intentase atacar a la reina vampiro, y ésta, habiéndose adelantado a cualquier eventualidad, pudo superar la afrenta gracias a las llamas azuladas que rodeaban su existencia, detectando el cambio en el alineamiento del compañero, haciéndole sufrir estertores dolorosos.
El cruce de hechizos comenzó a invadir la estancia, llenando el lugar de magia letal y otros conjuros que no partían desde la idea de ser benevolentes. Hubo un momento en que los seguidores del MACUSA estaban en clara superioridad, pero los miembros de la Alianza continuaban luchando, demostrando lealtad hacia quien les había congregado.
Por fin se obró el milagro, Grindelwald atravesó la puerta doble de la sala del Pentagrama, demostrando con su porte seguro de que había tenido éxito. Tuvo Gellert unas palabras hacia Melkias, poniéndole bajo su protección, era el momento clave para dar un revés a los enemigos del nuevo orden. La mirada de Vinda y la del mago tenebroso se cruzaron y ella sonrió, por fin estaban en ese punto, en aquel momento político que siempre habían deseado, y era una realidad tan inminente el control del Magicongreso que no podían siquiera plantear un fracaso en ese preciso instante.
Grindelwald hizo su magia, elevando las llamas azules, aunando su poder al de la vampira y haciendo retroceder a los aurores, mostrando que finalmente iba a ser el mejor mago de todos los tiempos al invocar un dragón de color azul que podía destruir a los presentes solo con su aliento.
- Majestuoso... - dijo la fémina admirando aquella magia excelentemente controlada y coordinada, anonadada por su belleza y ferocidad -...Por fin lo hemos logrado Gellert.... - dijo demasiado pronto, sin poder intuir que Dumbledore estaba en aquella sala y que con un colgante, símbolo de un juramento inquebrantable, destruyó al Señor de la Muerte, en una muy hábil maniobra, haciendo que él quedara abatido y fuera apresado.
Una lucha entre esencias mágicas tuvo lugar, por un lado el dragón azul de Grindelwald, lo último que de él quedaba en libertad, y por otra parte, un Fénix de fuego, conjurado por el propio Dumbledore. Una lucha tan impresionante que Vinda Rosier jamás lo olvidaría.
La reina vampiro sabía cuando era el momento de marchar y así lo hizo, sacó su varita y la agitó para transportarse hacia las dependencias de Salieri, el que era su recién adquirido esposo para buscarle y honrarle, ella siempre había sido una mujer de palabra y, a diferencia de lo que muchos pensaban, la vampiro jamás había estado enamorada de Grindelwald, tan solo creía firmemente en su ideología, por eso le seguía y arriesgó su vida, por convicción y lealtad.
Una vez Rosier se encontró con el príncipe, planificó una huida rápida de la ciudad con todos aquellos seguidores que aún vivían y les eran fieles. Fue así como la fémina se dirigió a Las Vegas, un sitio donde organizar un nuevo clan y donde apenas había ley, el tipo de ciudades donde el juego, el sexo, la depravación y la sangre corrían por doquier, un paraíso urbano para vivir con todo lujo y llevar años de plácida existencia, fortaleciéndose y sobre todo, amando a quien la había convertido en Reina. Rosier perdió a Duncan, su elfo doméstico, pero conseguiría otros tres que dispondría para darle seguridad, comprobando lo efectivos que eran.
- Querido... - dijo un día tras haberse alimentado de un joven muchacho excesivamente impetuoso entre sus piernas, dejando caer su cadáver al lado mientras Vinda, completamente desnuda, observaba a Salieri acercándose, tras observar aquella sexual escena con diversión en sus ojos, entre ambos no había secretos -...Somos ya lo suficientemente fuertes como para plantear Nurenberg...- le besa y le permite que continúe satisfaciendo sexualmente a la vampira, ya que el joven humano no podía cumplir tras haber dejado de existir -...Grindelwald espera.... - susurra mientras continúan las embestidas de Salieri hasta la llegada de un culmen donde las sangres eran compartidas.
Vinda Rosier era feliz, Salieri a adoraba y la tenía consentida. No tardarían mucho en encabezar el nuevo levantamiento, Grindelwald regresaría, más fuerte y poderoso que nunca, los vampiros le harían emerger al poder, y el MACUSA solo era cuestión de tiempo que cayera, al fin y al cabo tenía toda la vida para conseguir sus objetivos, y la libertad de los vampiros siempre había sido su causa.
Fue algo inesperado. Tan repentino que apenas si pudimos darnos cuenta de que ocurría realmente. Pero, como decía un buen hombre que tuve la suerte de conocer allá por 1885... bien está lo que bien acaba. Y esta guerra contra Grindewald había llegado a su fin.
