Partida Rol por web

Misi escuchó las palabras de Piper con aire distraído, lamiéndose el pelaje, aunque en realidad estaba atento a todo lo que decía el gatico callejero. Cuando acabó meditó unos segundos con los ojos fijos en unos pájaros que sobrevolaban el callejón.

No debería ser difícil. Maulló, andando en círculos. Uno de nosotros tendrá que distraer al maldito perro - pronunció con asco aquella última palabra -y los demás accederán al patio. Una vez allí Marí repetirá el maullido para que el memo salga. Sonrió a Marí. Le había hecho gracia su equivocación.

Seguro que ese truco te viene de perlas para conseguir lo que quieras de tus esclavos humanos. Le dijo, antes de girarse a los demás. ¿Qué os parece el plan?

Piper asintió convencido ante el maullido de la gatica blanca. - Ese maullido enternecería a cualquier humano, seguro. Y esa es la humanidad* de Nemo.

Después escuchó a Misi y miró a todos los gaticos alternativamente, uno a uno para terminar levantando una pata y empezar a lamer sus genitales, dejando claro a la vista que a él no lo habían atrapado nunca esos terribles humanos castradores. 

Cuando terminó, volvió a levantar la mirada y os echó un vistazo con cara de malas pulgas. - Bueno, ¿y a qué esperáis? Yo no puedo acompañaros, tengo que quedarme a defender mi barril. Así que venga, largo de aquí.

Rubik escuchó, sorprendido por su nivel de lastimosidad, el maullido de la gata que un instante atrás se había resguardado tras él. Con aquello lo tenían hecho. Hasta a él le daban ganas de ir a buscar su propia comida húmeda sólo para dársela a Marí. Acto seguido el gato emitió un sonido alegre al darse cuenta de cómo se había equivocado ella al pronunciar el nombre del humano, y lo repitió después, cuando Misi cometió el mismo error.

- Es Neeeeemo, - Maulló, alargando aquella sílaba que quedase claro. - No Memo. - Repitió, antes de mirar al gatico que les había explicado cómo enfrentarse a Me... a Nemo.

- Muchas gracias, señor Piper. - Le dijo antes de empezar a caminar, aprovechando el momento para ponerse en cabeza y guiar al grupo, al menos hasta que alguno de los mayores le adelantara. - Que tenga usted suerte defendiendo su barril. Si viene gente con ganas de camorra - Dijo luego, aprovechando la oportunidad para repetir aquella genial palabra. - puede contar con nosotros.

- ¿Y qué más da? Sea Nemo o Memo. Es un memo seguro. -bufó, mirando entonces de reojo a Piper- Para ser un gatico tan seguro de si mismo y tan activo frente a nosotras, las hembras, te importa muy poco el bienestar de esos pobres gaticos. Ese barril huele lo suficiente a ti como para que a cualquiera le entren ganas de acercarse- maulló, casi ofendida, alzando la cola y las orejas, antes de dirigir su mirada a Lin- ¿Vamos? -preguntó, dedicándole toda su atención, diferenciando claramente entre un macho y otro. 

- Será trabajo en equipo. - Dice la pequeña Marí asintiendo al plan de Misi. Que Piper también diga bondades de su maullido la sorprende. Parece que hasta los gaticos callejeros tienen su corasonsito. La negativa del gato marrullero en acompañarlos sorprende a la gatica blanca. - Nos vendrían bien unas patitas sin miedo a mancharse de humano... - Dice poniendo ojitos a Piper. 

Tras su súplica Rubik la corrige a ella y a Misi, y frunce su ceño, gira la cabeza indignada y se mantiene en esa pose. - Suena igual. - Se queja dando la espalda a ese gatico. Luego mira a Resaca y contiene una sonrisa gatuna cuando se mete con el barril de Piper. Mira a Lin ahora, esperando la opinión del patriarca.

-¿Conocéis la casa?...¿sabéis dónde está?- Preguntó en general, mirando a Resaca, antes de reiniciar la marcha que el intrépido Rubik ya había comenzado. Debió resultarle gracioso el imaginar tener que volver a preguntar a Piper por aquello.
 

Sí, es por aquí. Comenzó Misi mientras echaba a andar. El gatico conocía aquella maldita tienda de animales, porque su familia le había llevado alguna vez ahí. Sospechaba que había sido comprado en aquel lugar, aunque por suerte a él no le habñian castrado. Cada vez que tenía que visitarlo había tenido que soportar los maullidos lastímeros de los pobres cachorros pidiendo a gritos un poco de amor.

No es un lugar agradable. Maulló, dedicándole una mirada a Marí.