Partida Rol por web

Oskar envió un puntazo con su espada certeramente dirigido que eliminó al hombre bestia con el que luchaba.

Uno menos.

El equipo de asalto de la Feria ambulante del Caos -un maremágnum de hombres bestia, sectarios, no-muertos y cosas aún peores- estaba siendo duramente diezmado, hasta el punto de que solo quedaban dos integrantes del mismo que luchaban con ahínco contra Johann y Rolde.

La superioridad numérica pronto haría mella en los semi-humanoides.

-¡Aguanta Johann!-

gritó Ekhaterina mientras hacía oscilar su espada en el aire y cargaba contra la cabra-hombre que acosaba a su compañero de aventuras.

La ladrona se echó encima del enemigo pero erró por poco su ataque. La próxima vez sería más certera y rebanaría el pescuezo a aquél bichejo.

Tras acabar con su enemigo, Oskar vió a Kat y a Johann atacando a una de las bestias.

Venga chicos acabemos con estas putas cabras

Cargó contra la bestia y le atacó, esta se vió tan superada en número que empezó a bramar como la criatura que era.

Rolde estiró el brazo cuando la bestia atacó, y con una floritura deslizó todo su acero a lo largo del cuerpo del animal.

-Mordekai, contigo aquí este está muerto ya.

Habían fallado en la contención de la puerta y ahí estaban las consecuencias. Varios hombres bestia se habían colado en el Pozo Negro, ahora tocaba realizar bien su trabajo.

Sus compañeros parecían no tener demasiados problemas a la hora de enfrentarse a sus oponentes. Eso sumado a la ayuda que Kath parecía que le iba a prestar, le hizo venirse arriba y arremeter contra aquella bestia con fuerza.

-¡Mueree!- Vocifero mientras blandía su alfanje contra aquella cosa.

Los hombres bestia se defendieron como animales acosados, piafando y babeando, descargaron sus armas con un desprecio absoluto por la vida humana.

Querían abrirse paso con rapidez y vengar la muerte de sus congéneres.

Uno de los semi humanos lanzó un mandoble directo contra la cabeza del norteño, que sin duda causaría dolor y sufrimiento al bueno de Mordekai.

Por su parte, el otro miembro del equipo de asalto erró en su intento por segarle la vida a Johann.

-¡Muere ya asqueroso!-

gritó la ladona mientras alzaba su espada y lanzaba un certero tajo que causó una herida sanguinolenta en el hombre bestia que se les oponía.

Un par de golpes como ese y el animaloide sería historia. Poco a poco, los aventureros se estaban haciendo con la supremacía en la puerta del Pozo Negro, cumpliendo con firmeza las órdenes del capitán Schiller de impedir que ningún oscuro siervo de los Dioses del Caos entrara en el lugar.

El mandoble vuela  recto a  mi cabeza  y ni siquiera  tengo tiempo de  esquivar o parar. ¿Asi va a ser?.Sea  pues , golpe por golpe  y veremos  quien permanece en pie  engendro.Levanto el martillo  y se lo incrusto en el pecho al  hombre cabra.

Oskar descargó con furia su espada sobre la bestia.

Muerete ya criatura infernal.

Rolde volvió a lanzarle al deforme ser del caos un puntazo con la intención de segar de una vez su vida. El combate se estaba alargando, y Mordekai estaba parando demasiados golpes con su cuerpo como para que eso fuese sano. Además, cuanto antes acabasen antes podría disfrutar de su nuevo caballo.

-¡Muerete de una puta vez!

Krauser había fallado en su intento por acabar con la vida del hombre bestia. Eso lo enfureció, por lo que cargó con más fiereza que en su anterior ataque.

-¡Ahora sí vas a probar mi acero!- Gritó mientras desplazaba su hoja en dirección a su enemigo.

Los hombres bestia no fueron capaces de resistir el embate de sus contrincantes, ahora muy superiores en número, que descargaron sus armas con brutal furia contra ellos.

Sus cuerpos fueron desgarrados por los aceros de los aventureros, que cumplieron con su deber al defender la entrada principal al Pozo Negro. Por su parte, los arqueros de la ronda de guardia, justo encima de la puerta que los protagonistas defendían, lanzaron una certera lluvia de flechas contra los sectarios que seguían al equipo de asalto que debía abrirse paso en el asentamiento. Casi una decena de enemigos recibió una salvaje serie de flechas que, o bien les segó la vida, o los dejó muy malheridos y agonizantes.