Lamenté muy profundamente la muerte de Petrov, y así se lo hice saber a Glaser. Roman y yo acabamos siendo algo parecido a amigos. Al menos, todo lo amigo que se puede ser de un tipo reservado, siempre taciturno, en ocasiones siniestro, en definitiva, un dhampiro, como lo era yo. Glaser, fiel a la palabra dada, ocultó ciertos nombres (el mio entre ellos) cuando escribió su crónica, algo que jamás podré agradecerle lo suficiente. Supongo que tuvo que luchar contra sí mismo.
Conseguimos recuperar el necronomicon. Y esta vez me aseguré, junto a Diana y el jefe Montgomery, de que nada ni nadie pudiera volver a ojear sus malditas páginas. Realizamos una serie de encantamientos particularmente complicados para impedir su apertura. Después, con unos sencillos conjuros realizados por alguien ajeno, nos borramos la memoria, de ese modo, ni siquiera nosotros sabríamos con que magia habíamos protegido el libro.
Además, lo metimos en una caja, imposible de abrir salvo con las más exquisitas técnicas mágicas y no mágicas. Cofre que contaba con diez cerrojos. Diana custodia una de las llaves. Yo, otra. Montgomery se encargó de 3, dos de las cuales las entregó a dos personas de su más completa confianza. Dos de las restantes se las entregamos a sendos clanes de los licántropos que nos ayudaron. Quedaban tres cerraduras, de las cuales dos se abrían mediante unos acertijos cuyas pistas se las llevó Albus a Hogwarts y la última llave la llevaría yo, personalmente, a los Cárpatos, donde se asentaba la sede de una de las dinastías más importantes de dhampiros para su custodia.
De este modo, con el tiempo, sería prácticamente imposible volver a abrir la caja. Ni siquiera quienes participamos en su sellado podríamos revertir los hechizos ni conseguir que nos devolvieran todas las llaves, pues tales eran las instrucciones y los juramentos a que se comprometieron quienes las aceptaron.
Personalmente. La guerra con Grindewald me dejó muchas secuelas. Mi condición de dhampiro quedó al descubierto, lo cual me hacía imposible seguir viviendo en Nueva York. Además, el único objetivo que podía perseguir con claridad había huido, la señorita Rosier. Dudo mucho que vuelva a cruzarme con ella, salvo que sea ella misma quien lo quiera. Una lástima, hubiésemos aprendido mucho el uno del otro, antes de batirnos en un duelo a muerte.
Lo importante es que el número de vamphyrs sigue estando controlado. Y eso ayuda a la supervivencia de todos, incluidos ellos mismos. Son parásitos de su propia raza. Si crecieran en demasía, su propia supervivencia se vería gravemente amenazada.
Así que, aprovechando el viaje a Rumanía, me instalé en Bran, donde pude redescubrirme y mantenerme oculto algunas décadas. Volvería cuando se me requiriese. La espera la pasaría disfrutando de los libros milenarios en una de las más oscuras e inquietantes bibliotecas mágicas del mundo…
Habían conseguido detener los planes de Grindelwald, encerrándole en prisión y obteniendo el Necronomicón para poner fin a su ejército de inferis. Pero a ojos del jefe auror Montgomery, aún quedaba mucho por hacer. Al fin y al cabo, la presidenta Picquery estaba muerta y una nueva MACUSA tendría que alzarse de las cenizas de aquel gobierno en el que Grindelwald se había infiltrado, sembrando sus semillas de disidencia entre los aurores.
Como jefe auror, Richard persiguió incansablemente a los seguidores de Grindelwald, centrándose sobre todo en el exterminio sistemático de los clanes vampíricos de los que se tenía la menor duda de que realizasen actividades criminales. Por desgracia no llegó a encontrar nunca a la escurridiza Vinda Rosier, de la que no le cabía la menor duda que, más tarde o más temprano, trataría de alzarse nuevamente contra MACUSA, por lo que una de las prioridades de Montgomery fue surtir a los aurores con toda clase de material caza-vampiros.
Siendo uno de los supervivientes de la batalla dentro de MACUSA, Montgomery ganó bastante prestigio y reconocimiento en esos años y, pese a que había valorado la opción de una jubilación anticipada, sabía que el MACUSA le necesitaba ahora más nunca. Durante la década de los años treinta incluso llegó a ostentar la presidencia de MACUSA por un buen número de años, permitiendo a los aurores el uso de instrumental no-maj en caso de necesidad, como armas de fuego. A veces una buena bala a larga distancia era más útil que una bombarda.
En el aspecto personal, Montgomery nunca había sentado la cabeza. Alcohólico y aficionado a disfrutar de mujeres que, por lo general, tenía la mitad de edad que él, todo parecía indicar que seguiría así hasta sus últimos. Pero no. El peso de la edad y sus responsabilidades le hizo dejar la bebida y casarse con una auror del Bronx once años menor que él, lo que, teniendo en cuenta que siempre había preferido a veinteañeras, era un gran progreso. Tuvieron una hija y un hijo, de los que esperaba una nueva generación de Montgomerys aurores.
