Partida Rol por web

Vamos pasando, que de aqui a Los Sifones hay un trecho, comenta Gill.

Suspira cuando ve caer el ultimo de los enemigos y se queda en silencio observando a su al rededor. Parece que habían llegado a tiempo al final y no había sucedido nada malo. Cuando Yargos les dice que tienen que partir cuanto antes, asiente y se pone a su lado.

-Cuando quiera, partimos.

Nos ponemos en marcha, pues. Yo me mantengo en un discreto segundo plano, en medio del grupo.

—Adelante, a ver si llegamos sin contratiempos a nuestra entrevista.

Pero no puedo evitar fruncir el ceño. El ambiente está muy enrarecido, por estos barrios.

Guardé el hacha y miré desconfiado al viejo, aquel tipo me daba mala espina

- ¡Hmf!

fue toda mi respuesta, y seguí al grupo hacia los sifones

Poco más había que hacer allí, así que Vedran guardó sus armas y partió con el grupo hasta los sifones.- Eso espero.- dijo tras escuchar los buenos deseos de Korav

Un (buen) rato después, y de vuelta en Los Charcos, Yargos os conduce a un sótano poco notable, si no fuera por una entrada enrejada a los túneles del alcantarillado. Yargos da una secuencia de golpecitos en la entrada y se abre la puerta.

Al otro lado hay un semiorco de dimensiones considerables, armado hasta los dientes, que asiente con la cabeza cuando Yargos le dice que vais con él, y os indica un túnel lateral. Siguiéndolo a lo largo de varios pasadizos bastante claustrofóbicos llegáis a una segunda puerta.

Nada de tonterías en presencia de Antorcha, dice Yargos. Le he visto hacer desollar a más de un lenguaraz por menos de un cuarto.

La nueva puerta se abre a un espacio sorprendentemente bien acondicionado y cómodo, bien amueblado y seco. Dos nuevos guardaespaldas, igual de armarios que el primero, y con armadura de placas y mallas, montan guardia ante una alcoba en la que hay un pequeño estanque. Allí se encuentra un hombre terriblemente quemado en todo el cuerpo, mientras dos sirvientes ungen su cuerpo con bálsamos. Es el Gran Maestre Antorcha.

Viendo lo apurados que vais con las relaciones sociales, Yargos se erige en orador.

Explica sucintamente la situación a Antorcha, quien asiente sin decir nada. Luego toma la palabra: Simpatizo con vuestra causa, sin duda, pero toda informacion tiene un precio, y delatar dónde se halla el escondite de un colega de los bajos fondos no es precisamente una información barata. Sin embargo, y para vuestra fortuna, he adquirido recientemente un juego de cajas fuertes y el maestro abridor al que encargué verificar su contenido no ha estado a la altura del encargo. Quizá si vosotros pudiérais abrirlas para mí, yo recordara dónde suele parar el bueno de Nessian, a quien buscáis con tanta fruición.

Tal vez debiera pensar de cara a un futuro contratar los servicios de otro maestro abridor.- Contestó Vedran sin amedrentarse por la presencia del tal Antorcha.- Por fortuna para usted, abrir mecanismos cerrados suele dárseme bastante bien. Si tiene a bien enseñarme ese juego de cajas fuertes de difícil apertura podría echarles un vistazo.
 

Me adelanto un poco y quedo frente a Antorcha. Parece un tipo de cuidado y estamos en sus dominios, así que procuro ser cauto.

—Le agradecemos que nos reciba y considere ayudarnos. Los negocios son los negocios, eso no se lo discuto. Además echarnos un cabo podría ser para beneficio de todos, incluso de usted, si los rumores y leyendas y todas esas historias resultan ser ciertas —gesticulo con la mano como si pensara en otra cosa, a fin de cuentas mi aspecto es el de un madurito excéntrico—. Pero vamos, ya hemos tenido indicios de que vamos por ese camino rumbo al desastre....¿eh señor Yargos? 

Le guiño un ojo al erudito y después me quedo mirando a Vedran, que parece muy seguro de sí mismo. No tengo más que decir, no quiero meterle presión al muchacho. Al menos los demás parecen tranquilos, incluso Kune.

Antorcha da unas palmadas y os hace gesto de que os acomodéis en una sala lateral.

La primera caja que os traen es un cofrecillo de hierro con una cerradura en forma de la cabeza de un diablo que ríe.

Me adelanto a Vedran y me acerco a la caja sin tocarla. La examino de arriba abajo, llama la atención esa cerradura de aspecto diabólico. 

—Mmmm, pues mala pinta, que quieres que te diga, amigo Vedran. Dame un momento y a ver, a veeer...

El cofrecillo no es mágico ni en se, ni per se.

Vedran se acercó con ambas manos a la espalda al pequeño cofre de hierro.- ¿El menanismo de apertura no tendrá ninguna trampa verdad?- Pregunta retóricamente mientras da vueltas alrededor del objeto atento a todos los detalles.