El capitán Schiller, al mando de una sección completa de la milicia que protegía el Pozo Negro, llegó a la carrera para defender la puerta principal. Los hombres armados se apresuraron a reforzar la puerta con maderos, barriles y tablas mientras los que tenían armas de proyectiles -arcabuces inclusive- hacían fuego para proteger a sus compañeros.

El capitán se acercó a los protagonistas y con gesto cansado se dirigió a ellos:

-¡Buen trabajo muchachos, habéis conseguido defender la entrada principal!¡Por desgracia, la Feria Ambulante del Caos ha conseguido abrir una brecha en la empalizada y sus integrantes se cuelan por decenas en el recinto. La cosa va a acabar mal si no eliminamos a su líder. Es un mago oscuro que se encuentra en el techo del carruaje que han traído, invocando a los poderes de sus oscuros dioses. Tendréis que eliminarlo!-

os ordenó a grito pelado para hacerse oír por encima de los estampidos de las armas de fuego y los gritos de los heridos y moribundos.

Los protagonistas siguieron a Schiller por una salida lateral por la que accedieron al exterior del recinto.

Ahí fuera, casi un centenar de sectarios, hombres bestia y necrófagos hostigaban a los escasos defensores.

El capitán os guió tras las líneas enemigas, dando un pequeño rodeo por un bosquecillo cercano hasta un leve promontorio desde el que se podía divisar el Pozo Negro sitiado por las fuerzas del Caos. El carruaje destacaba sobre todas las figuras iluminadas por antorchas y pequeños incendios que se habían propagados desde el inicio del asalto.

También pudísteis observar la brecha en la empalizada, por la que un escaso grupo de milicianos apoyados por mercenarios de orígenes diversos se esforzaban por repeler a los agresores, lamentablemente, cada vez tenían más bajas y pronto recularían, pudiendo así entrar los caóticos seguidores de los Dioses Oscuros en el recinto y masacrar a mansalva.

- ¡Es el momento crítico del combate, eliminad al mago!-

os ordenó señalando el carruaje con la espada.

Con rapidez, los protagonistas cargaron hacia el carruaje, haciendo acopio de todas sus fuerzas.

Pero pasó algo insospechado, un rayo de energía oscura cayó sobre el mago -que tenía las palmas extendidas y apuntando hacia el cielo, mientras musitaba una letanía en un extraño idioma.

Y todos los cadáveres cobraron vida.

Los aventureros, justo al lado del carruaje, se vieron envueltos en un combate a vida o muerte contra los reanimados cadáveres de los sectarios que habían sido abatidos por los defensores.

Sin embargo, Oskar, que fue el último en llegar a las inmediaciones del mago, tuvo tiempo para zafarse de sus oponentes e intentar eliminar al hechicero.

¿Mas enemigos?.No se que Dios  vela por nosotros  pero debe de estar ocupado.Levanto el martillo  y  este se me escapa de las  manos. 

Oskar siguió a sus compañeros y al capitan Schnell hacia el lugar donde el mago estaba atacando, pero sus amigos no llegaron a acercarse tanto al mago como el ya que fueron atacados por los zombies. Rapidamente desenfundó su pistola, apuntó y disparó al hombre que estaba causando tantos problemas.

Aquí estoy artifice oscuro, soy Oskar y no podras con mi furia!!!

Rolde esta vez ni usó su grito de combate. Ya le parecía mal pelear contra hombres bestia, pero ¿pelear contra zombies? Esos seres son antinaturales y asquerosos.

Con un gesto de asco en el rostro lanzó el primer ataque, que rebotó en el yelmo que llevaba el zombie.

El disparo del mercenario acertó en el brazo del mago, arrancándoselo de cuajo y poniendo punto y final al asalto del Pozo Negro.

Los zombies cayeron al suelo como los cadáveres inertes que eran y, acto seguido, se inició una desbandada generalizada por parte de los hombres bestia restante así como los sectarios que intentaban colarse por la brecha de la empalizada. Los milicianos siguieron disparando sus ballestas y arcabuces contra los enemigos que huían, causando numerosas bajas. Su objetivo era evitar que se volviera a repetir un nuevo asalto al asentamiento.

Había demasiados negocios en marcha como para verse perturbados por un conflicto entre los diversos grupos de mercenarios y los cultistas del caos.

Entre vítores, los protagonistas volvieron al Pozo Negro, donde los milicianos ya estaban taponando la brecha en la empalizada con nuevos troncos y maderos, que claveteaban con potentes golpes de martillo. En principio, sería difícil que se reptiera un asalto de ese calibre, sobre todo porque la Feria Ambulante del Caos había sufrido más de una cincuentena de bajas, eso sin contar los numerosos heridos y agonizantes que durarían poco ante la venganza inmisiericorde de los defensores.