No podemos decir que aquel final fuese lo que esperaba Alma, no estaba ni cerca, pero también debía ser realista, por mucho que deseara matar a Grindelwald, no tenía la fuerza suficiente como para enfrentarlo, a pesar de ser una excepcional maga. De hecho, ninguno de los presentes hubiera podido, menos con toda esa magia negra fluyendo y reviviendo a los muertos. Por eso, en esos instantes, Alma pensó que no podrían hacer nada, que había ganado y que su maldad se extendería por todos lados, sin embargo el destino tenía otra cosa preparada y Dumbledore hizo acto de aparición.
El encarcelamiento de Grindelwald calmaría el corazón de la aurora, aunque muchos de sus súbditos habían escapado, no eran nada sin su líder. Obviamente Alma pidió la pena de muerte, pero aquel castigo era un verdadero premio para todo el mal causado por el mago tenebroso, por eso la cárcel perpetua se le hizo un poco menos amargo y podía vivir con aquello, mientras se mantuvieran controlados a sus seguidores y a él en constante agonía, podría sentirse aliviada mientras se encargaba de darle caza a todos los que habían escapado.
Lástima que dos de ellos escaparían, sin embargo su nueva condición trajo nuevos retos y de ahí que se dedicara, luego de aquella terrible guerra, a perseguir a los vampiros renegados, manteniendo constante contacto con Woodbridge, quien se convertiría en algo así como su padre, lástima que hubiera tenido que irse para mantener su identidad bajo resguardo, pero ella seguiría en la ciudad, siendo sus ojos y oídos y claro, la cazadora en esa ciudad. No les dejó descanso y de seguro Rosier ya sabía que tenía a la auror respirando en su nunca, aunque no mostraba mayor interés en ella, o mejor dicho, no especialmente en ella, sino que su objetivo era desarticular cualquier cédula emergente de Grindelwald, de ahí que colaboraría en la limpieza de MACUSA y ayudaría a elaborar los protocolos de seguridad. Una infiltración como la vivida no podría volver a pasar, era el hazmerreír del mundo mágico y les trajo a todos problemas con el gobierno nomaj, un error que les costaría caro.
Luego, con los años, se comprometió con Jonathan, aunque no dejó su trabajo, tendrían hijos, pero llegado el momento, debió viajar, los años no pasaban por ella y necesitaban irse a otro lugar donde no se dieran cuenta que seguía tan joven a pesar de los años. Con su marido viajarían por muchos sitios, burlándose de las conjeturas de que el viejo rabo verde estaba con una jovencita. También estuvo con él cuando dio con la tumba de Abelen, Alma no estaba molesta por dar con el sujeto en esas condiciones, al contrario, estaba aliviada que estuviera muerto y no volviera a buscar a su amo. Se había encargado que muchos temieran siquiera pensarlo.
Tras la muerte de Jonathan, Alma adoptaría la identidad de Leonor Riley, haciéndose pasar por la nieta del matrimonio, así podría retomar una nueva vida y viajaría en busca de Woodbridge, era hora de reunirse con su creador y continuar juntos la caza de vampiros y de toda criatura que amenácese el mundo mágico.
Tras la batalla Diana no perdió tiempo y fue directamente a buscar a su hija, quien se encontraba a salvo en casa de Kate gracias al mensaje enviado a través de su dosie la cual seguía allí y se alegró en sobremedida al ver volver a su ama, refunfuñando por tener que cuidar de la alocada adolescente, y visiblemente feliz de deshacerse de ella por fin.
Tras realizar los rituales para el sellado del Necronomicom y el reparto de llaves, fueron 2 meses entretenidos, reformando el piso de las Selwyn, destrozado por el intento de secuestro de la niña, y poniendo al día la tienda de antigüedades del abuelo, inventario, descubrimientos, solo la joven mujer sabía de las maravillas que Jon Selwyn atesoraba en aquel misterioso lugar. Bueno, ella y cierto Dhampiro con el que siguió manteniendo el contacto por lechuza y que, en sus escasas visitas a la ciudad siempre sería bienvenido a aquel lugar que tanto le había fascinado.
Una vez James Sullivan cumplió su condena de 2 meses, reducida por la gran ayuda prestada al Magicongreso en el caso, se reunió con las Selwyn, con quienes compartió el resto de su vida, ayudando a Diana con la tienda a la vez que ella seguí con su trabajo de auror a las órdenes de Richard. La pequeña familia se asentó en el pisito de Greenwich que ampliaron mediante magia, gracias a la maestría de James con los encantamientos, consiguiendo habilitar una zona de jardín donde Diana pudo tener su pequeño refugio para criaturas en peligro y donde la mujer disfrutaba de la pasión que sentía por aquel mundo de criaturas tan increíbles. Los veranos y largos periodos de vacaciones sin embargo, los pasaron en la antigua casa de la familia en Escocia, animados por la curiosidad de la pequeña Enma, fascinada por la historia de la batalla ganada por Dumbledore, deseosa de conocer Hogwards, y donde finalmente y tras años de estudio, logró encontrar trabajo como profesora de Pociones, pero eso ya es otra historia.