Partida Rol por web

Rubik se encontraba lleno de alegría, celebrando aquella victoria, cuando escuchó la llamada de Lin. De inmediato se acercó a él dando pequeños saltitos, satisfecho del sobrenombre que se había ganado para aquel que era su ídolo. Escuhó su despedida y frunció un poco el ceño sin poder borrar su expresión de alegría. No entendía por qué tenía que irse, o adónde podía llegar tarde. Quizá tenía que salvar otros gaticos de otro barrio, o algo.

- ¡Yo voy contigo! - Exclamó antes de que el gato continuase reconociendo lo importante que era ahora su presencia en el barrio.

Y entonces llegaron aquellas palabras. Pero antes debes saber, que tu padre se siente tremendamente orgulloso de ti... Los ojos de Rubik se abrieron desmesurados, impresionados, atónitos, mientras aquella oración se repetía una y otra vez en su cabeza. - Mi... ¿Mi padre? - Preguntó entonces, con la voz cargada de ilusión. Entonces, con toda su inocencia miró alrededor, como buscando algo, y empezó a moverse inquieto. - ¿Dónde está? - Dijo de inmediato, antes de volver a maullar atropelladamante. - ¿Lo conoces? ¿Sois amigos? ¿Es grande? ¿Es camorrista? ¿Voy a ser como él? ¿Dónde está? - Interrogó al gatazo, emocionado, buscando una y otra vez alrededor, sin terminar de enterarse de que Misi había llegado y de que el Coronel seguía hablándoles.

El nombramiento de honor por parte del Coronel hace que Marí se sienta grande y poderosa como Lin. Eso pese a ser pequeñita como un ovillo y blanca como la nieve, pero así se siente, ¡coño! Sus ojillos se dirigen a las gaticas que la limpian y miman, sintiéndose una princesa en ese momento. Una princesa guerrera, todo sea matizado. 

Entonces escucha a Lin decir eso a Rubik y se queda a cuadros. Su expresión es la misma que cuando la sorprende una mosca en su dominio o sus humanos hacen cosas extrañas. Esta expresión se borra y en cuestión de segundos pone cara de sabiondilla. - ¡Qué simples son los machos! - Exclama entonces, sorprendida por la falta de entendederas de su tigre. - ¡Te está disiendo que él es tu papá!

Lin observó a Rubik mientras le sometía a una batería de preguntas. Cuando Marí contestó, la miró un instante mientras lo decía para después volver a mirar al cachorro asintiendo. -Así es Rubik...YO SOY TU PADRE.- Y así era. Rubik era uno de los cachorros de su última camada. Uno que había caído en manos humanas para su pesar. Pero no era el primero, aunque sí el último. -Y no serás como yo, serás mejor. De hecho...ya lo eres.- Volvió a rozarle con su enorme cabeza. -Debes quedarte hijo...Nemo sigue ahí, y sigue siendo un peligro.- Para el gatico aquello no había acabado. Seguramente se recuperaría e iría a por Nemo. Las posibilidades eran muy excasas, pero estaba claro que eso no era algo que le importase. Nunca le importó, en realidad. -Ahora ya sabes por qué luchar y a quién proteger.- Dijo mirando a los gaticos congregados en la plaza, en especial a los cachorros incluso más jóvenes que Rubik o Marí. -Cuentan contigo...- Le miró fíjamente. -...cuentan contigo.-

Los agitados ánimos de Rubik se detuvieron en seco mientras su ceño se fruncía al escuchar las palabras de Marí. Y a punto estaba de decirle que qué tontería, que si se había dado un golpe en la cabeza y se había vuelto majareta cuando Lin continuó hablando. Y entonces los ojos del gatico se abrieron más que nunca. ¿Lin era su padre?

Por un momento lo miró, ladeando la cabeza exageradamente, mientras aquella idea iba haciéndose un hueco en la cabeza. Luego intentó mirarse a sí mismo, pero no llegó más que a ver el pelaje de sus cortas patas y un trozo de su costado. - No lo entiendo... - Murmuró despacio, aunque claro que lo entendía. En el fondo eso explicaba por qué él era como era, al menos en parte. Lo que no entendía era cómo mirarle ahora. ¿Debía llamarle papá? ¿Debía hacer algo distinto?

Le vio despedirse una vez más, y aquello no le terminó de gustar. Aunque sabía que debía respetarlo, no tenía ganas de que ahora que tenía padre se marchase y fuese como no tenerlo. Aún así asintió con exagerada convicción. - Sí, ya lo sé. - Aseguró, afirmando saber a quién proteger. No tenía muy claro a quién se refería él, pero seguro que todos los gaticos del mundo era un colectivo válido. Etéreo e intangible, pero válido. Sin embargo con sus últimas palabras encontró un argumento que le parecía irrefutable para que no se marchara.

- ¡Pero también cuentan contigo! - Maulló como protesta, acercándose unos pasos al que ahora era su papá.

Resaca se restregó con todos los gaticos que se le acercaban, eufórica. Había sobrevivido al mayor villano del barrio después de la señora con rulos. Había resistido la tentación de las luces parpadeantes. ¡Y había salvado a todos los gaticos! Con ayuda, claro.

Ronroneó, cuando Lin se le acercó y se le restregó dándole un lametazo, preguntándose si con ese gesto ella ahora también olería como él. Estaba cansada, pero estaba tan contenta que aún no podía irse de nuevo con el humano alcohólico para comer y recibir calorcito del radiador. Y aún tenía que recibir muchos elogios y halagos por su nuevo nombramiento especial. 

Entonces, mientras aún celebraban la victoria, el gatazo se confesaba ante el camorrista. ¡Su padre, nada menos! Resaca observó a uno y a otro, y se acercó a Rúbik, para olerlo. No. ¿Cómo podían ser familia? El gatico no poseía el olor que poseía el gatazo. Olía más... No, más bien, menos a macho. Pero la gatica aún así se alegraba por él. Tenía una buena herencia.

La sonrisa de Lin apareció cuando Rubik miró sus patas y costado añadiendo aquel "no lo entiendo". -En eso, has salido más a tu madre- Le aclaró aún con una sonrisa.

- ¡Pero también cuentan contigo! -

La proximidad del gatico y esas palabras hicieron que Lin bajase la cabeza y simplemente la colocase junto al rostro del cachorro. Sus ojos estaban cerrados. Parecía estar memorizando aquella sensación, aquel momento, el sentimiento que le producia. Estuvo así unos segundos. Al incorporarse, sus ojos se abrieron y miraron firmemente a los del cachorro. -Volveré- Afirmó como si fuese la promesa más importante jamás hecha por el gatazo. Lo miró un par de segundos más antes de darse media vuelta y comenzar a camirar en dirección a la salida de la plaza.

La reunión se dio por finalizada unos minutos después de que Lin se marchase y poco a poco algunos se fueron dispersando. Los gaticos caseros regresaban a las casas de sus humanos y los callejeros a sus callejones y agujeros. Sin embargo, como siempre suele pasar, un grupo de gaticos se resistía a terminar la fiesta. 

Las celebraciones continuaron durante toda la noche y aún al amanecer los maullidos de algunos gaticos seguían resonando en el aire caliente del verano. 

En cuanto a nuestros aguerridos voluntarios... La cosa no terminó ahí, claro que no. Muchas aventuras y aventuras les esperarían después de aquella noche. 

Pero eso, como dijo el humano barbudo de un famoso gatico anaranjado, era otra historia y debería ser contada en otra ocasión.