Partida Rol por web

Silvia parece pasárselo bien y te pregunta mientras preparas las copas a qué hora tienes pensado salir para ir tomar algo con ellas:

- Silvi...¿a qué hora te dejan salir?...espero que temprano para invitarte a tomar algo...

De pronto tu jefa Pepa pasa por detrás de ti y Silvia la saluda. Se trata bastante con ella ya que lleva viniendo muchos años a ese local.

- Hola Pepa...¿qué tal la noche?

 - Bien...con bastante trabajo...si te apetece echarnos una mano salta la barra...y ponte a servir copas... - dice con una gran sonrisa mientras va rellenar una cubitera.

Saluda con la mano a Michi y luego te dice:

- A estas clientas invítalas...y no dejes que te paguen...que lo intentarán...

Dicho esto marcha hacia el otro extremo de la barra y se pone a preparar cacharros para un nutrido grupo de universitarios que ya van bastante perjudicados pero tienen una borrachera graciosa.

- Hoy veo difícil que pueda escaquearme. - Responde Silvia ante la pregunta de su amiga. - con la cantidad de gente que hay... Ufff... Tenemos muchisima faena. - Le dice poniendo una mueca.

En ese momento llega Pepa confirmando sus palabras. Eran escasas las manos que habían currando. Silvia lleva ya rato sirviendo copa tras copa, sin tiempo ni siquiera para fumarse un cigarrillo. Pero bueno, si no lo intentaba...

- Oye Pepa, ¿cuando crees que podré hacer el descanso? - Le pregunta cruzando los dedos.

Tu jefa mira alrededor y parece que empieza a hacer cálculos mentalmente para saber cuando te dejará salir. Luego mira su reloj y te contesta:

 - En cuanto esto se vacíe podrás salir ¿vale?...supongo que en una hora la gente se habrá ido...

Miras tu reloj y ves que ya son casi las 2 de la mañana así que es normal que la gente empiece a irse ya que sobre las 4 soléis ir echando el cierre los días entre semana aunque este sea especial y haya más gente que otros días. Cosas de Samaín.

- De acuerdo... - Dice la joven Silvia con una sonrisa en sus labios. Suponía que su amiga todavía estaría un buen rato, y podría tomar algo con ella.

- Bueno chicas, ya habeis oído. Si os esperais podré pasar mi descanso junto a vosotras... Uff... Que ganas, no os podeis ni imaginar de como me duelen ya los pies. - Dice riéndose cuando la dueña del local se aleja. A la joven le gusta llevar sus buenos tacones, aunque siempre acaba hecha polvo de los pies. Sirve las copas a las chicas, sin aceptar el cobrarlas, y continúa trabajando.

Entre copa y copa les va sirviendo de gratis algún que otro chupito a las chicas. Sabe que no puede abusar mucho, pero no tiene por costumbre hacerlo y por una vez no cree que pase nada.

De pronto irrumpen por la puerta dos chicos. Uno de ellos ya lo conoces es Xabier el novio de Michi y el otro debe ser el amigo suyo que juega en su mismo equipo.

ESCENA SIGUIENTE 

 Escena 3: La desaparición

Subes a casa despacio, como si no tuvieras ganas de hacer nada. La noche ha sido demasiado dura a pesar de haber conocido a a Álvaro.

Silvia entra en su domicilio, intentando no hacer ruido. El piso es pequeño, tiene tres dormitorios, el que anteriormente era suyo, ahora está lleno de trastos inservibles. Ahora ella utiliza el que fue de su hermano, que es algo más grande y la ventana da a la vía principal. Pasa por el pequeño salón y allí ve a su padre, durmiendo en el sillón. La tele está encendida y la joven se acerca intentando no despertarle para apagarla.

Se dirige al dormitorio y deja el casco sobre la cama, después va al cuarto de baño y se da una ducha rápida, para quitarse el olor a sudor y humo que la impregna. Al empezar a sentir el agua caliente corriendo por su cuerpo, es entonces cuando siente que se derrumba... Las lágrimas se mezclan con el agua... Llora por Paula, todavía tiene grabada a fuego en su mente la imagen de la chica... Llora por Silvia, su amiga... Y finalmente llora por sí misma...

Cuando se mete en la cama, se siente tan agotada que cae dormida al instante. Aunque es entonces cuando las pesadillas empiezan a acosar a la joven...

La noche no es fácil. Las pesadillas son demasiado reales, los gritos de Silvia retumban en tus oídos y te despiertas más de una vez empapada en sudor. Miras el reloj de la mesita de noche y ves que sólo ha transcurrido una hora desde que te acostaste. Va a ser una noche muy larga. Recuerdas todo lo que Silvia te ha contado, estaba muy preocupada estos últimos días y esta noche la habías visto feliz como hace tiempo que no la veías y ahora esto.

Silvia ha desaparecido y no crees que nadie logre encontrarla, tienes un extraños presentimiento de que sigue viva pero que está sufriendo mucho. Ese sentimiento te oprime el pecho y tienes que sentarte para poder respirar mejor, las lágrimas vuelve a asomar en tu rostro y sientes la impotencia de que no puedes hacer nada de nada. Tras un rato pensativa te vuelves a tumbar en la cama y cierras los ojos con la esperanza de despertarte y ver que todo ha sido un mal sueño.

El despertador suena a las 7:15 h. Silvia abre los ojos soñolienta. Casi no ha dormido y ahora que parecía que por fin había conseguido conciliar el sueño, el despertador le avisa que ya es hora de levantarse. - Cinco minutos más... - Susurra parándolo. Pero sabe que como se deje arrastrar por las alas del sueño, esos cinco minutos acabarán convirtiéndose en diez, y después en quince...

Se levanta con dificultad, su cabeza todavía abombada le duele. La coloca entre las dos manos, mientras retazos de la noche anterior empiezan a venir a su memoria... Todo ha sido un sueño. Se dice esperando que así sea. Pero ver el casco de Alvaro descansando sobre la silla, le devuelve rápidamente a la realidad. Silvia... El recuerdo de su amiga hace que nuevamente sus ojos se inunden de lágrimas. ¿Qué le habrá ocurrido?

Coge su toalla, y se dirige al baño. Antes mira hacia el salón comprobando que su padre no está. Suspira aliviada. Seguramente se despertó y se dirigió hacia su dormitorio... Se encierra en el cuarto de baño y se vuelve a duchar. El agua al principio sale fría, consiguiendo despejar un poco más su mente.

Al salir del baño se pone un tejano y un jersey de lana beige, como calzado se pone unas deportivas para poder ir cómoda. El pelo se lo ha secado un poco con el secador, hace bastante frío y no es bueno llevar el cabello húmedo. Una vez está lista se mira brevemente en el espejo, observando su rostro demacrado. Deshecha la idea de ponerse maquillaje, en otro momento quizás lo haría, pero ahora no siente ánimos de ningún tipo. Coge sus cosas y el casco de Alvaro. Al cogerlo viene a su mente el recuerdo de sus manos acariciando su espalda, de su lengua juguetona y de sus claros ojos verdes... Una sonrisa asoma a sus labios, al menos algo bueno ocurrió la noche pasada. Aunque al pensar en Silvia rápidamente esa sonrisa se borra de su rostro... ¿Y si no se hubieran enrollado? Seguro que no hubiera ocurrido nada...

Finalmente sale del piso, intentando no hacer ruido para no despertar a su padre. No tiene ganas de escucharle renegar como cada mañana que se levanta con resaca. Cierra la puerta con cuidado y baja las escaleras. Sale del portal y espera ver llegar a Alvaro...

 ESCENA 4: EL DÍA DESPUÉS